Animes: Hellsing ultimete / Inazuma eleven.

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Decleimer: ninguna de los dos animes me pertenece, sólo la historia.

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«Nacer de las cenizas.»

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P.V.

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¿Un sueño? ¿Eso fue? No, fue real, algo que en verdad paso y que aún sigue freco en el aire, aquel momento que aún me hace temblar el alma, erizandome la piel y aterrando mi ser.

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Ya hacia más de quince años que de practicar al fútbol desde ese partido contra Corea para la clasificación de Asia; mi padre junto a mi hermana Yuuka y mi nana fueron a ver aquel partido en el que mi mente y corazon se encontraban tensos ante la presión de a toda costa, hacer pasar al equipo.

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Cada vez el equipo se esforzaba más sin lograr un éxito, mientras que el equipo contrario aumentaba la presión en el equipo tanto en la defensa como en el ataque sin darnos un respiro para atacar o defendernos.

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Fue cuando su voz nos transmitió las fuerzas que necesitábamos y la creencia en nosotros mismos para alcanzar nuestros objetivos: Tobitaka logró defender la portería con su primera técnica al igual que Kidou y Akio, comprendiendo Yuuto por fin lo que el entrenador Hibiki tanto le decía sin decir sobre Fudou; Toramaru y yo logramos realizar el tiro combinado que tanto esperaba Utsunomia, dando un gran giro en el partido.

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P.V.

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—¡Hermano! ¡Resiste por favor! —gritaba con llanto Yuuka sosteniendo con sus piernas y manos la cabeza de su mayor quien yacía en el suelo expulsando sangre de su boca ante la herida de bala pérdida entre el corazón y el pulmón izquierdo.

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Quince años dedicados a la medicina y sus raíces, estudiando en Alemania, Italia, España e Inglaterra donde ahora se encontraba, donde las llamas del infierno consumían todo a su paso y las bestias del abismo devoraban a las personas quienes aterradas huían sin un lugar fijo ante su muerte que tarde o temprano les llegaría; el llanto de los niños, el clamor de las mujeres y el sufrimiento de los ancianos resonaban cual musica., una música de terror.

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Cuatro semanas desde que comenzo una oscura batalla oculta en la que las personas se encontraban en medio de aquella guerra que poco a poco consumía las esperanzas de la gente que era devorada por aquellos monstruos.

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El llanto era la melodía de aquella tarde sangrienta, los gritos y el clamor lo acompañaba como una puesta en escena en la que el escenario era toda la ciudad de Londres hundida en sangre, muertes y un fuego intenso cual horno al fundir metal, y los personajes secundarios era la gente inocente mientras los principales eran los bandos entrados en la batalla.

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Nadie sabe cuando o como, siquiera quien comenzó aquel infierno, sólo se sabe que a causado grandes daños en toda Inglaterra, y más sobre Londres donde se llevaba a acabó el climax de aquella guerra.

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Con las pocas fuerzas que aún le quedaban, logró moverse junto a su hermana a una tienda de auto servicio, perdiendo a cada movimiento y minuto más y más sangre.

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—Resiste hermano —las lágrimas recorrían sus manchadas mejillas hasta caer al cuerpo herido de su mayor quien se debatía entre la vida y la muerte.

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—Yuuka... —pronuncio débilmente ante el dolor de la bala dentro de el —vete, salvaje —.

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Negándose, se aferró más a el, lastimándolo sin querer —perdona, pero no te dejaré sólo, y menos aquí —.

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—Por tu bien te lo digo —jamás peleaban entre ellos, de hecho no conocían esa palabra entre ellos, más aquel momento sería la primera vez —tienes que regresar a Japón —.

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—Tu vienés conmigo —en un esfuerzo por levantarlo de entre las cajas donde estaba recargado, resultó peor ya que por el esfuerzo le causó más dolor —¡no te dejaré! —exclamo con dolor en su pecho.

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—¡Escuhame Yuuka! —alzando la voz, lo que pocas veces hacia —prometeme que estarás bien, quiero que te vayas de aquí y realices tus sueños —acariciandole con ternura la mejilla —primetelo por nuestros padres Yuuka —.

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Le dolía en el alma aquella situación, el tener que dejarlo ahí sólo, a su suerte, morir sólo —yo... Yo... —las lágrimas fluían con más rápidas en sus mejillas —no puedo... —.

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El estruendo fuera en la calle asusto a la chica quien soltó un leve grito de junto a un brusco movimiento tumbando unas cajas tras de ella —¡vete! —exclamo empujándola.

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La ayuda por parte de los países amigos de Inglaterra habían enviado aviones y helicópteros de rescate a puntos vistos de la ciudad para rescatar a los civiles que aún se encontraban con vida; con dolor profundo en todo su ser, abrazo por última vez a su menor quien se aferró a ella en un abrazo doloroso tanto por la herida como por el momento.

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P.V.

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De alguna manera tenía que hacer que se fuera, no permitiría que nadie ni nada le pasará, ni mucho menos que un monstruo la tocara un sólo cabello.

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—Prometemelo por nuestros padres —se que te duele tanto como a mi el ponerte en esta situación, pero mi mayor prioridad es el que estés bien a cualquier costo —¡prometelo! —oduaba gritarle a ella, pero no tenía opción, sus lágrimas caían por sus sonrojadas mejillas hasta el suelo.

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Odio, me odiaba a mi mismo por tener que dejarte ir sola haya afuera, sin poder cuidaerte y defenderte, pero no había otro modo, como aquellas veces, cuando Kageyama te causó el accidente, el secuestro de los extraterrestre.

