Helado corazón

"Un corazón que tocar, a escavar sin descansar. Peligro y hermosura harán. Fino y puro es helado corazón". Anna vive en el castillo de Arandelle como la legítima heredera, mientras Elsa es una joven aprendiz de cosechador de hielo ¿Qué ocurrirá cuando sus destinos finalmente se crucen? AU. Elsanna.

El aire combinado con la lluvia helada que azotaban Arandelle esa noche, fueron el escenario perfecto para que la leyenda se cumpliese.

Los llantos de una bebé llenaron los vacíos corredores del castillo. Una mano sin fuerza intentaba aferrarse a ella, pero un hombre, llevándosela en brazos, salió rápidamente del lugar, montándose a su caballo y galopando con velocidad, pese a los copos que se aferraban a su ya de por si frío cuerpo.

En cuestión de minutos, llegó al agitado río en el bosque congelado y bajó del enorme animal, envolviendo a la pequeña criatura con varias capas de ropa para después colocarla en una canasta.

-Si es voluntad de los dioses, sobrevivirás. Pero no es la mía que estés a nuestro lado- tras esas palabras, la dejó sobre el caudal que se la llevó río abajo. El hombre se quedó ahí hasta que desapareció de su vista y entonces regresó al castillo.

Al final de esa corriente se encontraban cuatro hombres recogiendo su material de trabajo, la tormenta por fin había podido más que sus fuerzas y no iba a permitir que continuaran cortando el hielo. Un pequeño rubio abrazado a su reno, descubrió la canasta atorada entre unas rocas y llamó la atención de los mayores. Uno de ellos corrió hacia ella, ignorando el agua que se metía por sus botas y descubrió su contenido. Una pálida bebé que no dejaba de llorar. El sorprendido hombre se giró hacia sus compañeros quienes compartían su estupefacción, lentamente regresó con ellos y juntos buscaron en la bebé alguna herida, afortunadamente inexistente. El niño por su parte daba saltos tratando de ver al pequeño ser cargado varios centímetros sobre él.

-¿Es una niña?, ¿está sola?- preguntaba ansioso.

-Eso parece… Alguien la ha abandonado.

-Entonces no tiene padres… ¡Es como yo!- exclamó finalmente emocionado, mientras el hombre le regalaba una sonrisa y finalmente se agachaba para mostrarle a la pequeña que por fin había dejado de llorar.

-Es demasiado pequeña, pero también muy bonita, ¿vamos a llevarla con nosotros?

Los cuatro hombres se miraron entre sí y volvieron su atención al infante.

-Si, vamos a llevarla a casa.

La voluntad de los dioses llamó a Edward, el entonces prometido de la princesa de Arandelle, a la guerra, de la cual nunca volvería. Ese mismo destino puso en el camino de la desconsolada Idun a Agdar, un joven completamente diferente de dotes amables y cálida sonrisa. Dos años después se desposaron y dieron a luz a la nueva heredera, una niña de cabello rojo como el amanecer y ojos como esmeraldas.

A pesar de la felicidad que Idun sentía ese momento, sabía que no era plena, pues aquella niña que nunca llegó a conocer aparecía en sus vagos recuerdos. A espaldas de su esposo, escribió en un libro aquel secreto que la hacía llorar varias noches y lo ocultó en el fondo de la biblioteca, esperando que con ello sus demonios desaparecieran.

Seis años más tarde, la ahora niña rubia levantaba pesadamente un bloque de hielo que mediría apenas lo mismo que su cabeza e intentaba subirlo a su pequeño trineo. Al ver la dificultad que le suponía, un rubio de diez años corría a su lado para ayudarla, aunque no con mucho éxito, pues su fuerza era similar.

-¿Qué tal Elsa?, ¿no estás emocionada?- preguntó el niño mientras daban un ultimo esfuerzo para terminar su tarea.

-¿Cómo no estarlo Kristoff? Por fin tendré mi propio reno como todos los demás y seremos compañeros inseparables, así como tu y Sven- exclamó ilusionada mientras juntaba sus pequeñas manos en un aplauso.

-Pero no esperes que sea tan genial como el mío- alardeó el mayor con una sonrisa de lado, la cual ella respondió sacándole la lengua.

-¡Elsa, Kristoff, acérquense, ya están aquí!- los llamó un hombre, aquel que había salvado a la bebé aquella noche.

Ambos niños lo siguieron dentro de un pequeño corral, contemplando asombrados los pequeños renos que intentaban levantarse. De inmediato, uno llamó la atención de Elsa. Era diferente al resto, pues su pelaje era de un blanco puro y sin manchas, a diferencia de sus hermanos, su nariz era de un peculiar anaranjado e intentaba ponerse de pie sin éxito.

-Ese, es él- dijo la pequeña corriendo hacia la cría.

-Eso si que fue rápido- rió el hombre acariciando su barba- Recuerda, aunque lo hayas elegido debes pensar bien el nombre, un reno es tu compañero de por vid-

-¡Olaf! Se va a llamar Olaf- exclamó orgullosa cargándolo en brazos.

El hombre rió con fuerza y se acercó a la niña, acariciando sus cabellos, Kristoff se acercó corriendo también para ver al reno más de cerca.

