Estaba esperando a Wesker, para que me liberara de la prisión en que estaba por culpa de mi hermano. El me había dejado aquí por mi seguridad, pensando que recibiría ayuda psicológica por mi supuesto enamoramiento hacia Albert Wesker, sin escuchar mis sentimientos hacia el tirano.
Estaba tan perdida en mis pensamientos, que no presté atención a los gritos de dolor y pedidos de ayuda que venían del otro lado de mi puerta. "Me pregunto que pasara", dije.
A último momento me corrí de la puerta, que se abrió con fuerza por culpa de un hombre que se estampó en ella. Me acerqué a ver si aquel hombre estaba vivo.
Antes de tocarlo, escuché la voz, y por un momento, pensé que realmente estaba loca.
-Querido corazón ¿por una vez por qué no te preocupas por tí misma en vez de ese ser inferior?
Me giró rápidamente para que pudiera verlo y que no siguiera pensando que deliraba. Estaba perfecto, como siempre. Vestía de negro y llevaba el cabello peinado hacia atrás. Cubría sus ojos con anteojos negros.
No dudé ni un segundo en correr hacia él para abrazarlo con desesperación y besarlo con todos mis sentimientos. Él, en respuesta, me regaló una sonrisa mínima.
Luego de que se me bajara la euforia, le pregunté:
-¿Me llevarás contigo, o simplemente me mataras para darle un dolor a Chris?
-Querido corazón, vine a sacarte de aquí ya que eres mía, y nadie más que yo tiene permitido tocarte…
Desde ese día en el que me buscó, no volví a ver a Chris ni a los chicos, pero no me siento mal ya que tengo a Albert conmigo y él ha cumplido con su promesa de no dejarme nunca.
