CAPÍTULO 1: TRAIDOR

Hermione Granger repasaba, organizaba o rechazaba informes a una velocidad asombrosa. Aquel había sido un día duro, y deseaba con todas sus fuerzas irse a casa para disfrutar del fin de semana. Puso una mano sobre sus ojos para que estos descansaran unos instantes, y volvió al trabajo.

De todas formas, pese a su cansancio, disfrutaba con lo que hacía. Inefable en el Ministerio de Magia. Cierto que no le tenía mucha simpatía al ministerio, pero desde que estuvo en ese departamento durante su quinto año de colegio, notó crecer su curiosidad. Aun estaba en el puesto más bajo, y solo se dedicaba a algo parecido a lo que los muggles llamarían "secretaria". Le estaba vetada la mayoría de la información, y los informes que le llegaban estaban sellados mágicamente para que nadie pudiese leer su contenido.

Pero ella conseguiría ascender. No por nada eran la alumna más brillante que vio Hogwarts en muchos años.

Además su deseo de ascender se había incrementado últimamente. A penas se preocupaba por los miles de informes que llegaban a sus manos para ser debidamente archivados… excepto en una ocasión, unos días atrás.

- ¡Herms!

- Hola Katie. ¿Qué puedo hacer por ti?

- Nada. Solo me despedía, por hoy yo ya me voy. Tú no deberías quedarte aquí mucho más. O empezaré a pensar que realmente eres una adicta al trabajo que necesita atención médica –dijo la morena con tono de burla-

- No tranquila. Me iré dentro de poco. El domingo nos vemos para comer.

- Ok. ¡Hasta luego!

- ¡Adios!

Después de irse se quedó completamente sola. Tomó el siguiente informe, y antes de archivarlo con presteza se extrañó por las palabras que aparecían en la carpeta marrón que lo contenía: "Poción VT".

No sabía por qué, aquello le resultaba familiar. Como si fuese un sueño que no recordaba con exactitud al estar despierta… Poción VT...¿qué sería?

Además, una poción no era exactamente el tipo de asuntos que manejaba el departamento de misterios.

Normalmente la poca información que veía en su trabajo sobre aquellas carpetas era un nombre en clave impreso sobre la misma y lo necesario para que ella pudiese ordenarlo convenientemente. Ya está. Nada más. Letras que parecían escritas de forma totalmente aleatoria, sin ningún sentido para ella. Destinadas sólo a que los adecuados las descifrasen.

Claro, que podía ser que, en este caso, la combinación aleatoria hubiese dado esa extraña combinación… No, podía ser, la posibilidad era ínfima. Además estaba esa sensación, ese instinto que tenía ella y del que se fiaba 100.

Los primeros días miraba cada carpeta como si fuera un tesoro. Intentando descubrir alguna asociación en su mente y poder saber qué contenía el informe de su interior. Pero después de meses de trabajo, actuaba de forma mecánica.

Menos aquel día.

De todas formas lo archivó convenientemente y decidió seguir unos minutos más. Después iría a casa. El informe no desapareció por ello de su mente.


El Ministro de Magia miraba fijamente el vaso que tenía en las manos. El whisky hacía chocar a los hielos entre sí. Ya no quedaba nadie en el ministerio. Lo único que se oía eran aleteos débiles de memorandum que descansaban en su papelera.

Definitivamente la derrota a Voldemort había marcado un antes y un después en la historia mágica. Las vidas perdidas, las batallas en las que casi perdían la esperanza, los años de desolación… Pero la opinión popular, "con razón, pensó furioso" atribuía el éxito de la guerra a la Orden del Fénix, sus integrantes y a Harry Potter y sus inseparables amigos.

Eso cambiaría dentro de poco. Los descubrimientos recientes iban a volver a dar el prestigio necesario al ministerio.

Claro que todavía quedaban cabos sueltos sin atar. Cuando una guerra termina no es por exterminio de una de las partes, desde luego. Aunque el-que-no-debe-ser-nombrado no era un problema, y muchos de sus mortífagos se fueron con él, no todo estaba echo.

Entre la población quedaban aun muchos orgullosos de su sangre limpia, "inocentes" ante la ley, ley que no pudo encontrar relación alguna que les vinculará a los seguidores de Lord Voldemort. ¡Malditos fanáticos!

Se decía que en secreto planeaban algo grande, un golpe que avisara a la sociedad de que aun quedaban amantes de los ideales de aquel loco. Él sabía que aquel grupo de rebeldes buscaban lo mismo que el ministerio, aquella valiosa poción que podía cambiar de nuevo la reciente situación de paz…

El ministro los sentía como un mosquito. Pequeño, pero revoloteando sobre las cabezas de todos, dispuesto a picar en cualquier momento. La paz aun no estaba conseguida del todo.

Tenían que manejar la información con cuidado… el ministro sonrió. Pronto su nombre también formaría parte de la historia.


Draco Malfoy había quedado en la ruina. Sentado en una orilla de su cama, contemplaba su habitación como si nunca la hubiera visto. La situación para él era vergonzosa. Ya no tenía a sus padres con él, y por tanto a ningún familiar criticándolo por dejar tan bajo el nombre y orgullo de su apellido. Pero no lo necesitaba.

Él ya sentía esa rabia e impotencia correr por sus venas. Solo le quedaba la mansión Malfoy, que se negaba a entregar a pesar de las deudas. Se había criado en aquel imponente edificio, correteado por sus jardines, y aprendido a volar por sus dominios... Él no podía desprenderse de su propia casa.

Pero pronto todo eso acabaría. Le daban igual los exmortífagos, o los correctos magos amantes de los sangre-sucia… Quería recuperar el buen nombre de los Malfoy a toda costa.

Aunque había perdido su fortuna, aún tenía contactos influyentes. Sabía de la existencia de la poción que el ministerio quería conseguir a toda posta. El golpe maestro para tener el favor del pueblo con ellos.

¡Idiotas! Sería más listo que todos. Conseguiría ese estúpido potingue y recuperaría el poder. Lo vendería al mejor postor. Pero para eso necesitaba rodearse de las personas adecuadas, no podía hacer todo el trabajo solo.

"Nott:

Contad conmigo.

Draco M."

Dobló cuidadosamente el pequeño pergamino.Rozó con sus dedos el suave pelaje de la lechuza que estaba a su lado y ella lo miró con sus ojos ámbar.

- Lleva esto a Nott, Morgana.

Y como si Morgana fuera un humano que entendiera perfectamente las órdenes de Malfoy salió pronto por la ventana, y se perdió en el horizonte.


Bueno, este es mi primer ff. Espero comentarios tanto en lo bueno -si lo hay XD- como en lo malo. Aún falta toda la trama por desarrollar y esta es una especie de prólogo.Muchas gracias a tods los que lean!