Saludos a todos. Como algunos de vosotros ya sabréis por los reviews que dejo, soy un asiduo de FFnet, pero que por diversas razones aún no me había animado a escribir un fic propio hasta hace algún tiempo (aunque hace tiempo que publiqué uno, no os extrañéis si finalmente decido retirarlo, pues tenía pensado reestructurarlo, editarlo y ampliarlo). No obstante, espero que seáis comprensivos e indulgentes con esta publicación, pues será mi primera traducción de un fic (en concreto, del inglés al español). Espero que pronto mandéis bastantes reviews, que eso anima mucho, y más en estos tiempos de crisis.
Por cierto, para que entendáis mejor la historia, también he decidido traducir los comentarios originales que deja el autor en cada capitulo, los cuales pondré en cursiva.
Sinopsis del autor: Os doy la bienvenida a mi última gran historia épica. Se trata de una ambiciosa historia cronológica de la vida de Harry James Potter, el hermano del Niño que Vivió. Si estáis interesados en encontrar una historia donde un niño, que es tan querido tanto por sus padres como por su hermano y sus padrinos, puede llegar a ser uno de los magos más abominables de todos los tiempos, os invito a leerla ya mismo.
Spoilers: Esta historia está calificada como M por los siguientes contenidos para mayores: violencia, situaciones sexuales y lenguaje.
Renuncia: Los personajes mencionados en este fic no son obra mía ni tengo ningún derecho sobre ellos, sino que pertenecen a JKR y a Warner Bros. Tampoco es obra mía el argumento del fic que a continuación se pública (cuyo autoría es de The Santi), pues tan solo he realizado su traducción del inglés al español.
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HARRY POTTER Y EL NIÑO QUE VIVIÓ
Escrita por The Santi y traducida por Johan Kira Expelliarmus
Capitulo 1: Un comienzo alternativo
Manifestación del Destino
Residencia de los Evans (31/10/1981)…
"Avada Kedavra" Con un haz de luz verde, un hombre cuyo rostro se asemejaba al de una serpiente acababa de asesinar al muggle que entorpecía su camino. Los ojos rojos del Señor Tenebroso no mostraban placer o furia alguna ante aquel terrible acto. Matar muggles era simplemente un servicio que tenía que cumplir por la comunidad mágica.
El sonido de unos frenéticos pasos capturó la atención del Señor Tenebroso. Se giró y pudo ver a una mujer muggle, que miraba a su marido muerto desde la base de las escaleras, con lágrimas corriendo sobre su maduro rostro. "¡David! ¡David, por favor, despierta!" –gritaba ella.
El Señor Tenebroso no pudo evitar que una risita fría se le escapase de sus labios. "Me temo que acaba de quedarse viuda, señora Evans."
"¡Monstr…!"
"Imperio" –el hechizo detuvo inmediatamente los histéricos gritos de la mujer-. "Llévame hasta Nathan Potter."
La mujer se giró obedientemente sobre sus pasos y condujo escaleras arriba al hombre más despiadado sobre la faz del planeta, al lugar donde sus dos nietos estaban durmiendo. Ella abrió la puerta del final del pasillo y avanzó hacia la habitación donde los dos pequeños se encontraban dormidos en la misma cuna.
Voldemort siguió a la muggle con una sonrisa satisfecha en su rostro. Desde que se enteró de aquella profecía que había predicho su caída, había hecho todo lo posible para maquinar como acabar con aquel ser predestinado a destruirle. No había sido problema alguno para su extensa red de espionaje el poder encontrar el listado de los nombres de todos los niños que habían nacido a finales de julio. Apenas había bastado un funcionario de San Mungo bajo la maldición Imperius, quien fácilmente había obtenido y copiado los expedientes de todos aquellos niños sin levantar sospecha alguna. De esos archivos, el Señor Tenebroso había logrado descubrir cuales habían sido los dos únicos niños mágicos nacidos el 31 de julio.
Harry Potter, nacido el 31 de julio a las 22:42, y Nathan Potter, nacido el 31 de julio a las 22:50. Por tanto, Nathan Potter había sido el último niño nacido en julio en la sociedad mágica británica.
Vendrá al mundo al concluir el séptimo mes… pensó el Señor Tenebroso, recordando cuando le informaron de aquella profecía. Nathan Potter sería el único que podría traer su perdición. Y eso no ocurriría. Simplemente mataría al niño antes de que empezase a ser una amenaza.
Desafortunadamente, la magia ancestral con la que Albus Dumbledore había protegido a los Potter era, aunque el propio Voldemort odiase admitirlo, prácticamente impenetrable.
Por tanto, a raíz de los acontecimientos, sus mortífagos habían tratado de secuestrar al mejor amigo de los Potter, Sirius Black, con el fin de sonsacarle la ubicación de sus amigos. Pero la misión había fracasado, y ahora aquel maldito traidor a la sangre se hallaba bien oculto en algún lugar protegido bajo un encantamiento Fidelius. Su espía le había informado de que el guardián secreto de Black era el mismísimo Dumbledore, haciendo imposible siquiera poder tocar a Black.
En su frustración, Voldemort había ordenado a su espía que secuestrase a los hijos de los Potter. Sin embargo, aquel imprudente plan había fracasado estrepitosamente. Las protecciones adicionales alrededor de la residencia Potter no permitían sacar a los niños salvo que quien los sacase fuese alguien con lazos sanguíneos directos con los pequeños, es decir, sus padres. Aquel fallido plan casi le costó su único espía en la Orden del Fénix, y sólo se había salvado gracias a la labia de Peter Pettigrew, quien pudo convencer a los Potter y a la Orden de que sólo se había tratado de un descuido inocente.
El Señor Tenebroso no era idiota. Reconocía que aquellos planes habían sido tan precipitados como mal concebidos. No, Lord Voldemort siempre había aprendido de sus errores. Así que, simplemente esperó. Esperaría y planificaría la muerte de esos niños hasta la saciedad mientras la oportunidad para asesinarlos se presentase por si misma. Y entretanto, desahogaría sus frustraciones con devastadores ataques contra sus enemigos. Fue implacable. Gigantes, trolls, vampiros, licántropos y mortífagos eran enviados continuamente en misiones nocturnas.
Mientras la guerra se intensificaba, su espía, que estaba actuando como intermediario entre Lily Potter y sus padres muggles, había estado insinuando a los Potter la añoranza de los padres de aquella sangre sucia por poder ver a sus nietos. Finalmente, los Potter lo acordaron con Peter, quien sugirió que se celebrase durante la reunión de la Orden en Halloween –que apenas duraría una o dos horas, como mucho-, mientras dejaban a los niños el suficiente tiempo para satisfacer el deseo de sus abuelos maternos, y a salvo, especialmente teniendo en cuenta que Peter permanecería con ellos para protegerles de cualquier eventualidad.
