Debo aclarar que esta historia NO me pertenece; es de KokoroBlack, ella me concedió su permiso para amoldarla a un Sasusaku. Así como los personajes tampoco; ya que son de Masashi Kishimoto.
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Negocio Placentero
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Capítulo I – Orgullo y testarudez
Sasuke POV
-Estas obsesionado- dijo mi hermano: Itachi Uchiha, viéndome fijamente y luego se sonrió. – Y no de buena manera.
-Estoy de acuerdo- dijo mi otro hermano: Naruto Uchiha, sacudiendo la cabeza. - ¿Por qué te importa tanto?
Mire a mis hermanos y conteste con el tono de voz que solía reservar para mis empleados: uno que no daba lugar a discusión.
-Al hacernos cargo de los negocios familiares, acordamos que cada uno de nosotros se ocuparía de su propia área- declaré.
Nosotros: Los hermanos Uchiha, celebrábamos una reunión mensual, bien en el rancho familiar como ese día, bien en los viñedos que operaba Itachi, o en uno de los aviones privados que Naruto alquilaba a los millonarios del mundo.
Las reuniones mensuales nos ayudaban a ponernos al día respecto a las actividades de las diversas empresas de la dinastía familiar. Pero también nos permitían ponernos al día sobre nuestras vidas personales. Incluso si, a mi juicio, eso implicaba soportar interferencias, por bien intencionadas que fueran.
Levante la copa de brandy, hice girar el liquido ambarino y observe como reflejaba la luz del fuego. Sabía que no tardaría en escuchar algún comentario y aposte que Itachi sería el primero en hablar. Mi opinión quedo confirmada segundos después.
-Sí, Sasuke, cada uno se ocupa de su área- dijo Itachi, tomando un sorbo de Merlot Viñedos, Uchiha Itachi prefería beber los vinos producidos por él mismo, al brandy que yo degustaba. Miré a Naruto y este asintió- Pero eso no significa que no vayamos a hacer una pregunta o dos.
-Pregunten cuanto quieran- repliqué. Me puse de pie, fui hasta la enorme chimenea de piedra y contemple el fuego- Pero no esperen que conteste.
-No decimos que el rancho no sea tuyo para hacer con él lo que gustes, Sasuke. Sólo queremos saber porque significa tanto para ti recuperar cada centímetro del territorio original- dijo Naruto, apaciguador. El bebía whisky irlandés.
Di la espalda a la chimenea, mire a mis hermanos y sentí la intensidad del vínculo que nos unía. Habíamos nacido con un año de diferencia entre cada uno, y la amistad que forjamos en la infancia no había disminuido con el tiempo. Pero eso no implicaba que fuera a explicarles cada uno de mis pasos. Yo era el mayor y no daba explicaciones a nadie.
-El rancho es mío- dije –Quiero que recupere su extensión original, ¿Por qué les importa eso?
-No nos importa- respondió Itachi. Se recostó en el sillón de cuero marrón, apoyo la copa de vino en el estomago y me miro con los ojos entrecerrados-. Queremos saber por qué te importa a ti. Diablos, Sasuke, el bisabuelo Uchiha vendió esa parcela de ocho hectáreas a los Haruno hace casi sesenta años. Somos dueños de casi la mitad del condado. ¿Por qué es tan importante esa parcela?
Lo era porque me había propuesto recuperarla y nunca me rendía. Cuando decidía hacer algo, lo hacía, contra viento y marea. Mire por el ventanal que daba al jardín y a una pradera que se extendía unos quinientos metros, hasta el camino.
El rancho siempre había sido importante para mí, pero en los últimos cinco años se había convertido en mi vida y no descansaría hasta que volviera a estar completo.
Había caído la noche y afuera la oscuridad solo quedaba aliviada por pequeños grupos de luces decorativas que bordeaban el camino de entrada. Ese era mi hogar. El de mi familia. Y conseguiría que volviera a estar completo. Era más que nada por motivo de orgullo.
-Porque es el único trozo que falta- dije.
Había dedicado los últimos cinco años a comprar cada trozo de terreno que había pertenecido a la concesión de tierra original, que se remontaba a más de ciento cincuenta años.
La familia Uchiha llevaba en California desde antes de que empezara la fiebre del oro. Habíamos sido mineros, rancheros, granjeros y constructores navales. A lo largo de los años, la familia había ampliado sus intereses, expandiendo su dinastía. Generación tras generación, habíamos ampliado el imperio familiar.
