5 de febrero

Escuché el despertador de mi celular y comencé a buscarlo entre mis sábanas de alguna u otra forma logré apagarlo y seguí durmiendo esperando que mi papá viniera a tocar mi puerta para apresurarme y así comenzar a arreglarme. Pasaron varios minutos y nadie tocó, a pesar de que todavía tenía sueño me senté en la cama y me di cuenta que no estaba en mi cuarto, en la casa de mis padres, estaba en mi nueva recámara en mi nuevo departamento. Gire la cabeza hacia la cama para buscar mi teléfono y al ver la hora casi grito al darme cuenta de que era demasiado tarde, corrí hacia el único baño y me di una ducha rápida sin poder relajar mis músculos con el agua caliente, me vestí en tiempo récord y fui al transporte, tenía una cita de trabajo e iba tarde.

En el camino repase los consejos de mis maestros en mi anterior escuela mientras escuchaba música para concentrarme. "Todo cuenta cuando vas a pedir trabajo, tienes que preocuparte hasta en la más pequeña de las cosas", tenía las uñas sin esmalte, zapatos de tacón cerrados, para verme más alta, limpios, ojos lo mejor maquillados en 2 min, labios con un color natural y uno de mis atuendos más formales escogido con una semana de anticipación, falda recta dos dedos arriba de la rodilla gris y una camisa con escote casi inexistente, por un momento estuve tentado a ponerme una blusa abajo pero tampoco quería verme como una puritana, negra que me hacía ver algo pálida, lo único que resaltaba de mi vestimenta eran los zapatos rosa oscuro ya que mi bolso también era gris, mi cabello, me hubiera encantado decir que perfectamente recogido pero había dejado de soñar con eso desde hace tiempo, tenía una coleta mediana y a los lados salían unos cuantos cabello indomables.

Desde que mi mejor amiga me informó sobre el trabajo había tenido todo planeado, desde los artes largos que usaba, el sostén de encaje y el peinado, pero es que toda mi vida había sido así, cuando algo me interesaba o me tenía entusiasmada trataba de controlar para que todo saliera perfecto, intentos que habían sido en vano. Cuando llegué a mi destino salí casi corriendo a pesar de que odiaba hacerlo, prefería que me quemaran a hacerlo pero siempre hay situaciones en las que es necesario hacer cosas que no deseas, agradecí no ser la única ya que en está ciudad ver a gente corriendo como demonios era normal. El edificio era enorme por lo que cuando entre no detuve mi apresurada marcha, me registre me dieron un gafete de invitado y subí al ascensor rezando para que fuera rápido ya que sólo faltaban 3 minutos para la hora de la cita, justo cuando las puertas se cerraban un pie las detuvo por lo que se volvieron a abrir, solté un suspiro y trate de concentrarme en controlar mi agitada respiración, el individuo (al cual odiaba por retrasarme) se puso a un lado mío y por fin el ascensor comenzó a subir.

-Todo bien?- me pregunto con una voz muy varonil por no decir sexy

-sí- contesté cuando lo que hubiera querido era mandarle al demonio por su culpa llegaría más tarde, cuando por fin fije mi vista en él sentí como el pulso se me aceleraba. El tipo era guapísimo, alto, mucho más que yo con mis tacones, con un traje negro a la medida que hacía que sus músculos resaltaran, tenía el cabello cobrizo despeinado de una manera sexy, pero lo más atrayente fueron sus ojos de un verde esmeralda hermoso, sentía que sí profundizaba en ellos me perdería, una nariz recta como la de los dioses griegos y sus labios que ahora tenían una sonrisa burlona, no pude evitar ruborizarme y bajar la cabeza al darme cuenta de que se había dado cuenta de que lo observaba.

-buenos días- me saludo tratando de parecer formal y eliminar su sonrisa.

-buenos días- le respondí casi tartamudeando, mi plan era contestar a todas las preguntas de manera segura que sí yo les decía que el fin del mundo era mañana ellos me crearían, bueno ese plan se fue a la basura al ver mi evidente nerviosismo, sonrío de nuevo, por fin el ascensor llegó a su destino, me sorprendió que no se bajara en algún piso más abajo, seguro era alguien importante ya que en el último piso estaba la presidencia, trate de ver su nombre en el gafet pero no lo llevaba, se abrieron las puertas y salió, me quedé esperando un segundo, había pensado que él demostrara ser un caballero y me dejara pasar primero pero no fue así, salí del elevador algo molesta y camine hacia la recepcionista mientras buscaba al sujeto con la mirada pero no lo logré ubicar. Salude a la atractiva, bien vestida y rubia secretaria y le informe el porqué de mi visita, ella se fijó en su reloj hizo una mueca con sus labios pintados de rojo y me indicó que tomara asiento en una pequeña sala, comencé a observar el lugar. Era elegante y moderno con colores sólidos y masculinos como el negro, azul marino, gris y todo combinaba, podía jurar que está decoracion había sido elegida por un hombre ya que el lugar era algo frío, escuché el timbre del teléfono y un "enseguida" de la recepcionista para después verla entrar en la que parecía la oficina principal, necesitaba algo en lo cual distraerme pues no sabía hasta cuando me atenderían. Comencé a pensar en los últimos meses, realmente había sido difícil cumplir mi sueño pero ahora estaba a sólo un paso de lograrlo, me había costado muchísimo trabajo convencer a mis padres el dejarme ir prácticamente el día que cumplí la mayoría de edad, pero yo me había informado bien y tenía todo prácticamente listo,la beca para estudiar en el extranjero e incluso un pequeño departamento en un barrio no tan mal. Por más que yo había tratado de que mis papas no gastaran dinero en mi ellos insistieron en que se harían cargo de la mudanza que sinceramente era un gasto grande pero ya no me tuve que preocupar por los muebles. Cuando vi el departamento por primera vez casi salgo corriendo, pero después de limpiarlo y pintarlo había quedado acogedor. Me había inscrito en la universidad, en administración. En la preparatoria había conseguido un titulo, si un titulo, era una de las ventajas de mi escuela, como técnico en administración de recurso humanos, por eso me sentía preparada para un puesto en una empresa tan grande como esta.

-Señorita?

-si?- contesté poniéndome de pie

-puede puede pasar, el señor Cullen la espera- Me sentí nerviosa

-No pensé que el que me entrevistaría sería el señor Cullen- le dije sinceramente

-Oh, él siempre se encarga de elegir a los empleados-me contesto

Asentí y camine hacia la puerta de donde había salido reprimiendo las ganas de persignarme, solo Dios sabia con que clase de persona me encontraría al otro lado de la puerta.

MUCHISIMAS GRACIAS POR LEER, espero que le agrade, dejen en un comentario su opinión y si desean pasen a mi otra novela:

The amazing Edward Cullen

BESOS DESDE MEXICO

Salma BD