Así fue como en esa fría noche de Halloween, los Potter habían dejado a sus hijos en casa de sus abuelos muggles. Inmediatamente tras su desaparición, Peter contactó con el Señor Tenebroso, y ahora Lord Voldemort estaba preparado para asegurarse su dominio eterno.
El Señor Tenebroso miró a los dos niños, los cuales estaban dormidos el uno junto al otro en la cuna. "¿Cuál es Nathan Potter?" –requirió a la muggle.
La mujer rápidamente tomo uno de los niños en sus brazos y se lo mostró al Señor Tenebroso.
"Colócalo sobre el suelo." –ordenó Voldemort.
Tan pronto como el chiquillo fue colocado sobre el suelo, comenzó a lloriquear. Poco después, el otro niño Potter se despertó, llorando como su gemelo.
Habiendo servido a su propósito, Voldemort acabó con la vida de la muggle con un rápido Avada Kedavra.
La mujer cayó muerta a los pies de su nieto Nathan, lo que incrementó los frenéticos lloriqueos de los niños. Mirando a ambos niños Potter, Voldemort levantó su varita para matar primero al gemelo de Nathan Potter. Sin embargo, cuando iba a enviar la maldición asesina a Harry Potter, la protección mágica que había colocado sobre la casa de los Evans se estremeció y derrumbó finalmente.
"¡Dumbledore!" –Voldemort reconocería la magia de su viejo profesor donde fuera. Había venido para defender a su elegido, pero esta vez el viejo llegaría demasiado tarde para lograrlo. ¡El niño moriría bajo su varita! Alejando la varita de Harry Potter, Voldemort gruñó-. "Adiós Nathan Potter. ¡Avada Kedavra!"
El Señor Tenebroso sonrió cuando la luz verde salió de su varita y golpeó al niño en la cabeza. Sin embargo, pronto todo fue mal. Nathan Potter gritó a causa del dolor mientras que la maldición asesina parecía rebotar sobre la frente de aquel infante antes de dirigirse directamente hacía quien la había convocado, a quien le alcanzó sobre su pecho.
Con un grito de absoluta agonía, Lord Voldemort sintió como si se le desgarrase el alma y su cuerpo fue destruido.
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Presente y pasado
Valle de Godric (11/12/1988)…
"Por favor, Mamá…" –se quejó Harry, enseñándole a su madre su mejor mirada de cachorrito.
Lily suspiró. Ya habían tenido esta conversación demasiadas veces. "Harry, no. Tú y Nathan sois demasiados jóvenes para aprender magia."
Ya habían transcurrido siete años desde aquella fatídica noche en la que el Señor Tenebroso había desaparecido. Siete años desde que su hijo más pequeño, Nathan, había sido proclamado el salvador del mundo mágico, apodado como el Niño Que Vivió. Siete años desde que ella y James habían descubierto como uno de sus más cercanos amigos había vendido a los padres de ella y a sus hijos, enviándoles directamente a morir.
Desde entonces, todo había cambiado en el mundo mágico, y no todo lo había sido para mejor. Una vez que el Señor Tenebroso había sido derrotado, Lily había querido quitar de inmediato el encantamiento Fidelius sobre su hogar, para que sus seres queridos pudiesen vivir sus vidas lo más normal posible. Desafortunadamente, eso no estaba destinado a ocurrir. Albus les había advertido contra esa decisión. Al principio, hasta que los seguidores de Voldemort fuesen capturados, y después de lo ocurrido con Frank y Alice Longbottom, Lily estaba completamente agradecida de que ella y James hubiesen escuchado a Albus. Sin embargo, cuando varios conocidos mortífagos lograron eludir la prisión reclamando haber estado bajo el influjo de la maldición Imperius, Lily y James fueron forzados a mantener el encantamiento protector durante más tiempo del que hubiesen querido en principio.
Cuando Harry y Nathan cumplieron los cincos años, el matrimonio consideró seriamente abandonar la protección, pero esa decisión finalmente quedó en nada tras la primera excursión familiar por el callejón Diagon. Fueron acosados hasta la saciedad por la gente, la cual les asfixiaba con felicitaciones y peticiones para sacarse fotos con el pequeño Nathan. No es necesario decir como de aterrorizados estaban esos dos niños pequeños ante aquel multitudinario recibimiento, y sólo gracias a la oportuna llegada a tiempo de Albus, acompañado por varios miembros de la Orden, les salvó de ser completamente atropellados por aquella agradecida multitud.
Después del incidente del callejón Diagon, Albus sugirió a James y Lily criar a los chicos bajo el encantamiento Fidelius, para evitar que Nathan se volviese arrogante por haber derrotado a Voldemort. Albus sólo necesitó preguntarle a James como hubiese sido él si hubiese derrotado al mago oscuro vivo más poderoso con sólo un año de edad para ganarse la aprobación de la pareja. Lily no permitiría que Nathan creciera como un arrogante imbécil como su marido lo fue en su momento, y James aceptaba desde hacía tiempo que jamás hubiese conseguido a Lily si continuaba comportarse como lo había estado haciendo durante sus primeros seis años en Hogwarts.
Lily y James estaban orgullosos de decir que habían logrado criar a Harry y Nathan sin mostrar favoritismo sobre alguno. Cuando ellos les contaron a los niños sobre como Nathan había vencido a Voldemort, se aseguraron de mencionarles que ningún poder superior mágico había salvado a Nathan, sino la suerte de una probabilidad entre un billón. De esta manera se aseguraron de que Nathan no fuese un engreído y que Harry no se sintiese inferior a su gemelo.
"Pero Mamá, dijiste que aprendiste magia antes de ir a Hogwarts." –razonó Harry.
"Eso fue completamente diferente, Harry." –replicó Lily-. "Casi tenía diez años."
"Pero Nathan y yo tenemos ocho. Eso ya es muy cerca de diez."
La mención de Nathan causó que Lily reparase curiosamente alrededor de la sala de estar. "¿Dónde está tu hermano? Estoy sorprendida de que no esté aquí, persuadiéndome contigo."
El hecho de crecer sin otra verdadera compañía de su edad había provocado que sus dos hijos fuesen prácticamente inseparables. Por supuesto, tenían sus rabietas y peleas, que usualmente acababan cuando uno de ellos decía algo doloroso, provocando que la magia del otro estallase accidentalmente. En realidad, nada demasiado grave, por supuesto –una vez Nathan eliminó todo el cabello de Harry, y esté había enrojecido la piel de Nathan en unas pocas ocasiones-. Simplemente los dos niños se querían tanto el uno al otro que incluso sus explosiones de magia accidental sólo provocaban situaciones que, como mucho, avergonzaban al otro.
