Nota de autora: Éste fic y los personajes que salen en él, están basados en la saga de libros "Cazadores de sombras" de Cassandra Clare.
Magnus Bane y Camille Belcourt, quizá las dos personas más influyentes del submundo, se conocieron hacia el 1857, durante una reunión convocada en el Instituto de Londres por el Cónsul Morgenstern. La atracción entre ambos fue inmediata. Los dos compartían popularidad, carisma y belleza. Magnus era un poderoso brujo con un agraciado físico y lleno de excentricidades pero de buen corazón. Camille era la atractiva líder del clan de los vampiros.
No tardaron mucho tiempo en empezar una peculiar y liberal relación de pareja: disfrutaban de su inmortal romance hasta que uno de los dos le echaba el ojo a un mortal, entonces éste tenía el consentimiento del otro para parar temporalmente su relación y empezar otra con el nuevo sujeto. Las relaciones con mortales no solían durar más de 30 años ¿Y que eran 30 años comparados con la eternidad? Nada.
Durante su "juventud" Magnus agradecía tener un apoyo cada vez que se le moría un ser querido, sabía que jamás estaría solo que siempre la tendría a ella, pero con el paso del tiempo, Camille se estaba volviendo fría y manipuladora, si tenía que ser sincero con él mismo, empezaban a no gustarle ciertos detalles del tipo de ser en que se estaba convirtiendo su amada. Se dio cuenta de que para la vampiresa las relaciones eran tan solo un pasatiempo, dudó de que en algún momento esa mujer hubiese amado a alguien, incluido él. Así que simplemente se desencantó con esa relación y dejó que ella volará, aunque sin cortar del todo con eso que tenían. ¿Qué porque no cortó de raíz con Camille? Seguramente porque el peso de la inmortalidad era demasiado grande para llevarlo él solo.
Pero todo esto cambió aquella noche, cuando le vio por primera vez. Estaba celebrando una de sus fiestas, esta vez la excusa era el cumpleaños de su gatito, cuando Clary Fray, la niña a la que había estado borrando la memoria, se presentó en su casa en busca de explicaciones. No iba sola, le acompañaban un mundano y tres cazadores de sombras, "extraña combinación", pensó. Durante la conversación que mantuvo con ellos, sus ojos toparon con los del nefilim que parecía estar a la sombra de los demás, detrás del todo, unos maravillosos y preciosos ojos azules. Esa mirada cambió su vida. Cuando al fin les dio lo que querían los chicos se fueron de su loft, pero Magnus se negaba a no volver a ver a Alec así que le pidió que le llamara. Su deseó se cumplió pero no como él esperaba: la segunda vez que le vio el nefilim estaba agonizando tumbado en su cama, debatiéndose entre la vida y la muerte, Bane le curó. Cuando Alexander Lightwood pudo moverse de nuevo fue agradecer al Gran brujo de Brooklyn que le salvase la vida, se besaron, se citaron y allí empezó todo: para Alec su primer y único amor, para Magnus el amor de su vida.
Todo iba viento en popa, la vida era maravillosa estando enamorados. Todo era simplemente perfecto hasta que Camille Belcourt volvió a Nueva York. Hacía unos meses que algunos vampiros estaban atacando libremente a los ciudadanos por las calles al caer la noche y ante la impotencia de Rafael Santiago (que sustituía a Camille durante sus largos periodos de ausencia) para poder controlar la situación se vieron obligados a reclamar la presencia de la auténtica líder del clan.
Era sábado por la mañana, Magnus y Alec se acababan de despertar y se estaban besando lentamente, aún tumbados en la cama, cuando el timbre sonó. Evidentemente no le hicieron caso. Segundos más tarde el teléfono del brujo empezó a sonar, pero recibió la misma atención que el timbre: ninguna. Finalmente sonó el teléfono de emergencias de Magnus, poca gente tenía ese número y solo era usado para situaciones urgentes y de suma importancia.
-Tendría que contestar- susurró sobre los carnosos labios de Alec.
-¡No! Estás ocupado- tirando de nuevo el brujo encima de él.
-Podría ser importante-
Con grandes esfuerzos se separó de la droga que suponían para él los besos del nefilim a los que era completamente adicto y contestó a la llamada.
-Espero que sea de máxima urgencia- dijo con un desagradable tono de voz a la persona del otro lado del teléfono.
-Sí- respondieron con miedo. Soy un emisario de la Clave y vengo a traerle un importante mensaje. ¿Sería tan amable de abrirme?-
-¿La Clave?- Cogió lo primero que encontró para taparse y fue hacia la puerta.
-¿Qué es lo que queréis ahora?- Preguntó de mala gana al emisario cuando abrió la puerta.
-Lamento molestar- respondió éste tímidamente sin saber donde mirar: el brujo tan solo iba vestido con un batín de seda amarillo mal abrochado que dejaba ver que debajo no llevaba nada más. -Al vernos incapaces de solucionar el problema con los ataques de los vampiros nos hemos visto obligados a llamar a su líder Camille Belcourt…pero le está costando un poco colaborar-.
