NOTA: ¡Saludos lectores! Este fic es una adaptación de la serie In Treatment/En Terapia. Digo que es una adaptación porque habrá partes idénticas a la serie, pero la idea, a medida que avance la historia, es que sea distinta. Puede que haya diálogos idénticos en algunos momentos pero estará simplemente basada en la historia original.

DISCLAIMER: Los personajes de Glee y En Terapia no me pertenecen y esta historia no tiene fines de lucro.


LUNES.

New York, 9.00 am.

El despertador de Quinn Fabray había sonado a las 8.00 am. Lo apagó, salió de la cama rápidamente y se dirigió a la cocina a desayunar. Su desayuno no varió con los años, acostumbraba tomar simplemente una taza de té negro –había decidido abandonar el consumo de café- y dos tostadas. Se encontraba sola en su casa tipo chalé de dos plantas y con un bello jardín. A sus 36 años era reconocida por su trabajo como psicoanalista y este hecho le había permitido encontrarse en un buen pasar económico. Rebecca, su mujer, y el pequeño Benjamin ya se habían ido a trabajar y a la escuela respectivamente, así que se respiraba cierto aire de tranquilidad en aquel hogar.

Luego de arreglarse el cabello como acostumbraba –su media melena rubia suelta- y aplicarse un maquillaje suave, partió a su consultorio, al cual llegaba simplemente bajando las escaleras. El ambiente era amplio, rodeado con estanterías repletas de libros: psicología, ficción y hasta romance. También, unos barcos a escala decoraban varios rincones de la sala: a Quinn le apasionaba la navegación, aunque hacía bastante tiempo que no lo hacía.

Era lunes, así que esperaba a su primera paciente del día y de la semana: Rachel Berry.

Estudiante de NYADA, 25 años. Su sueño es ser una estrella de Broadway. Quinn nunca había podido comprobar sus capacidades artísticas por sí misma, pero por alguna razón estaba segura que Rachel era una mujer llena de talento.

Comenzó la terapia hace un año por recomendación de Claire, su pareja desde hace 2 años y con quien convive hace unos 9 meses.

Rachel era sin dudas una mujer hermosa: morena, ojos chocolate y cabello oscuro adornado con unas perfectas mechas californianas. Quinn pensaba que jamás pasaba desapercibida, más cuando decidía dejar sus largas piernas al descubierto.

Pero hoy era una sesión un tanto particular: la aparentemente perfecta Rachel Berry descrita anteriormente se encontraba en el sofá del consultorio con el cabello revuelto, su maquillaje en pésimas condiciones y llevaba llorando unos 5 minutos. Quinn le tendió una caja de pañuelos.

Te dije. Dio un largo suspiro mientras secaba sus lágrimas. – Te dije que ibas a arrepentirte de dejarme llorar en sesión.

No me arrepiento.

Debes estar decepcionada de mí. Seguro pensabas que llorar delante de ti iba a hacerme sentir mejor, más aliviada. – Soltó lo más serenamente que pudo con su mirada en ningún lugar.

¿Y no es así?

No. – mientras negaba con la cabeza. – Me siento pésimo. No sé si voy a poder hablar, no puedo la verdad. – dijo mientras las lágrimas volvían a brotar. – No sé para qué vine, perdóname Quinn. – Acomodó su sumamente corto vestido para luego levantarse del sillón, comprobar que no podía mantener el equilibrio y volver a sentarse.

¿Quieres un té? – Ofreció Quinn señalando una mesita no muy lejana.

Me pasé 4 horas en la puerta de tu casa. – como si el ofrecimiento de Quinn no hubiera tenido lugar. – Pensé en suspender la sesión pero tampoco sabía si iba a poder volver a mi casa… porque no vine con el auto. – Revolvió su cabello un poco más. – Tenía mucho frío ahí afuera. En un momento pensé en tocar la puerta y pedirte un saco.

¿A qué hora? – preguntó Quinn confundida.

Eran las 5 o las 6 de la mañana. – suspiró. – Nunca esperé tanto la salida del sol. Cuando era chica sí, los 24 de Diciembre. Esperaba despierta a los Santa toda la noche.

Quinn sonrió ante el recuerdo de una pequeña Rachel esperando sus regalos

Quería ver cuando dejaba mi regalo. El tiempo no pasaba más. Pensé que sería un poco tonto morirme en la puerta de la casa de mi analista. – Ambas rieron levemente.