"Está afuera con Papá y tío Sirius." –dijo Harry con una inocente sonrisa sobre su rostro.
Lily inmediatamente se puso en pie. James ciertamente había madurado desde Hogwarts, pero cuando él y Sirius o Remus estaban juntos con los niños, es como si hubiesen retrocedido a sus 17 años. "¿Y qué están haciendo?" –preguntó ella, en guardía.
Harry sonrió alegremente. "Tío Sirius prometió enseñarnos como volar sobre auténticas escobas durante las vacaciones."
"¡Cómo!" –gritó Lily.
"Si, Nathan está afuera probando la Nimbus 1700." –dijo Harry, ignorando el creciente enfado de su madre-. "Sabes, si tú nos enseñases magia, no pasaríamos tanto tiempo intentando conseguir que tío Sirius nos cuente sobre las travesuras que hizo, o molestar a Papá para que nos compre una verdadera escoba de carreras."
Lily entornó sus ojos y envió una sospechosa mirada a su sonriente hijo. "Pensé que dijiste que tío Sirius ya os había comprado una Nimbus 1700."
La cara de Harry palideció cuando se dio cuenta de lo que se le había escapado. "Bueno… él…"
"Harry, tu tío Sirius os compró a ti y a Nathan una Nimbus 1700, ¿si o no?" –Lily miraba severamente a su hijo mayor.
Harry se metió las manos en los bolsillos y se frotó los pies en la alfombra. "No." –admitió, pareciendo muy arrepentido por haberla mentido-. "Pero Sirius y Papá nos han estado insinuando de que nos conseguirán una escoba a cada uno para Navidad o para nuestro próximo cumpleaños."
Lily miró a Harry por un rato mientras reflexionaba sobre las palabras de su hijo. En efecto, James había estado presionándola para comprarles a los chicos una escoba de carreras para cada uno como regalo de navidades, pero ella se las había arreglado para convencerle de que ellos aún eran todavía demasiado jóvenes para tal cosa. Sin embargo, estaba segura de que él se las compraría para su próximo cumpleaños. Pensar en el hecho de que sus dos hijos volasen sobre esas ramas volantes y jugasen tan peligrosamente al quidditch como su marido lo hacía, la aterrorizaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Quizás, pensaba, ella podría evitar que sus dos niños llegasen a estar completamente obsesionados con el quidditch como su marido. Mientras que cualquier magia práctica que requiriese una varita sería completamente imposible de enseñar, ella podría enseñarles tanto la teoría general como la materia práctica de Pociones, tanto como Severus le había enseñado cuando ambos eran unos críos.
Recordar a Severus Snape hizo que Lily se detuviese. Ella no le había escrito desde hacía más de un año, y no le había visto desde una convención de Pociones en 1985. Su reencuentro había sido incómodo, por querer definirlo de alguna manera. Una parte de Lily había estado tan enfadada con Severus por su papel, al haber sido quien informó a Voldemort sobre la profecía, pero no podía negarse a si misma que él había cambiado de bando, tomando un considerable riesgo personal para salvarla. No se engañaba a si misma al poder creer que Severus se hubiese preocupado de su marido.
A pesar de todo, ella sabía que Severus estaba enseñando en Hogwarts, y que él probablemente exigía nada más que lo máximo de sus jóvenes estudiantes. Severus simplemente no tenía la paciencia o el temperamento para esperar algo menos de ellos. Sin duda, sería bueno para el mejor interés de sus hijos que supiesen de Pociones antes de poner un pie en su clase.
"Harry, está mal mentirme de esa forma." –advirtió Lily-. "Hubiese sido muy desconsiderada con tu tío Sirius, y ya sabes cuanto me cuesta disculparme ante él."
Incluso aunque estaba siendo castigado, Harry no pudo evitar escapársele una pequeña sonrisa en su rostro ante el comentario de su madre.
"Sin embargo, supongo que podría empezar a enseñaros a ti y a tu hermano algo de magia." –dijo Lily, dando Harry un grito de alegría-. "Habrá reglas. Primero, no conseguiréis varitas. Sois demasiados jóvenes para controlarlas adecuadamente, y os podríais hacer daño. Eso significa que sólo aprenderéis la teoría para magia con varitas, ¿está bien?"
Viendo como Harry no parecía exactamente feliz ante el hecho de no conseguir una varita antes de tiempo, Lily se apresuró a decir. "También os enseñaré Pociones, y dejare que fabriquéis algunas. Eso si, bajo ninguna circunstancia, vosotros intentaréis hacer algo sin estar yo presente. ¿Entendido?"
La desilusión de Harry rápidamente se transformó en puro entusiasmo cuando asintió con su cabeza. Lily no pudo evitar sonreír.
"Está bien, Harry. Ahora ve y cuéntale a tu hermano. Empezaremos vuestras lecciones este fin de semana."
Lily vio como Harry salió velozmente del cuarto en busca de su hermano. Sacudiendo la cabeza y preguntándose en qué se estaba metiendo exactamente, Lily se fue a la cocina para hacerse un poco de té.
La expresión emocionada de Harry le había recordado tanto de si misma. Ella también había querido saber todo sobre la magia, y cómo de molesta estaba cuando descubrió que no podría conseguir una varita hasta que fuese a Hogwarts. Entonces, Lily recordó la sonrisa de Severus..., no la mueca que hacía ahora, sino una verdadera sonrisa cuando ella despotricaba sobre lo injusto que era que ellos no pudiesen conseguir una varita antes de que cumpliesen los once años. Cuanto habían cambiado sus vidas desde entonces.
Ella recordó el momento en que su amistad se había acabado. Aquel día en que Severus la había llamado sangre sucia tras su TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras. Le había roto el corazón que él hubiese sido tan cruel, y había rehusado escuchar sus reiteradas disculpas durante ese verano. Lily sabía que Severus mantenía un gran odio hacia su abusivo padre, y sabía también lo cuidadoso que tenía que ser él por el mero hecho de que fuese de sangre mestiza. Incluso cuando se enteró que se unía a aquella pandilla de matones de Slytherin al empezar su sexto año, ella jamás llegó a imaginarse que él se convirtiese en un mortífago. No Severus Snape.
Pero lo hizo. No sabía por cuanto tiempo, pero fue uno de ellos.
