Toda la vida desde que tengo memoria, había escuchado el relato del joven muchacho que había desaparecido en aquellas extrañas circunstancias y esa historia solía ser muy popular. Se decía que en tiempos antiguos, él junto con su familia habían habitado aquella mansión que ahora se consideraba embrujada…

Mis padres se mudaron conmigo a un antiguo pueblo a las afueras de Stratford Reino unido, cuando yo tenía cuatro años apenas, a razón de que mi padre había recibido una oferta de trabajo en aquel lugar; comenzaría ahí su compañía de telecomunicaciones con ayuda de un querido amigo suyo que residía ahí. De modo que partimos de Francia, lugar donde soy originario, hasta ese hermoso pueblo en el cual crecí aprendiendo ese nuevo idioma para mí.

Nuestra familia era algo adinerada, ya que nunca nos faltó nada y siempre fui bastante mimado. Mis compañeros de la escuela siempre me rechazaban, debía ser a razón de mi extraño acento, puesto que en casa hablábamos francés más que inglés y sobre todo por el raro nombre que mis padres me pusieron en honor a mi bisabuelo japonés. De modo que crecí de una manera algo solitaria recluyéndome en los libros y estudiando mucho. No obstante en todas las oportunidades que tuve, siempre procuré ser amable y agradable a los demás, sin obtener ningún éxito en hacer amigos.

Cierto día, cuatro de mis compañeros del instituto me hablaron mientras me dirigía a la salida de la escuela:

— Hey Morín…si te hablamos a ti Morín Tetsu algo.

Con mucho entusiasmo me aproximé hasta ellos para ver que necesitaban. Dos de ellos eran un par de gemelos bastante delgados. Otro alto y obeso; finalmente el otro chico era de mi estatura, de cabello rubio oscuro. Entonces sin esperar les pregunté:

— Hola, ¿Necesitan algo?

— Resulta que vamos a salir los cuatro a una prueba de valor y queremos que nos acompañes… — Dijo el más alto.

— Eso si no eres un cobarde. — Afirmó uno de los gemelos.

Sus palabras me causaron algo de miedo, pero pensar que podía hacer amigos es una oportunidad que no podía dejar pasar, por lo cual tímidamente respondí:

— Si… voy.

Sin preguntar a donde nos dirigíamos caminé detrás de ellos hasta que me jalaron para decirme que iríamos a la mansión Taylor. Aparte de los trágicos sucesos en aquel lugar, la vieja casa está en ruinas y es algo peligrosa, no obstante los seguiría hasta el fin del mundo con tal de vivir algunos momentos divertidos con otros chicos de mi edad. La mansión Taylor se encuentra en las afueras del pueblo, es un lugar bastante grande, desde afuera tiene un muro de piedra que rodea la construcción, para finalizar en una puerta metálica. Lo que siempre observé cuando llegué a pasar por ahí era la enorme casa en medio de aquella muralla de piedra, con una fachada adornada con arcos en el pórtico, ventanales enormes, techos inclinados, tres pisos y un enorme jardín descuidado que cubría todo con el verde de la maleza. Una vez llegamos ahí, se detuvieron y me explicó el que tenía mi estatura:

— Vamos a ingresar todos con estas lámparas por la parte trasera donde hay unas piedras flojas que nos permitirán entrar.

Asentí con la cabeza, por lo cual rodeamos la casa hasta llegar al lugar que ellos mencionaron, utilizaron una barreta que traían en una de las mochilas y retiraron un par de piedras de la parte baja del muro, uno de los gemelos entro y nos dijo:

— Adelante chicos.

Lo siguió su hermano, luego los dos que restaban me ordenaron.

— Sigues tú.

Agaché la cabeza y me deslicé por el agujero hasta ver el verde del crecido pasto, luego una mano me ayudó a salir. Una vez que todos cruzamos pudimos observar que nos encontramos en la parte trasera de la casa, en lo que parece ser el patio. A mis trece años el enorme pasto donde estamos me asusta un poco, luce como si quisiera devorarnos puesto que me llega hasta la cintura. Lo siguiente que veo es que todo está repleto de verde, muchas enredaderas suben por las paredes de la enorme casa, algunos árboles crecieron sin control e incluso están tapizados con las enredaderas que los cubren un poco. Me sentí bastante pequeño en ese lugar y con ganas de volver pues era posible que algún animal o insecto nos haga daño, temo por ratas, víboras o incluso tarántulas.

Los chicos con los que iba comenzaron a correr dirigiéndose a la casa, yo no podía quedarme atrás, fui con ellos caminando trabajosamente entre la maleza. Una vez cerca de una ventana, el más alto de ellos se aproximó y con la manga del sueter intentó limpiar una parte para mirar hacia dentro:

— No logro ver nada…— Dijo quejándose.

Decidieron usar una piedra para romperla, con la cual también quitaron cuidadosamente los vidrios sobrantes y quedó perfecto para entrar sin lastimarnos. Una vez hecho eso:

— Morín entra tu primero.

Trague saliva y nerviosamente me apoyé en el marco de la ventana, puse un pie arriba y me senté, luego simplemente me dejé caer hacia dentro. El polvo era una espesa capa que cubría todo en esa casa, sabanas grisáceas por la suciedad cubrían todos y cada uno de los muebles en el lugar, parecían personas o animales disfrazados. La madera del suelo crujía con cada paso que daba, sentí algo de miedo, sin embargo a pesar de la débil luz del atardecer que entraba a través del polvo de las ventanas yo caminé recorriendo aquel enorme cuarto. El olor a humedad enrarecía el aire y me hacía sentir pesado. Miré bajo una de las sábanas cuando un crujido fuerte me asustó un poco, el cual fue causado por uno de los chicos que entraba también a la casa. Una cegadora luz me dio en los ojos, miré detenidamente y era la lámpara de mi compañero:

— ¿Qué haces ahí? — Me preguntó puesto que yo estaba en la esquina opuesta de ese enorme salón de té.

