Advertencias:
Bitter Virgin es un manga creado por Kei Kusunoki. Ni su historia ni sus personajes me pertenecen.
Naruto es un manga creado por Masashi Kishimoto. Ni su historia ni sus personajes me pertenecen.
Esta historia trata un tema que a muchas personas puede resultar fuerte, la violación y el embarazo adolescente. Pero les aseguro que es una historia hermosa y conmovedora.
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Bitter Virgin
Relato 1
Se removió molesto en la cama y se cubrió con las sabanas hasta la cabeza. La razón: los traviesos rayos del sol matutino se colaban a través de la ventana de su habitación y le daban directamente en el rostro.
No estaba de humor, deseaba dormir un poco más. Se lo merecía después de haber trabajado como un burro sirviendo mesas día y noche.
-¡Naruto! ¡Ya levántate o se te hará tarde para ir al instituto!-gritó su madre desde el piso de abajo.
-Ya voy.-gruño con voz ronca. Se frotó los ojos varias veces pero sus ojos estaban encaprichados, no querían despegarse ni mucho menos abrirse. Maldiciendo por lo bajo a su madre, al sol, y a los estudios, abandonó la comodidad de su cama para tomar una ducha. Si no lo hacía pasaría el día entero adormilado y en consecuencia, de mal humor.
Una media hora más tarde se encontraba totalmente despierto y vistiendo el uniforme. Su madre, una mujer hermosa pero temperamental, colocó el desayuno delante de él, con el ceño fruncido.
-Un día va a hacerte mal.-meneó la cabeza en forma desaprobatoria.-Desayunar ramen no es muy saludable ¿sabes? Menos aún si lo acompañas con leche.
-Me gusta mucho el ramen.-dijo engullendo los fideos con maestría.
-Si al menos ese gusto por el ramen sirviera para motivarte para trabajar en la tienda de la familia.-suspiró, mientras lavaba los platos sucios.
-Me gusta comer, no preparar ramen.-su madre siempre insistía en que debería ser más dedicado y responsable con el "Ichiraku", pero él quería algo más para su vida.-Además, es un trabajo aburrido y monótono.
-Nuestros antepasados fundaron "Ichiraku", y desde entonces ha pasado de generación en generación.-le recordó.-Si tu padre te escuchara se enojaría mucho.
-Eso no vamos a saberlo nunca.-murmuró con amargura. La mujer fingió no escucharlo, no deseaba tocar ese tema nuevamente, le hacía demasiado daño.-Que haya pasado de generación en generación no le quita lo aburrido.
-Lo dices porque aún eres inmaduro, pero cuando te cases y formes tu propia familia verás al mundo de otra forma.
-Deberías casarte y haber si me dejas en paz de una buena vez.-susurró, molesto.
-¿Casarme? ¿Yo?-repitió en tono soñador, y las mejillas sonrojadas. El rubio meneó la cabeza, negativamente. Su madre a veces actuaba infantilmente.
-¡Ya me voy!-besó la mejilla de la mujer y abandonó la estancia apresuradamente.
Mi nombre es Uzumaki Naruto, tengo 16 años y curso el segundo año de la secundaria. Nací en una pequeña aldea del interior de Japón, llamada Konoha. Konoha es un lugar perfecto para vivir y criar a una familia, pues podemos presumir del ambiente puro y la carencia de delincuencia. Según los relatos de mi madre, nuestros antepasados contribuyeron a fundar la aldea y que por eso nosotros debemos continuar con el linaje.
Pero tanta tranquilidad me da asco. Me aburre. Está llena de paletos moralistas y sin vida propia. No hay nada para hacer aquí. Todo es muy limitado, porque al estar en el medio del campo lo único que se puede hacer es criar ganado, plantar arroz o tener algún negocio. Y yo, mis caros amigos, soy mucho más ambicioso que eso.
Mi hermana mayor se fue a estudiar a Tokio hace muchos años y no regresó. No la culpo, yo en su lugar habría hecho lo mismo. Ella siempre fue muy inteligente, habría sido un desperdicio quedarse aquí a servir ramen.
