La propuesta

Summary: Hermione Granger, exitosa pero solitaria, es la editora jefe en "El Profeta de NYC"; y Draco Malfoy, con sueños de ser escritor, es su asistente desde hace 3 años. Él no podría odiarla más, y a ella no le podría importar menos. Pero la situación da un giro inesperado retorciendo su relación profesional cuando Hermione se entera de que va a ser deportada a UK por no haber renovado su visa de trabajo. Amenazando a Draco de destruir su carrera, Hermione lo forza a "casarse" con ella salvar su trabajo. ¿Aceptará Draco la propuesta de su jefa a pesar de su odio?

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Capitulo 1: Día difícil

Draco

Era jueves de noche y como de costumbre el O's Bar estaba repleto de gente que buscaba escaparse de su propia vida por un momento, y disfrutarlo. Jóvenes que deseaban perder el control, mujeres desesperadas que buscaban encontrar al amor de su vida ahí, señores que estaban hartos del matrimonio…y amigos que se encontraban en su lugar favorito a tomar un par de cervezas.

Cuando recién llegó a la ciudad de Nueva York en busca de trabajo conoció el O' Bar después de tener una terrible primera entrevista de trabajo en El Profeta de NYC. Se había puesto tan nervioso que incluso dijo mal su nombre; pero quién diría que una semana después estaría en el mismo bar celebrando su entrada como asistente ejecutivo en el periódico más importante de América, y uno de los más reconocidos mundialmente.

Tres años después Draco seguía frecuentando el establecimiento cada vez que podía, y de ley cada viernes con sus amigos. Pero esta vez fue diferente, sólo quedó con una de sus amigos.

Era jueves y al día siguiente tendrían que trabajar, pero era una ocasión especial, esas que no ocurren todos los días. Su mejor amiga estaba…

– ¡Embarazada! ¡No puedo creerlo, pero sí es cierto! He ido al doctor hoy mismo luego de hacerme dos pruebas ayer y salir positiva. Al parecer llevo 7 semanas de gestación pero no lo había notado, mi ropa me sigue quedando igual.

–Estoy muy feliz por ti y por Ron, Luna; este bebé es lo que tanto deseaban. Y él no podría tener mejores padres – Draco abrazó a su amiga y la besó en la frente fraternalmente.

Para él Luna era la hermana menor que nunca tuvo. Se conocían desde la primaria, cuando Draco la salvó de unos niños roba lonches, y desde entonces se convirtieron en los mejores amigos; y cuando el momento de trabajar llegó los dos se mudaron juntos a la asombrosa ciudad de Nueva York, persiguiendo sus propios sueños, pero siempre unidos.

–Quiero que seas su padrino, Draco. –Pidió, llevándose una mano al vientre, y mirándolo con esos ojos azules que lo obligaban siempre a decir "si". Y así fue.

–Me encantaría verte tan feliz o más que yo, querido. Deseo que encuentres a la mujer ideal para ti y formes una familia.

Draco rio de lado, pasándose una mano por el cabello perfectamente peinado. ¿Cuántas veces no habían tenido esta plática ya? Si bueno…muchas! Incluso más que las veces que su madre se lo había mencionado; y eso era decir mucho. Encontrar a la mujer ideal, aunque si era una de sus prioridades del momento ya que se acercaba a los temerosos 30 años, era algo complicado.

–No te rías. –Amenazó ella poniéndose seria momentáneamente, luego pareció distraerse con algo que estaba de espaldas a Draco, y segundos después volvió su atención a él sonriente. –No vayas a voltear, pero hay una chica super guapísima que me he fijado que no te quita los ojos de encima. Así que me voy a ir, disfruta tu noche, Draki.

–¡Luna, no! ¿Qué haces? –Susurró ansioso. – Vine a verte a ti, además mañana debo trabajar no puedo pasarme mucho tiempo por aquí.

En contra del ruego de su amigo, agarró su gabardina negra, sacó de su cartera un billete y lo puso sobre la mesa, dejando ver su anillo de casada.