— Estaba mirando bajo las sábanas. Hay mesas de té y sillas.

— ¿No te dan miedo los fantasmas? Además no tienes lámpara.

— Aquí solo hay muebles, los muebles no me dan miedo.

Mientras hablamos los demás entraron:

— Toma Morín, lleva tú la lámpara ya que parece que nada te asusta ¿No? — Asentí tímidamente, tomé la lámpara y me aproximé a la puerta para abrirla.

Caminamos por la casa y yo lideraba, moría de miedo pero aparentaba ser valiente para poder hacerme su amigo. La luz de las lámparas no cortaba la oscuridad que nos envolvía, simplemente parecía alumbrar un poco el camino para no tropezar con alguna cosa; seguramente si algún zombie o monstruo nos atacará no lo veríamos venir hasta que fuera demasiado tarde. Pasé la el haz de luz para iluminar algunas extrañas estatuas que estaban por toda la casa con formas de animales labrados en la madera, pareciendo como si las sombras bailaran de manera cuasi diabólica. Sentí un escalofrío recorrer mi piel de pensar que algo está mirándonos recorrer este tenebroso lugar; además de que al llegar a la escalera parecían cobrar vida las estatuas de madera. Decidí subir las enormes escaleras que se encontraban justo frente a la puerta de entrada; escalón tras escalón, lentamente miraba el polvo moverse en mis pies como si la casa recordara las historias de viejos habitantes. Al llegar arriba escuchamos un ruido extraño proveniente de la planta baja, iluminé con la débil luz de la lámpara y vimos una sombra oscura correr de una esquina a otra.

— ¿Qué fue eso? — Dijo uno de ellos.

— Vámonos en este instante de aquí. — respondió otro.

Salimos corriendo a prisa bajando las escaleras para marcharnos inmediatamente, en ese instante al pisar uno de los escalones un rechinido se escuchó, como si fuera el quejido de dolor de alguna persona, no obstante fue uno de los escalones que se rompió atrapando mí pie; al mismo tiempo la lámpara que traía cayó hasta el final de la escalera.

— ¡Ayudaaa! Mi pie se atoró… Por favor no se vayan.

En vano continué suplicando, los demás no se detuvieron a ayudarme, simplemente corrieron en dirección opuesta a donde vimos que la sombra fue. Supongo que salieron puesto que deje de escuchar el crujir de sus pisadas por la casa. Sentía latir mi corazón apresurado, respiré profundo para calmarme y jalé varias veces sin poder liberarme. Casi podía sentir una respiración helada en mi cuello, pero al voltear no había nada, sólo debo zafar mi pie y salir de este lugar. No sabía porque merecía estar en esa situación tan aterradora, alguna cosa extraña estaba abajo y podría atacarme; quizá era un fantasma como en las películas, que robaría mi alma o algún horrible monstruo que me mataría lenta y dolorosamente. En ese instante, la lámpara que alumbraba el piso de abajo me dejó ver que velozmente la sombra que vimos antes, subía por los escalones donde yo estaba. En medio de esa horrible oscuridad no lograba divisar nada a más de un metro, mi corazón parecía detenerse ante el paroxismo que me producía pensar lo que me esperaba; siempre creí que todas esas historias donde son atacados los que se quedan atrás eran mentira, pero ahora que estoy indefenso y atrapado, no puedo más que temer por mi propia vida. No sólo era eso, el miedo me paralizaba, pensé una y otra vez que mi imaginación me jugaba bromas pero mis extremidades no reaccionaban e intenté gritar, pero el pánico fue demasiado que la voz no me salió; de pronto a menos de un metro vi que se aproximó algo y simplemente mi voz se liberó gritando lleno de miedo:

— waaaaaaa.

Entonces para mi tranquilidad era un gato negro que se restregaba en mis piernas, bastante amigable; el pequeño parecía preocupado por mí. Finalmente después de algunos intentos calmados, logré desatorar mi pie de la madera rota. Cargue al felino que ronroneaba felizmente en mis brazos, bajamos hasta el final de la escalera y recogí la lámpara del piso. Acompañado como estaba, decidí irme del lugar pero no recordé el camino de salida, de modo que al mirar la luz entrar debajo de una puerta en uno de los cuartos, caminé hasta ahí. Intenté abrir girando la perilla pero estaba pesada la puerta, de modo que bajé al gato y abrí con algo de trabajo esa enorme puerta de madera vieja, para observar un cuarto bastante iluminado puesto que estaba hecho de cristales sostenidos en una estructura metálica. Las plantas crecían dentro en macetas enormes, aparentemente es un invernadero extraño dentro de la casa; observé que en el techo sobre las macetas había agujeros por los que se filtraba el agua para humedecerlas. El lugar es enorme puesto que tiene una mesa metálica con sillas para sentarse, algunas mesas vacías al fondo, estantes de madera y en una esquina llamó mi atención una escultura muy bien hecha de un joven hermoso. Me aproximé y lo miré detenidamente, tenía el cabello largo, la nariz respingada, unos lentes redondos en su cara y sostenía un enorme libro entre sus manos. Su expresión llena de angustia me causaba un sentimiento extraño; me quedé un largo rato mirando la estatua hasta que el felino daba vueltas en mis piernas llamando mi atención. Se hacía tarde y yo debo volver a mi casa por lo cual salimos del invernadero caminando de nuevo entre la oscuridad y con la lámpara, al pasar por la enorme escalera, el gatito se subió velozmente y yo lo seguí puesto que pensaba adoptarlo.