Mi padre murió cuando yo era muy niño. No recuerdo mucho su rostro, ni su voz, temo algún día olvidarlo. Mamá dice que me parezco a él, y yo concuerdo, al menos físicamente. He visto muchas fotografías, tenemos el mismo cabello rubio, desordenado, y los mismos ojos azules. Incluso sonreímos de igual forma. Lo que me diferencia de él son las tres marcas que tengo en cada mejilla, y son ellas las que me dan todo mi encanto.
Mi madre es una mujer fuerte y de gran temperamento. Desde que murió mi padre, ella comenzó a trabajar en la tienda, fue ella la que mantuvo la familia unida y fue ella la que nos educó. Y por más que ella se esforzara en esconder su dolor mí hermana y yo sabíamos que la muerte de papá la había marcado para siempre. Su sueño era que mi hermana la sustituyera, pero como ya dije, ella siguió su propio sueño, y ahora sus energías se centran en mí, pero yo también tengo mi propio sueño.
Mi sueño es ser un licenciado y vivir una vida de lujos y comodidades, estando rodeado de bellas mujeres. Quiero que todos me respeten y admiren. Y claro, deseo poder comer todo el ramen que quiera (creo que ya se dieron cuenta de que mi comida favorita es el ramen).
Lo de las mujeres no es problema, tengo algo que las atrae. Tal vez sea mi apariencia, atlética y juvenil, o mi actitud galante, misteriosa, de busca pleitos. Podría definirme como un badboy. Popular e irresistible. Libre como el viento. Si, ese soy yo.
Mi mejor amigo es Kiba, nos conocimos en primer año de secundaria. Él y yo somos muy parecidos, pervertidos a muerte.
-¡Buenos días, Naruto-kun!-saludó una hermosa chica de larga cabellera oscura y orbes grises.
-¡Buenos días Hinata!-regresó el saludo, provocando que la morena se sonrojara. Él, sonrió arrogantemente. No se cansaba de ver el efecto que causaba en las chicas.
-Naruto-kun, me preguntaba si tú quieres ir conmigo al karaoke otro día.-dijo, jugando con sus dedos.
-Me encantaría.-aseguró con voz seductora, aproximando peligrosamente su rostro al de la morena. Fue demasiada emoción para ella y si él no la hubiera sostenido, habría caído al suelo.
-¡Naruto!-el dolor le hizo soltar bruscamente a la morena.
-¡Tenten eso duele-dattebayo!-se sobó la cabeza, adolorido. Una chica castaña le miraba rabiosa y desfiante.
-¡Eso te pasa por saltearte la limpieza!
-Fue por un motivo de fuerza mayor, mamá necesitaba ayuda en "Ichiraku". Te aseguro que no volverá a ocurrir.
-Por tu propio bien, eso espero.
-Adiós, Naruto-kun.-la morena hizo una reverencia y se alejó junto a la castaña, rumbo al salón.
-¡Suertudo!-un brazo rodeó los hombros del rubio.
-Kiba.-ambos muchachos chocaron los puños a modo de saludo.
-¡Eres realmente un suertudo! ¡Dos chicas bellísimas detrás de ti!-exclamó el castaño, impresionado.-¿Cuál te gusta más? ¿Ama Tenten, la atleta? ¿O Hyuuga Hinata, la dulce y femenina?
-En realidad, no me interesa ninguna de ellas.-colocó sus manos detrás de la cabeza.
-¡Que malo! Pasas de todas ¿verdad?-rió Kiba.
-Dije que ninguna me interesaba, no que pasaba de ellas.-corrigió astutamente.
-Eres un verdadero kitsune.-dijo asombrado. Todas las chicas suspiraron emocionadas cuando ambos amigos cruzaron el umbral de la puerta del aula.
-Lo sé.-claro que lo sabía. Tal vez no era el más inteligente, pero astucia le sobraba. Tomaron asiento en sus pupitres. El profesor aún no había llegado, no era algo que les sorprendiera, aquel hombre tenía de puntual lo que él tenía de moreno.-De la única que pasaría es de Haruno Sakura.
-¿Eh? ¿Y eso por qué?-preguntó confundido.-Haruno es linda ¿no lo crees?
-Es linda, no lo discuto.-reconoció, sin mucho interés.-Pero no me gustan mucho las que van por ahí de vírgenes inocentes.-el castaño y el rubio dirigieron su atención hacia una chica de cabellos rosados, como las flores de cerezo. La chica charlaba con una muchacha de larga melena anaranjada.