–Entonces llévatela a tu departamento, y muéstrale tu lado salvaje. Rawr!– Gruñó, graciosa. Y con un guiño dejó el bar.

Pensó en salir de tras de ella, pero, por otro lado, tenía curiosidad de conocer a la chica "super guapísima" que Luna había visto.

Miró su reloj. A 10 horas para despertarse.

Estiró las piernas, y sacó una cajetilla de cigarros, y se distrajo por un momento, esperando que la chica lo buscara.

–¿Ya se fue tu esposa? – La chica se sentó frente a él. Era una belleza absoluta. Rubia, delgada y de piernas torneadas, con una mini falda que no dejaba mucho a la imaginación.

Draco se inclinó sobre la mesa, y ella hizo lo mismo, quedando a pocos centimentros del otro.

–No es mi esposa. –Le ofreció un cigarrillo, y prendió el suyo.

"Uno de vez en cuando no hace daño".

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Escuchó sonar la alarma entre sueños. Se sentía cansado, necesitaba dormir 5 minutos más, asi que estiró la mano hacia su buró y buscó darle un manotazo al reloj. Palpó la mesa tratando de encontrarlo. Nada.

En cambio, sintió una mano deslizarse por su torso desnudo. Recuerdos de la noche anterior lo hicieron despertarse lo suficiente para encontrar la alarma y apagarla, decidido a darse un rápido baño de agua fría.

Se deshizo lentamente del abrazo de su pareja de cama, y de deslizo hacia afuera.

–Vuelve a la cama, cariño.

7:10 am marcaba el reloj, y aun debía pasar por un par de Starbucks.

–No puedo, debo ducharme. –Encontró en el suelo sus bóxers, y se metió en ellos a trompicones, caminando hacia la regadera.

La rubia se sentó en la cama, con la sábana hasta la cintura, estirando los brazos hacia él sugestivamente. Por un momento quiso sucumbir ante sus encantos, pero se autocontroló.

–Siéntete como en casa. Hay jugo de naranja en el refrigerador, o, si prefieres, puedes hacer café para ti.

Y él corrió a la ducha.

La chica se levantó de la cama, y comenzó a buscar su ropa, distrayéndose de vez en cuando con alguno que otro detalle de la recámara. Ésta estaba conformada por tres muros de ladrillo rojo aparente y una de color gris. La desordenada cama blanca estaba en el medio de la habitación, coronada con un cuadro de arte abstracta. Se acercó para admirarlo mejor. "DM" era el autor. Recorriendo los demás muros se encontró con otras obras del mismo autor. Supuso que DM era él.

Llegó al escritorio, frente a la cama, que estaba repleto de libros, todos ellos con separadores de colores llenos de notas. Alado de éstos un maletín, del cual sacó cuidadosamente una servilleta y escribió: –"Llámame y repitamos lo de anoche. Penny."

Siguió caminando, y se encontró con el bote de basura rebosante de papeles hechos bola…y una fotografía le llamó la atención. La tomó y desarrugó. Era la foto de una chica pelirroja sonriendo, sus ojos azules llenos de alegría.

–Veo que no has desayunado.

Su voz la hizo saltar de susto. Despistadamente arrugó la foto nuevamente y la aventó al cesto.

Draco, vestido solo con una toalla dejando ver sus marcadas abdominales, se movió de un lado a otro buscando su ropa de trabajo.

–Siento decirte que tengo prisa.

–Y no pretendo entretenerte más.

Le dio un beso rápido en los labios y se fue

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Como cualquier otro día las calles de NYC estaban llenas de tráfico, y las banquetas de apurados peatones, y Draco era uno de ellos. Tenía aproximadamente 8 minutos para llevar su trasero a El Profeta, y entregarle su acostumbrado Latte descafeinado con azúcar esplénda a su jefa. Así que cualquier regla moral y ética sobre aguardar en la fila no era válida para él, al menos no en ese momento.

– ¿Qué tal anoche, sexy? – preguntó Luna, mientras le preparaba su pedido. Para su buena suerte su amiga trabajaba ahí como empleo temporal.

