Tenía tiempo sin pasarme por esta sección, pensé que no volvería a hacerlo pero el otro día ví una capítulo de House y se me ocurrió esto.
Wilson, sin lugar a dudas, aún me encanta.
Sin respirar
Wilson suspiró al recostarse en la cama, se llevó las manos al rostro e inhaló pesadamente; luego, tras unos segundos que le parecieron eternos, dejó caer los brazos sobre el colchón y aunque fijó la vista en el techo de su habitación, no logró pensar en otra cosa que no fuera aquello…
Por algo era un pecado.
Sentía cierta pesadez en el cuerpo que le resultaba agradable y relajante, no había molestias de por medio pero sabía, y era ineludible, que habría consecuencias; esas siempre llegaban, tarde o temprano, y nadie era capaz de evadirlas.
De hecho, ya las pagaba.
Se lo había dicho a House antes, durante y después pero sería ridículo pensar que éste iba a considerar esa clase de detalles.
—Relájate. Sería una tremenda mentira decir que no lo has hecho antes —House sonrió—, o que no estás disfrutándolo…
El sarcasmo palpable le había arrancado un sonrojo y luego, cierto gesto vergonzoso pareció con áquel burlón:
—Sólo tienes que contener la respiración, y pensar en cosas lindas.
House sabía que era responsable pero, era culpa de Wilson el haber llegado a esa situación… permitiéndole vivir en su casa, entrar en su vida hasta ese punto delicado que cambiaba todo, abrir puertas, cambiar rutinas y -finalmente- desarmarle.
Se sabía débil ante House, mas nunca le había parecido tan claro como ahora.
Wilson se frotó el pecho y bajó la diestra hasta que ésta reposó sobre su estómago; podía arrastrar una serie de culpas y vergüenzas pero, también era cierto que adoraba la sensación que venía con todo eso y llevaba las últimas semanas deseando -con urgencia- que el día en el hospital transcurriera aprisa para llegar a casa y repetir.
Además, como si la rutina fuera mala, cada noche había algo diferente; House se esmeraba, eso no lo podía negar.
Volvió a inhalar profundamente, lamentándolo, cuando un botonazo aflojó el aferre en torno a su cintura ya que sin éste, incluso el cierre cedía; Wilson enrojeció escuchando el tintineo del pequeño botón contra el suelo de su habitación.
¡Ahora detestaba las cenas suntuosas y los desayunos llamativos!
Pero, ¡también los necesitaba!
Gula.
Pecaba de ello.
¡Renegaba también de los momentos en los que House le tendía la pala de madera para probar las comidas y en los que él cedía condicionado ya a sentarse al ver la mesa servida! Tenía que admitirlo, era agradable sentirse apreciado de de vez en cuando.
Pero aún así maldecía el día en el que había acordado asistir a esas clases de cocina en compañía de House, desde que éste preparaba las comidas había subido ya unos cinco kilos y todas las mañanas contemplaba el techo de su habitación justo cuando contenía el aliento para obligarse a entrar en sus -ahora- ajustados pantalones.
¡Maldita habilidad de House el ser bueno en cuanta cosa hacía!
Siempre sería él, Wilson, quien pagaría las consecuencias.
oOo