Haruno Sakura había llegado a Konoha al comienzo del año escolar. Era una chica callada y tímida. No tenía amigos y generalmente se la veía sola. Y parecía sentir un temor especial hacia los hombres, androfobia (miedo a los varones).
Ya he investigado en Internet, pues, Kiba y yo hemos sido testigos de innumerables veces de sus ataques de fobia. En mi opinión personal es todo un teatro por hacerse la víctima o llamar la atención. Pero yo no caeré en algo tan tonto, no señor.
-A sus lugares.-andar desgarbado, cabello desordenado, aspecto desaliñado, expresión de tedio, rostro cubierto por una máscara y voz monótona. En conjunto conformaban a Hatake Kakashi, el profesor de la clase 2A. Los alumnos obedecieron sin rechistar, el profesor era muy permisivo, pero cuando lo desobedecían no dudaba en imponer castigos.-Haruno, pasa al pizarrón y resuelve el primer ejercicio que dejé como tarea.
-Si, profesor.-Sakura asintió con la cabeza y caminó hasta la pizarra, nerviosa. No el gustaba pasar al frente y ser el centro de todas las miradas, prefería pasar totalmente desapercibida. Lo que era pedir mucho, ya que por su extraño comportamiento, acaba llamando demasiado la atención.
La clase estaba en silencio, atenta a cada movimiento de la tiza, sin articular palabra. Kakashi Hatake odiaba, más que nada en el mundo, que se le faltara el respeto a los demás.
-En realidad, ahí, va un signo negativo.-intervino el hombre, tomó una tiza y corrigió el error de la chica. Ésta dio un grito ahogado y saltó hacia un costado. Naruto blanqueó los ojos, desde que la chica había sido llamada por el profesor, ya había previsto algo así.
-Lo siento.-susurró apenada, y sin esperar respuesta por parte del profesor, regresó a su sitio.
-Bien, continuemos.-dijo Kakashi, recuperándose de la impresión.-Haruno, lleva estas fotocopias a la sala de profesores, por favor.-pidió suavemente, no deseaba asustar nuevamente a la chica de cabellos rosados.
-¿Ves a lo que me refiero?-le susurró Naruto a Kiba, sin mover los labios para que el profesor no los viera.-Es rara, nadie se le querrá acercar dentro de un tiempo.
-Es verdad.-concordó en el mismo tono el castaño.-Olvídala, existen otras chicas.
-Es cierto, voy a pasar de ella. Existen muchas chicas que se mueren por mi.-sonaba arrogante, pero era la verdad absoluta, las chicas del pueblo, en su mayoría, corrían detrás de él.
-Me alegra por ti Naruto, en serio.-ambos amigos tragaron en seco, y lentamente alzaron el rostro para encontrarse con la figura desaliñada y sonriente de Hatake Kakashi.
-Hola, Kakashi-sensei. Bonito día ¿no?
-Yo creo que va a llover.-dijo, Kiba, disimulando el nerviosismo.
-Veo que están animados. Así que no les molestará hacerme algunos favores.-sonrió con malicia, por debajo de la máscara.
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Caminaba torpemente por el largo y desierto pasillo. Intentaba equilibrarse, sin embargo, parecía que las fotocopias pesaban más que ella. En el futuro, comería más, no podía permitirse ser tan liviana o frágil.
Suspiró, una vez más, apartando un mechón rosado que se había colocado en sus ojos. Estaba cansada de tener miedo, de ser tan rara, de no tener amigos. Si su situación seguí así jamás podría tener una familia. Pero… ¿Alguien como ella podía darse el lujo? ¿Algún día alguien la amaría, a pesar de todo? ¿Superaría algún día su miedo?
Lo deseaba. Lo anhelaba. Quería ser normal, salir con sus amigas, reír, desvelarse por un chico. Todo eso no era más que un lejano sueño para ella, porque le temía a los hombres, los odiaba, no podía tolerar su presencia.
Aún había una esperanza, podía tener amigas. A las mujeres no les temía, por más que una mujer intentar matarla era capaz de mantener la calma y defenderse. Al contrario de lo que sucedía con los hombres, para ella, todos representaban un peligro para su persona.
