A Chloé, esos rumores que iban y venían le daban igual.

¡Puf! Que le gustaba el arte vaya broma dirían algunos refutando que lo único que pintaba era sus uñas. Sin embargo otros no podían rebatir que lo que le gustaba fuera el pintor porque si lo hacía, lo ocultaba bastante bien. No obstante había algunos insensatos, valientes o curiosos o como los quiera llamar que le preguntaba si le gustaba el artista, ella solo diría…

"¡Agh! Imposible"

Y se iría elegantemente como si estuviera desfilando. Otros negaría con la cabeza creyéndola completamente porque claro, esta intimidaba al pobre Nathaniel demandándole a que le haga una pintura cada semana, citándolo una hora diaria para que la retrate, ofreciéndolo que si lo hacía durante un año le daría una beca para estudiar en la universidad de Arte.

Abusadora dirían otros, superficial, egocéntrica, chantajista y muchas otras cosas más murmurarían a sus espaldas o no tanto porque Chloé se enteraba cada uno de sus comentarios.

¿Por qué razón no dirían algo así?

Si al pedir tantas pinturas lo estaba como demostrando.

No obstante ellos no sabían que solo en el momento en que en la habitación de Chloé, donde ella posaba contra la ventana sonriendo presumidamente y Nathaniel con todos los instrumentos la retrataba. El pintor se daba cuenta de varias expresiones que ocultaba y que solo en ese momento el veía, y aunque ella no se percatara y durara solo unos segundos, ella haría un semblante triste, olvidándose de sonreír y entrando en su propio mundo.

— ¿P-por qué q-quieres tanto retratos? —Balbuceo Nathaniel con su cara de un carmesí, tratando de que como otras veces que al hacer una pregunta dejara de hacer esa expresión.

—Quiero que mi belleza quede inmaculada—Le contesto Chloé sonriendo de vuelta presumidamente— ¿Ya estas terminando?—Le pregunto impaciente.

—A-aun me falta—Repuso intimidado, poniendose de vuelta su concentración en la pintura.

— Luego quiero que me enseñes a dibujar y a pintar —Agrego.

—¿T-te gusta el arte? —Pregunto luego de unos segundos tímidamente sintiendo como sus mejillas se coloreaban de un rojo por su nerviosismo.

—No, no me gusta —Admitió inmediatamente, Nathaniel alzo la ceja extrañado porque si no le gustaba, entonces ¿para que quería aprender?, pero no dijo nada y la siguió dibujando.

Al notar que el tiempo se acabó, recogió sus cosas y se fue del lugar, sin antes salir por sus labios un tímido "adiós".

Chloé al mirar esa puerta cerrada quien recién Nathaniel se había marchado, esbozo una pequeña sonrisa y con las mejillas medias sonrojadas y de nuevo dirigiendo la mirada hacia la ventana. Se perdió en sus pensamientos, deseando que sea mañana y con la llegada de la próxima visita del pintor.

Porque a Chloé no le gustaba el arte sino quien creaba las pinturas.

Pero eso es algo que no admitiría.