HOLIDAY
No quisiera decir que este es el primer capítulo, aunque tampoco lo considere un prólogo. El Alucard & Integra se irá desarrollando mucho, muy lentamente. Este fanfic lo hice más bien por el gusto de imaginarme a Integra de otras formas que no fueran las de la dama recta y estoica. Será todo un reto para mí conservar su personalidad, espero lograrlo.
Por esto mismo, tal vez esté subiendo constantemente fanarts (que más bien son doodles) a mi DeviantArt para que, si no pueden imaginárselos, al menos puedan verlos. Probablemente les pegue los links cuando tenga tiempo para subirlos.
Gracias de antemano por leer, espero que les guste.
Prólogo: El encuentro
Integra estaba a punto de tomar un cigarrillo, pero su vestido de gala ni siquiera tenía bolsas para guardarlos, además de que recordó que sería de mal gusto saludar a los demás invitados con las manos oliendo a tabaco. Maldijo en voz baja y desvió la mirada a la ventanilla del auto.
―Señorita, no desespere. Ni siquiera hemos llegado a la fiesta aún. – Integra suspiró.
― ¿Tienes cosas que hacer esta noche, Walter?
―No, no realmente ―, después añadió, adivinando lo que Integra planeaba ― así que podré esperarla hasta que usted decida huir de ese evento. Solo procure que no sea tan poco tiempo. ― dijo, divertido.
―Es una pena que no pueda tomar las pertenencias de mi padre e irme de ahí. ― Walter la miró en el reflejo del retrovisor: su belleza tan pura y solemne, casi majestuosa, iba esta vez ataviada de un vestido de seda negro mate con mangas de tres cuartos y escote de ojal. Los detalles en plateado en el pecho del corte imperio destellaban ligeramente cada vez que el auto pasaba cerca de las luces de la luminaria de la ciudad.
― Permítame decir que luce estupenda, Integra-sama. ― Integra pareció salir de un ensimismamiento al que tenía poco que acababa de entrar. Walter solía felicitarla por sus logros, decirle que era una estratega genial, alabar en ocasiones su gran capacidad de líder, pero nunca o contadas veces le había dicho que se veía bonita. Sabía que esto le causaba incomodidad a Integra porque ni siquiera ella misma había encontrado su identidad como mujer completamente, ni necesitaba ni quería lucir su feminidad; al contrario: la escondía lo más posible en sus usuales trajes sastre o ropas militares.
Integra notó cierto cariño en sus palabras, un tono más cálido que el de un mayordomo a una ama. Después de todo, Walter era como un segundo padre para ella, y estaba casi segura de que él también le había tomado algo de amor paternal.
— Gracias, Walter. — su sonrisa era ligera y serena.
— Llegamos. — los ojos azules de Lady Hellsing que ahora no estaban tras sus anteojos se mostraron inquietos. Odiaba estar nerviosa.
Ya dentro, el salón la deslumbró. Aunque estuviera tan acostumbrada a los lujos, ella no era de ese tipo de costumbres, y apenas si podía recordar el último baile de gala al que fue. Tendría tal vez unos dieciocho años, y se tuvo que ir enseguida porque surgió un problema en la organización. Poco a poco sintió que el lugar se hacía enorme y los pasos que tenía que dar levantándose la larga falda del vestido se volvían lentísimos, pero siguió caminando hasta que su vista dio con el anfitrión. Este al mismo tiempo se volvía y sus miradas se cruzaron.
— Sir Thomas Williams — musitó Integra, acercándose a él más aprisa.
— ¡Ah! ¡Debes ser tú la hija de Arthur! — el señor abrió los brazos y antes de que Integra pudiera detenerlo, la abrazó con fuerza. — ¡Bienvenida!
Sir Williams era un señor tal vez de la edad que ahora tendría su padre, sólo que un poco regordete y con un bigote delgado. Sus mejillas rosadas hacían que diera simpatía nada más de verlo. Walter le había dicho que antes pertenecía a la mesa redonda, pero por problemas familiares y políticos tuvo que retirarse, cuando ella era aún muy niña.
Cuando dejó de abrazarla, Integra recobró la compostura. El señor rió fuerte y despreocupado.
— Enhorabuena por su aniversario. — le dijo ella.
— Ese Arthur te enseñó muchos modales. ¡Vaya mustio! — Volvió a reír — aunque yo también habría medido mis actos si hubiera tenido por hija a una jovencita tan bella. — Integra intentó no ruborizarse.
— ¿Usted era amigo de mi padre?
El hombre puso una mano en su hombro.
— De su padre y de la casa Hellsing. Me alegra que haya venido. Venga por acá, tengo algo que mostrarle — después le hizo señas a un mayordomo para que fuera adonde ellos — Jack, lleva las cosas a mi despacho.
El joven asintió y se fue enseguida. Mientras, Sir Williams iba presentando a los invitados que se cruzaran en su camino para que Integra los conociera.
Abrió la puerta del despacho y dejó a Integra pasar primero. Pudo ver que encima del escritorio había un paquete envueltos en tela negra. Sir Williams lo tomó y se lo dio a la muchacha que lo observaba expectante.
— ¿Qué espera? ¡Ábralo!