A pesar de todo, Lily no podía evitar sonreír cuando recordaba su sonriente rostro de once años cuando le recordaba, y, a regañadientes, ella tenía que admitirse a si misma que no estaba libre de culpa en el descenso del que fue su mejor amigo hacia las Artes Oscuras. Ella había sido una adolescente emocional. Se había sentido dolida y traicionada de la peor manera por su mejor amigo, y le había desdeñado y abandonado. Estaba enfadada con Severus, pero nunca se imaginó, o eso quería pensar, como caería en aquel pozo tenebroso.
Recomponiéndose, Lily se puso de pie lentamente. Tenía que hacer una llamada larga y muy atrasada por la red flu con un viejo amigo con el que hacer las paces.
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Una excursión en familia
Valle de Godric (31/07/1991)…
"¡Nathan, date prisa o llegaremos tarde!" –gritó Harry escaleras arriba.
James rió ante la impaciencia de su hijo. "Relájate Harry, llegaremos con tiempo de sobra. El callejón no se irá a ninguna parte."
"Pero Papá, ya van a ser las once y Nathan sigue arriba."
"Voy, voy, voy." –dijo Nathan mientras saltaba los últimos escalones.
"Por fin." –dijo Harry mientras ponía los ojos en blanco.
Nathan repitió el gesto de su hermano. "La librería seguirá esperándote, Harry. No te preocupes."
"Cierto, pero a menos que nos apresuremos, Mamá no os dejara echar un vistazo a todas las nuevas escobas." –replicó Harry, provocando que Nathan y James se intercambiasen una mirada de horror.
"Lily, querida, tenemos la mejor forma de salir. No queremos luchar contra la gente, después de todo." –comentó James, acomodando rápidamente a sus dos hijos en la cocina.
"¿Ya estáis listos?" –preguntó Lily.
"Bien, ya sabes, mejor prevenir que curar." –respondió James socarronamente.
Lily sólo miró evaluadoramente a James por un momento. "Está bien. Nathan, no te olvides tu sombrero, y si alguien te pregunta tu nombre, ¿qué le responderás?"
"Dudley Dursley." –contestó un sonriente Nathan.
Lily no miraba completamente complacida y se giró a James, mirándole acusadoramente. "Eso no es divertido. Ahora el pobre niño no puede siquiera escuchar la palabra magia sin cogerse su…"
"Enorme trasero." –respondió Nathan burlescamente, aunque rápidamente fue silenciado ante la mirada que le echaba su madre.
"Nosotros lo arreglamos, Lily, y el niño claramente sobrereaccionó…" –comentó James, tratando de apaciguar la situación.
"¡Esa bromita le causó que le creciese una cola, James!" –estalló Lily, verdaderamente enfadada ante aquel recuerdo-. "Menuda primera experiencia con la magia."
"Estaba siendo un abusón." –señaló Harry calmadamente.
"No hay excusa para bajar a ese nivel." –dijo Lily acaloradamente, antes de tranquilizarse-. "No quiero discutir ese tema otra vez. Vámonos ya."
Después de unos rápidos hechizos camufladores, la ahora irreconocible familia Potter viajó por red flu al Caldero Chorreante y fue hacia el patio trasero del local, donde se encontraba la puerta mágica del callejón Diagon.
"¿Tienes suficiente dinero, Charles?" –preguntó Lily a James, usando su segundo nombre.
"Si, pero ¿cómo nos dividimos? Sé que Nathan tiene sus kit de pociones, pero Harry ya ha agotado el suyo." –comentó James.
"Está bien. Nos reuniremos en Ollivander's a mediodía." –acordó Lily, pero viendo la tranquila mirada que en el rostro de su marido se percibía, rápidamente añadió-. "Pero como al final te descubra allí sin alguno de los materiales escolares de Dudley, él que sea, mientras pones una estúpida sonrisa sobre tu rostro, te prohibiré llevar otra vez a Dudley a la tienda de Artículos de Calidad para Quidditch."
Después de ser apropiadamente advertido, James rápidamente condujo a Nathan hacia la tienda de Madame Malkin mientras le murmuraba al chico sobre como hacer sus compras cuanto antes.
"Bueno Harry, ¿a dónde vamos?" –preguntó Lily.
"A Flourish y Blotts." –respondió Harry inmediatamente, ganándose una sonrisa de su madre.
A Harry le había tomado el gusto de aprender magia de su madre como a un pez amaba el agua, y Lily no podía ocultar su orgullo por el entusiasmo de su hijo. Desde que había empezado a enseñar a sus hijos, ella había luchado por mantener que las lecciones continuasen siendo interesantes para Harry sin que la cabeza de Nathan fuera a explotar por una sobredosis de estudios. Sin embargo, esto era casi imposible, puesto que su hijo mayor había llegado al extremo de leer obsesivamente cada libro de magia que poseía la familia Potter. Ella ya no podía contar las veces que había descubierto a su hijo dormido con un gran libro cubriendo su pecho, o practicando movimientos de varita con un palo en el patio de casa mientras Nathan jugaba al quidditch o realizaba algunas travesuras mágicas. Si hasta había llegado al extremo en que un día ella le había ordenado a Harry que fuese a jugar a quidditch con su hermano, su padre y sus tíos.
Mientras que no eran completamente idénticos, ambos niños habían heredado la constitución delgada de su padre y su pelo negro. Sin embargo, mientras Harry había logrado domesticar su revoltoso cabello y le gustaba peinarse al estilo tradicional de los sangre limpia con una gran dosis de gomina; a Nathan, por otro lado, le gustaba imitar el peinado indomable de su padre.
Además del cabello, había otra diferencia entre los gemelos, y es que Harry había heredado los brillantes ojos verdes de su madre, mientras que Nathan poseía los ojos castaños y los pómulos superiores de su padre. Por supuesto, también había una diferencia más obvia entre ellos: Nathan poseía la archiconocida cicatriz en forma de rayo sobre su frente, donde la maldición asesina de Voldemort le había rebotado antes de dirigirse hacia su creador.
"Está bien, Harry. Recuerda, tienes tu lista, y sólo puedes escoger otros tres libros." –dijo Lily mientras guiaba a su hijo hacia la librería.
Cincuenta y cinco minutos más tarde, una exasperada Lily Potter acompañaba a su hijo mayor fuera de Flourish y Blotts e iban rápidamente a finalizar sus compras. Ella no podía creer que hubiesen pasado casi una hora en la librería. Si llegaba tarde a Ollivander's, James jamás le dejaría olvidárselo. Bueno… James, más temprano que tarde, se olvidaría de esto o estaría durmiendo en el sofá por una buena temporada –reflexionó ella-, pero apostaba lo que tenía con que Sirius y Remus se lo recordarían siempre, porque James seguro que les informaría del hecho a sus queridos compañeros merodeadores.