— Gatito ven, debemos irnos, ¿Dónde estás?

Al llegar hasta arriba me esperaba en el último escalón, sin embargo al intentar agarrarlo corrió hasta la pared como jugando conmigo. De pronto subí la mirada y justo en ese enorme muro estaba el retrato de la familia junto con el muchacho de la estatua. El enorme retrato en la pared donde aparecían él y su familia como atrapados en el tiempo sin la capacidad de morir, por siempre jóvenes en la imagen falsa de lo que una vez fueron personas vivas, me llamaba. Nunca me dio miedo el hermoso rostro con el ceño fruncido enojado o triste, no supe decirlo, solo me intrigaba la terrible historia que se contaba del joven que pereció hacía tantos años atrás. Luego de un rato de admirar el cuadro, tomé al gato, lo coloqué en mi mochila con la cabeza asomada y partimos buscando la salida hasta encontrarla, cruzamos el jardín y salimos por el agujero.

Al llegar a casa le mostré a mamá el felino que me había encontrado.

— Mamá mira… ¿Se puede quedar?

— De ninguna forma, seguramente arañará los muebles y además voy a tener que limpiar suciedad de gato.

— Anda mamá, no tengo amigos y él me hará compañía. Yo limpiaré lo que ensucie y no permitiré que ande por la casa sin vigilancia.

— Está bien Tetsuhiro, pero a la primera cosa que haga se va.

— Si mamá.

Esa noche mí amigo felino, al cual nombré sombra, dormimos en mi cama; bien tapados puesto que hacía bastante frío.

La mañana clareaba cuando sentí que mi amigo me pisaba con sus patitas peludas el cachete, luego comenzó a rascar la ventana, pues seguramente tenía la urgencia de salir. Abrí la ventana esperando que fuera precavido; entonces caminó sobre el tejado hasta donde calculó una distancia prudente al contenedor de basura y finalmente bajó al jardín para hacer sus necesidades. Una vez concluyó, regresó rápidamente a mi habitación volviendo juntos a taparnos y dormir un rato más. Mi nuevo amigo es bastante listo, por lo cual lo dejé en mi habitación mientras fui a la escuela, le puse comida y agua; además de dejarle la ventana semi abierta. Él por su parte se quedó durmiendo en la cama.

Una vez en el instituto, los compañeros con los que fui a la mansión no me dirigieron la mirada, incluso me ignoraron, fue cuando supe que solo me habían usado para probar mi valor, quizá pensaban burlarse de mí, pero al final escaparon asustados corriendo. Saliendo de la escuela fui directo a casa para ver a sombra y me lo llevé en la mochila para entrar a la mansión acompañado; necesitaba volver a ver ese lindo rostro. Llegamos frente a la pintura y me embelesaba este chico mucho mayor que yo, seguramente con más de veinte años, me flechó su forma de mirar. Cuando bajé al invernadero sombra y yo nos quedamos un rato en ese lugar, yo acomodé una silla y observé cada uno de los detalles de la figura de piedra, su bolsa en un costado, el pesado libro y su boca como hablando. Por la noche regresé a casa y mamá parecía molesta.

— ¿Dónde estabas?

— Salimos a estudiar a casa de un amigo.

— ¿Salimos? ¿Quién?

— Sombra y yo.

— Más te vale que el gato no haga nada en la casa.

— Si mamá, es un buen gato.

Desde ese día utilicé el pretexto de ir a estudiar con amigos para quedarme estudiando frente a mi amor imposible de piedra, limpié la zona, de manera que sombra y yo comíamos ahí a la par de estudiar; realmente no había nada que temer en aquella mansión. Solía platicarle todos los días a mis dos amigos sobre mi día, a pesar de que ninguno contestaba me sentía acompañado. Cierta vez, en época de calor me quede dormido y me despertó la luz del amanecer; salimos corriendo hasta casa y furtivamente entramos sin que lo notara nadie.

Las estaciones se volvieron cambiantes apresuradamente y a mis dieciocho años, concluí el instituto junto con los compañeros que lograron acreditar sus materias satisfactoriamente como yo. Mi padre toda la vida quiso que estudiara medicina o algo relacionado, así que simplemente elegí Farmacología, complaciendo sus deseos. Sombra y yo nos mudamos al campus, cómodamente él se instaló en mi habitación, se adaptaba perfectamente, saliendo a pasear por ahí y regresar a dormir sobre mi cama. La carrera es bastante pesada, pero yo tenía habilidad para estudiar fervientemente, así que no había reto que el trabajo duro no supere, por ello esos tres años que duró la carrera estaba considerablemente ocupado estudiando. Llegue a salir a algunas fiestas con compañeros, pero no me gustaban puesto que me sentía fuera de lugar, no bebía, ni bailaba; me fastidiaban los ritmos ruidosos. Además de todo eso, solía ser muy desconfiado, razón por la cual no hice amigos cercanos ni mucho menos tuve alguna relación amorosa. Cada que alguna chica o chico se me declaró sentí que podían burlarse de mí, y simplemente nadie me atraía para intentar todo eso que las parejas hacen; entonces seguía siendo virgen y jamás he sido besado. A pesar de ello disfrutaba mis ratos libres en compañía de mi mejor amigo sombra; ambos íbamos a una zona solitaria con plantas y muchos árboles, para recordar nuestras horas en la mansión, extrañaba a mi amigo de piedra, el cual aguardaba mi regreso, yo crecía cada año y el permanecía joven esperando un día ser de la misma edad.

