º-º-º-º-º-º Dear Host º-º-º-º-º-º
Por Hikari-Chika
^_^
Capítulo 1
-… Así que se quedará con nosotros durante algunos meses.
La chica pestañeó confundida… ¿qué rayos había dicho su padre? ¿Que alguien se quedaría con ellos? Cerró la revista que había estado viendo y la dejó a un lado.
- ¿Qué dijiste?
- ¿No estabas escuchándome? – preguntó el hombre.
-Nop– contestó ella simplemente, y señaló su revista.
- Pero si es como la milésima vez que lees esa cosa en esta semana…
Aun con el tono serio y a la vez exasperado de su voz y su ceño fruncido, el hombre lucía atractivo. Tenía unos 40 y pocos, cabello negro que resaltaba aun más por su piel blanca, media 1 metro 80 y tantos, y tenía buena condición física. Su nombre era Arthur Brandon.
La chica giró lo ojos y volvió a abrir su revista. Luego rió internamente; eso de rodar los ojos era un gesto prácticamente propiedad de su mejor amiga.
Comenzó a buscar con parsimonia la página en que se había quedado. Justo cuando la había encontrado y se disponía a continuar con su lectura, el hombre carraspeó.
La chica le dirigió una mirada fulminante, volvió a cerrar la revista y se cruzó de brazos.
- Oye oye, que no es mi culpa tener que decirte las cosas dos veces, es tu culpa por no prestarme atención.
- Papá… ¿me vas a decir o no?
- Bien, bien, tranquila, ya te digo. Solo que ahora tendré que contar todo otra vez… ¿Recuerdas quién es Robert Whitlock?
- Me suena, pero no…
- Me lo imaginaba, eres muy distraída, nunca prestas atención a
- ¡Papá! ¿Me vas a decir quien rayos se quedará con nosotros o no?
- Cada vez eres menos paciente, ¿te habías dado cuenta?
Ella bufó medio enojada. Tomó aire y luego habló nuevamente, tratando de sonar tranquila.
- Lo sé. Lo siento. Es sólo que este tipo de conversaciones me desespera.
- ¿Este tipo de conversaciones? ¿Qué tipo? – preguntó el hombre confundido.
- Conversaciones en las que se supone que me debes decir algo pero después de 20 mil frases aún no has dicho nada, al menos nada importante…
El hombre frunció el ceño nuevamente, pero después de un momento soltó una gran carcajada.
- Tienes razón. Es lo que resulta luego de vivir durante tanto tiempo con tu madre… y contigo…
Y volvió a reír. La chica rió también. Era cierto, ella era una experta en ese tipo de conversaciones.
- Bien, tienes razón. Mejor te digo de una vez de que va todo esto. Robert Whitlock fue un muy buen amigo mío y de tu madre desde que estábamos en la preparatoria. Nos separamos al tener que ir a la universidad pero nunca dejamos de comunicarnos. Él acudió a nuestra boda. Tiempo después se mudó a algún lugar en Japón. Se caso con alguien que conoció allá, tu madre y yo fuimos a esa primer boda. Hace unos 5 años se volvió a casar, ¿no recuerdas que ya teníamos casi todo listo para ir al evento pero tuvimos que cancelar el viaje?
- Si, lo recuerdo – respondió la chica haciendo una mueca - . Estaba muy emocionada porque eran las primeras vacaciones "reales" que tendríamos desde hacía ya algún tiempo. ¿Fue cuando los abuelos tuvieron un accidente y acabaron algunos días en el hospital, no?
- Sí… y hace dos años, cuando tú te fuiste de vacaciones con tu amiga Isabella, nosotros fuimos con Robert…
- Sí, si, lo recuerdo…
- Bien, el caso es que el hijo de Robert se hospedará con nosotros durante unos 3 o 4 meses…
- Pero… ¿por qué?