Tan solo un año más tarde, Elsa y Olaf se encontraban trabajando arduamente, juntando sus fuerzas para arrastrar un pesado bloque de hielo cuesta arriba. Sin embargo, ambos eran demasiado pequeños para aguantarlo por más tiempo, así que éste se resbaló de sus manos escapando hacia abajo. Olaf se apresuró a correr tras él, pero terminó resbalando también.

-¡Olaf, no!- gritó Elsa asustada corriendo hacia su reno, que se precipitaba hacia una pared. Ante el llamado de la chiquilla, el resto de los trabajadores que se encontraban en la cima se giraron hacia atrás para ver la escena. El bloque de hielo que ya había chocado contra la pared, había ocasionado un derrumbe que amenazaba con enterrar a la niña y al reno.

-¡Elsa!- gritaron varias personas aterradas.

Por su parte, al caer en cuenta de lo que estaba pasando consiguió pescar del cuello a Olaf, cerró sus ojos con fuerza y levantó una de sus manos en un intento desesperado por cubrir a ambos de la nieve que estaba a centímetros de sus cabezas.

Todos los presentes contemplaron atónitos como, de la mano de Elsa, había surgido una cúpula de hielo y la nieve se había levantado varios metros, petrificándose también.

La pequeña se abrazó al confundido reno y retrocedieron unos pasos, para ver mejor lo que había ocurrido. En cuestión de instantes, ambos se encontraban rodeados de varios hombres y mujeres que se aseguraron de que estaban bien, todos parecían más aliviados por eso que por los acontecimientos con el hielo, aunque varias cabezas se giraron hacia su jefe, quien se acercaba a la niña.

-Elsa, tú… ¿tú hiciste eso?- preguntó agachándose frente a ella.

-Si… bueno, no lo sé, y-yo sólo quería proteger a Olaf y…

-Lo hiciste bien- la tranquilizó el hombre pasando una mano por su mejilla para secar las lagrimas que comenzaban a salir de la pequeña- Ramus- llamó al hombre que era considerado el tutor de Elsa.

-Re-Rean, señor- se apresuró a acercarse.

-Acompáñame con los trolls, tenemos varias cosas que aclarar. Thia, encárgate de Elsa mientras tanto, el resto, sigan trabajando.

Ambos hombres se encaminaron el Valle de la Roca Viviente, donde después de una hora caminando, llegaron a un punto en el que estaban esparcidas varias rocas por el suelo. Una de ellas, rodó hasta ellos y reveló su forma troll.

-Rean, Ramus, bienvenidos- exclamó con solemnidad.

-Gran Pabbie, creo que sabes a lo que hemos venido. Es la niña que te trajimos hace nueve años, la que encomendaste cuidar a Ramus, ¿ella es…?

-Así es Rean, la leyenda es cierta- contestó pacientemente el viejo troll- "Nacida del aire invernal y la lluvia de la montaña, bello, gélido, fino, puro como el hielo. La niña con el poder oculto de Arandelle…"- recitó solemnemente.

-E-Elsa, ¿ella estará bien?- se atrevió a preguntar Ramus, acercándose lentamente.

-Estará bien, Ramus, tu fuiste el elegido para cuidarla, salvarla aquella noche fue la señal de que tu sabrías como ayudarla a manejar sus habilidades. Tu corazón es puro y amable, debes enseñarle que no es un peligro, sino una bendición.

-¿Podrá manejar su destino con sus poderes?- preguntó ahora Rean, consternado.

-Tu eres sabio también, Rean, cuidadoso y paciente. Créeme cuando te digo que sus poderes no son lo más complicado de lo que le depara su destino. Los tiempos difíciles apenas se aproximan- ambos hombres se miraron entre sí preocupados- Pero créanme, dependerá de ella como se manifiesten sus poderes cuando tenga que enfrentarlo, que enfrentar su origen. Lo que pueden hacer ustedes por ella es educarla con amor y paciencia, enséñenla a ser noble y amable, paciente y sabia.

Los dos agradecieron su consejo y se retiraron al campamento, en donde Elsa se encontraba en una de las casas de campaña junto a Kristoff, ambos veían asombrados como de entre las manos de Elsa salían pequeños copos de nieve.

-Ramus… ¿pasa algo malo?- preguntó la niña al ver al hombre parado en la puerta, contemplándola.

-No, no, en absoluto- se apresuró a responder el hombre para tranquilizarla, se arrodillo ante ella, contemplando lo que hacía con sus manos- Es increíble, pero no te preocupes, sé que puedes controlarlo, es tu magia personal.

-¿Magia?, ¿yo?, ¿cómo en los cuentos de hadas?- exclamó con los ojos brillosos.

-Si, como los cuentos de hadas.

Rean por su parte contemplaba la escena, recordando en su mente las palabras del Gran Pabbie, sonrió para sí mismo y se acercó a ellos, dispuesto a explicarle un par de cosas a Elsa.

N/A: Después de mucho tiempo volví a escribir, esta vez un Elsanna que lleva mucho tiempo en mi cabeza. Y es que esa canción me gusta mucho más que Let It Go, Love is an Open Door y For he First Time in Forever juntas *-*

Si les gustó dejen review, si no también(?) que así lo actualizo mucho más rápido :D

Sin más que agregar, me despido, que tengan un lindo día!

Touko