A los tres años, tal cual duran las carreras universitarias en Reino unido, finalicé mis estudios y mis orgullosos padres asistieron a mi graduación. Aunque no tenía deseos de trabajar en mi profesión, por ello suplique que me permitieran seguir el sueño de mi vida. Anhelaba desentrañar los misterios de esa mansión, quería conocer la historia y vida de ese personaje de piedra, porque no se su nombre ni nada relevante. Averigüe que si estudiaba Historia del arte podría serme de ayuda para mis propósitos. Afortunadamente mis orgullosos padres no pusieron resistencia a mis deseos y continuaron apoyándome económicamente para cumplir mis sueños.

Durante el nuevo ciclo escolar ingresé a los estudios de Historia del arte, en esta ocasión me son apasionantes, las cosas de la antigüedad resultan asombrosas, todos esos conocimientos me transportaban a épocas y lugares distintos; gracias a estos reflexionaba sobre los sentimientos de los artistas y conseguía apreciar las cosas de formas múltiples, tanto objetiva como subjetivamente. Avanzaba en los estudios con la meta en mi cabeza de investigar todo sobre esa mansión; de esa manera estudiaba afanosamente en los libros que tenía la biblioteca, no obstante nada logré conseguir sobre ella. Cierto día mientras charlaba con el profesor Hamilton acerca de cómo investigar datos históricos:

— Dígame Tetsuhiro, porque tanto afán de indagar los misterios de esa casa de su pueblo.

— Es que desde pequeño he estado intrigado sobre la historia de la familia que habito esa casa. Las historias son variadas, algunos cuentan que esa familia que poseía una vasta plantación, en donde se realizaban ritos satánicos y por ello fueron maldecidos; su hija murió de peste bubónica y su hijo mayor desapareció. Una vez ocurrió eso el padre se volvió loco y su segundo hijo tuvo que asumir el cuidado de lo poco que les quedaba, desposó una chica con fortuna para ayudar a solventar las pérdidas, pero fueron maldecidos también sin tener ningún hijo. Al morir la pareja, la casa pasó a manos de uno de los amigos del dueño pero de nuevo fue maldecido de alguna forma, hasta que finalmente el pueblo entero comenzó a decir que esa mansión estaba hechizada.

— Qué interesante historia, se nota que te apasiona… — El profesor me respondió contándome una forma para convertir esa casa en un museo.

Me ayudó a preparar una moción para proponer que la mansión se convirtiera en lugar protegido y adquirido por el gobierno como zona turística; haciendo que el estado se encargue de solventar gastos para su reacondicionamiento, pero tardaba años de trámites administrativos. Cuando finalmente había logrado que fuera aceptada la moción, yo ya era un historiador del arte, pero recién había conseguido un empleo en un laboratorio del pueblo donde vivía mi familia. Ahora que tenía veinticuatro años, mis padres se preocupaban puesto que no tenía una novia para casarme y darles nietos; siempre insistían en que conociera chicas y todas esas cosas para poder ser feliz, pero yo lo seguía siendo al lado de mi querido amigo sombra, el cual era un viejo gato que dormía la mayor parte del día. Una llamada del profesor Hamilton que se había convertido en fanático de la misma historia, me llenó de alegría:

— ¿Tetsuhiro cómo has estado?

— Profesor Hamilton que gusto saludarlo.

— Tengo buenas noticias, la vieja mansión ha sido adquirida por el gobierno, como patrimonio y estoy a cargo de su restauración, de modo que quiero saber si te interesa trabajar a mi lado.

— Por supuesto, ¿desde cuándo?

— ¿Mañana mismo podrías venir?

— Sin duda.

Dejé mi nuevo empleo y con la ayuda de ese mismo profesor conseguí convertirme en restaurador, curador e investigador del nuevo museo que abriría sus puertas una vez que fuera seguro para el público. Todo gracias a que le inculqué la curiosidad de investigar ese misterio.

Junto con muchas personas trabajamos limpiando la enorme casa, revisando, inventariando todas las cosas encontradas ahí y por supuesto restaurando lo que el tiempo había dañado. Encontramos registros y algunas cosas sobre la plantación, además de los nombres de los muertos durante la peste. Fotos y más fotos familiares de los distintos dueños del lugar, pero sin nada que nos llevara a la desaparición del hijo mayor de los Taylor. No obstante conocí finalmente el nombre del chico de la estatua, Souichi Taylor nacido en Inglaterra pero con madre oriental y tenía un nombre tan peculiar como el mío.

Tres meses pasaron rápidamente, la víspera de navidad para los compañeros de mi trabajo es algo tan importante a diferencia de mí, de modo que yo no tomé las vacaciones y me quedé trabajando en la mansión; puesto que vivía bastante cerca del lugar. Todos los días desde que me volví restaurador se me permitía llevar a mi felino a la casa, el cual dormía en una camita siempre cerca de donde yo trabajaba; ahora que todos habían partido, estamos solos y le platico tantas cosas al pequeño. Me intrigaba cada vez más que no pudimos hallar ninguna información del por qué desapareció Souichi Taylor, esa noche me acerque a su estatua y le pregunté directamente como si fuera una persona:

— ¿Cómo puedo descubrir que te ocurrió? Dame una pista Souichi, quiero conocerte.

Nos retiramos sombra y yo a descansar al departamento, cenamos algo y fuimos a dormir.

Caminaba por la enorme mansión iluminada por velas y enormes candelabros por todas partes, no había nada de polvo, la madera parecía pulida y nueva. El lugar lucía bastante lujoso lleno de los muebles antiguos que estaba restaurando y fue cuando lo vi pasar, Souichi se detuvo frente a mí y me dijo:

— ¡Qué esperas ahí parado! Ven, debes ayudarme.

Lo seguí al piso de arriba y llegamos a una habitación con una cama que tenía un marco de madera hasta el techo con cortinas rodeándola.