- Porque la esposa de Robert quiere mudarse a un lugar más pequeño. Y él siempre había querido regresar a Forks. Así que hizo algunos arreglos para venir a vivir aquí. Consiguió fácilmente un puesto en el hospital, es un doctor muy reconocido a nivel mundial…
¿Que un doctor de fama mundial quería venir a internarse a este pequeño pueblecito? La chica simplemente no podía creerlo. ¿Quién en su sano juicio haría eso? Ella simplemente no podía esperar a salir de ahí.
- Pero eso aún no responde mi pregunta. ¿Por qué su hijo vendrá a vivir con nosotros?
- El contrato de Robert con el hospital en Japón termina hasta octubre. Así que será hasta entonces que se pueda mudar. Y obviamente él no quiere que su hijo deba cambiar de instituto a mitad de curso, y tampoco quiere que viva solo, así que…
- Espera, espera – lo interrumpió la chica -. ¿No sería más lógico que tu amigo Robert viniera en octubre, cuando su contrato termine, busque una casa, haga los arreglos necesarios, y permita a su hijo terminar el semestre en su actual escuela?
El hombre se encogió de hombros, como restándole importancia a la lógica de su hija.
- ¿Qué tipo de persona enviaría a su hijo solo, a un pueblito pequeño y lluvioso, a hospedarse con personas a las que no ha visto en un montón de años? – insistió la chica.
- Han pasado solo dos años desde que nos vimos, y además, en realidad fue idea de tu madre – dijo el hombre con una mirada extraña. –Robert nos llamó la semana pasada para contarnos las buenas nuevas. Jean le sugirió, o tal vez debería decir que casi lo obligó, a enviarnos a su hijo. En realidad Robert planeaba hacer más o menos eso que tú dijiste… pero ya ves cómo es tu madre.
Los dos suspiraron al mismo tiempo. Sí, ambos sabían como era Jean.
- Así que tendré que ser niñera de un niño de ¿cuántos? ¿12 años? ¿13? – preguntó la chica divertida, tratando de fingir molestia.
- Pues no, el chico tiene 17 años igual que tú. Es un gran chico, seguramente se llevarán bien.
La chica prefirió no decir nada.
- Por cierto, ¿dónde esta mamá? – preguntó ella.
- ¿Dónde mas? De compras. Tiene que "acondicionar la habitación para nuestro querido y esperado huésped", según sus palabras. Ya hasta arregló todo para que el chico se incorpore a la escuela esta misma semana.
- ¿Cuándo llega?
- Hoy en la tarde.
-¿¡Hoy!?
- Sí, y tendrás que ir a recogerlo a Port Ángeles.
- ¿Y por qué yo?
- Jean y yo tenemos cosas que hacer.
La chica bufó molesta, dando por terminada la plática y volvió a su revista. Si Jean, su madre, había tomado una decisión, era imposible hacerla cambiar de opinión, y seguramente era Jean quién había decidido que ella tendría que ir a recoger a su "querido y esperado huésped".
"¿Estará planeando algo? Se preguntó. Genial, ahora me estoy volviendo paranoica. ¿Por qué mi madre tendría que estar planeando algo?
- Si sigues leyendo llegarás tarde a la escuela – dijo su padre mientras se ponía de pie y tomaba sus llaves.
La chica cerró su revista. Subió corriendo a su cuarto a tomar su mochila y bajó rápidamente. Su padre ya se había ido.
Antes de salir observó el espejo junto a la entrada. La imagen que este le devolvió la hizo soltar un suspiro. Si bien era cierto que ella, Mary Alice Brandon, era una chica bonita, también era cierto que el maldito uniforme de la preparatoria a la que asistía la hacía lucir como una niñita de secundaria.
Su cabello caía completamente liso a ambos lados de su rostro, lo tenía bastante largo, hasta la cintura. Tomo un mechón entre las manos y lo observó fijamente durante un rato. ¿Debería cortarlo? Todas las personas que la conocían le habían dicho, al menos en una ocasión, que tenía el cabello más bonito que habían visto, y que no se le fuera a ocurrir cortarlo…
Suspiró nuevamente, salió de la casa y se subió a su auto.
Llegó a la escuela en menos de 5 minutos, una de las ventajas de vivir en un lugar pequeño como Forks… o desventaja, dependiendo de cómo se viera, ya que "mucho trafico" nunca te servía de excusa por llegar tarde a algún lugar.