-Haruno.-giró su rostro aterrada. Naruto estaba detrás de ella, invadiendo su espacio personal. Dio un salto hacia delante, emitiendo un grito. Había olvidado completamente las fotocopias, se sostuvo a ellas, precipitándose hacia el suelo. Naruto la sostuvo a tiempo, pegándola a su cuerpo.-¿Estas bien? Deberías ser más cuidadosa. Si no puedes hacerlo, déjaselo a otro.-Sakura no supo como, pero le dio un fuerte empujón al muchacho, trastabillando por culpa de su propia fuerza. El rubio la sostuvo contra la pared y colocó sus brazos a cada lado de la cabeza de la chica, acorralándola.-Dámelas a mi.-lamiró directamente a los ojos. Unas esmeraldas preciosas y enormes, cubiertas por el pánico. Pánico que él le causaba, porque ella temía que él le hiciera algo, que él la dañara. Como si se hubiera quemado se separó de la chica. Colocó los brazos detrás de la nuca y se alejó sin agregar nada más.
La chica de cabellos rosados se dejó caer en el suelo suavemente, sin soltar las hojas ¡Qué tonta había sido! ¡Aquel chico sólo le había ayudado y ella le trataba de esa forma! ¡Quería cambiar! ¡Ya no soportaba dañar a los demás por su miedo!
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El aroma de la comida y las voces de las personas invadía toda la estancia, contribuyendo a crear un ambiente calmo y familiar.
Como siempre el Ichiraku ramen estaba lleno de clientes que degustaban los platos maravillados. La señora Uzumaki iba de un lado a otro atendiendo las mesas, mientras su hijo preparaba la comida. Era un trabajo arduo y pesado, pero Kushina se negaba a emplear a alguien que no fuera de la familia, mantendría la tradición sin importar nada.
Para Naruto aquel trabajo era simplemente horrible, y jamás se cansaría de repetirlo. Odiaba tener que estar todo el día de pie, atendiendo gente, preferiría salir con chicas jóvenes y bonitas. También odiaba tener que usar esa estúpida ropa, que le hacía ver terriblemente mal. Alguien como él no podía andar vestido como un idiota, así las chicas se alejarían.
-¡El Shioi de la señora Ama está pronto!-anunció el rubio desde la ventana de la cocina.
-Yamamoto-san pidió Misoii, apúrate, su ronda comienza dentro de media hora.-dijo al pelirroja recogiendo el pedido.
-¡De inmediato! ¡Con el gran Uzumaki Naruto aquí nadie debe preocuparse por nada!
-Debes estar orgullosa Kushina.-comentó la señora ama, una mujer regordeta y de facciones amables.-Naruto se ha convertido en todo un hombre y se le ve tan bien encargándose del negocio.
-Yo también lo creo, pero él no me hace caso. Debe sentar cabeza.
-¡Okasan! ¡Ya deja de molestar!-gritó el rubio, blandiendo la cuchara de madera.
-¡Debe ser muy popular con las chicas! ¡Minato lo era!-exclamó, vivaracha, la señora Ama.-Si yo no estuviera casada y me quitara algunos años no te me escaparías.
-Que pena Ama-san, su esposo me ganó.-Te agradezco Kami-sama, por el casamiento de la señora Ama.
-¿Qué te parece mi Tenten?-insistió.
-¡Oh! ¡Qué maravillosa idea!-exclamó la pelirroja.
-Tenten y yo somos amigos, sólo eso.
-A mi me daría mucho gusto. Tenten es muy linda e inteligente.
-No molestes, okasan.-gruñó.-El Miso del Yamamoto-san está pronto, vieja cotilla.
-Buenas tardes.-Naruto miró sorprendido a la chica que acababa de llegar, ella nunca había ido allí, y no se la imaginaba comiendo ramen o comida casera.
-¡Qué chica más linda!-exclamó Kushina.
-Buenas tardes Hinata.-la chica sonrió abiertamente al reconocer al rubio debajo de aquellos trajes.-¿Qué haces por aquí?
-Nuestra cocinera se enfermó, y le sugerí a mi padre éste lugar.-señaló a un hombre de larga cabellera oscura y orbes semejantes a los de Hinata. A la distancia se podía apreciar la elegancia y la seriedad de aquel hombre. Era un poco asustador.-En realidad… yo… yo vine a verte…-confesó, jugando nerviosamente con sus dedos, sin apartar la mirada del chico. Éste sonrió con arrogancia, lo que más le gustaba eran las locuras que hacían por él las chicas, subía su ego.