Mientras llegaba a Ollivander's, Lily comprobó su reloj y vio que llegaban cinco minutos antes de la hora prevista, suspirando aliviada. Entrando en la tienda, Lily inmediatamente avistó a James y Nathan sentados en un banco mientras el señor Ollivander parecía estar probando cual sería la varita idónea para el chico irlandés al que estaba atendiendo, aparentemente bastante emocionado ante la perspectiva de comprar su primera varita.
"Llegasteis temprano." –comentó Lily.
"Llegamos hace veinte minutos." –refunfuñó Nathan.
Lily no pudo evitar que se le escapase una sonrisa. Tras todos estos años, todavía tenía a James comiendo de su mano.
Un agitado grito de júbilo alertó a los Potter de que el niño irlandés, que se había puesto a bailar de la emoción, había encontrado su varita. Después de pagar los correspondientes siete galeones, la madre del muchacho arrastró al chico fuera del establecimiento, lanzando una mirada algo avergonzada a los Potter mientras se marchaban.
"Ah… ahora que esta compra se ha terminado, supongo que los siguientes en necesitar sus primeras varitas serán los jóvenes Potter, ¿verdad?" –cuestionó Ollivander, girando su atención hacia ellos.
"¿Cómo lo ha sabido, señor?" –preguntó James, removiendo su hechizo de camuflaje-. "Nadie nos ha reconocido en todo el día."
"Joven, recuerdo cada varita que he vendido. Madera de caoba, con un núcleo de nervio de corazón de dragón, de veintiocho centímetros y media, flexible, y bastante buena para transformaciones, ¿no es así?" –decía Ollivander mientras señalaba la varita de James-. "Y la señora Potter... Madera de sauce, con un núcleo de pelo de unicornio, de veinticinco centímetros, bastante elástica. Todavía es una buena varita para encantamientos, ¿cierto? Me pregunto cuáles serán las que recaigan en manos de estos dos jovencitos. ¿Quién va primero?"
Nathan se adelantó valientemente y Harry observó como su hermano era medido por una cinta métrica mágica y entonces empezó a probar varita por varita. Después de lo que parecía ser una hora en la que Nathan levantaba una varita sobre su cabeza, y el señor Ollivander se la arrebataba casi inmediatamente, el viejo hombre se volvió hacia su almacén, trayendo una varita mientras parecía pensar profundamente.
"Intente ésta, señor Potter. Madera de acebo con una pluma de fénix, veintiocho centímetros, bonita y flexible. Una extraña combinación."
Nathan tomó la varita, e inmediatamente la sacudió, surgiendo de su punta unas chispas rojas y doradas que resplandecían la habitación.
"Bravo, bravo, señor Potter. Bien hecho." –comentó Ollivander, mientras James, Lily y Harry felicitaban a Nathan por haber encontrado finalmente su varita.
"Curioso, muy curioso." –murmuró Ollivander.
"Disculpe señor, pero ¿qué es curioso?" –preguntó Nathan, todavía sonriente con su varita.
Ollivander miró a los presentes antes de contestar a Nathan. "Recuerdo cada varita que he vendido, señor Potter. Cada una de ellas, y resulta que la cola de fénix de donde salió la pluma que se encuentra en tu varita solo dio otra pluma, solo una más. Y realmente es muy curioso que estuvieras destinado a esta varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz."
La atmosfera de la tienda de varitas se tensó rápidamente mientras Nathan miraba ahora su varita con pavor. Aparentemente obviando la tensión producida, Ollivander continuó. "Si, si, es muy extraño como se desarrollan estas cosas. Después de todo, es la varita quien elige al mago. No al revés."
Todos quedaron por un momento en silencio antes de que Ollivander se girase hacia Harry. "Bien, señor Potter, eres el próximo. Si, debemos apresurarnos. Si tomases sólo la mitad de tiempo que tu hermano, creo que estaremos aquí por un buen rato."
Con la tensión aparentemente desaparecida, los Potter se sentaron mientras veían como Ollivander entregaba a Harry distintas varitas. "Madera de arce con nervio de corazón de dragón… No, no sirve. Palisandro con pelo de unicornio… Simplemente no. Acebo con nervio de corazón de dragón… Oh, no, no, no. Arce con pelo de fénix…, absolutamente no… ¡Menuda explosión…! Probemos con ésta, madera de fresno con núcleo de nervio de corazón de dragón, veinticinco centímetros, una varita temperamental…"
Harry tomó la varita e inmediatamente sintió un escalofrío que iba desde su mano hasta su espalda, y con una rápida sacudida, la varita disparó una corriente plateada de magia que impactó contra la pared, estallando en cientos de burbujas.
"Perfecto." –dijo animadamente Ollivander-. "Me atrevería a decir que has encontrado tu varita, señor Potter."
"Gracias, señor. No habrá alguna advertencia sobre que mi varita es la hermana de la varita de Grindelwald, ¿verdad?" –preguntó Harry, provocando que Nathan sonriese ligeramente.
"No, me temo que no." –replicó Ollivander-. "Serán catorce galeones, señor Potter."
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Primeras impresiones
King's Cross (01/09/1991)…
"Mamá, realmente estaremos bien." –aplacó Harry a su madre, de la que parecía ser la centésima vez.
"Mis niños han crecido." –dijo Lily con una sonrisa emocionada sobre su rostro, aunque sus ojos parecían brillar, como si estuviese a punto de llorar.
"Vamos Lily, perderán el tren si nos quedamos aquí, fuera del andén." –comentó James.
"Lo sé, James, pero no todos los días nuestros hijos empiezan en Hogwarts, y fuiste el único de nosotros que dijo que deberíamos llegar tarde para evitar ser acosados en el andén."
"No serán capaces de ir a Hogwarts si pierden el tren." –murmuró James-. "Dudo mucho que nos acosen ahora. Nathan tiene puesto su sombrero, y probablemente la mayoría de los chicos ya deben estar subidos en el tren."
"Está bien. Vamos, chicos. ¿Recordáis como entrar en el andén?" –preguntó Lily.
"Solo tenemos que caminar a través de la barrera, Mamá. He estado esperando años para ir a Hogwarts, y hemos visto a ocho familias, por lo menos, que ya la han atravesado." –comentó Harry algo impaciente.
"Si, así que vámonos ya antes de que Harry se vuelva loco de atar ante la posibilidad de que no pueda ver la biblioteca de Hogwarts." –bromeó Nathan.
"Es muy divertido verte como te ríes ahora, Nathan." –comentó Harry mientras sonreía sarcásticamente-. "Porque no te he visto reírte de las incontables veces que nos hemos desafiado con nuestras varitas y no has podido detener ni un solo embrujo de los que te mandé."