Se estacionó entre la fea y vieja camioneta roja de su mejor amiga, Bella Swan, y el Volvo de su mejor amigo y, con suerte, su futuro novio, Edward Cullen.
Su amiga se encontraba dentro de su camioneta. Tenía el cabello castaño y largo, aunque no tanto como el de ella, unos profundos y hermosos ojos color chocolate, cara en forma de corazón, facciones finas y una piel sumamente blanca. Era una chica hermosa, aunque solía infravalorarse mucho en el aspecto físico.
Por la mueca de concentración que tenía, seguramente estaba terminando alguna tarea. Alice bajó de su auto y caminó hasta ella.
- ¡Hola Bells! – gritó a modo de saludo con una radiante sonrisa.
- ¡Alice! ¡Me asustaste! – respondió Bella dando un respingo.
- Lo sé – dijo aún sonriendo - . Ese era el plan… ¿Tarea?
- Matemáticas – respondió apesadumbrada.
- Yo terminé los ejercicios esta mañana, ¿los quieres?
Bella negó con la cabeza.
- Ya los terminé – dijo mientras guardaba sus cosas en la mochila –. Dudo que estén bien, pero de cualquier forma ya no me queda tiempo para intentar cambiarlos -. Bajó de su camioneta y juntas caminaron hacia su primer clase de la mañana: matemáticas.
- No te preocupes – le dijo Alice en tono confidente y con su radiante sonrisa de siempre - . Presiento que hoy no vamos a tener mate, tal vez mañana tampoco…
Bella rodó los ojos divertida. Si bien era cierto que Isabella Marie Swan era una incrédula, su amiga la había hecho creer en la posibilidad de que existieran cosas sin explicación. Alice había acertado en demasiadas, bueno, en realidad todas las "premoniciones" que había tenido, eso no podía ser una simple coincidencia… Todos aquellos que conocían a la pelinegra aseguraban que ella era capaz de ver el futuro, y nadie se atrevía a apostar en su contra.
- Pues yo dudo que esta vez, mi querida psíquica, tu presentimiento sea correcto… dime, ¿cuándo ha faltado el profe de mate desde que estamos aquí? ¡Nunca!
- Siempre hay una primera vez para todo, Bells.
- Cierto… esta muy posiblemente será la primera vez que una de tus premoniciones falle…
- ¿Quieres apostar?
¿Apostar? ¿En contra de Alice? Bella mordió su labio inferior mientras analizaba la propuesta. Por un lado, Alice NUNCA se había equivocado. Por otro lado, era matemáticas, el profesor nunca había faltado, nunca, nunca, nunca…
- ¿Apostar qué?
- ¡Pues qué mas! Tendrás que ir de compras conmigo – respondió como si fuera la cosa mas obvia del mundo.
Bella se puso pálida ante la perspectiva.
- ¿Y si yo gano?
- No ganarás
- Si yo gano, no me torturarás durante todo un mes.
- Una semana
- Tres semanas
- Seis días
- Dos semanas
- Cuatro días
- Una semana
- Un fin de semana
- ¡Hecho!
Sonrieron y se dieron la mano.
- ¿Tortura? – dijo Alice levantando una ceja y sonriendo de lado - ¿De verdad lo consideras una tortura?
Bella se encogió de hombros.
Sin duda, su amiga Bella era rara. ¿Qué chica normal consideraría "tortura" ir de compras, que te hagan pedicure y manicure, y un par de tratamientos suavizantes del cabello y el cutis?
Sí. Su amiga era rara. Pero eso no evitaba que fuera su mejor amiga. La hermana que nunca tuvo.
- Mira, el profe aun no ha llegado – anunció Alice feliz mientras entraban al salón…
- Eso no quiere decir nada Alice…
Quince minutos mas tarde las esperanzas de Bella se vinieron abajo. Una de las secretarias había ido a comunicarles que el profesor faltaría ese día y el siguiente por cuestiones personales. ¿Por qué rayos había creído posible que Alice se equivocara? ¿Qué la había llevado a cometer la idiotez de apostar contra ella?