— Ven mira, debes buscar aqui. — Señaló debajo de la cama.

Me aproximé y una vez que ambos nos encontrabamos a medio entrar bajo la cama, sacó un cuchillo de su bolsa del pantalón y presionó en la esquina de uno de los tablones zafándolo fácilmente.

— Las respuestas están todas aquí, si consigues ayudarme dejaré de estar atrapado entre los mundos.

— ¿Cómo puedo?

Al decirle eso simplemente desperté de un sobresalto con el corazón latiendo en mi garganta. La mañana siguiente no podía esperar para llegar al lugar, me duché y salí junto con sombra para allá. Lo dejé en su lugarcito y subí apresuradamente hasta la habitación en mi sueño, usando cuidadosamente las herramientas, abrí el tablón y descubrí una cajita de unos treinta centímetros cuadrados. Bajé las escaleras, cuidadosamente destapé la caja y miré el contenido. Había algunas libretas junto con varios objetos, me senté al lado de sombra en uno de los sillones y comencé a leerle:

POV SOUICHI

Mi madre me enseñó a leer y escribir, dijo que era importante estudiar para crecer, también me obligo a escribir este estúpido diario así que aquí lo tienen. Nací el dos de agosto en 1644 en el pueblo de Stratford…

Me vuelven a obligar a escribir en esta libreta, así que aquí va: Tengo diez años es diecisiete de julio de 1654 y me mandarán a estudiar lejos, yo no quiero ir pero así es la vida; mi madre insiste en que debo estudiar.

Hoy es septiembre cinco de 1654. Mis padres pagaron esta escuela que más bien parece una prisión, tengo una habitación compartida con un chico de mi edad y desde muy temprano nos llevan a desayunar, luego a hacer actividad física al aire libre, para finalmente ir a estudiar una gran parte del día.

Enero 23 de 1656. Ahora los miserables profesores me dicen que hacer, inventaron las horas de biblioteca para mantenernos ocupados por las tardes, ya que dicen que algunos fueron al pueblo más cercano e hicieron travesuras. Nota para mí, cuando terminé esta escuela voy a golpear a varios de ellos.

Julio 31 de 1662. Acabo de entrar a otra escuela, mi padre quería que me casara pero le dije que me gustaba mucho estudiar y tenía la intensión de ser médico, por lo cual me permitió continuar mis estudios.

Octubre 18 de 1662. El día de hoy mi compañero de habitación me besó y aunque lo golpeé creo que me gustó bastante, al parecer mi cuerpo reacciona de una manera totalmente diferente a antes, me ha crecido bello en partes donde antes no tenía, según nos explicaron son cambios normales.

Marzo 9 de 1663. El día de ayer me sentía extraño, siempre me había concentrado en estudiar ya que me parece muy gratificante, sin embargo no podía hacerlo, puesto que estaba duro en esa zona, de modo que cuando comencé a tocar mi pene, apareció el compañero de mi habitación y me dijo que podría ayudarme con mi problema. Al principio me resistí pero cuando su boca toco esas zonas sensibles me entregué al placer que me produjo aquello, tuve algo de miedo pero fue realmente increíble todo eso.

Enero 12 de 1664. Me acostumbre tanto a él, creo que sentía mi corazón latir cuando él y yo nos uníamos, seguramente jamás lo volveré a ver pues se fue de regreso a su pueblo a casarse. Detestaba estar a su merced y siempre ceder a mis deseos carnales, experimentamos tantas cosas que aparentemente no podré olvidar, mi cuerpo extraña al suyo.

Septiembre 23 de 1664. Voy de regreso a casa sin finalizar mis estudios en medicina, puesto que mi padre enfermó y debo hacerme cargo de las cosas de la plantación mientras se recupera, sin lugar a dudas intentarán hacer que despose a una mujer para que herede definitivamente el control de todo, pero yo no quiero. Mi único deseo es continuar estudiando, nada me apasiona realmente.

Septiembre 27 de 1664. El día de hoy en el pueblo conocí al boticario, pues debía comprar una medicina para mi padre. El viejo parecía saber bastante y usaba plantas extrañas que yo desconocía de mis estudios, me intrigó tanto la destreza de aquél hombre que le pedí enseñarme y amablemente accedió; de modo que mañana comenzaré a estudiar otra vez.

POV TETSUHIRO

Lo subsecuente se tornó bastante interesante, describía a detalle todas y cada una de las enseñanzas del hombre, sin embargo lo que más me intrigó es que dijera que su maestro fuera un druida. Hablaba de realización de hechizos y cosas extrañas que nada tienen que ver con la ciencia, muchos versos y enseñanzas filosóficas de los pitagóricos y la reencarnación. Los preceptos del bien y del mal, de realizar los hechizos en pro de otros sin buscar beneficio personal, junto con el uso sabio de la magia y el enorme libro que estudiaba incansablemente.

Venían muchos hechizos y fórmulas realizadas con plantas, ritos extraños con símbolos dibujados. Lo más increíble es que cuenta que el anciano murió a los pocos meses heredándole aquél libro del que tanto hace énfasis. Luego de eso …

POV SOUICHI

Enero 3 de 1665. El anciano murió hace un par de días, todavía me preguntaba si realmente funcionarían aquellas extrañas enseñanzas, a pesar de aprender versos y ritos extraños nunca vi nada de magia como él contaba, quizá yo no tenía el don de realizar algo así o simplemente eran patrañas.