"Lo siento, pero actualmente tengo una vida y no me dedico a practicar movimientos de varitas y hechizos por horas hasta caerme dormido." –replicó Nathan.
"Oh, es cierto, lo siento. Se me había olvidado que tu gran historial de derrotas frente a Papá en el quidditch significaba que tienes una vida, y yo no." –dijo Harry sarcásticamente.
"¡Suficiente! Ya vamos, de uno en uno, ¿eh?" –dijo Lily, bastante harta mientras señalaba hacia la barrera.
Harry rápidamente cogió su baúl e hizo su camino hacia el otro lado de la barrera, y unos pocos momentos después, se le unieron su hermano y sus padres. La familia Potter al completo acababa de entrar en el Andén Nueve y Tres Cuartos.
"Todavía no comprendo como ningún muggle puede incluso notarla." –comentó Nathan.
"Por algo se les llama hechizos repelentes de muggles, genio." –comentó Harry, poniendo sus ojos en blanco.
"Está bien, ya es suficiente." –estalló James justo cuando Nathan abría la boca para responder a la mofa de Harry-. "Vosotros vais a tener que estar al tanto el uno del otro, así que no empecéis la escuela con mal pie."
"Disculpa Papá."
"Si, lo siento."
"Bueno, Ahora, que tengáis un buen semestre, y os veremos en Navidad." –comentó James antes de abrazar fuertemente a sus dos hijos, tratando de no echarse a llorar.
"Si, y que no se os ocurra olvidaros de escribirnos." –dijo Lily, a quien ya le lagrimeaban los ojos en cuanto reunió a sus hijos en un gran abrazo maternal-. "Quiero saber como os ha ido el primer día, en que casa os han sorteado, y todo lo que os pase a ambos."
Después de unas pocas despedidas más, Harry y Nathan fueron finalmente capaces de escapar de sus llorosos progenitores, pudiendo hacer su camino hacia el Expreso de Hogwarts.
"Eso tomó una eternidad." –comentó Harry mientras luchaba por colocar su baúl en el tren antes de ayudar a su hermano con el suyo.
"Si, es como si pensaran que jamás nos volverán a ver otra vez o algo así." –se quejó Nathan-. "Vamos a encontrar un compartimiento por aquí. No quiero tirar del baúl por todo el tren."
"Sé a lo que te refieres… Espera, mira que olvidarnos…" –dijo Harry mientras negaba con la cabeza. Entonces señaló hacia los dos baúles con su varita.
A continuación, los ojos de Nathan se ensancharon cuando se dio cuenta de que podía levantar su baúl como si fuese una simple bolsa. "¿Cómo lo has hecho?"
"Encantamiento adelgazador." –explicó Harry. Cuando su hermano continuó mirándole sorprendido, añadió-. "Está en el séptimo capítulo de nuestro libro de encantamientos."
"¿Hay algo que no sepas ya? ¿Por qué vas a Hogwarts?" –se burló Nathan.
"Idiota." –contestó Harry con una sonrisa mientras ambos buscaban juntos un compartimiento vacío.
"¡Oh, Fred, mira! ¡Novatos perdidos!"
"Cada año parecen más pequeños, ¿no crees?"
Harry y Nathan se dieron la vuelta para ver de donde venían esas voces, encontrándose con dos gemelos pelirrojos sonrientes que se les aproximaban. Nathan instintivamente se cubrió más con su sombrero, para ocultar su famosa cicatriz.
"No estamos perdidos. Para que alguien se perdiese en un tren, tendría que ser muy torpe." –contestó Harry a los gemelos.
"Vaya, George. Éste es uno inteligente. Vamos a introducirle a nuestro hermano más querido." –comentó el primer gemelo.
"Cierto, Fred, una idea estupenda. Ronald podría servirle estar con alguien como él." –replicó George antes de coger a Harry y su baúl. El pelirrojo parecía un poco sorprendido ante el peso del baúl antes de ignorarlo y prácticamente arrastrar a Harry por el pasillo. Después de un breve paseo, el pelirrojo abrió una puerta y condujo a Harry hacia aquel compartimiento. Un momento después, Fred apareció tirando de Nathan y su baúl al mismo compartimiento, donde, según notó Harry, ya estaba sentado otro chico pelirrojo.
"¡Ronald, te traemos compañía!"
"Si, ahora no tienes que quedarte solo todo el tiempo."
"Ahora a jugar, amables chicos, y no nos hagáis volver por cualquier travesura."
"Imbéciles." –señaló Ron a sus hermanos cuando estos se fueron y cerraron la puerta del compartimiento tras ellos-. "Hummm...… Disculpadles. Fred y George pueden ser un verdadero fastidio."
"Si, pero no te preocupes. Ya conozco como los hermanos pueden serlo." –se burló Nathan.
"¡Qué chistoso!" –comentó Harry secamente mientras levitaba su baúl cerca del de Ron.
"Guau…" –dijo Ron cuando vio como Harry levito su baúl sin apenas esfuerzo-. "¿Eres de segundo año?"
"No, ambos somos de primer año." –comentó Nathan cuando vio que su hermano no iba a responder-. "Es sólo que Harry no ha hecho nada mejor que hacer en los últimos años que estudiar magia."
Los ojos de Ron se ensancharon ante tal revelación. "¿Vuestros padres os han enseñado magia ya? Qué afortunados. Oh…, me llamo Ron…, Ron Weasley."
Harry y Nathan intercambiaron una breve mirada antes de que Harry asintiese ligeramente. Ambos sabían que tendrían que revelar quienes eran muy pronto. "Harry Potter, ¿y sabes que tienes una mancha en la nariz?"
Ron se sonrojo, y trató de frotarse la nariz antes de que procesase las palabras de Harry. "Espera… ¿has dicho Potter?"
"Si, hola, soy Nathan Potter." –dijo Nathan titubeantemente mientras se quitaba el sombrero, revelando su cicatriz en forma de rayo.
"¡Caray!" –dijo Ron sorprendido, mientras miraba descaradamente la cicatriz de Nathan.
Harry no pudo evitar poner sus ojos en blanco, molesto por la actitud de Ron Weasley. Si esto era un indicio de cómo los estudiantes iban a tratar a su hermano… Bueno, este sería un largo año.
"Bueno, Ron… ¿te gusta el quidditch?" –comentó Nathan un poco embarazoso por la situación creada.