Quinn se dirigió a un pequeño mueble y sacó una manta para entregársela a su paciente. Rachel se tapó gustosa.

¿Bebiste mucho anoche?

Yo… no tendría que haber venido, perdóname.

A mí me parece algo bueno que te animes a mostrar tu parte débil en sesión. – concluyó Quinn. – ¿Quieres contarme qué ocurrió ayer?

¿Qué ocurrió? – Quinn asintió. – Qué NO ocurrió. ¿Quieres la versión larga o solo el final? De todos modos el final es el mismo: mi vida se fue a la mierda.

Quinn estaba un tanto acostumbrada a este tipo de declaraciones dramáticas por parte de Rachel. – Me gustaría que me cuentes la versión completa. sonrió.

Peleamos con Claire. Con gritos, llanto, todo. Me quedé muy mal así que llamé a mi amiga Tina y salimos a tomar algo. – la mujer rubia escuchaba atentamente el relato.

Rachel bufó cansada – Perdóname no puedo seguir… mi cuerpo está aquí pero mi cabeza no sé, estoy en otro mundo, te juro.

Estás en este Rachel, continúa. – dijo sonriéndole levemente.

Si pudieras verme tal cual soy, te sorprenderías. – Quinn la miró con curiosidad. – Si supieras realmente a quién tienes en frente… – secó lágrimas nuevas. – Anoche hice cosas horribles. – dijo formando una expresión de asco en su rostro. – Ay perdóname, tengo muchas nauseas.

¿Y qué pasa si vomitas?

Antes de hacerlo en tu alfombra prefiero morirme. – Dijo con una expresión entre trágica y divertida.

¿Por qué te parece tan terrible vomitar frente a tu analista, Rachel? – esta mujer no podía ser más dramática, pensaba Quinn.

No se trata de vomitar frente a mi analista, se trata de vomitar en frente de ti. Ni loca.

Quinn se mantuvo pensativa unos segundos. – ¿Ni loca perderías el control delante de mí? Sin embargo viniste ebria, esperaste horas frente a mi casa, lloras por primera vez en sesión. – Rachel sentía vergüenza. – Yo creo que sí quieres perder el control aquí, delante de mí.

El celular de la morena sonó. – Claire. – Explicó. – No entiendo para qué me llama si sabe que estoy aquí.

No estuviste en toda la noche, tal vez esté preocupada. – reflexionó Quinn

Si estuviera preocupada me hubiese llamado antes. O no hubiera armado este lío. – sonó algo caprichosa y cruzó los brazos.

Quinn simplemente hizo silencio.

Anoche estuve a punto de acostarme con alguien. – la rubia la miraba expectante. – Una chica jovencita, con cara de niña. Rubia, ojos claros, alta, parecía una Barbie. – Quinn sonrió ante la comparación.

El celular volvió a sonar. – Salgo un minuto, le voy a decir a Claire que estoy aquí porque no puedo concentrarme. – dijo como una petición.

Esa llamada puede esperar, Rachel. – la morena cortó la llamada.

Anoche Claire me dio un ultimátum: o nos casamos o nos separamos. Me dijo que si no tomaba la decisión en unos días, se terminaba todo. Que no aguanta más, que me quiere pero no cree que a mí me pase lo mismo. – Rachel movía la cabeza a los lados. – Hace 2 años que estamos yendo y viniendo con esta relación, no entiendo por qué me presiona ahora, nunca hablamos de casarnos, tener hijos y toda esa mierda. Bueno, tal vez como algo más a futuro pero nada más. – bufó. – Y de pronto, estábamos mirando televisión, se levanta del sillón, y apaga la tele con lágrimas en los ojos. Me dijo "no puedo más, hasta aquí llegué" y terminó poniéndose a llorar.

¿Y eso te hizo enojar?

Claro, no me agradan los golpes bajos.

Bueno, a lo mejor estaba tensa y esa fue su manera de decirte lo que te pasaba. – reflexionó Quinn.