Marzo 20 de 1665. Hace unos días mi querida madre falleció, no tenía ánimo para continuar con mis estudios en las enseñanzas druidas hasta que mi querida hermana comenzó el día de hoy con los extraños síntomas de la enfermedad a la que nombran como peste bubónica. La fiebre es tan alta que los medicamentos no pueden bajarla, la metí en agua helada para intentar ayudarla, el dolor en las articulaciones es tan horrible para ella que no puede moverse por sí misma. Tengo miedo por mi salud pero más que otra cosa deseo ayudarla, quizá en ese libro de magia exista algo que salve su vida.

Marzo 31 de 1665. El día de hoy los experimentos extraños con los símbolos que aprendí parecen ser totalmente inútiles, sin embargo algunos brebajes que preparo ayudan a aliviar algunas molestias de ella; desafortunadamente cada vez la veo peor.

Abril 17 de 1665. Ayer por la tarde la enterramos, me siento tan mal, quiero creer que si la magia es real podré encontrar algo en ese estúpido libro que me devuelva a mi hermana y madre, probaré todo, cualquier cosa que me ayude a recuperarlas.

Mayo 16 de 1665. Hace unos días encontré un extraño hechizo que sólo se puede realizar exactamente a media noche durante el último día del año, dice ahí que es un recurso que nadie usa puesto que debes entregar tu propia alma a cambio de tu deseo y la única cosa que puede evitar la maldición es la total entrega. Decidí vender mi propia alma con tal de regresar y prevenir que mamá se infectara cuando visitó los almacenes de grano; porque se sabe que esa infección está relacionada con las ratas que roban el trigo.

Diciembre 30 de 1665. Esperé pacientemente a que transcurrieran los meses hasta que ahora que falta solo un día, me queda confiar en que todo salga bien…

POV TETSUHIRO.

Leí con detenimiento los locos hechizos que describía para realizar su viaje por el tiempo, junto con la venta de su alma, el uso de su propia sangre y el extraño brebaje con las palabras para finalizar el rito. La última cosa escrita era esa frase:

Si todo sale bien no importa realmente lo que me ocurra.

Me intrigó tanto el no saber lo que había pasado después de eso, simplemente no había explicación lógica para su desaparición. Indague en los registros de la casa y comencé a pensar que quizá si logró viajar, sin embargo mi sueño donde me mostró los diarios, dijo que estaba atrapado en dos mundos. Leí obsesivamente los diarios una y otra vez para encontrar respuestas, además de que sentí una extraña fascinación por esa persona, por Souichi…

Tuve que dejar mis investigaciones el siguiente día puesto que mi madre llamó suplicando para que asistiera en la cena de navidad. Sombra y yo los acompañamos pero esa noche lo noté extraño, parecía estar tan cansado que no quiso comer y se quedó dormido en mi cama. Una vez terminada la cena y el brindis, fui a dormir junto con mi querido amigo.

La mañana siguiente algo muy horrible me esperaba, sombra estaba inerte, parecía dormir tranquilamente a mi lado, pero al tocarlo semejaba estar hecho de cartón, su avanzada edad le había ganado y seguramente sufrió un paro cardiaco durante la noche. No sabía qué hacer, tomé una sábana y lo envolví en mis brazos, las lágrimas rodaban por mis ojos y los sollozos se volvieron tan ruidosos que mi madre intrigada toco a mi puerta:

— ¿Tetsuhiro te sientes bien?

— Som…bra…

Alcancé a pronunciar apenas entre mi llanto que me cerraba la garganta. Ella abrió la puerta y de inmediato me abrazó por la espalda puesto que yo tenía a sombra entre mis brazos.

— Lo siento tanto hijo. Sabes que él te adoraba pero ya estaba muy viejito y no podía quedarse más.

— Yo lo quería tanto… era mi mejor amigo. — Respondí lleno de dolor.

— Ven hijo déjalo sobre la cama en lo que preparamos su funeral en el jardín.

— Eres tan insensible… ¡que no ves que no quiero dejarlo! ¡No se puede ir sin despedirse!

— Calma hijo, no te preocupes tomate tu tiempo en despedirte.

No quise seguir hablando, nadie comprendería mi sufrimiento puesto que lo veían como un simple animal y para mí era mi mejor amigo, mi confidente y mi compañero. Deseaba creer de alguna manera que existiera el cielo para poder encontrarlo de nuevo, pero desafortunadamente no tenía ese tipo de creencias. Me causa tanto dolor en el pecho que siento que estoy muriendo de tristeza.

Algunas horas después me levanté con sombra entre mis brazos y lo deje en la cama, mi madre no dijo nada, solo me abrazó al verme salir. Tomé la pala y el pico del garaje y comencé a cavar un agujero, hasta provocarme mucho cansancio para dejar de sentir esta pena. Cavé tan profundo que me llegó hasta la cintura el hoyo, fui por su cadáver pero le quité su collar y junto con mi madre lo enterramos. No podía hablar, ni decir nada, entonces mi madre habló:

— Adiós sombra, fuiste un gato muy amado, siempre tan bien portado y bueno. Gracias por acompañarnos y acompañar a Tetsuhiro todos estos años.

Inevitablemente lloré amargamente mientras vertía la tierra sobre su cuerpo.

Luego del funeral me despedí de mamá para ir a casa a estar solo. Ese día no fui al trabajo y simplemente me quedé en cama hasta cansarme de llorar y dormir profundamente.

La mañana siguiente no tuve ganas de salir de mi departamento, sin embargo fui a la mansión a trabajar para evadir mi dolor, no quería pensar en ello, me concentré en las reparaciones. Dejé de lado la lectura de los diarios para trabajar sin pensar en nada pero el último día del año mi madre insistió en que fuera a casa, cosa que abrió mi herida y evidentemente rehusé ir con ellos.