- Vamos, quita esa cara. Prometo torturarte lo menos posible –le guiñó un ojo y sonrió, según Bella, malévolamente.
La castaña trago saliva pesadamente.
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Ese día no estaba lloviendo, pero hacia demasiado frio como para andar paseando por ahí, así que Alice y Bella se quedaron resguardadas dentro del salón, mientras la primera intentaba explicarle a la segunda unos ejercicios de matemáticas.
- Por cierto, ¿qué crees? – preguntó la pelinegra.
Bella mordió inconscientemente su lápiz y observó fijamente a su amiga. Era increíble que siempre mostrara entusiasmo, y que su hiperactividad no tuviera fin. Sin embargo, Bella conocía demasiado bien a su amiga como para asegurar que en esta ocasión Alice no estaba emocionada, al menos no realmente.
- ¿Qué? – preguntó con sincera curiosidad.
-Tendremos un visitante
- ¿Tendremos un visitante? –repitió sin entender.
- Sip. Es hijo de un viejo amigo de papá. Se quedará con nosotros durante este semestre.
- ¿Por qué?
- Es de Japón, viene a practicar su inglés. Mamá convenció al amigo de papá de que era mejor que su hijo no viviera solo mientras esta aquí. Según mi papá, mamá prácticamente lo obligó a enviar a su hijo con nosotros. Ya sabes como es ella – soltó una risita y luego rodó los ojos.
- Vaya y… ¿cuántos años tiene?
- No estoy segura, creo que los mismos que nosotras. Mamá ya arregló todo para que entre al colegio…
Ok, definitivamente algo extraño ocurría. Ante una situación así Alice estaría realmente emocionada, incluso dando saltitos de felicidad y planeando con antelación todos los lugares que le mostraría al visitante ¿qué ocurría? ¿Cuál era el problema?
- Y…. ¿qué opinas? – le preguntó al no ser capaz de dar con la respuesta.
- No lo sé. En realidad tengo un presentimiento extraño. O tal vez sería mejor decir que no tengo ningún presentimiento sobre esto…
- ¿Qué no tienes ningún presentimiento? No entiendo…
- Mmmm… osea es que… no tengo idea de si esto es algo bueno o malo. Generalmente siempre "siento" lo que va a ocurrir… o si ese algo será bueno, malo, aburrido, o así… y ahora, en esta situación no siento nada…
- Alice yo… - Bella simplemente no sabía qué decir.
A cualquier otra persona le habría dicho que no fuera infantil, que eso de los presentimientos y bla bla bla era algo estúpido. Pero se trataba de Alice.
- Supongo que será divertido – declaró Alice de pronto; volvía a tener su radiante sonrisa, pero Bella se dio cuenta de que era un poco fingida - . Claro que hubiera preferido a una chica en vez de un chico, así tendría a alguien más quien torturar…
Ambas rieron.
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Al terminar el horario oficial de clases Bella se había ofrecido a acompañar a Alice, para que no tuviera que conducir sola hasta la ciudad.
- Anda Alice, yo voy contigo. Es peligroso que vayas tú sola. Me necesitas para recordarte los límites de velocidad – dijo la castaña, medio en broma medio en serio.
- No te preocupes. Manejaré con cuidado. Palabra de niña exploradora – prometió con tono solemne, colocando su mano derecha sobre el pecho.
- ¿Pero por qué no puedo ir contigo? ¡Qué mala eres! ¿Acaso ya no me quieres?
- Ay Bells, no seas teatrista, no te queda, eres una pésima actriz – dijo Alice riendo- . Además, pronto será tu recital, no debes faltar a las prácticas del coro.
Bella Swan era la voz principal del coro de la escuela. Cantaba realmente precioso, y había hecho a la escuela merecedora de varios premios.
- Pero tú vas a faltar a tu práctica con las porristas, ¡y eres la capitana!