La pregunta pareció despertar a Ron de su estado, pues automáticamente dejo de mirarle la cicatriz. "¡Claro! ¡Amo el quidditch! Soy fan de los Chudley Cannons desde siempre…"
Harry no pudo evitar sacudir su cabeza cuando Ron empezó a señalar las alabanzas de los Chudley Cannons mientras Nathan señalaba el buen equipo que era el Orgullo de Portree. Harry podría asegurar que ambos eran unos obsesos por el quidditch, puesto que cuando finalmente decidió bajar su baúl y coger un libro de transformaciones, su hermano y el pelirrojo no dejaron de conversar sobre quidditch, por lo que decidió ignorar cualquier intento de Nathan o Ron para atraerle a su charla sobre el deporte rey de los magos.
Cuando la campiña estaba empezando a desaparecer, se escuchó un golpe en la puerta, e inmediatamente ésta se abrió revelando a una niña de cabello castaño y tupido.
"Disculpadme, ¿pero habéis visto un sapo?" –preguntó la niña, quien estaba prácticamente arrastrando a otro chico para que entrase en el compartimiento con ella-. "Neville perdió el suyo."
Nathan se volvió para contestarla. "No, lo siento, no hemos visto ninguno."
La chica parecía despreocupada de la respuesta de Nathan en cuanto enfocó su vista hacia Harry, que estaba moviendo su varita.
"Ohhh… ¿estas haciendo magia?" –preguntó ella antes de sentarse junto a Harry-. "¡Bien, vamos a verlo!"
Harry miró a la chica, ligeramente ruda, antes de que una sonrisa satisfecha cruzase su rostro. Entonces, mirando directamente a Ron, Harry apuntó su varita hacia el chico pelirrojo. "Pingo Orange"
Entonces, el hechizo salió de su varita y le dio de lleno a Ron, cuya piel cambió completamente al color naranja. "Ahora pareces un verdadero fan de los Cannons." –comentó Harry, riéndose abiertamente.
Ron miraba asustado al ver como su piel era ahora completamente de color naranja, enviándole una dura mirada al hijo mayor de los Potter. "¡Restáurame ahora!" –demandó el pelirrojo.
"Harry, restáurale. No es divertido." –comentó Nathan seriamente.
"Está bien, pero sólo si prometéis dejar de hablar del dichoso quidditch. Ya lleváis horas, y Ron, por cierto, los Cannons son malísimos. Todo el mundo lo sabe." –comentó Harry justo cuando levantó su varita-. "Finite"
Entonces, la piel de Ron inmediatamente regresó a su color original, y miraba como si estuviese a punto de explotar de rabia, sonrojándose hasta las orejas. Harry no estaba seguro si era a causa del embrujo o si era porque se había mofado de los Cannons –probablemente se debía a ambas cosas.
Sin embargo, antes de que Ron afrentase a Harry, la chica habló. "Jamás había visto ese hechizo antes. He intentado unos pocos hechizos en casa y todos me han funcionado bien. Ah…por cierto, me llamo Hermione, Hermione Granger."
"Harry Potter."
"¿Lo dices de verdad? ¿Tienes alguna relación con Nathan Potter, el Niño que Vivió?" –preguntó Hermione con entusiasmo.
"Nuestro ilustre salvador es esté de aquí." –comentó Harry, señalando a su hermano con su pulgar.
Nathan frunció el ceño a Harry antes de saludar debidamente a Hermione y a un Neville completamente pasmado.
"¡Eres realmente Nathan Potter! ¿Sabías que sales en Historia de la magia moderna y en Auge y Caída de las Artes Oscuras?"
De nuevo, Harry era ignorado en la conversación. Él ya había leído aquellos libros que la niña había nombrado, y los había encontrado faltos de cualquier validez. Honestamente, si hasta ni siquiera mencionaban que Nathan tenía un hermano gemelo.
Neville y Hermione se fueron poco después para seguir buscando el sapo de Neville, tras una breve conversación sobre las casas de Hogwarts. Harry iba a unirse a aquella conversación que parecía verdaderamente interesante hasta que Nathan comentó que su hermano sería un futuro Ravenclaw, sin apenas dejarle ofrecer su opinión. Había mirado ceñudo a su hermano, pero se refrenó de contestar a los perspicaces comentarios de Nathan.
Mientras el tren continuaba su camino y ya empezaba a oscurecerse el cielo, la puerta se abrió de nuevo. En esta ocasión quien entró fue un niño pálido de cabello rubio platinado y ojos grises, pero en cuanto vio la mirada de su hermano, Harry supo que nada bueno vendría de esta nueva visita. Por tanto, con un simple movimiento de su varita, Harry envió al muchacho rubio un chorro de amenazadoras chispas que provocó que el rubio saltase, retrocediendo hacia el pasillo del tren, golpeándose con los otros dos enormes niños que planeaban entrar con él en el compartimiento. Entonces, Harry rápidamente se levantó y cerró la puerta, para, a continuación, convocar un rápido Fermaportus, que cerraría mágicamente la puerta.
"¿Ya le conocías?" –preguntó Harry a su hermano, que estaba claramente molesto.
"Si. Me lo encontré en el callejón Diagon." –comentó Nathan agriamente.
"¿Quién es?" –preguntó Ron.
"Draco Malfoy. Yo estaba disfrazado, y sólo hablaba sobre lo superior que era, todo gracias a su querida familia de sangre pura."
"Me suena ese apellido. Mi padre jamás ha podido tragar para nada al señor Malfoy." –gruñó Ron.
Entonces, Ron y Nathan empezaron a hablar sobre cuanto tiempo deberían esperar para que les enseñasen como embrujar a alguien, para utilizar contra Draco. Mientras tanto, Harry obvió de nuevo esa conversación y siguió leyendo. Si se ponía a pensarlo, él ya no necesitaba clase alguna para que le enseñasen como embrujar a la gente: desde que consiguió su varita, había estado embrujado astutamente a su querido hermano –y encima, sin que éste lo hubiese notado siquiera, quien ya asumía que últimamente era propenso a las caídas, o que era una simple racha de mala suerte, ante las innumerables veces que se había caído durante este mes de agosto.
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Hogwarts, Gran Comedor…
Harry no podía evitar maravillarse por todo lo que le rodeaba. El techo encantado, los fantasmas, las incontables armaduras y los retratos vivientes eran mucho más de lo que él se los había imaginado durante tanto tiempo. Eso era seguro, y eso que se había leído todo sobre la escuela en Historia de Hogwarts, y sus padres y tíos les habían contado innumerables anécdotas sobre Hogwarts, pero viéndolo con sus propios ojos era verdaderamente increíble.