–¿Podría contarte en otro momento? – Dijo de mala gana, viendo el reloj, haciendo cuentas de cuánto tiempo tenía aun.

–Antes de que te vayas a LA, prométemelo.

–¿Cómo sabes que voy a LA?

Luna soltó una carcajada

–No solo me llevo contigo, cariño, sino con toda tu familia. Tu madre me lo ha contado. Te felicito, después de tanto verás a tu familia. Dos Latte descafeinados con azúcar esplenda para Draco Malfoy– Gritó, como si no supiera que eran para su amigo frente a ella.

–¿Tienes que gritarlo siempre?

–A ver si así te da algo de pena pedir algo tan afeminado.

Cogió los dos vasos, le dio el billete, e inclinándose sobre la barra la besó en la mejilla.

–Sabes que no es para mi. –Gritó mientras salía corriendo de la tienda. –Te marco antes de irme

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Hermione

Había tenido un buen sueño. Estaba un talkshow promocionando un nuevo libro del famoso autor Viktor Krum, y todos la miraban con admiración por su exitoso desempeño en su larga carrera, y alaban su resultado. Típico.

Anoche se había quedado dormida desde las diez, ya que no tenía demasiado trabajo que hacer, así que despertó antes de que el despertador sonara. Se dio la vuelta tratando de conciliar el sueño por un rato más, pero se dio cuenta que sería imposible, asi que se paró de un brinco de la cama.

Lo primero que hizo fue abrir las ventanas francesas, si había algo que le fascinaba sobre su departamento era la espléndida vista hacia Central Park. Costaba una fortuna, pero valía la pena cada vez que lo veía desde su ventana en el octavo piso.

Se cambió a ropa deportiva y caminó hacia su gimnasio personal. Se montó en la caminadora, encendió la música y corrió por 45 minutos, mientras leía el siguiente libro que había de editar de Viktor Krum. Cada palabra que escribir la atrapaba, casi olvidando en donde se encontraba; pero había varios errores que corregir y ella era experta eliminando detalles no deseados.

En la soledad de su apartamento todo era paz y tranquilidad. Después del ejercicio, recorrió tranquilamente su amplio vestidor lleno de trajes sastres de colores oscuros. Eligió un conjunto Dior que acababa de comprar la semana pasada, y unos zapatos altos Louboutin, sus preferidos. Y se encaminó hacia la tina de baño, prendió unas velas aromáticas y se desnudó. Casi sentía la relajación en sus músculos cuando una llamada entró a su Blackberry: Jordan Black.

Hora de trabajar

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Draco

Con dos cafés en mano corría por las calles de NYC hacia la oficina de El Profeta. Prefería correr que usar polvos Flú, ese viaje le revolvía el estómago. Su hora oficial de entrada no era sino hasta las 8:30, pero a su jefa no le gustaba llegar y no ver su café en el escritorio. Y el realmente quería darle el gusto. Tenía fe en que algún día lo promovería a escritor…tenía que creer en algo, se lo debía a sí mismo.

Se deslizó dentro del elevador cuando éste estaba a punto de cerrarse sin derramar ni una sola gota de café.

"fiuff"

Llegó al quinto piso, y se encaminó hacia su cubículo.

–Buenos días, Malfoy –Saludaron sus colegas a su paso.

–Buenos días.

–Me contó Luna sobre lo de anoche. –Harry su mejor amigo, a quien conoció en el periódico, se le emparejó en su carrera hacia la oficina, mientras comía un bisquete. Draco arqueó una ceja, no pudiendo creer que Luna le diera importancia a algo que no lo tenía. Fue solo sexo, ¿no?

–Los chismes corren. Sólo fue un acostón, no fue gran cosa.

Harry lo miró extrañado, frunciendo el ceño.

–¿Te acostaste con Luna?

Fue tanto el impacto que causó tal pregunta que Draco se tropezó contra una columna y derramó uno de los cafés sobre si mismo.

–¡Carajo!

Ni con magia saldría la mancha.

Varias asistentes voltearon a verlo, curiosas; y luego cambiando su mirada por una más picante pues Draco traía una camisa blanca y que ahora estuviese mojada no ayudaba a su concentración.