¿En qué estaba pensando? ¿Qué llorando iba a despertar algún tipo de compasión en mí? No, todo lo contrario, me puse furiosa. Me puse a llorar, a gritar, a insultarla. Le dije que era una idiota por presionarme. Además ella sabía muy bien que había tenido una semana de mierda, mi profesora de baile es un monstruo, estaba agotada. – Quinn recordó lo mucho que se quejaba Rachel de su "engreída/bruja/monstruo" profesora Cassandra July. – Así que le tiré la computadora en la cara y me fui dando un portazo – concluyó su relato con un puchero. Quinn rió. Si, esa mujer siempre podía ser más dramática. – Ahí es cuando llamé a Tina para salir a tomar algo. Ella me prestó este vestido obviamente, no es mío. – señalando su corto vestido, azul marino de mangas ¾. – Así que nos sentamos en el bar, me empezó a aconsejar que mirara las cosas desde otro punto de vista y dijo que me envidiaba. Que a ella también le gustaría tener a alguien que la quisiera tanto como para darle un ultimátum. – dijo mirando hacia la ventana. – Empezamos a tomar, sobretodo yo, y luego de un rato me dijo que se quería ir, pero yo me quedé. Entonces se acercó esta chica y me dijo… ¿Sabes qué me dijo? – la psicoanalista miraba atenta. – "Te veo triste. Y te queda muy bien". ¿Dónde quedó el "¿Nos conocemos de algún sitio?", "¿vienes siempre por aquí?", no? – Quinn sonrió. – Estabamos en Heather, un bar gay, tal vez no sabes pero allí en un momento de la noche algunas chicas hacen un baile erótico y se acumula mucha gente, así que quise salir de allí.

Oh sí, claro. – respondió de manera automática ganándose una mirada entre inquisitiva y seductora por parte de su paciente.

¿Sí? Interesante. – Rachel le regaló una sonrisa. – No imaginé que irías a este tipo de bares. –

Quinn sonrió y asintió levemente, pensó que en otras circunstancias ese descuido le hubiera molestado. En general no le agradaba compartir detalles de su vida con sus pacientes. Rachel continuó con su relato.

Entonces pidió la cuenta y me preguntó si quería ir a algún lado. Le contesté que quería ir al baño y la mujer empezó a seguirme. Allí me di cuenta que había un mal entendido: yo en realidad quería ir al baño sola, ella pensó que yo… – un pequeño silencio explicó lo obvio. – Entonces entendí que debía decidir: ella también me estaba dando un ultimátum. – se mordió el labio con angustia. – Salgo de una y me meto en otra. Salgo de un ultimátum y ahora tengo a la Barbie delante de mí con una mirada llena de deseo. Y de pronto… me dieron ganas. Nunca lo hice en un baño público y pensé ¿Me voy a casar con Claire sin haber tenido una experiencia así? Debo hacerlo por mi educación sexual. – Quinn frunció el ceño ante la extraña reflexión.

Explícame que quieres decir con eso de tu educación sexual – dijo todavía con el ceño fruncido.

No quisiera morirme siendo una ignorante – Quinn sostenía la misma expresión, no era la primera vez que Rachel daba a entender su rechazo a la idea de ser frustrada sexualmente. La morena continuó. – La Barbie trabó la puerta y yo empecé a excitarme ¿Te molesta lo que digo? Quinn negó. ¿Te excita? –

Sí. – dijo casi en un susurro.

Entonces se bajó el cierre delantero del vestido y vi sus pechos. Estaban erectos y se los toqué. Me sentía como una niña de 16 años tocando a alguien por primera vez. Eran tan suaves. – soltó un pequeño suspiro. – De pronto me dio vuelta y me apoyó contra la pared. Subió mi vestido y bajó mi ropa interior. Pude notar su experiencia, era una verdadera profesional ¿Te da asco lo que estoy contándote? –

No. – negó Quinn con seguridad.

En ese momento alguien entró al baño de al lado y se puso a hacer pis. Era un sonido tan familiar… entonces pensé en Claire, en cómo ella hace pis por la mañana, con ese mismo sonido y de la misma manera. Me puse triste. – hizo un breve silencio. – La mujer detrás de mí se escupió la mano y en ese momento me di cuenta realmente que estaba por follarme. Y no pude, me angustié y cerré las piernas. No podía hacerle eso a Claire. –

Estabas en una encrucijada, debías escoger qué camino tomar. – reflexionó la otra mujer.

No, quería irme ¡Pero la Barbie idiota quería seguir! – miró avergonzada. – Le dije que tenía novia y me contestó "¿Y qué?", me puse muy nerviosa, no sabía cómo salir de la situación. "Compénsame con algo al menos" y yo le respondí "No sé ¿Quieres dinero?" la Barbie se rió de mí y me dijo "Si me haces una paja, me voy contenta". Yo pensé ¿está loca? Pero tenía miedo, era una mujer más fuerte y alta que yo… la situación se había puesto realmente densa. Y empecé a pensar en ti.

