disclaimer Los personajes no me pertenecen, ya quisiera. Este fic participa en el Reto Temático de Enero "Damon & Bonnie" del foro The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons

Durante sus muchos años de existencia Damon había visto una gran variación de cosas, de lugares y situaciones; también había experimentado una gran cantidad de emociones muy diversas. No fue difícil darse cuenta de lo duales que podían ser los humanos. En un momento podían querer y amar algo como al siguiente podían despreciarlo y odiarlo. Damon amaba profundamente, amaba en la misma medida en que odiaba y, tal vez justo por eso, pasar del amor al odio, del deseo al desprecio, de la amistad a la enemistad, siempre se le daba muy fácil. Por supuesto, eso no quería decir que renunciara fácilmente a aquello que quería, sin importar los periodos de oscuridad que hubiera pasado.

Algunas veces, Damon ni siquiera está seguro de lo que siente, sus emociones, todas tan diversas y contradictorias, se mezclan y se hacen un revoltijo. Durante sus años humanos el amor por Katherine resultaba casi vertiginoso, todo su mundo giraba alrededor de ella, después de que se convirtió en vampiro eso no cambio. Su existencia se limitaba a esperar el momento oportuno para recuperarla, para abrir la tumba, todo lo demás carecía de color, con muy pocas ocasiones donde intentaba "seguir adelante", o buscaba un mejor método para sobrellevar la espera.

Con Elena no fue distinto, ella lo hacía mejor persona, un mejor hombre, más humano. El la adoraba, mataría y moriría por ella, en cualquier momento y en cualquier ocasión. Elena era la chica por la que había luchado, la chica ala que había ganado. Por fin tenía a su chica.

O la tuvo, todos esos años de ser una terrible persona no pasaban en vano. El destino o lo que fuera había decidido que era el momento de cobrar. Con la destrucción del otro lado quedó atrapado en este infierno. Arrastrando a Bonnie. La bruja, o ex bruja, pensaba que todo era parte de un plan de su abuela, no entendía, sin importar cuantas veces lo dijera Damon, que esto era un infierno. A Damon no le gustaba darse por vencido, él siempre quería buscar una salida para estar con las personas que le importaban, e ideaba planes magníficos (aunque estuviera mal que lo dijera él mismo), además esta con Bonnie, ellos hacían un equipo invencible. Quizás en otra ocasión, quizás en los viejos tiempos.

De todos los lugares posibles y de todas las épocas posibles, no es coincidencia que terminen aquí. Y está bien, Damon ya lo ha aceptado, sólo quisiera que Bonnie lo hiciera también en lugar de ser tan molesta. Claro, él ha estado molestándola por su ineptitud para hacer magia, pero es más costumbre que verdadero malestar.

Por apático, pesimista y molesto que Damon intenta ser, la verdad es que ha llegado a disfrutar de la rutina que establecieron, de los pequeños momentos, de la lenta unión que se ha ido formando entre ellos.

El primer mes habían trabajado incansablemente, planeando e intentando distintos enfoques para encontrar el camino a casa. Al final todo fracaso. No estaban seguros de exactamente donde estaban (Damon insistía que era su infierno personal y Bonnie se quedó atascada con él por accidente) y sin nada de magia todos sus intentos eran inútiles. Esto llevaría a mucha frustración, peleas, gritos y Bonnie yéndose y pasando unos días en su casa y no en la de los Salvatore. Después alguno de los dos se tragaría su orgullo y, o bien Bonnie volvería y se sentaría obstinadamente en un sofá cercano al vampiro, o bien Damon iría a buscarla y se sentaría a unos pocos metros de ella. No mencionaban lo que provoco el estallido pero si hablaban de otras cosas, algunas banales y otras personales. A Damon le daba miedo toda la situación.

No está seguro de cómo empezó. Sólo recuerda que Bonnie lo evito por semana y media, Damon al principio estaba furioso, luego preocupado. No tenía ni idea de donde estaba la bruja, llegó a pensar que se había ido de la ciudad y lo dejó atrás.