- No es lo mismo, y lo sabes. Las porristas pueden practicar sin mí. En cambio, en el coro no podrán practicar tu solo si tú no estas ahí…
- Pero
- Ya ya ya. Te prometí que me iría con cuidado, ¿no? ¿Acaso no me tienes confianza?
- Claro que si pero…
- En cuanto regrese a mi casa te llamaré para contarte como es nuestro "Querido Huésped".
- Pero…
- ¡Ey! ¡Chicas!
Las dos giraron. Un chico corría hacia ellas.
Era Edward Cullen. Capitán del equipo de futbol. Era el prototipo de hombre perfecto, tanto físicamente como en lo que a su forma de ser se refiere. Tenía el cabello de un extraño y llamativo color bronce, los ojos verdes más hermosos que se puedan imaginar, y, por supuesto, cuerpo de infarto.
- ¡Hola Edward! – saludó Alice con la más radiante de sus sonrisas.
- Hola chicas – saludó él en cuanto llego al lado de ambas -.
- ¿Dónde rayos te metiste a la hora del almuerzo? ¡Te estuvimos esperando en la cafetería! – le recriminó la pelinegra.
- Lo siento. El entrenador nos mantuvo ocupados. Está totalmente obsesionado con el juego del sábado.
- Te dije que seguramente había sido por algo así Alice – dijo Bella.
- Bueno, si, pero ¿qué te costaba mandarnos un mensaje para avisarnos? ¡Nada! ¡Eres un mal amigo Edward Cullen!
- Y luego dices que yo soy la teatrista… - murmuró la castaña.
- ¡Bella! ¡No digas eso! ¡Se supone que tú debes apoyarme!
- Claro que te apoyo. Por ejemplo, ahora te recordaré que si no te apresuras se te hará tarde…
- ¿Tarde? ¿Tarde para qué?
Bella rodó los ojos. Su amiga siempre se olvidaba de todo y de todos cuando Edward estaba cerca.
- ¿Cómo que para qué? Para recoger a tu Querido Huésped.
- ¡Ah, es cierto!
- ¿Querido Huésped? – preguntó el chico.
- Luego te cuento – dijo Alice apresurada. Le dio un beso en la mejilla a Edward y otro a su amiga y salió corriendo rumbo al estacionamiento. - ¡Nos vemos mañana! – gritó sonriente, agitando la mano.
- ¿Es que acaso nunca se cansa? – preguntó él retóricamente.
- Ya sabes que no – la castaña rió.
El chico se quedó observándola, con un brillo inconfundible en los ojos.
En cuanto ella se dio cuenta dejo de reír y frunció levemente el ceño.
- Debo irme – anunció entre seria y nerviosa.
- Bella yo…
- No quiero escuchar nada Edward. No si me vas a decir lo mismo de siempre.
- No seas injusta. ¿Qué quieres que haga? ¿Que cambie mis sentimientos por obra de magia?
- ¡Tú le gustas Edward! ¡A nuestra mejor amiga!
- ¡Ya lo se!
- ¿Y por qué no haces algo?
- ¿Y qué quieres que haga? Alice no me gusta, no como pareja. Yo te quiero a ti.
- ¡Callate! – dijo ella enojada, cubriendo la boca del chico con sus manos, y mirando nerviosamente hacia todos lados. Por suerte no había nadie cerca. – No repitas eso, por favor.
- Pero
- Debo irme.
- Debemos hablar.
- Luego. Tengo práctica con el coro.
Salió corriendo antes de que él dijera algo más. Fue un milagro que no se resbalara camino al aula de música.
Cuando llegó el salón aun estaba vació. Se recargó contra la pared y trato de calmar su respiración. Colocó su mano sobre su pecho. Su corazón parecía latir a mil por hora, y no era solo por haber tenido que correr, de eso estaba segura.
Se dio cuenta de que las lágrimas estaban a punto de salir a cascadas por sus ojos. Intentó contenerlas, pero no pudo.
¿Por qué Edward tenía que hacerle eso? ¿Por qué él había tenido que enamorarse de ella y no de su amiga?
Eso dolía. Dolía mucho. Porque ella, Bella Swan, también estaba enamora de Edward Cullen.