Esta última declaración tomó tan por sorpresa a Quinn que la expresión de su rostro cambió totalmente.

Pensaba en qué dirías si me vieras en una situación así y nos imaginaba a ambas hablando de esto en terapia.

¿Y qué imaginabas que decíamos? – Quinn estaba algo confusa

Pensaba que no lo soportarías, que te daría asco.

La otra mujer miró a los lados y pensó un momento. – Pero aun así viniste a sesión, como si para ti fuera importante darme asco. Lograste escaparte de esa mujer y viniste directo a sesión.

No, no me escapé Quinn, al final la masturbé. – la morena miró el piso avergonzada. Quinn simplemente asintió. – No tengo la más puta idea de por qué lo hice. – se apoyó la mano en la cara y la retiró con una expresión de asco. – Todavía tengo toda esa mierda en las manos. –

Rachel se dirigió al baño ignorando el "¿Te encuentras bien?" por parte de su analista.
Quinn simplemente se quedó sentada esperándola hasta que la oyó vomitar. – ¿Te encuentras bien, Rachel? – Dijo luego de escuchar el ruido de la cadena.

Sí. – se limitó a contestar la morena y se enjuagó la cara. Se miró al espejo unos segundos, observando su patético estado. Tomó la toalla que descansaba a su derecha, secó su rostro y la olió. Se perdió en el aroma que escondía la tela.

Quinn decidió preparar un té y se lo entregó a Rachel, quien había salido del baño ahora con el cabello recogido. – ¿Mejor? – Rachel asintió dándole un sorbo a la infusión. – Me gustaría que volviéramos a tu conversación con Claire.

Fue tan patético el intento de Claire, siempre deja todo en mis manos. Odio que me ponga en esa posición, no me interesa esa clase de poder.

¿Y por qué crees que te hizo ese planteo?

No sé ¿por qué preguntas?

Bueno, en realidad me parece algo extraño que lo haya hecho de la nada, como lo has descrito. Que te haya dado un ultimátum así ¿Ha pasado algo en estos días que pudo haberla llevado a tal planeo?

Rachel negaba con la cabeza y su mirada se posó en el techo, intentando pensar en un por qué. – No, se asustó. Cree que la estoy engañando, esa fue la causa de todo y por eso comenzó la discusión.

Pero has dicho que el planteo surgió de la nada. Estaban viendo televisión y de pronto… – Quinn estaba confundida con la nueva información.

Si, pero antes tuvimos una conversación rara. Ella estaba triste, le pregunté qué le pasaba y me dijo "No sé qué quiero, pero no quiero ir y venir con esta relación" le dije Bueno, entonces nos casamos o terminamos.

Pero entonces fuiste tú la que lo dijo.

¿La que dijo qué?

La que dio el ultimátum, Rachel.

No. Fue ella la que dijo que estaba cansada de ir y venir con la relación.

Está bien, pero "ir y venir" no es algo concreto. Vos fuiste la que llevó eso a algo específico: casarse o terminar. ¿También diste ese plazo de uno o dos días para responder?

No, ella dio el ultimátum. O sea – se mordió el labio. – está bien, yo di el ultimátum pero ella aprovechó y me dijo que si no le respondía en unos días se iba, y luego lloró asustada de lo que dijo.

¿Y a vos no te asustó la idea de separarse?

– ¡Es que esa no era la idea!

Pero fuiste quien comenzó la pelea.

Yo no comencé la pelea. – Rachel estaba encaprichada.

Quizás no te diste cuenta, pero si lo hiciste. Como si quisieras llevar la relación al límite. Tal vez Claire le puso palabras, pero la que no puede vivir en esa indecisión eres tú ¿Por qué te parece tan importante tener una definición en este momento?

Porque Claire tiene razón, la estoy engañando. – dijo mirando hacia ninguna parte.

¿Consideras una infidelidad lo ocurrido anoche? – dijo la rubia queriendo entender

No lo digo por esta noche, lo estoy engañando hace mucho tiempo. dijo algo avergonzada.

Es interesante porque nunca lo has mencionado aquí. – la declaración era toda una sorpresa.

Si, lo mencioné. – dijo Rachel mirando al suelo. – Está presente todo el tiempo… – Quinn se encontraba totalmente fuera de onda, no estaba entendiendo a su paciente en absoluto.

¿Me vas a decir que no te diste cuenta? – dijo tratando de darle obviedad al asunto.

Quinn negaba con la cabeza – No… no creo estar entendiendo lo que quieres decir.

