02:05 AM
Lukas estaba a punto de conciliar el sueño. La noche tronaba, pero esa no era la causa de su falta de sueño. Aunque se acostaba temprano la noche daba de sí y esa era la hora media a la que le entraba el sueño. Cuando no era un libro podía ser internet, una película o incluso pensar por los asuntos de su país, el caso es que siempre solía dormirse a esas horas, puede que por ello siempre le dijesen que sus ojos miraban cansados. De todas formas las noches eran de sus momentos favoritos, podía verse la aurora boreal desde su propia habitación. Y esa noche caían rayos, que por alguna razón le tranquilizaban, le recordaban al ruido de tambores.
Escucha el ruido de la puerta entreabrirse. No le hace falta girarse para saber quién es, cualquier otra persona hubiese dicho (o gritado en caso de Mathias) algo, pero sí le sorprende su visita a esas horas de la noche. Levanta la cabeza a modo de saludo. El menor entra en la habitación volviendo a cerrar la puerta tras de sí en silencio, es cuando el rubio enciende la pequeña lámpara-poco-luminosa de encima de su mesita. Emil se queda mirando el frío suelo que pisa descalzo intentando buscar algunas palabras –algo que nunca se le dio bien a ninguno de los dos-. Su pelo parecía algo más desordenado de lo habitual al haber salido de su cama hace poco y llevaba un pijama de aspecto lanoso de color azul casi liláceo. Lukas pensó que de esa manera se veía –aun- más pequeño.
Sin quitar los ojos del suelo se sentó en la cama, el frío le obligaba a dejar de caminar descalzo y aun no tenía claro que decir para que le dejara estar allí. Lo único que se le pasaba por la cabeza era decir la verdad, pero hasta a él le parecía infantil. Un trueno sonó a lo lejos y se estremeció.
-Hay truenos. No… quiero…
-Puedes quedarte aquí.
El mayor volvió a apagar la luz y destapó algo su cama para hacer sitio al pequeño.
Emil agradeció el que su hermano no le hiciese continuar con la explicación. Su orgullo ya estaba bastante herido con tener que arrastrarse hasta allí a esas horas. Gateo hasta llegar al lado. Le avergonzaba la situación pero se sentía algo más seguro.
-Bu-buenas noches.
-Igualmente.
Agradeció el que Lukas durmiese sin ningún tipo de ranura que dejase pasar la luz, de esa forma no veía los relámpagos, pero no podía evitar un pequeño escalofrío o temblor cuando los truenos sonaban cerca. Notó los brazos de su hermano rodeándole la cintura, ¿tanto temblaba que se había dado cuenta? Por segunda vez agradeció la falta de luz en la habitación esta vez para que no notase su sonrojo. Se acercó más en el abrazo aunque siguió sintiendo la respiración del mayor sobre su espalda hasta que le ganó el sueño.