-Eres muy linda ¿sabías?-susurró cerca de su oído, vigilando que el señor Hyuuga no los viera. Para su suerte, éste charlaba animadamente con su sobrino. Hinata se sonrojó intensamente, pero esta vez no se desmayó. No pasaría esa vergüenza dos veces. Lentamente acercó su rostro al de Naruto, no desaprovecharía su segunda oportunidad, lo besaría delante de todo el mundo si fuera preciso.
El rubio se alejó la morena con brusquedad y se llevó una mano a la cabeza, profiriendo un montón de improperios contra su agresor.
-¡Naruto! ¡Te lo advertí!-gritó Tenten, de brazos cruzados.-¡Otra vez te salteaste la limpieza!
-Lo siento, pero tenía que ayudar a mamá aquí.
-¡Tenten! ¡Deja de actuar como si fueres su mujer!-la regañó la morena. Todos se sorprendieron por esa reacción de Hinata, incluso ella misma, generalmente era muy calma y paciente.
-¡No! ¡No soy su mujer! ¡Pero soy su mejor amiga y celo por su integridad moral! ¡No quiero que se vuelva un vago!-se defendió.
-Eso dices tu… Yo creo que estas enamorada de Naruto-kun, por lo menos deberías jugar limpio ¿no?-contraatacó la morena. No se dejaría ganar por su rival. Colocaría todas sus cartas en la mesa y estaba más que claro que ganaría. Tenten no era rival para ella.-Dejemos que Naruto-kun decida a quien prefiere.
-¿Saben? Recordé que tengo que hacer repartos.-dijo el rubio, rascándose la nuca. Esas dos chicas, juntas, eran dinamita pura, y le hacían temer por su integridad y por la de los demás.
-¡Te acompaño, Naruto-kun! ¡Así daremos un paseo a la luz de la luna!-exclamó la de orbes grises.
-¡Yo también voy! ¡Debo asegurarme de que trabajes!-dijo la castaña.
-Entonces en marcha, porque la iglesia de San Patricio no queda nada cerca.-dijo animado, colocando sus cosas en la bicicleta.
-¡¿La… la… la iglesia de San Patricio?!-se abrazaron aterrorizadas.
-Si, es lo que dije, la iglesia de San Patricio, queda un poco lejos, pero si vamos en bicicleta no será nada.
-Pero Naruto-kun ¿no conoces la leyenda?
-¿Leyenda? ¿Qué leyenda?-preguntó, mirando a ambas chicas, alternativamente.
-Dicen que hace muchos años, una joven novia fue plantada en el altar, y que cegada por la tristeza se quitó la vida frente a los invitados, allí, en la iglesia de San Patricio. Su espíritu habita allí, esperando por su amor, y asesina a cualquiera que pise la iglesia.-relató Tenten. Hinata asintió con la cabeza, asustada.
-¡Es solo una leyenda!
-¡No, no lo es!-negaron ellas.
-¿Eso quiere decir que no van a ir conmigo?
-Yo no puedo salir a esta hora de la noche con un chico, Naruto-kun, espero que lo comprendas, mi padre es un hombre muy rígido.-dijo la joven Hyuuga.
-Alguien debe ayudar a tu madre mientras tu no estas. Hay mucho trabajo hoy.-dijo la joven Ama.
-¡Nos vemos a la vuelta!-se despidió el rubio, montando la bicicleta y perdiéndose calle abajo.
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Naruto entró sigilosamente a la iglesia. Estaba vacía, no había rastros de humanidad, lo único que allí habitaba eran ratas e insectos. Hacia aproximadamente unos siete años las personas, e inclusive el mismísimo padre, habían abandonado aquel lugar. Todo por causa de una leyenda, la leyenda de la novia carmesí. Así la llamaban porque su vestido blanco estaba completamente teñido con su propia sangre.
Muchas personas la habían visto vagando por el cementerio de día, o en la capilla, tarareando la marcha nupcial. Otros, que se la habían topado ya no se encontraban entre los vivos.