El sentimiento de soledad y abandono fue tan grande que pensó que se iba a ahogar. Durante nueve semanas Bonnie fue una presencia constante, nunca se había sentido solo, pero la posibilidad de estarlo, de estar en esa ciudad realmente solo, sin nadie que lo distrajera, era abrumadora. Fue por egoísmo que la busco hasta dar con ella en uno de los mejores hoteles de la ciudad.

Se miraron un par de minutos y luego Damon se sentó a su lado, tan cerca que casi podía tocarla. No diría que lo sentía. Nunca.

Aprendí a cabalgar a los ocho años, —suelta de repente, no está seguro de porque lo dice, jura que su boca se movió sin su permiso— para entonces mi madre aún vivía — ahora la bruja lo estaba mirando sin entender a donde iba —… a ella le encantaba y me enseño ella misma, me costó mucho, no creerías las caídas que me daba, pero con el tiempo lo conseguí. Mi madre pensaba debía seguir intentándolo. Me volví muy bueno, el mejor diría— ahora no puede evitar la arrogancia en su voz o la sonrisa en su cara—. No sé si alguna vez has montado en caballo Bon-Bon, es una sensación maravillosa, sentir la velocidad, la libertad, el poder y la fuerza del caballo debajo de ti… lo adoraba. —su voz se va apagando. Se siente idiota.

Bonnie se levanta y cuando Damon piensa que va a dejarlo, que no le importa en lo más mínimo, y sinceramente no debería, ella le sonríe y le tiende la mano.

Después de eso las cosas tomaron un giro surrealista, no importaba cuantas veces o sobre que discutieran siempre acababan buscándose. Las conversaciones (monólogos) no pararon. Damon le hablo mucho de los cabellos, de cuanto amaba la libertad, de la guerra, de los placeres de ser un vampiro, de travesuras hechas en su época como humano y, una vez le habló de su madre pero nunca de su padre, de la misma forma que Bonnie no mencionaba a sus padres o a su abuela. Bonnie en cambio le hablaba de pequeñas anécdotas de su infancia junto a Elena, Caroline y Matt o sobre sus épocas y festividades favoritas, una vez incluso intento explicarle porque le gustaba la magia y como se sentía tenerla. Un día Bonnie le dijo que él tenía mejores historias (aunque pensaba que las exagerara) y que las de ella se acabarían pronto, fue el primer día que Damon se limitó a darle una sonrisa sincera y ninguna replica sarcástica.

Damon amaba sus conversaciones de la misma manera en que amaba el resto de las cosas que se convirtieron en rutina, el desayuno, las compras, los juegos, algunos paseos y caminatas (sobre todo a la casa de Elena)… su favorito, sin embargo, era el momento de la lectura.

¿Qué es esto? — había preguntado Bonnie.

Un libro — resalto Damon rodando los ojos, la bruja iba de mal en peor.

Ya lo sé, ¿de qué? No entiendo lo que dice. —Bonnie se había sentado a su lado en el sofá y le estaba tendiendo un pequeño libro de tapa blanca.

Son poemas, están en italiano. —Damon vio el brillo en sus ojos, los últimos días tenían un aire tenso, un cambio les vendría bien. Además cualquier oportunidad para que Bonnie se callara un rato era buena. — ¿quieres oír uno?

Bonnie se acomodó en el sofá y cerró los ojos, la voz de Damon tenía un tono suave, la forma en que las palabras se formaban y salían de su boca le recordaban a una nana, hipnótica y dulce. En contra de lo que Bonnie pensó Damon no paro después del primer poema, siguió durante un rato más, tal vez veinte o treinta.

¿y? —pregunto el vampiro con una sonrisa satisfecha.

Uhmm… nada mal—aseguro Bonnie con una sonrisa, quería parecer indiferente, no importaba cuanto le hubiera gustado, nunca era bueno darle a Damon algo con que molestarla.

Fue la primera vez que Damon pensó que todo estaría bien. Sí, estaba en su infierno personal, pero mientras tuviera a Bonnie con él las cosas no estarían tan mal.


Intente escribir este capitulo unas cinco veces y aun no me convence. Pero personalmente me gusto. Si alguno se pregunta (yo lo hago) por qué faltan los guiones al comienzo de los diálogos... Ni idea, mi escusa es que soy un asco manejando esto.

Opiniones son bienvenidas.