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Me sentía un asco al no poder tenerte a salvo y que siempre por mi culpa te pasarán cosas malas; tus brazos me rodearon con fuerza, queriendo no separarte de mi, e igaul correspondí para después empujarte a que te fueras.

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Mi cuerpo perdía tanto sangre como fuerza, era médico, así que sabía cuanto tiempo me quedaba antes de que la bala y la infección que seguro me daría acabará conmigo. Podía escuchar las hélices de los helicópteros, la poca gente correr para llegar y abordar, por lo menos me tranquilizaba que no iría del todo sola.

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Fue cuando escuche varios balazos y la gente comenzar a correr, de nuevo las bestias del infierno atacaban —demonios... —maldeci con ira.

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P.V.

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Las calles con aún restos de cuerpos humanos sin vida, siendo de alimento para los ghouls que aún quedaban se pie despues de la sangrienta batalla que había pasado horas antes.

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Cargando de nuevo el arma, comenzó de nuevo a disparar contra aquellos seres dandoles en el puro rostro enviándolos al infierno de donde salieron.

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P.V.

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Todo se había vuelto un caos, más de lo que ya lo era, y aún más con la muerte de mi maestro; Integra y yo sobrevolábamos los cielos y edificios observando losa pocos pero aún restos de personas tanto vivas como transformadas huyendo hacia los helicópteros de rescate que habían mandado España y Portugal.

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Algunos ghouls seguían vivos devorando cuerpos de seres inocentes metidosa en una guerra que no les pertenecía pero de la cual se cuero gravemente afectados, tenía que acabar pronto con ellos antes de que otra cosa pasará; dejando a Integra en un lugar seguro, trate de ocultar como pude mi brazo ante la gente que había presente.

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P.V.

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Todo se había vuelto un caos de lo que ya era, y aún más con la muerte de mi maestro; Integra y yo sobrevolabamos los cielos saltando de un edificio a otro observando los restos de las víctimas tanto inocentes como causantes de aquella gran batalla provocada por un hombre aferrado a ellas.

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Algunos ghouls seguían vivos por lo que debía acabar con ellos lo más rápido posible antes de que causarán más desastres; dejando a Integra en un lugar seguro donde las fuerzas de apoyo se encontraban, por mi parte me oculte para no asustar a la gente que se encontraba ahí, escuche el llanto de una chica de no más quince años de edad con cabellos atados en dos trenzas y bellos ojos oscuros cubiertos por las lágrimas que caían al suelo.

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—¡Por favor se lo suplicó! —la escuchaba decir con dolor en sus palabras —¡mi her año sigue vivo allá afuera! —.

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—Lo sentimos mucho señorita, pero no podemos hacer nada, nuestro deber es ayudar a los que llegan a este lugar —escudandose, se retiró a ayudar a otra persona.

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La chica seguía llorando arrodillada, lo que me cuando irá al no poder ayudarla, me comenzó a inquietar aquella situacion, el hecho de que alguien este vivo y expuesto a los males de las calles me hacia arder la piel de coraje.

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—Seras... Seras... —escuche después de unos minutos en los que me había perdido en mis pensamientos.

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Girandome, Integra se encontraba con un vendaje en el ojo daño cruzada de brazos con un puro en sus labios —ah... —no salía palabra alguna de mi boca ante su llegada.

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—¿Qué te preocupa? —pregunto con su habitual tono sosteniendo el puro en la mano y expulsaba el humo casi en mi rostro.

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—¿A mi?... Bueno... —juga con mis dedos pensado en alguna respuesta de que dar, más sabía que Integra me descubriría tarde o temprano, por lo que me resigne —me medio inquietud una niña... —.

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Su mirada azul de su orbe sano fue más que suficiente para intimidarme menos de lo que hacia con ambos, poniéndome nerviosa —la idea de querer ayudar a alguien y no... —continue hasta que me recordó a mi cuando era policía, mis compañeros habían sido atacados por aquellos ghouls y aquel vampiro que los controlaba; huí, corrí lo más que pude en busca de ayuda, pero no había nadie, rápidamente me encontraron y estaba a punto de violarme aquel ser hasta que el apareció, mi maestro, salvándome en ese momento.

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Un agujero en el pecho, dando en el pulmón exactamente, pero acertando en el corazón del vampiro que me tenía de rehén —¿qué decididas, chica policía? —sosteniendo mi mano con delicadeza, el recuerdo de la muerte de mis padres surco mis pensamientos, tenía miedo de morir, temía a la muerte, me aterraba —padre... Madre... —mis lágrimas resbalaban por mis mejillas.

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Sus colmillos penetraron la piel de mi carne, siendo lo último que sientira en ese momento para después de unas horas despertar en la mansión Hellsing con todos mis sentidos diferentes, además de mi cuerpo, pero no mi mente.

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—Seras —sin necesidad de gritar ante su voz fuerte y firme, volvió a sacarme de mis pensamientos donde me encontraba.

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—¡Ah!... ¡Si! —poniendome firme.

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—Ve.

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—¿Eh?

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—Ve y busca a esa persona, traela contigo, es una orden.

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—Ah... ¡Si! Ama —asintiendo, salí sin ser vista del lugar en busca de una persona que no conocía, lo que me complicaría las cosas —¿como lo encontraré?

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—Lo sabrás cuando estés cercas —hablo dentro de mi Bernadotte .

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Continuará...