La canción del Sombrero Seleccionador fue interesante, y brevemente se preguntó si estrenaba una nueva canción cada año. Miró hacia la mesa del profesorado y vio a su pseudo-abuelo, Albus Dumbledore, mirando orgullosamente a cada estudiante nuevo. Harry brevemente atrapó la mirada del director, y estaba seguro que Dumbledore le había guiñado un ojo antes de que la subdirectora McGonagall llamase al primer nombre de la lista de nuevos alumnos para ser sorteado.
Harry reconoció varios nombres que sus padres habían mencionado alguna vez. Abbott, Bones y Davis estaban entre los que Harry había reconocido. Además, Harry estaba un poco sorprendido de que él y su hermano no fuesen los únicos gemelos de ese mismo año. Después de que Padma Patil fuese sorteada a Ravenclaw y que su hermana Parvati fuese elegida para Gryffindor, McGonagall miró su lista de nombre y llamó: "¡Potter, Harry!"
Harry tomó un paso hacia adelante, sabiendo que los susurros que comenzaron a expandirse en el Gran Comedor se debían probablemente a él y a su hermano. Lo último que pudo escuchar antes de que el sombrero tapase su cabeza hasta los ojos fue el comentario de un insensible Hufflepuff, que afirmaba desconocer el hecho de que sus padres hubiesen tenido dos niños.
"Hmmm…, ¿vamos a ver que tenemos aquí?" –cuestionó una voz incorpórea.
"¿Hola…? ¿Sombrero?" –preguntó Harry tentativamente.
"Tienes una buena mente, señor Potter, de eso no quepa duda alguna…, pero también tienes una gran sed por probarte a ti mismo. Si, temes que el mundo siempre te vea únicamente como el hermano del Niño Que Vivió. Quieres probarte a ti y a todos que eres mejor que tu hermano…"
"No quiero ser mejor que Nathan…" –contestó Harry airadamente.
"Por favor, señor Potter, no puedes mentirme. A mi, no. Además, qué hay de malo en buscar la grandeza, pues tú buscas eso mismo, la grandeza. Señor Potter, de eso no hay duda alguna. He sorteado a muchos niños en mi existencia, pero solo un puñado se han exigido tal nivel a si mismos como tu pareces hacerlo. Pues entonces, ¿dónde te pongo…?"
"¿Gryffindor?" –preguntó Harry.
"¿De verdad eso es lo que quieres, señor Potter? ¿Ser un Gryffindor?"
Harry se calló. Siempre había sido el sueño de Nathan ser el perfecto Gryffindor, justo como su padre, pero ¿realmente él quería ser un Gryffindor?
"Tu silencio responde a mi pregunta. Ahora, mientras tú comenzaste a estudiar para probarte a ti y a todos ser igual de bueno que tu hermano..., has desarrollado un increíble talento para la magia que apenas he podido ver en alguien de tu edad a lo largo de mi existencia. Si, está más claro que el agua que perteneces a… ¡RAVENCLAW!"
El sombrero fue rápidamente removido de la cabeza de Harry, y miró hacia la profesora McGonagall, que le daba una pequeña sonrisa, mientras que todos los alumnos sentados en la segunda mesa por la izquierda aplaudieron fuertemente. Entonces, Harry inmediatamente se dirigió hacia la mesa de los Ravenclaw, mientras McGonagall llamaba a su hermano Nathan.
Cuando todos de la mesa de Ravenclaw empezaron a estrecharle su mano y felicitarle, Harry trató de ver lo mejor posible la selección de su hermano, justo cuando el sombrero era colocado sobre su cabeza. Juzgando por cómo Nathan estaba agarrándose al taburete y murmurando a si mismo, parecía que su hermano estaba teniendo una vehemente conversación con el Sombrero Seleccionador. Después de casi un minuto, la rendija del sombrero que hacía de boca se abrió, proclamando a Nathan Potter como nuevo miembro de la casa Gryffindor.
Harry se unió a los aplausos del resto del Gran Comedor mientras Nathan hacia su camino hacia la mesa de Gryffindor. Harry sabía que Nathan se había formado siguiendo completamente el modelo de su padre, así que se había cumplido su sueño de ser un Gryffindor, como su padre.
Cuando el último de la lista, Blaise Zabini, fue seleccionado para Slytherin, Harry sonrió. Finalmente, estaba en Hogwarts, con su hermano. Este año sería fantástico.
Nota del autor:
Esta historia tendrá capítulos bastante largos (10.000-15.000 palabras) y tendrá un ritmo bastante rápido.
Esta historia tratará sobre un Harry tanto Oscuro como Intelectual. Pero no temáis, que Harry no se pasará el fic entero leyendo o escribiendo libros. Eso sería muy, muy aburrido.
Los reviews me hacen sonreír. Sonreír me hace feliz. Y que me hagan feliz, me hace olvidarme sobre mi Tesis Doctoral. No trabajar en mi Tesis Doctoral me hace estar más libre para poder escribir fanfictions. Así que, se cumple la siguiente fórmula:
Cuanto más Reviews = Actualizaciones cada vez más próximas.
No haré algo tan grosero como dejar sin actualizar el fic debido a la falta de reviews (sería algo completamente estúpido), pero obviamente quiero dar a los lectores una razón lógica para que dejen un review para este fic.
Muchas gracias a Stanzi por haber realizado el trabajo de edición y corrección.
The Santi.
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Nota del traductor:
Espero que os esté gustando esta historia, y os animo a dejar reviews. Significan mucho tanto para mí como para el autor, y como ya dijo The Santi, cuanto más reviews, más pronto actualizare. XD
No obstante, para que todos aquellos interesados en leerse esta traducción, os aseguro que –como mínimo- los cinco próximos capítulos del fic estarán traducidos al español, como muy tarde, antes de que acabe este recién comenzado mes de marzo. Así espero engancharos cuanto antes a esta interesante historia, con un peculiar Harry Potter como protagonista.
En cuanto a las posibles dudas que os surjan sobre el fic original, Harry Potter and the Boy Who Lived sigue siendo un fic en progreso, y el autor actualiza en grandes intervalos de tiempo –aunque me alegra adelantar que actualizará muy pronto-, pero está decidido a acabar con el fic aunque llevará tiempo así que no os preocupéis sobre su estado.
PD: He tenido recientes problemas con mi ordenador que no me han permitido llevar bien el primer capitulo de esta traducción, y como no me dejaba editarla como pretendía, finalmente me he visto obligado a eliminarla de FF y ponerla de nuevo. Por todo ello, quisiera pedir disculpas a kisa kuchiky, Alexander Malfoy Black, Shanon Lils y Loquin, los lectores que ya habían publicado reviews.
Nos vemos en el próximo capitulo. Saludos.
Johan Kira Expelliarmus
