Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

Éste fic tomaría lugar en los dos años que Naruto estuvo entrenando con Jiraiya antes de volver a Konoha.


Naruto quiere gritar. Gritar tan alto y tan pero tan fuerte que su voz se vuelva murmullo afónico y la gente se termine teniendo que acercar para escucharlo. Lo que más desea, lo que persigue, es que el dolor se vaya y no vuelva, que se aleje, que no exista ni lo contamine.

Naruto no sabe si debería doler así. Doler tanto que le cuesta respirar, que se le desenfoca la vista, que hasta casi se le detiene el corazón. Doler hasta el punto en que recordarlos le desgarra el alma, en que hasta abrir los ojos con Jiraiya roncando al otro lado de la habitación es un gesto que le cuesta ejecutar.

Es que duele porque le importa.

Duele, pero un día dejará de hacerlo. Aquello es lo que se dice a sí mismo entre cada sentadilla, ejercicio, misión. Es a lo que se aferra antes de caer dormido.

Dejará de doler porque el equipo siete volverá a reír. Reirán tanto que los sonidos se mezclaran, y nadie sabrá dónde comienza uno y empieza el otro.