Emitió una sonora carcajada que retumbó por toda la estancia ¡Aquellos pueblerinos creían cualquier cosa que se le dijera! Era imposible que alguien pudiera ver a la "novia carmesí", pues esta no existía. Era un completo invento de Naruto y su hermana mayor. Para ellos dos era una simple broma infantil, nunca creyeron en realidad que causaría semejante reacción. Y gracias a su ingenio tenía su lugar privado, un lugar donde podía meditar, dormir con tranquilidad y escapar de las chicas que lo acosaban.
Se sentó en uno de los empolvorados y mullidos bancos de madera. Todos los días rezaba a Dios, para que cuidara a su familia y que les diera salud. Desde niño le habían inculcado la religión, era lo único que recordaba de su padre, cuando iban juntos a la iglesia y jugaban a las escondidas.
La puerta vieja chirrió sonoramente. Sin pensárselo dos veces corrió a esconderse. Se suponía que nadie iba a esa iglesia. A lo mejor se trataba de un vagabundo, buscando refugio nocturno.
Una silueta delgada cerró la puerta, tratando de hacer el menor ruido posible. Naruto no pudo identificarla, ya que todo estaba sumido en la oscuridad.
Con suaves y tranquilos pasos, la figura se aproximó al altar y se arrodilló frente a la figura de la Virgen María, quien cargaba al niño Jesús, maternalmente.
Estiró el cuello para intentar identificar al intruso nocturno. No era cotilla, pero algo en esa persona le atraía.
Los rayos plateados de la luna iluminaban la frágil figura de Haruno Sakura. Parecía un ángel de nívea piel y cabellos rosados ¿Qué hacía ella en una iglesia a esas horas de la noche? ¡Esa chica estaba en todos lados! ¡Era como la mugre!
Un estruendo resonó por toda la iglesia. Naruto había tropezado con la alfombra roja arrugada que antes revestía el suelo. Antes de ser visto corrió a esconderse en el primer lugar que tenía a la vista. Por suerte estaba cerca del confesionario, era un escondite perfecto.
-¡¿Quién está ahí?!-preguntó alarmada. Creyó que a esa hora no habría nadie y que podría estar tranquila un momento. Buscó con la mirada a otras personas, pero el lugar realmente parecía vacío.
-¡Soy… Soy el padre Igancio!-dijo el rubio con la voz disfrazada, escondido dentro del confesionario, y algo sorprendido por su propio ingenio.-La misa ya terminó, a menos que quieres confesarte, por favor retírate.-agregó, ya incorporando el personaje y rezando por que la chica no reconociera su voz y se largara de allí rápidamente.
Silencio. El silencio había tomado nuevamente a la iglesia ¿Ya se había ido? Claro que si, sus mentiras siempre le salvaban. Jamás le habían descubierto ¿por qué esta vez sería diferente?
-No soy cristiana pero… ¿puedo confesarme aún así?-la suave voz de la chica de cabellos rosados se escuchó a través de la fina rejilla de madera ¡Ella se había metido al confesionario!-¿Padre? ¿Me escucha?
-Puedes… Puedes confesarte, hija.-suspiró el rubio, de seguro sería alguna chorrada de adolescente.
-…Cuando estaba en secundaria mi padrastro me violó, tiempo después me quedé embarazada pero aborté.-confesó la chica, seria. El cuerpo de Naruto se paralizó, pensaba que la confesión de una colega de clases sería una tontería ¿Qué había dicho? No podía ser verdad…-Cuando le dije a mi madre lo que sucedió, ella no me creyó, y los abusos de mi padrastro continuaron.-continuó ella, su voz cada vez era más temblorosa e insegura.-Me volví a quedar embarazada…Pero me vi obligada a dar a luz, pues mi cuerpo no soportaría otro aborto… Junto a mi madre decidimos darlo en adopción, porque yo no podía ni quería hacerme cargo de una criatura… Así que hoy mi bebé estaría cumpliendo un año…
iShio (塩) (lit: sal) : La más simple de todas las variedades, y en la que se siente la mayor influencia china. Se considera muy popular en Hokkaido. La sopa es transparente y su sabor es más directo. (Fuente: Wikipedia).
iiMiso (味噌): Creado en Sapporo en 1955. Se prepara generalmente a base de pollo, y se mezcla con alguna variedad de miso al ser servida. En Kanto es común agregarle una cucharada de mantequilla.