-¿Camille está aquí?- Pensó en voz alta mientras Alec, que acababa de llegar, le abrazaba por la cintura y apoyaba la mejilla en su hombro.
-¿Quién?- preguntó el nefilim notando como su novio se tensaba el escuchar ese nombre.
-Sí, está aquí – prosiguió el emisario ignorando la pregunta de Alec- y exige hablar con usted-.
-¿Con él?- Volvió a intervenir el joven Lightwood- ¿Para qué? ¿Es peligroso? Iré contigo- besando el hombro de Bane que se tensó doblemente al escuchar estas palabras.
-¡No! Tranquilo iré solo. Es mejor así-. Se giró hacia el emisario – Si me quieres esperar en media hora estaré listo-.
-¿Hoy?- protestó Alec – Me pedí el día libre para estar contigo, dijimos que lo pasaríamos juntos.
-Lo sé Garbancito.- Poniendo al chico enfrente de él le besó la frente y le abrazó con fuerza.- Pero esto es importante, cuanto más lo alarguemos peor será-. Incluso al emisario de la Clave se le encogió el corazón al ver la cara de Alec cuando se iba junto a Magnus.
Durante el camino hacia el Instituto de Nueva York, el emisario hizo un par de llamadas, así que al llegar allí ya estaba todo preparado. En la sala de reuniones se encontraban Camille, Robert Lightwood, el Cónsul de la Clave y Luke y Meliorm como representantes de licántropos y hadas respectivamente.
-Mmmm…Magnus- murmuro con lujuria la vampira cuando éste entró por la puerta.
-Bueno ya hemos traído al señor Bane – Digo Robert mirando a Magnus de mala gana ya que sabía de donde venía- ¿Podemos al fin hablar?-
-A solas- exigió ella.
-¿Qué?- Le contestó Luke perdiendo la paciencia.
-Qué quiero hablar con el Gran Brujo de Brooklyn a solas- reafirmó ella.
Magnus les vio abandonar la sala con cara de exasperación, seguro que había estado jugando con ellos un buen rato. Cuando se volvió a girar hacia Camille, ésta se desplazaba gateando sensualmente por encima de la mesa hacia él. Cuando llego al extremo se sentó y rodeó a Magnus con sus piernas atrayéndolo hacia ella.
-¿Qué estás haciendo Camille?-
-¿No lo ves? Recuperar el tiempo perdido. Tenía tantas ganas de verte. Ningún amante sabe complacerme como tú-. Le pasó las manos por debajo de la ropa y empezó a acariciarle el estómago.
-¿Qué porque no colaboras?- Cogiendo las finas y blancas muñecas de la chica y apartándolas de su cuerpo. Al principio Magnus pudo ver un destello de ira en los ojos de Camille al verse rechazada, pero después apareció en su rostro una sonrisa juguetona.
-Uuuu Magnus… ¿Estas con alguien? No, que pena… tenía tantas ganas de ti- poniendo cara de niña pequeña enfadada – ¿Quién es? Oh, no importa, eso nunca nos ha importado…- y se lanzó de nuevo a los labios del brujo, pero éste la paro.
-A mí si que me importa – retrocedió unos pasos alejándose de ella y cruzándose de brazos – no le conoces – dijo fríamente para zanjar el tema. – Si no se soluciona todo éste tema de los ataques todo tu clan se verá afectado, como líder que eres, tienes la obligación de velar por ellos-.
-Si no le conozco significa entonces que es un mortal, uno de joven seguramente. Amor, ya sabes como acaban las cosas con los mortales: muertos. Pero tranquilo, allí estaré una vez más para consolarte cuando llegue el momento… oh ¿En serio me harás esperar 40 años más?… Me apetece tanto pasar la noche contigo… solo una noche… solo hoy lo prometo… vamos Bane- y empezó a desabrocharse la blusa.
-Sabía que era un error venir hablar contigo- le dio la espalda y se fue.
-Espera Magnus- éste se giró para mirarla- si que estoy colaborando ¿Vale? Les he dicho que no se nada, pero no me creen. Mañana mismo iré personalmente a patrullar por las calles-. Magnus se giró de nuevo hacia la puerta y se fue escuchando como Camille le suplicaba pasar aunque fuera tan solo una noche juntos.
A las 7:30h Alec abrió sus inmensos ojos azules, hacía tantos años que se despertaba a la misma hora que ya no le hacía falta despertador. Se liberó de la jaula creada por los brazos de Magnus intentando no despertarlo, y se vistió para ir al Instituto. Eligió un jersey de cuello alto ya que la marca en el cuello que le había dejado su brujo ayer por la noche era exageradamente grande. Desde que volvió de hablar con Camille, Magnus estaba diferente, más cariñoso de lo normal, como si tuviera miedo de perderle.
Fue un día duro de trabajo: a los problemas cotidianos de un cazador de sombras se le tuvo que sumar el problema de los ataques vampíricos, así que mientras que los más veteranos se encargaban de la faena fácil, a los jóvenes nefilims les tocó proteger la ciudad de demonios, mucho trabajo para tan poca gente. Estaba anocheciendo ya cuando regresaron al Instituto. Alec fue en busca de Robert para darle un último recado y al entrar en su despacho se encontró a su padre hablando con una despampanante vampira rubia, incluso para él, que nunca se había fijado en una chica, esa mujer era espectacular.
