Comentarios: Bueno, no he visto fics de ellos en español y me atreví/animé a escribir uno u3u No es muy común verlos, pero sé que hay gente que les gusta, así que, un pequeño regalo no tan común ~
Discleimer: Ningún personaje me pertenece, todos son propiedad de DreamWorks y sus respectivos dueños.
Atención: Esta puede que sea una pareja algo extraña, debido a la costumbre. Va principalmente desde el punto de vista de Ruffnutt aunque no lo narra ella. Leve mención de Ruffnutt/Snotlout y Hiccup/Astrid, aunque la pareja en sí sería Hiccup/Ruffnutt. Disfrútenlo ~
Películas involucradas: How to train your dragon [Como entrenar a tu dragón]
Solamente Astrid
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Ahí estaba. Ella lo observaba, mientras él miraba a la chica. La rubia se escondía detrás de una columna, espiando al hijo del Jefe quien reía junto a ella. Su mejor amiga. Muchos dirán que son celos. Ella era la adolescente más hermosa de toda la isla. Tenía todo lo que pudiera buscar un vikingo en la pubertad, además de la fuerza para mantenerse firme en batalla. Ella… era Astrid.
Recordó el momento cuando vio a aquel niño. Era temeroso, cerrado, introvertido. Amaba su libreta y muy pocas veces se lo veía con algún otro infante del lugar. Recordaba cuando Snotlout le molestaba por ser tan delgado y débil. Astrid siempre reía en compañía de Tuffnutt, quien muy a pesar de todo había sido un idiota desde pequeño. Agradecía a Fishlegs el no ser otra carga moral más para el pobre heredero, que ya bastante tenía que soportar.
Los demás vikingos siempre se habían burlado o dado indirectas a Stoick por su hijo. El Jefe siempre se defendía. Hiccup siempre fue como la respetada y amada Valhallarama. Su mismo color de cabello, aquellos ojos verdosos como el follaje de los arboles en primavera. Su cuerpo. Sus pecas. Hiccup tenía mucho de su madre, y a pesar de todas aquellas palabras, Stoick amaba a su hijo, la única familia que le quedaba.
Y luego estaba ella. Ruffnutt Thorton. Apenas era una pequeña insolente ignorante de la vida, pero le había gustado. El niño le había parecido gracioso, aunque tierno y lindo. Nunca había un mal en él. No era bruto como su hermano y siempre la saludaba cuando ella lo observaba, siempre con esa sonrisa tan característica de él, tímida.
Pero a él le gustaba Astrid. ¿A quién no le gustaba Astrid? ¿Quién no tenía sus ojos puestos en ella? Y ella se había comenzado a acercar a él. Luego de que Hiccup hiciera el gran cambio interlocutando con Toothless, el castaño y la rubia eran algo así como 'amigos con derechos'.
Los había visto besarse más de una vez, y solo podía desviar la vista y fingir. Fingir que no vio nada y que todo está bien. Bien, aunque realmente no lo esté.
Astrid era su mejor amiga, no había cosa que no se contaran. Se contaban todo. Cada detalle. Y eso destruía poco a poco el pobre corazón de la gemela, que intentaba por todos los medios sonreír y alentarla, a correr y maldecir al mundo su suerte.
Más de una vez la habían escuchado llorar en la intimidad de su cuarto. Junto a Barf y Belch, quienes intentaban por todos los medios darle apoyo. En las costas donde nadie la veía y repetía una y otra vez sus confesiones al aire. Nadie la escuchaba. Nadie debía escucharla. Poco a poco se deterioraba.
Entraba al gran salón con una mirada indiferente, aunque muchos podían notar como sus ojos hinchados y rojos, miraban la nada. No era nada y a la vez todo. Atravesaba gran cantidad de emociones cada día, y las desquitaba con todo mundo. Menos Hiccup y Astrid.
Enojo. Ira. Euforia. Tristeza. Alegría. Bronca. Pena. Angustia. Desconcierto. Ira nuevamente. Para finalizar en miedo. Miedo a estar viviendo una realidad enfermiza. Aquella realidad que poco a poco la sucumbía ante su negatividad.