Con una salvedad: mi bisabuelo, Madara Uchiha, había sido jugador. Y para costear su vicio había vendido partes de nuestra herencia. Por fortuna, los Uchiha que lo sucedieron mantuvieron intacto el resto del patrimonio.
No sabía si conseguiría que mis hermanos lo entendieran, ni estaba seguro de que mereciera la pena intentarlo. Había dedicado los últimos cinco años a volver a recomponer el rancho y no me detendría hasta concluir con mi tarea.
-Bien- dijo Naruto, lanzándole a Itachi una mirada para que no dijese nada más-. Si es tan importante para ti, adelante.
-No necesito su permiso- rezongué-, pero gracias.
Naruto sonrió. Era el hermano menor y era casi imposible irritarlo. Era algo así como el cómico de la familia, siempre alegre y de buen humor. En cambio Itachi era un poco más parecido a mí, serio y responsable.
-Pero necesitaras mucha suerte para recuperar esa tierra de los Haruno –dijo Naruto tomando un sorbo de whisky y soltó un suspiro dramático-. El viejo se aferra a todo lo suyo con ambas manos –torció la boca-. Igual que tu, hermano mayor. Jiraiya no va a venderte la tierra sin más.
-¿Cuál era el dicho favorito de papá? – pregunte alzando la copa de brandy.
-"Todo hombre tiene un precio" –dijo Itachi, alzando su vaso-, "se trata de encontrarlo lo antes posible".
-Puede que Jiraiya Haruno sea la excepción a esa regla –Naruto movió la cabeza, pero alzo el vaso hacia nosotros.
-Imposible – afirmé, ya saboreando la victoria por la que había trabajado cinco años. No permitiría que un vecino testarudo me la robara-. Jiraiya tiene un precio. Lo encontraré.
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Sakura POV
Enganché el tacón de mi gastada bota en el madero inferior de la reja de madera. Apoyé los brazos en el travesaño superior y miré el prado que se extendía ante mí. El sol brillaba, la hierba era verde y abundante y un potrillo recién nacido trotaba junto a su madre.
-¿Ves, loba? –Susurré a la satisfecha yegua-. Te dije que todo iría bien.
La noche anterior, no había estado tan segura. Hacer de partera para la yegua que había criado desde la infancia me había aterrorizado. Pero en ese momento podía sonreír y disfrutar.
Seguí con la cabeza a la yegua blanca paseando con el potrillo recién nacido pegado a sus patas peludas. Los caballos de tiro *gypsy eran los más bonitos que había visto nunca. El pecho ancho, el porte del cuello y las "plumas", pelos largos y delicados que flotaban alrededor de sus cascos, creaban un conjunto de aspecto exquisito.
Relativamente pequeños, pero fuertes, originalmente habían sido criados por los gitanos ambulantes que les dieron su nombre: gypsy. Podían tirar de carretas y caravanas cargadas, y eran tan mansos que acababan siendo parte de la familia. Eran muy gentiles con los niños y leales hacia sus dueños.
Para mí, los caballos eran más que animales que se criaban y vendían: eran familia.
-Los mimas como si fueran bebes
Ni siquiera me di la vuelta cuando oí a mi madre hablar a mi espalda. Era una discusión que venía de largo; mi madre alegaba que pasaba demasiado tiempo con los caballos e insuficiente buscando marido.
-No tiene nada de malo.
-Deberías tener tus propios bebes.
No pude evitar poner los ojos en blanco. Agradecí que estuviera a mis espaldas y mi madre no me hubiese visto hacer ese gesto. Tsunade Haruno (mi madre), no tomaba en cuenta mi edad. Si hacia algo que no le gustaba, me daba un coscorrón igual que cuando era niña.
Si tuviera algo de sentido común desde cuándo que me hubiese ido. Pero no lo tenía.
-Se que estas poniendo los ojos en blanco.
Sonriendo, miré por encima del hombro. Mi madre era delgada, alta y de ideas fijas. Su pelo empezaba a encanecer y por más que se molestaba en teñírselo siempre volvían a aparecer. Igual y nos decía que esas canas se las había ganado a pulso. Tenía unos ojos marrones agudos, a los que se les escapaba bien poco.
-¿Haría yo eso, mamá?
-Si pensaras que no iba a verlo, si –mi madre enarcó una de sus cejas.
Alcé el rostro hacia la brisa que llegaba del océano y cambié el tema. Era más seguro.
-Te oí hablar con Neji por teléfono esta mañana. ¿Va todo bien?
-Si- Mi madre se reunió conmigo en la valla- Tenten está embarazada otra vez.
