OTP: USUK/UKUS
Disclaimer: Hetalia y sus personajes le pertenecen a Himaruya Hidekaz
Un día como cualquier otro, en una junta como las de siempre… la rutina era igual.
Despertarse temprano, pensar en el trabajo, asearse y cambiarse de ropa, pensar en los documentos, desayunar y arreglar los papeles que había dejado en el escritorio, salir al pórtico de su hogar cuando el vehículo que lo llevaría a su destino había llegado para que, una vez dentro, empezara a revisar mentalmente su agenda por enésima vez en el día.
Un clásico inicio Kirkland.
Llegó con varios minutos de sobra, como siempre. Arregló sus documentos y repasó en silencio la propuesta que su nación haría en la junta de hoy, cumpliendo el ritual que siempre usaba en las Conferencias.
A medida que las demás naciones llegaban, fue dejando lo que lo entretenía para saludarlos como usualmente hacía… porque eso es lo que siempre hacen los caballeros ¿no? Volvió a su asiento con la certeza de que las cosas irían de la forma en la que siempre avanzaban, no esperaba nada más…
El americano, como siempre, fue el último en llegar y, como siempre, la Junta se había retrasado debido a su ausencia. Después de varios insultos y regaños –ya saben, lo de siempre- dirigidos al menor debido a su falta de puntualidad, por fin inició la Conferencia.
Primero Alemania, siendo puntual y demostrando el conocimiento del tema que exponía –como era costumbre- para luego seguir Rusia, terminando su monólogo con el clásico pedido de que todos sean uno con él. China siguió inmediatamente, priorizando el aspecto económico y pintando su producción nacional como una solución bastante atractiva… nada fuera de lo común; Japón rápidamente tomó la palabra y expuso un muy buen y práctico proyecto… aunque tenía la certeza de que el japonés terminaría apoyando otra idea diferente a la suya, incluso si esta era completamente descabellada, como siempre. Francia fue el siguiente en continuar con un discurso bastante malo, de mal gusto, débilmente fundamentado y, obviamente desastroso por el simple hecho de ser del francés. Y luego… siguió él.
Estados Unidos comenzó su torpe discurso lleno de ideas descabelladas, soluciones bastante fantasiosas y mencionando, como usualmente lo hace, que todos serían su "apoyo". Nada fuera de lo normal e Inglaterra, siguiendo la continuidad, no le quitó el ojo de encima al rubio que hablaba, sólo interrumpiendo el rito para replicar al término de cada propuesta planteada por el menor, lo típico entre ellos.
El americano sacó unas carpetas de color crema con los nombres de las naciones allí presentes y se los entregó a quienes correspondía para luego retomar la palabra y seguir con su discurso. Arthur abrió la suya tranquilamente y revisando los papeles hasta encontrarse con el típico post-it que iba adosado siempre en la suya.
"45 minutos después de acabar la junta. Tercer piso, corredor derecho, segundo cuarto a la izquierda. Te estaré esperando"
El británico levantó la vista para encontrarse con los azules cielo mirándolo fíjate. Se le formó una sonrisa en los labios a lo que Estados Unidos, al percatarse de ello, rompió el contacto visual y continuó con su exposición. Arthur retiró el papel de color fosforescente, tomó la pluma fuente y comenzó a anotar en el reverso de éste.
Era su turno ahora, tomó los documentos que había traído, se puso de pie y caminó hacia el pequeño podio, chocando con el americano que se retiraba a su sitio, por lo que terminó armando una de sus conocidas discusiones. Recobrando la compostura, dejó sus documentos sobre la superficie de madera y comenzó a repetir aquel discurso que había memorizado de tanto leer.
La nación americana se sentó y dejó su folder sobre la mesa, revisó en su bolsillo derecho y encontró la nota que el inglés le había puesto durante el "altercado" que habían tenido minutos antes. Sonrió al leer la nota.
"I get it. Espero no ser yo quien termine esperándote, como siempre"
Levantó los ojos y se topó con las esmeraldas viéndolo fijamente para que, luego de encontrarse, el inglés prosiguiera con su exposición y comenzaran con la típica rutina de sus intervenciones…
Una sonrisa se dibujó en el rostro del estadounidense al acomodarse en su asiento. Pensó en el sobre amarillo dentro de su maleta, con el nombre de "Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte" escrito en él y sintió la ansiedad de que la Junta terminase pronto.
La Reunión había acabado, los países se habían despedido y cada uno había partido a su hotel mientras que el americano, en el edificio ahora vacío, se dirigía a la habitación acordada. El brillo en sus ojos se intensificaba a cada paso.
Ya le estaba hartando el "como siempre" de su vida y tenía la certeza que el británico compartía el mismo pesar. Obligados a encerrarse en un maldito circulo vicioso para ocultar lo que tenían del resto del mundo...
A escondidas, como unos cobardes ¿Qué había de malo en lo que hacían?
El problema era que su existencia se regía por los intereses de la nación que representaban y no por los suyos.
Sostuvo el sobre con fuerza mientras su rostro era adornado con una sonrisa sincera de oreja a oreja porque hoy se acabaría la absurda rutina ¿y qué mejor forma de iniciar que llegando antes que su amante? Silbó la melodía de la última canción con la que se había enganchado hasta llegar a la puerta de la habitación, giró el picaporte y tomó asiento en uno de los muebles allí dispuestos.
No era bueno esperando pero hoy era el día para romper paradigmas, cruzó las piernas y cerró los ojos imaginando el rostro que Arthur pondría al leer los documentos que traía.
Ahora sólo estaba atento al sonido de la puerta al abrirse anunciando la llegada de Inglaterra.