Ruffnutt era necia y testaruda. Bruta y holgazana. Irritante y algo odiosa. Pero por más masculina que fuera, por dentro solo era una chica con mal de amores. Y los expresaba de formas algo extrañas.
Poco a poco fue decayendo, alejándose, manteniéndose distante. Algunos notaban ese cambio, aunque viniendo de ella no le tomaban importancia. En momentos como ese agradecía infinitamente a los dioses por la exclusión. Podía estar tranquila, reírse, llorar, pero era una de las más excluidas del grupo. Y ya con la menor de los Hofferson ni se juntaba a hablar, puesto que la oji-cielo estaba todo el día entrenando, con Stormfly o, simplemente, acompañando a Hiccup.
Nadie notaba el cambio tan repentino en su voz al hablar. Como le temblaban las cuerdas vocales como si estuviera por romper en llanto. Como le temblaban las manos cuando tomaba un hacha o un martillo.
Pero Tuffnutt sí. Tuffnutt claro que notó cómo ya no lo golpeaba. Notó como se ausentaba por las tardes en las que practicaban o jugaban con Barf y Belch. Notó como ya no lo insultaba, como ya no se peleaban. Notó su ausencia. Su distancia. Notó la preocupación en el dragón de dos cabezas. Notó todo eso. Porque Tuffnutt no era idiota, sabía que algo le sucedía a su hermana. Él sabía que Astrid ya no era la misma con ella. Rara vez las veía intercambiando palabra. Rara vez las cosas eran normales.
Fue por eso que una noche la interceptó en su cuarto y sin decir una sola palabra, la abrazó. Un abrazo que jamás en su vida le había dado, pero sin embargo sabía que ella necesitaba. Necesitaba aliento. Y pasó lo impensable. Cualquiera hubiera previsto un empujón o una golpiza. Pero no. Ruffnutt lloró. Lloró como nunca antes lo había hecho, en el hombro de su no tan odioso hermano.
Sus padres se alegraron ante tal contacto en sus hijos, y supieron que era mejor callar. Ruffnutt era inteligente, más que su hermano. Lograría resolver todos sus problemas ella sola. Solo por ahora, debía pensar.
Su conciencia le repetía mil veces que no. Que era una mala idea. Que terminaría más destruida de lo que ya estaba. Que se arrepintiera y se fuera antes de que las cosas fueran peor. Pero no. Ruffnutt es terca y testaruda. Bruta y holgazana. Irritante y algo odiosa. No escuchaba nunca a su corazón.
Creyó que para olvidar a aquel que inconscientemente se había quedado con su pálpito, debía reemplazarlo.
Pasó un tiempo en el que se oficializó su relación con Snotlout. Fue tan chocante que Tuff tuvo que morderse la lengua para no gritarle allí mismo lo idiota que era. Porque sí, era una completa idiota que no sabía que pensar ya. Que solo quería escapar, por ser la típica mujer de las historias que no consigue nada más que amistad. Amistad. Amigos y nada más.
Lo más doloroso de todo, fue ver como el heredero se acercaba a ella y con una enorme sonrisa la felicitaba. Fue muy hábil el movimiento o el castaño muy ingenuo, pero se creyó que lloraba de felicidad. Felicidad que no tenía. Que no era de ella. Él jamás sería de ella. Solo amigos y nada más.
Y fue una noche de primavera que se hizo una celebración por algún motivo que desconocía. Cada femenina se vestía con sus harapos más hermosos y concurría de la mano de un caballero. Ella, claro, había ido con Snotlout, mientras que Astrid obviamente con Hiccup. El muchacho no podía evitar ruborizarse al solo ver a la rubia a su lado. Ruff observaba. Astrid era hermosa. No había mirada que no se clavara en ella al pasar o a distancia. A comparación de ella que, estaba junto a su pareja, observando a la muchacha y el hijo del Jefe. Ella no era nada a comparación de ella.
Snotlout la llamó por cuarta vez hasta que logró sacarla de sus pensamientos y hacer que despegara la vista de ellos. La rubia-cenizo le sonrió con nerviosismo, y recibió el peor de los golpes. Un golpe directo en el rostro. La humillación misma, que ni Snotlout se dio cuenta del error que había cometido. Fue transparente el dolor.