¿Qué habría pasado si se lo hubiera dicho a su amiga antes de que Alice se lo dijera a ella? La respuesta era sencilla: Alice habría hecho hasta lo imposible para que se hicieran pareja… Pero ella había cometido el grave error de esconder sus propios sentimientos luego de que su amiga le confesara primero lo que sentía por el ojiverde.
Y por si fuera poco, aproximadamente 3 meses atrás, Edward le había confesado que estaba enamorado de ella.
Bella lo quería. Demasiado. Pero no estaba dispuesta a hacer sufrir a su mejor amiga.
Edward sabía de los sentimientos de Alice, pero estaba seguro que solo era algo platónico, o al menos eso esperaba él.
Bella suspiró profundamente.
¿Qué debería hacer? No tenía ni idea, pero realmente odiaba esa situación.
--
Tan solo 40 minutos más tarde Alice ya se encontraba en Port Ángeles. Claro, había prometido que conduciría con cuidado, y lo había hecho. Hacer un viaje de 2 horas en tan solo 40 minutos no quería decir que hubiera viajado 'demasiado' rápido.
Aún le quedaba más de una hora antes de que llegara su Querido Huésped, así que se fue a un par de tiendas a bobear un rato. Y como siempre que se encontraba comprando, el tiempo se le pasó volando, y cuando se dio cuenta ya iba veinte minutos tarde.
Llegó super apresurada al aeropuerto. Por suerte, el vuelo venía con un poco de retraso. Suspiró aliviada y se dirigió a la sala donde arribarían los pasajeros.
Y entonces se dio cuenta de algo… ¿¡Cómo rayos se llamaba su dichoso Querido Huésped!?
¿Cómo era posible que se le hubiera olvidado preguntarle eso a su padre? ¿O acaso él si se lo había dicho y ella lo había olvidado?
Tomó su móvil y marcó el número de su padre y… Fuera del área de servicio…
¡Genial! Pensó irónicamente. Simplemente genial ¿Cómo se supone que haré para reconocerlo?
Fácil – dijo una vocecilla en su cabeza – Él viene de Japón, ¿cuántos japoneses crees que vengan en este vuelo a Port Ángeles? ¡Seguramente solo será él!
Sonrió.
Sacó su libreta y en una hoja escribió "Whitlock"; al menos el apellido si lo recordaba.
Se subió en una de las sillas para poder ver mejor, tenía la libreta a la vista, pero aun así estaba prestando mucha atención tratando de encontrar a un japonesito de aspecto perdido.
Y entonces apareció. Era bajo y rellenito. Tenía mas pinta de chino que de japonés, pero, ¿qué sabía ella? No es que fuera una experta diferenciando a unos de otros…
El chico se le quedó viendo un rato como embobado, se sonrojó, y continuó viendo a las personas en la sala de llegada, como buscando a alguien.
Alice frunció el ceño. ¿Qué acaso no sabia leer? ¿A quién rayos buscaba?
Se bajó de la silla de un ágil salto y con su andar de bailarina fue hasta el chico, que traía una gran maleta que acababa de tomar de la barra transportadora de equipaje.
- Hola – saludó ella tan sonriente como siempre. Lo tomó de la mano y comenzó a jalarlo. – Soy Alice Brandon, mis padres no pudieron venir a recogerte, ¿qué tal estuvo tu viaje?
El chico no contestó, se le quedó mirando, se sonrojó, y dijo algo que Alice no logró entender.
- ¿Qué dijiste?
El chico dijo otra frase que ella tampoco entendió. Seguramente en japonés.
- ¿Acaso no hablas inglés? Eso no lo sabía… ¡Será un gran problema! Pero no te preocupes… anda vamos… - y volvió a jalarlo para que siguieran caminando.
El chico se resistió, volvió a decir mas cosas que ella siguió sin entender, y luego, comenzó a gritar.
- ¡Oye! Vamos, no tengo todo el día, debemos irnos o llegaremos muy tarde…
- Creo que es a mi a quien buscas – dijo a sus espaldas una voz como de terciopelo.