A pesar de estar trabajando y traer mi chaleco con bolsas llenas de materiales como cinceles brochas y artículos personales, me retiré a la tienda más cercana comprando algunas bebidas alcohólicas y refrescos. Mientras más tarde se hacía de alguna forma recordaba mi pérdida y el alcohol no ayudaba más que a hacerme llorar. Llegue con mi amigo de piedra para contarle mi pena sosteniendo el collar de sombra entre mis dedos, abracé la estatua puesto que siento los mareos del alcohol, luego recordé que el pobre tipo arriesgó su vida por un dolor como el mío. Apreté el collar mientras llegaron sus palabras a mi cabeza, sus locos hechizos en especial el último; el cual repetí en voz alta mientras lo recordaba:

— Fuerza inhóspita desde el principio del mundo, del principio de todo. Sangre te doy, sangre por vida, vida por alma, alma por cuerpo. Detén el reloj de vida con mi sangre, da luz a sus ojos… El corazón que en mi late a cambio de quienes a la tumba he custodiado.

Cuando terminé de recitarlo sentí que me ardió un poco la mano que apretaba el collar de sombra y me fijé que mi dedo sangraba, me iba a separar de la estatua cuando escuche las campanadas de la iglesia que anunciaba la llegada del año nuevo. En ese momento me sentí mareado y con mucha nausea, cada segundo se hizo lento y me desmayé.

Al despertar en el suelo del invernadero con una jaqueca horrible, supe que me dormí totalmente ebrio. Guardé el collar de sombra en mi bolsa del pantalón, luego puse ambas manos en el piso y me levanté trabajosamente. Miré detenidamente puesto que las cosas parecían más brillantes que la última vez que las vi. Noté que no estaba la estatua del invernadero, ni la mesa metálica con sillas del centro. Al fondo las mesas de madera tenían envases y plantas machacadas, parecía un laboratorio más que invernadero. Los marcos de los cristales brillaban sin oxido y lo más extraño fue la puerta que parecía tan nueva.

Salí de ahí, caminé un poco y volví a desmayarme. Una bofetada en mi rostro me despertó al instante, pero los párpados me pesaban así que escuché:

— Hey tú, gusano ¿qué rayos haces en mi casa? — Una voz de mando me hablaba mientras abrí un poco los ojos.

— Hermano déjalo descansar, no parece ser un vago, de hecho luce como un extranjero, incluso podría ser un noble, ¿no ves que se ve muy bien vestido? — Respondió otra voz un tanto amable.

— ¡Qué más da! Será mejor que…

Mi cuerpo pesaba de nuevo por lo cual simplemente dejé de escuchar las voces a mí alrededor. Sentí que había dormido demasiado, cuando finalmente pude abrir los ojos, me encontraba en una enorme cama de las del museo, sin embargo estaba atado a ella, cuando miré a un costado había un hombre durmiendo recargado sobre la cama, pero no sólo era un hombre cualquiera, es Souichi Taylor. Me sentí bastante asustado puesto que no tenía idea que clase de truco es este, las estatuas no resucitan. Jalé las cuerdas para soltarme pero me resultó imposible, entonces decidí hablar:

— ¿Souichi? — Dije con la voz algo tímida, para luego hacerlo más fuerte — Souichi — Pero seguía sin responder hasta que lo dije lo más fuerte que pude — SOUICHI DEJAME IR —

— ¿Quién te crees que eres para ordenarme? Además de que invades mi casa, ahora te atreves a gritarme, idiota.

— Lo siento, ¿pero realmente eres tú? ¿Souichi Taylor de 1644?

— Pero claro, eres un retardado seguramente. ¿De qué lugar escapaste?

— No soy ningún retardado, ¿qué hora es? — Miró a la ventana y respondió.

— Deben ser como las diez de la mañana. ¿Ahora tu dime que rayos haces en mi casa?

— Lo siento mucho, tu casa la compró el gobierno y ahora es un museo ¿Puedes soltarme?

— ¿Museo? ¿Qué es eso? Sin duda escapaste de un hospital mental. ¿Sabes tu nombre?

— Tetsuhiro Morín. Pero no soy ningún loco, soy historiador del arte y conozco tu vida. Tu nombre es Souichi Taylor naciste aquí, tu madre es oriental. Tienes dos hermanos…

— Cállate no menciones a mi madre ni a mi hermana que en paz descansan. ¿Cómo demonios sabes esas cosas?

— Siento tanto tu pérdida... ¿Pero puedes liberarme ya?

— Está bien, no pareces peligroso. Pero si intentas algo te moleré a golpes.

— Claro, descuida no te haré nada.

Me levanté de la cama y miré por la ventana, cosa que me sorprendió sobremanera. No habían calles pavimentadas, ni autos; habían carretas y algunos animales por todas partes, no existían muchas casas y parecía que había extensiones de plantación de trigo. De mis pantalones saqué el celular e intenté marcar a casa pero no detectaba la red celular mi teléfono. Pensé que debía ser un sueño, puesto que yo estaba en mil seiscientos y algo. El tipo me miraba con asombro mientras daba vueltas en la habitación, hasta que decidí preguntar:

— ¿Qué año es?

— Ahhhh (suspiro) Es 1665.

— No puede ser, viajé por el tiempo.

— ¿Me entiendes? ¿Dónde está tu familia?

— ¿Mi familia? En el 2015.

— A ver loquito, te llevaré a tu casa si me dices más o menos como es o por dónde.

— Es imposible, mi casa todavía no existe, según leí los registros era parte de las tierras de tu plantación. Pero déjame probarte que vengo del futuro. Ves esto que tengo aquí es un teléfono portátil.

— ¿Teléfono portátil?