-Es una gran noticia –Pensé que también eso explicaba la mención de mi nombre y futuros bebes.
-Sí. Neji tendrá ya 4 hijos. Shino tiene dos y Kiba tiene otros tres.
No pude evitar sonreírme al pensar que mi primo: Neji Hyuga, estaba tratando de poblar al mundo por sí solo. Y no solo él si no también el resto de mis primos, que más bien eran como mis hermanos. Nos habíamos criado juntos, ya que de pequeños los tres hermanos Hyuga, habían quedado huérfanos por causa de un horrendo accidente de carretera. Papá decidió hacerse cargo de ellos para honrar a su fallecida hermana y a su cuñado y mejor amigo.
Yo disfrutaba siendo tía, por supuesto. Pero deseaba que vivieran mas cercas de aquí, para librarme de "cierta atención". Pero de los tres de mis primos, solo Kiba vivía en el rancho, que dirige junto a mi padre. Neji era mecánico y tenía su propio negocio en una pequeña reserva llamada Konoha, en las afueras de Japón. Lugar en donde su padre: Hiashi Hyuga, había nacido. Y Shino que instalaba programas informáticos en una compañía de seguros en Hong Kong.
-Eres una abuela afortunada al tener tantos nietos que mimar- comenté inocentemente.
-Podría serlo más- rezongó mi madre. –Si mi propia hija me diera unos cuantos.
-Mamá… -Dejé escapar un suspiro-. Tienes ocho nietos y medio. No necesitas que yo te de mas.
Mi madre siempre había soñado con el día de mi boda. Ver a su única hija caminar hacia el altar del brazo de mi padre. Y el que yo no hubiese cumplido su deseo la disgustaba.
-No es bueno que estés sola, Sakura- dijo mi madre dándome una palmadita en la espalda.
-No estoy sola –refuté-. Te tengo a ti, a papá, a mis primos, a sus esposas y los niños. ¿Quién podría estar solo con esta familia?
Mamá no iba a dejarlo ahí, eso bien que lo sabía. Me miró inescrutablemente y se cruzó de brazos.
-Una mujer debería tener un hombre en su vida, Sakura. Un hombre al que amar y que la ame…
Me empecé a irritar en serio. Aunque una parte de mi estaba de acuerdo con mi madre. No se trataba de que yo hubiese decidido no casarme nunca, o no tener hijos. Pero las cosas habían salido así y no iba a pasarme el resto de la vida amargada por eso.
-Que no esté casada, mamá –interrumpí-, no significa que no haya hombres en mi vida.
Mi madre inspiró con tanta fuerza y desaprobación que uno de los caballos del prado giro la cabeza y la miro con curiosidad.
-No necesito saber esas cosas.
Mejor así, porque no quería hablar de mi vida amorosa, o carencia de ella, con mi madre. Quería muchísimo a mis padres, desde luego, pero no soportaba que se metieran en mis cosas. Ya era lo suficientemente adulta y mujer como para tomar decisiones y saber que hacer o no hacer con mi vida. Mi madre estaba histérica porque decía que una mujer, una vez cumplidos los treinta y no tenia marido… era mujer solterona. Mujer quedada. Y para mi desgracia, yo había cumplido los treinta meses antes.
-Mamá… -Tomé aire e intente armarme de paciencia.
Había esperado que construirme mi propia casita en el rancho me daría intimidad. Que mis padres empezarían a verme como una mujer adulta y capaz.
Gran error.
Tal vez debería de haberme ido a vivir fuera del rancho. Pero incluso así habría pasado allí todos los días, dado que los caballos gypsy que criaba y adiestraba eran mi vida. Simplemente, tendría que encontrar una manera de soportar el hecho de ser una gran decepción para mi madre.
-Lo sé, lo sé –Mi madre alzo una mano como si quisiera evitar una discusión habitual-. Eres una mujer adulta. No necesitas a un hombre que te complete –resopló con impaciencia-. No debí dejarte leer todos esos libros de esas mujeres aventureras y fuertes mientras crecías. Te llenaron la cabeza de…
-¿…Sensatez?- ofrecí con una sonrisa. A parte de mis adorados Gypsy, la lectura era otra de mis pasiones.
Cielos… de verdad que adoraba a mi madre, pero era un incordio y sobre todo un verdadero fastidio tener que pedirle disculpas continuamente por no estar casada y embarazada.
-¡Sensatez! ¿Es sensato vivir sola? ¿No tener amor en tu vida? No –espetó mi madre-. No lo es.