–Tengo dos entradas para el concierto de Maroon 5, puedes ir con Padma; si me cambias la camisa.

–¿Qué? No te voy a cambiar nada, y menos porque le hiciste eso a Luna.

–Harry, no pasó nada con Luna. Ella me hizo quedar con otra chica y con ella pasó todo. Y eso no es de tu incumbencia, pero ¿qué es entonces lo que Luna te contó?

–Que te vio ayer y te dijo sobre su bebé.

–Ohh, sí.

Un empleado gritó: ¡La bruja ya viene!

–Buena charla, amigo, ahora dame esa camisa

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Hermione

Desfiló por el pasillo del quinto piso como una modelo, fría pero decidida, saludando a nadie a su paso.

Draco, su asistente, la saludó con un "Buenos días, señorita Granger", mientras le abría la puerta de cristal de su oficina privada. Ésa que se había ganado con años de esfuerzo, y por ser una grandiosa editora, claro.

Los blancos muros estaban decorados con cuadros y muebles contemporáneos. Muebles y mesitas se desplegaban en el centro de la alargada oficina, y en el fondo su escritorio de caoba.

Fue directo a sentarse, y comenzó a dictar órdenes a Draco.

–Cancela la cita con el Sr. Lupius, y reagendala para la próxima semana. Hoy tendré conferencia virtual con Viktor Krum. Revisa el nuevo capitulo que nos llegó de Georgina Dashton, sobre "Magia en el amor". –Dijo con un gesto despectivo. Draco sacó de su maletín una servilleta y le puso su café (en único que sobrevivió) al alcance de su mano y ella lo tomó sin decir gracias. –Ah, y dame una lista de los contactos del mesa pasado, antes de las 10 am. Te puedes retirar.

Cómo la detestaba…

Suspiró profundamente y se recordó que ser escritor era su meta, y que aguantaría lo que fuera para llegar a serlo.

–Draco. –Giró sobre sus talones al escuchar su nombre. –Recuérdame por qué debo llamar a Penny y repetir lo de anoche.

La sangre se le puso helada ante la mención. ¿Penny? ¿Cómo sabía de Penny? Y ¿Por qué su vida privada se estaba volviendo de pronto TAN pública?

–¿Disculpa? –Preguntó, creyendo escuchar mal.

Hermione meneó la servilleta que acompañaba su café ante sus ojos.

–Dice "Llámame y repitamos lo de ayer. Penny" y dice un número, desde luego.

–Ahh…– se quedó sin palabras, sintiéndose como un niño frente a un regaño de su madre– amm…eso es….eso no es mío. Cambié de camisa en la mañana con un compañero y ésa servilleta debió filtrarse entre sus cosas. –En cuanto esas palabras salieron de su boca supo que cometía un grave error. Una, se arrepentiría por echarle la culpa a su amigo, y dos, su jefa le preguntaría ´¿Por qué?. Y ASÍ FUE.

Hermione torció la boca, riéndose con malicia.

–Vaya, explícame por qué el cambio de ropa, Malfoy.

Err…

–Choqué contra algo y derramé el café. Tú café.

Error. Otra vez.

–Así que estoy bebiendo el café de?

Si, definitivamente error.

–Mío.

Hermione parecía disfrutar la tortura. Le dio un trago al café, y volvió sus ojos a él.

–Latte descafeinado endulzado con esplenda. ¿Bebemos lo mismo?

–Bueno, sí, es delicioso. –El teléfono comenzó a timbrar. – Y sería estúpido pedir dos cafés iguales solo por si uno se derrama…–Descolgó el auricular. –Oficina de Hermione Granger. Si. Enseguida. – Colgó y volvió hacia Hermione. –Era Blaise Zabini, quiere hablar contigo en su oficina.

Hermione pareció olvidar el asunto del café y las aventuras de su asistente con la tal Penny, y se levantó de su "trono".

–Acompáñame.

Draco abrió la puerta para ella, y seguido salió él, no sin antes mandar un BBM a todos: "la bruja esta sobre su escoba"