— Es verdad, tampoco existen los teléfonos… pero sí la imprenta de Gutenberg desde 1448. Quieres ver algo impresionante, tengo en este artefacto toda una biblioteca para leer. — Busqué los libros de farmacología que seguramente le llamarían la atención y puse uno, entonces le dije:

— Ven mira, es la historia de la farmacología.

Se aproximó a mí y comenzó a leer, entonces dijo:

— Que libro tan extraño sin páginas.

— No sólo eso, se cambia la página tocando sobre la pantalla. Además podemos ver muchos más libros. Incluso los que aún no escribe John Locke, el cual aún sigue estudiando su licenciatura, o los que ya publicó Shakespeare. Lo único malo es que no tengo internet, pero sí puedo tomar fotos. Por supuesto, tengo las fotos de la casa previamente a la restauración.

Le mostré las fotos y quedó maravillado, por un momento creí que se asustaría pero no, solo observaba y aprendía tan rápido a usar el celular. Como me vio alejar y acercar la foto, también poner otra, él lo hizo tan natural como si conociera los Smartphone. Entonces habló:

— Sin duda es mi casa ¿y esa extraña estatua?

— Es una estatua tuya, seguramente todavía no la han hecho, porque no la vi en el invernadero.

— Está muy bien hecha por algo es mía.

— Olvidaba mencionar que escanee tus diarios y los tengo en el celular, de modo que se las cosas que harás y las que hiciste.

— ¿Escanear? O sea los revisaste y los traes ahí o ¿Cómo? No comprendo de qué hablas.

— Permíteme explicar, escanear es usar un aparato que puede volver libros como los que tú conoces en libros como los que llevo aquí. Dime en que mes estamos y te diré que has hecho estos días.

— Estamos a 3 de mayo.

— Déjame ver… Mayo 3 de 1665. He estado revisando el libro del anciano, el día hoy leí sobre algunos brebajes para conciliar el sueño que me ayudarán a dormir puesto que no he podido descansar bien desde que enterra… — detuve mi lectura puesto que Souichi comenzó a llorar.

Sin pensarlo mucho lo abracé, el no correspondió pero no me alejó. Como soy más alto al separarnos un poco miré hacia abajo y me encontré con sus ojos cristalinos, mi corazón se aceleró y sus mejillas se sonrojaron. Segundos después con ambas manos me empujó:

— ¡Quién te crees que eres para tocarme así imbécil!

— Yo lo siento tanto, nunca hice algo así con nadie. No suelo frecuentar amigos, de hecho no tengo amigos excepto mi gato que falleció.

Al recordarlo sentí mi corazón triste, no sé qué rostro pondría al pensar en sombra que me dijo:

— Ya cálmate, comprendo perfectamente, seguro sabes que yo perdí a mi madre y hermana hace muy poco.

— Sé que no es lo mismo, el sólo era un animal.

— Mejor cállate, es evidente que sufres mucho, quizá igual que yo.

— Un momento… ¿entonces me crees?

— Tengo la mente abierta, ¿no? Estudio magia, y al principio supuse que no funcionaba, pero si tú estás aquí entonces debe ser real. Luego está este increíble aparato y mis diarios que ya leíste… Eso quiere decir que sabes si conseguí salvar a mi madre y hermana ¿Verdad?

— Bueno… Eso no es muy claro, la última cosa que escribiste fue una frase: Si todo sale bien no importa realmente lo que me ocurra. Pero después de eso no hay nada, desapareciste y tu padre enloqueció a tal grado que tu hermano se tuvo que hacer cargo de todo. Desde ahí se dice que tu casa quedó maldita puesto que los siguientes tres dueños pasaron por cosas feas y murieron repentinamente o les ocurrieron catástrofes, hasta que nadie quiso volver a vivir en ella. Ya para el año 2015 la volvieron museo. Debe haber alguna forma de evitar que algo malo te ocurra, además de que me ayudes a regresar a mi tiempo, mis padres se pondrán muy mal si desaparezco.

— Tenemos los diarios a nuestro favor, préstamelos.

— Pero si los lees y no escribes lo que viene en ellos ¿no crees que crearemos una paradoja?

— De hecho ya existe una paradoja, cuando tú llegaste y no hice lo que dicen los diarios, puesto que te estuve cuidando, tenías fiebre y parecías estar muy mal. Tengo una idea, ¿qué te parece si copio lo que dicen los diarios en los que están en blanco? De esa forma cuando los encuentres estarán tal cual los escribí.

— Excelente idea. Aunque… ¿no crees que si realmente fuera posible alterar lo que aconteció los diarios mostrarían cambios?

— Que interesante pregunta, eso quiere decir que esto que vivimos es una línea nueva de tiempo, con posibilidades distintas. Al alterar el pasado alteramos el futuro pero no el pasado de dónde vienes puesto que aunque es futuro para mí, para ti es pasado. Por tanto los diarios que traes del futuro no mostrarán cambios aunque yo los haga, ya que los traes de otro pasado distinto a este, uno en el cual yo nunca te conocí.

— Eres tan listo, nunca conocí a nadie como tú.

— Dame esos diarios en este instante, necesito ver que pasará.

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Pensaba ponerla en una sola parte, sin embargo no la he terminado y al parecer esta bastante larga, así que aquí va la primera parte. Además debo agradecer a mis lindas amigas Gaby porque sin ella no sería posible esta historia, discutimos tantos pedazos y tantas ideas me dio; de igual forma su hermosa ilustración dio origen a varias partes. También a Prik puesto que ella me ayudo también dando ideas y confianza en una parte donde me faltaba.

También a todos aquellos que se ofrecieron a ayudarme.

Una cosa más todavía no está el lemón aquí pero espero que te alegre un poco esta historia Carlita ;)

Espero sus lindos comentarios