Sería más fácil discutir con mi madre si no estuviera de acuerdo hasta cierto punto. Una vocecita en mi cabeza me susurraba que me estaba haciendo mayor y que renunciase a las viejas fantasías que tendría que haber desechado hacia años.
Pero no conseguía hacerlo.
-Estoy bien, mamá –dije, deseando creerlo.
-Claro que si –Me dio una palmadita cariñosa en el antebrazo.
Acepté el gesto, aunque sabía que solo era un intento de mi madre para aplacarme.
-¿Dónde está papá? –pregunté-. Iba a venir a ver al recién nacido esta mañana.
-Ha dicho que tenía una reunión –Mi madre agito la mano-. Muy importante.
-¿Si? ¿Con quién?
-¿Crees que me dice esas cosas? –Mi madre resopló con frustración y solo me limite a sonreír. Mi madre odiaba no estar al tanto de todo lo que ocurría.
-Bueno, mientras papá está en su reunión, tú puedes conocer al nuevo bebé.
-Caballos – masculló mi madre-. Tú y tus caballos.
-Ven –Me reí y agarre a mi madre de la mano.
Mientras íbamos hacia la verja, se oyó el motor de un coche acercarse por el camino, desde la carretera principal. El lujoso Volvo negro dejaba remolinos de polvo a su paso y algo se removió en mi interior al reconocerlo. Intente controlar la sensación, pero me quede sin aliento y se me secó la boca. No me hacía falta mirar la matricula: UCHIHA 1, para saber con certeza que lo conducía Sasuke Uchiha. Tenía una especie de radar interno que entraba en acción en cuando Sasuke se acercaba.
-Así que la importante reunión es con Sasuke Uchiha – musité a mi madre-. Me pregunto por qué.
No dudaba que mi madre se estuviera preguntando lo mismo, dado por la cara que tenia. Trate de dedicarme a seguir con mis asuntos, pero no conseguía mover los pies. Me quede ahí parada, observando a Sasuke aparcar y bajar del coche. Cuando él miro a su alrededor, mi corazón dio un bote.
Era una estupidez sentir algo por un hombre que ni siquiera me hacía en el mundo.
Sasuke siguió mirando, como si estuviera catalogando el rancho. Finalmente, poso su mirada en mí. Me tensé al instante. Incluso en la distancia noté el poder de su mirada igual que si me hubiera tocado con una mano.
Saludó con la cabeza y me obligué a alzar una mano para devolverle el saludo. Antes de que la bajara, Sasuke ya iba hacia la casa.
-Un hombre frío donde los haya –dijo mi madre con voz queda. Se persignó-. Hay oscuridad en él.
También había sentido esa oscuridad, no podía negarlo. Pero había conocido a Sasuke y a sus hermanos toda la vida. Siempre había deseado ser la persona que iluminara esa oscuridad.
Era una estupidez. ¿Por qué parece que todas las mujeres queremos ser quienes "salvemos" a los hombres?
Seguí allí parada, a pesar de que Sasuke ya había entrado a la casa.
-¿Qué? –pregunté, al notar que mi madre me observaba.
-Veo algo en tus ojos, Sakura –susurró mi madre con expresión preocupada.
Me di la vuelta y fui hacia los caballos. Hice un esfuerzo para que mis pasos fueran largos y firmes, aunque seguía temblorosa por dentro. Alcé la barbilla y me eché el pelo hacia atrás.
-No sé a qué te refieres, mamá.
Sin embrago, mi madre era muy lista y no se arredro por eso. Corrió tras de mí, me agarró el brazo y me obligó a detenerme. Me miró a los ojos con firmeza.
-No puedes engañarme. Sientes algo por Sasuke Uchiha, y no debes rendirte a ello.
-¿Disculpa? –Me reí sorprendida-. ¿Eso lo dice la mujer que hace dos minutos me decía que me casara y tuviera bebes?
-No con él –replico mi madre-. Sasuke Uchiha es el único hombre que no deseo para ti.
Era una lastima.
Porque Sasuke Uchiha era el único hombre a quien yo deseaba para mí.
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*Gypsy = Gitano
Hola
De nuevo aclaro que esta historia NO es mía. Su legítima autora es KokoroBlack, la cual me dio su total permiso para acoplarla a un Sasusaku. Lo cual sabe que le agradezco Muchísimo.
Espero que les guste este Fic, tanto como a mí.
Si es así pueden dejarme un Review plis n.n
Nos leeremos pronto.
Ranko Uchiha
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