— Astrid se ve linda, ¿no crees? Hiccup tendrá problemas esta noche — Soltó con gracia, mientras reía un poco.
Linda… Ruffnutt lo observaba y solo sonrió forzosamente. Todos tenían ojos para Astrid…
— Astrid está mucho más cariñosa desde lo que pasó — Comentó un día Hiccup, mientras trabajaba en la fragua en compañía de Ruffnutt. La de cabello rubio-cenizo solo lo escuchaba sentada en un tablón. Temprano por la mañana, Mulch y Bucket habían pedido ayuda para trasladar el ganado, por lo que Stoick envió a los más jóvenes. Ruff se había salvado por despertar tarde ese día, y bueno, Hiccup no sería de mucha ayuda levantando peso. El chico mantenía una sonrisa rotundamente feliz. Su pecho se oprimió. — ¿Y a ti como te ha ido con Snotlout? — Preguntó curioso al verla.
Ruff lo observó y desvió la mirada. — Terminé con él hace dos semanas — Hiccup se detuvo, para observarla sorprendido. Ella solo miraba un clavo oxidado en el suelo.
— ¿Qu-…? —
— Me gusta otro vikingo — Lo interrumpió, y volvió a verlo. Poseía una sonrisa hermosa y sincera. — Y hace poco descubrí que realmente lo amo… — Haddock intentó retomar su labor, observándola de reojo. — A Snotlout… le quiero, pero estoy enamorada de este chico… — Tomó un trozo de madera y jugueteó con él en el silencio que se formó luego. — Oye, Hiccup… —
— D-dime… — Mantuvo su vista en lo que hacía, escuchando atentamente a la chica. Ella no lo miró.
— Sé que no soy la más bonita, ni tengo los mejores ojos… — Comenzó, el chico la miró. — Sé… que no tengo el mejor cuerpo, ni mis habilidades son tan increíbles… — Ahora, ella lo miró. — Pero… Merezco una oportunidad, ¿verdad? — Finalizó, presionando con sus manos el objeto. Hiccup sonrió.
— Por supuesto que sí. No sé si lo que dices de ti sea cierto, pero seguro ese chico ya se ha fijado en ti — Comentó con inocencia, totalmente lejos de la verdad. Ella sonrió captando aquello y se puso de pie, dejando el astillado en el suelo. Se estiró bajo la mirada confusa del castaño y rió.
— Gracias… — Se acomodó y sacudió su falda. Luego suspiró. — Pero no creo que eso sea verdad, siquiera posible… — Caminó a la salida.
— ¿Por qué no, Ruff? — El entrenador de dragones dejó a un lado un par de piezas, siguiendo sus diseños. Ella se detuvo en el marco, con una sonrisa hacia el exterior, dándole la espalda. Él la observó y dudó, sin embargo, habló. — ¿Ruff? —
— Porque… — Ladeó la cabeza, sonriéndole de la forma más burlona posible. — Él ya tiene a alguien. Ella es hermosa, tiene unos ojos preciosos. Su figura es envidiable y posee habilidades dignas de una vikinga — El chico la observó, totalmente callado. — Él… — La rubia caminó hacia afuera, dándole una última mirada mientras decía algo antes de irse. Aquella última frase había dejado helado al menor de los Haddock. Aquellas palabras habían sonado como un susurro en sus oídos y haciendo eco en su cabeza. Retumbando en su interior.
Sus pupilas se aminoraron, mientras miraba el lugar por dónde la gemela se había ido. Hoark entró tras unos minutos y rio al verlo de ese modo. Le dio un par de palmadas en la espalda, ignorante de lo que acababa de ocurrir. El heredero no pudo hacer más que cubrir sus labios y sentarse en un banco.
—Él… Solo tiene ojos para Astrid… —
Es cortito ya que solo quise probar ~
Si les gusta, puede que haga otro u3u o siga este. Pero si no, pues ~ Dejémoslo allí.
Me gusta mucho Ruffnutt en lo que es el personaje, y con Hiccup es interesante. Desde luego adoro el Hiccup/Astrid pero siempre es bueno cambiar de opciones de vez en cuando ~
Sin más que decir, ¿reviews? ~
