Merlín no me pertenece, obviamente.
Merlín/Gwaine, supongo (?)
—Gwaine…—. Susurró, agarrándolo por los hombros, forzándolo a mirarlo.
Su habitual sonrisa encantadora había desaparecido. Desplazaba la mirada vagamente por el lugar hasta volver en sí. Torció la boca, apartándose un poco para establecer distancia entre ellos. No sabía qué hacer a continuación, tenía la boca seca y los ojos enrojecidos, aparte de un terrible dolor de cabeza.
A pesar de que todo le daba vueltas, se las arregló para alcanzar la cama y dejarse caer pesadamente sobre el colchón, más blando de lo normal.
Su voz sonaba entrecortada y rasposa, seguía sin poder asimilar lo ocurrido. La cabeza estaba a punto de estallarle, todo debido a su característica resaca matutina .-¿Por qué, Merlín?-. Nunca había considerado aquello, estaba totalmente convencido que su relación con Arturo era puramente platónica, nada concreto. El rostro le ardía, no podía permitirse que lo viese así mucho más.
-¿Por qué, qué?-. Preguntó, expresando su confusió ó hacia él, ubicándose entre sus piernas, envolviéndolo con sus brazos, disminuyendo el espacio entre ellos drásticamente, el aliento cálido chocaba contra su rostro.
Esbozó una leve sonrisa con aires condescendiente, esta vez habló con nada más que ternura en su voz conforme sus dedos se deslizaban en su cabello, se sentía algo culpable después de todo.—¿Arturo? No puedes hablar en serio—. Soltó una breve carcajada y añadió, esbozando una sonrisa.—Todo está bien entre nosotros… Y con Arturo—. Finalizó, dándole un beso en la frente.—Ahora, deberías descansar un rato.—.
Se levantó del suelo para dejar caer las cortinas, dejándolos completamente a oscuras.
—Lo siento—. Susurró, con voz cansada. Tumbándose a su lado, rodeándolo con un brazo, Arturo podría arreglárselas por sí mismo un día.