Alice soltó al japonesito y se volteó para ver al chico que le había hablado.
Y, literalmente, se quedó con la boca abierta.
Era un chico guapísimo. Casi tanto como Edward, y eso ya era decir demasiado. Era bastante alto, tenía cabello rubio y ojos azules, rasgos y porte aristocráticos. Un Dios.
- Soy Jasper Whitlock – se presentó él. Tenía una sonrisa de muerte.
- Alice Brandon – susurró ella. – Disculp- se giró bruscamente para disculparse con el japonesito, pero por lo visto éste había aprovechado para huir. Se sonrojó como nunca en su vida, acababa de hacer un tremendo oso, seguramente el Querido Huésped pensaría que era una loca…
- ¿Nos vamos? – preguntó él, y sin esperar respuesta se giró y comenzó a caminar hacia la salida.
- ¿Cuál dijiste que era tu nombre? – la pelinegra tuvo que correr para alcanzarlo.
- Jasper Whitlock – le contestó sin girarse a verla.
- ¿Cómo estuvo tu viaje?
- Bien
- Debes estar muy cansado después de tantas horas de viaje…
- Ajá.
- ¿Tienes hambre?
- Hmp.
¿Qué rayos le pasaba a ese tipo? Era de mala educación no mirar a las personas cuando hablabas con ellas… y además, por qué rayos le contestaba de esa forma, ¿acaso no podía formular una respuesta decente? ¡La última ni siquiera podía considerarse una respuesta!
Alice lo condujo hacia su auto sin volver a preguntar nada.
Sonrió al ver su reluciente porsche amarillo. Lo había ganado gracias a una de sus "premoniciones", sus padres no le hubieran comprado un auto como ese ni en un millón de años.
Sonrió nuevamente ante la admiración en los ojos del chico.
Abrió la pequeña cajuela, agradeciendo interiormente que su "Querido Huésped" no trajera tanto equipaje. Quitó los seguros y abrió la puerta del conductor.
- Anda, sube – le indicó de forma un poco brusca al chico, pero si él no pensaba ser amable pues ella tampoco lo sería.
- ¿Y tus padres?
- No pudieron venir. Por eso estoy yo aquí – le respondió con un tono que indicaba que era demasiado obvio.
- ¿Y quién te trajo?
- ¿Cómo que quien me trajo?
- ¿Quién manejó hasta aquí?
- ¡Pues yo, obviamente!
- ¿Tú?
La incredulidad en su voz hizo que Alice se sintiera realmente molesta.
- ¡Pues si! ¿Qué hay de malo en eso? ¿Acaso una chica no puede manejar un deportivo?
- No me refiero a eso…
Alice frunció el entrecejo, no entendía, ¿a que rayos se refería entonces?
- ¿Cuántos años tienes?
- Diecisiete
El chico abrió los ojos francamente asombrado. Y luego comenzó a reír.
- ¿¡Qué!? – preguntó ella bruscamente.
- Nada – dijo entre risas mal disimuladas –. Es solo que… pensé… que tenías unos 14 años…
La pelinegra se ruborizó violentamente. Después de un segundo le lanzó una mirada asesina.
- Súbete ya o te dejaré aquí – ordenó con el tono mas amenazante que tenía.
El chico subió sin decir nada más.
Alice suspiró profundamente.
Los siguientes meses serían realmente horribles. Estaba segura.
Hola mis queridos lectores. Espero que este primer capitulo de mi nueva historia les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo. Es el primer Alice-Jasper que hago, no va a ser demasiado largo, tal vez 6 capítulos máximo.
Si alguno de ustedes ha leído alguna de mis otras historias, ¡perdón x no haber actualizado aún! Les aseguro que no las he abandonado, es solo que he estado demasiado ocupada en la escuela, y ayer que pretendía continuar con una de mis historias simplemente surgió esto. La idea me gustó, y ya tengo la idea general de cómo se va a desarrollar todo y cómo va a terminar.
Quiero saber qué es lo que opinan, si es bueno, malo, regular, si debo continuarlo o no.
¡Por favor, dejenme un review!