Estoy enamorada de ti. – soltó sin más.

Quinn asintió e intentó encontrar algo interesante en su propia rodilla. El silencio se apoderó del consultorio, la incomodidad era evidente.

No era la reacción que esperaba. – dijo Rachel avergonzada y decepcionada de la actitud de la rubia.

Quinn frunció el ceño, la miró extrañada. – ¿Qué esperabas?

Había pensado en dos fantasías. En una venías al sillón, me abrazabas y me decías que también me amabas. – dijo mirando en dirección a la ventana. – Sospechaba que sentías lo mismo pero quería que fueras tu quien lo dijera. Luego… teníamos sexo en el sofá.

La otra mujer escuchaba atentamente y asintió. – ¿Y la otra fantasía?

Es igual que la primera pero sin el sexo. – suspiró. – Siento vergüenza, me miras como si no supieras nada, es humillante.

¿Hace cuánto sientes esto que dices? – Quinn intentaba pensar las cosas con calma.

Un año. Desde la primera vez que te vi. – dijo conectando su mirada con la de su analista. – Al principio pensé que era algo pasajero, un capricho, pero no. Se fue haciendo cada vez más fuerte y te volviste el centro de mi vida.

Pareciera ser otra manera de escapar de la decisión que debes tomar, del ultimátum. Yo soy tu analista, los límites son claros y evidentes, no soy una opción real. Sin embargo, ese sentimiento, es una manera de escapar de tu relación con Claire.

Sabes, ahora entiendo por qué no tuve sexo con la Barbie. No fue por Claire, fue porque quería tener sexo contigo. – Quinn asimilaba la nueva información. – Mientras estaba en el bar imaginaba que entrabas, te sentabas en la barra, incluso imaginé qué ordenabas: whisky. –

Quinn asintió y ambas compartieron una sonrisa. La rubia pensó por un momento que era increíble que Rachel pudiera haber dado en el clavo con su elección de bebida. Era trivial, pero curioso.

Comenzábamos a hablar de lo divertido que era encontrarse fuera del consultorio y de lo incómodo que era. – Quinn escuchaba con atención. – De pronto te levantabas sin decir nada, y me hacías una seña para que vayamos al baño. Y cuando entré al baño con aquella mujer yo me imaginaba que a la que tenía detrás de mí, era a ti. Eso era lo que me excitaba. – suspiró para continuar. – entonces cuando la otra mujer empezó a hacer pis, volví a la realidad. Y me di cuenta de lo imposible que era todo, a cualquier nivel. Me lo repito cada vez que salgo de aquí, realmente lo entiendo. Pero mi cuerpo no sé si lo comprende.

¿Y qué entiendes tú?

Que eres mi analista. – su expresión era triste. – Y que no puede pasar nada entre nosotras. – Quinn asintió levemente.

Quédate tranquila que no soy Glenn Close en la película que se aparece en la casa y le hierve el conejo, no te lo voy a hacer, en serio. – dijo riendo, queriendo aliviar la tensión. Quinn sonrió también, no se imaginaba a una Rachel psicópata en absoluto. – No soy peligrosa. Por lo menos para ti no soy peligrosa. – dio un largo suspiro. – ¿Y ahora cómo volveré a casa? ¿Y a NYADA? Pensar si Claire si, si Claire no… cuando lo único que me importa eres tú. No me importa nada más, Quinn. Y yo se que no, pero mi cuerpo no entiende que no puede ocurrir ¿Entiendes?

¿Qué sientes ahora?

Vine sin saber qué hacer y ahora… me voy peor. – Quinn se acomodó en sillón. – Se acabó el tiempo. – la rubia asintió.

¿Quieres que te pida un taxi?

No, gracias. – dijo en voz muy suave.

La morena tomó su cartera y abandonó el consultorio dejando la puerta abierta. Quinn se levantó y caminó con tranquilidad a cerrarla. Se acercó al sofá destinado a sus pacientes, cogió la manta que Rachel había usado hace unos instantes y, sin pensarlo, la acercó a si misma para sentir su aroma.


¡Hola! Bueno, si llegaste hasta aquí abajo significa que has leído el capítulo y eso me pone muy feliz, en serio jaja. Es mi primer fic así que todo es nuevo. Escribiendo este primer capítulo pensé que tal vez podría dejarlo como un One-shot pero si quieren que lo continúe, será un placer. Apreciaría mucho sus reviews y/o opiniones y me alentarían a seguir escribiendo.

¡Un saludo!