-Espero ver resultados Camille- le dijo el padre Lightwood antes de que ella desapareciera por la puerta. Al escuchar éste nombre Alec le dio a toda prisa toda la información a su padre y salió corriendo tras ella. La alcanzó cuando estaba entrando al salón reservado a invitados.
-Perdona- le dijo Alec sabiendo que estaba haciendo algo malo. Ayer Magnus le advirtió de que no estableciera contacto alguno con ella que solo le traería problemas, pero la curiosidad del nefilim por saber más sobre esa mujer le venció. - ¿Eres Camille Belcourt?-.
-Aja- afirmó ella- ¿Y tú eres?- Coqueteando.
-Alec. Alexander Lightwood- contestó él. De repente la vampira empezó atar cabos y se formó una expresión divertida en su rostro. Examinó al chico de arriba abajo: era alto y apuesto, iba vestido aún con las ropas de combate: pantalón negro de cuero con su cazadora a juego en la mano. Iba tan sudado y seguramente estaría pasando tanto calor que tan solo iba con una camiseta básica de tiras que dejaba ver un enorme chupetón en su cuello.
-Tú debes ser el novio de Magnus Bane ¿Me equivoco? Aplaudo su buen gusto, eres realmente exquisito-.
-Sí ¿Cómo lo sabes? ¿Él te habló de mí?- preguntó ilusionado. La sinceridad y bondad que transmitían los ojos del nefilim le dieron a entender a Camille que tenía un nuevo juguete para divertirse.
-Oh, no cariño, es que eres su prototipo-.
-¿Qué…. Qué quieres decir con esto?-
- Ya sabes, a Magnus siempre le han gustado los jovencitos guapos a poder elegir de pelo oscuro y ojos azules como tú. Supongo que eres el hijo de Robert, vi como le miraba el otro día, y deduzco que no aprueba vuestra relación. A más, el beso del cuello, esto es la marca de la casa de Magnus, el siempre deja rastro en sus amantes. Has hecho una buena elección cariño, no encontrarás amante mejor que él-. Alec noto como le temblaban las extremidades.
-Tú… tú… ¿De qué le conoces? ¿Tuvisteis una aventura?- Sabía de antemano que no le iba a gustar la respuesta.
-Oh no cariño, yo soy su novia- Alec quedó completamente helado – Oh vaya, ya he metido la pata, lo siento mucho cielo, no sabía que él no te había hablado de nuestra relación-.
-¿Relación?- fue lo único que pudo decir.
-Sí, pero no te preocupes, no soy celosa- guiñándole un ojo- Te explico, hace cientos de años que Magnus y yo empecemos a salir, pero hijo, la vida eterna es tan larga… y conoces a tanta gente… muchos de ellos encantadores como tú, así que hicimos una especie de pacto: en el momento en que uno de los dos se encapriche de un mortal puede irse con él libremente el tiempo que dure su corta vida o hasta que sea tan mayor que ya no valga la pena seguir con él. No te ofendas eh!- fingiendo preocupación - No te preocupes, respeto plenamente ese trato y dejaré que Magnus sea para ti el tiempo que sea necesario. Corre, ve con él, que el tiempo va pasando- dijo con maldad.
Pero Alec estaba paralizado, las piernas no le respondían y notaba como el corazón se le había acelerado y no fue el único que lo notó, Camille podía ver a través de la fina piel del cuello como le latía la vena yugular, como la sangre le golpeaba agresivamente y se le hizo la boca agua. El olor a sudor del chico también le atraía con locura. No podía sacar los ojos de esa vena moviéndose y empezó andar hacía él, pero alguien interrumpió entrando por la puerta.
-¡Alec!-Dijo la autoritaria voz del Gran Brujo de Brooklyn- ¿Qué estás haciendo aquí? Déjale en paz- amenazador hacia Camille.
-¿Yo? Es él quien ha venido a mí- y se fue de la sala dejando a solas a la pareja.
-¿Qué te dije sobre ella?- le regaño.
-Por eso no querías que hablase con ella… porque tenías miedo que descubriera que es tu novia. ¿Cuándo pensabas decirme que soy un simple pasatiempo para ti?- con lágrimas en los ojos. Esas palabras dolieron más a Magnus que cualquier otra cosa.
-Esto no es verdad mi amor, sabes lo mucho que te quiero. Todo lo que tuve con Camille se acabó hace años para mí, te lo prometo-.
Aunque Magnus finalmente consiguió que Alec volviera a casa con él esa conversación marcó un antes y después en la relación de los dos chicos. Alec prometió que no volvería a dejarse manipular por ella, pero la curiosidad y las ganas de saber más y más hicieron que volviera a ir a verla a escondidas del brujo. Camille no dejaba de contarle cosas sobre Magnus, cosas que él nunca le había contado haciendo que la relación de la pareja se fuera enfriando. El punto que hizo que todo cambiase fue el día en que Camille le hablo de una poción con una peculiar característica: daba la inmortalidad.
Continuará en capítulo 2