Integra deshizo el nudo del hilo y retiró la tela. Dentro había una bolsa de gamuza sobre un libro. Quedó atónita al darse cuenta de que era un álbum de fotos. Dejó la bolsa en el escritorio. Sus ojos se humedecieron aunque todavía no lo hubiera abierto.
— Arthur y yo fuimos compañeros de armas muchas veces, desde que éramos jóvenes, y conmigo se quedaron algunos recuerdos importantes que creo más conveniente dárselos a usted que quedármelos. — Suspiró —¿Quiere que la deje sola? — preguntó el hombre. Ella asintió sin quitar la vista de los objetos tan preciosos que tenía en las manos.
Cuando escuchó la puerta cerrarse, se armó de valor para abrir el álbum. La primera foto era de un paisaje irlandés, probablemente de uno de los tantos viajes que había hecho su padre. Después Sir Williams pasando un brazo por los hombros de Arthur, ambos vestidos de militares. Siguió pasando de foto en foto y así lo vio en fiestas, lugares, con amigos, con los antiguos miembros de la mesa redonda, con la reina, en su biblioteca, de quince, de diecisiete, y veinte, y treinta años, hasta que sus ojos se postraron sobre una foto especial.
Era Arthur tomando la mano de una muchacha morena bellísima y de ojos claros, cabello negro y lacio. A partir de ahí aparecía en muchas fotos con ella, que a veces vestía con vestidos cerrados con pliegues y holanes, como la moda inglesa era entonces, y otras tantas con saris. Las dos últimas fotos de ellos fueron el día de su boda saliendo de la catedral de Canterbury, y la otra con Integra en brazos sentados en la sala de su casa.
— ¿Mi madre? — acarició la última foto con los dedos. Además del retrato que tenía en casa de ella cargándola de bebé, no tenía ningún otro recuerdo de su madre.
Decidió parar ahí. Eso era demasiado para terminarlo en una sola noche. Volvió a dejar las cosas como estaban cuando llegó, y salió para agradecerle al señor Williams. Lo buscó con la mirada, caminó por todo el salón pero no logró encontrarlo. "Habrá ido a hacer otras cosas" pensó, luego de darse cuenta de que había tardado casi una hora viendo las fotos de su padre.
De repente, una voz masculina llamó detrás de ella.
— ¿Dollie? — Integra se volvió, sorprendida. Miró al hombre alto, delgado y de barba de candado. Sus ojos verde intenso estaban postrados sobre ella. — ¡Dollie! ¿De verdad eres tú?
— ¿Joseph Amati? — el joven sonrió. Su piel apiñonada lo delataba como mestizo, aunque no tanto como ella.
Joseph era uno de los mejores amigos que había tenido en la preparatoria, cuando por órdenes de la reina Integra tuvo que estudiar en un internado. El solo recuerdo de esa etapa de su vida la hacía estremecer. Nada más bastaba oír el mote ridículo por el que Joseph solía llamarla.
— El mismo. ¡Dollie, mírate, cómo has cambiado! — y diciendo estas palabras, la estrechó también. ¿Acaso era el día de abrazarla desprevenida?Trató de mantener la compostura y no rechazarlo de forma agresiva como comúnmente habría hecho — ¿Qué haces aquí? Nadie sabe de ti y temía que hubieras desaparecido del mapa. — bromeó. Integra forzó una sonrisa.
— Me invitó Sir Williams. Me dijo que quería volver a establecer lazos con la familia Hellsing, así que vine. Además mencionó que era amigo de mi padre.
— Ya veo, ¡qué coincidencia! Thomas Williams es mi tío.
— ¿Viniste de viaje a Londres?
— No exactamente. Me acabo de mudar hace un par de semanas, y tal vez me quede algunos meses por algunos negocios de mi madre que tengo que resolver. Pero qué bueno que te encuentro, así podremos vernos.
Y así estuvo platicando con Joseph Amati, aunque ella se limitaba a responder cosas precisas sin muchos detalles sobre su vida y, por supuesto, no mencionó nada de la obra de su organización, y mucho menos el monstruo que tenía bajo su poder (y que ya se le había hecho raro que no se hiciera presente en lo que iba de la noche para molestarla). Integra agradeció que el chico no intentara indagar más, y que simplemente se limitaran a platicar sobre algunas vivencias que habían compartido en la adolescencia.
Casi podía decir que se sentía a gusto, aun con los tacones y el vestido de incómoda caída.
Pasaba de medianoche cuando la Hellsing decidió irse, no sin antes aceptar una invitación a la casa de Joseph para que dejara de insistir y le permitiera marcharse. Cuando entró al auto, Walter no dejó de mostrar su asombro.
— Creí que no pasarían ni dos horas cuando decidiera regresar.
— Eso no importa. Sir Williams me dio algo de suma importancia. — dijo, sin soltar el paquete.
El mayordomo condujo en silencio y la ayudó a cargar su abrigo cuando llegaron a la mansión.
— Gracias, Walter. Ya puedes ir a descansar. — él hizo una pequeña reverencia y se fue. Integra se quitó los zapatos y se dirigió hacia su despacho.
Una vez ahí, cerró la puerta y revisó la bolsa de gamuza. Dentro había dos cuadernos de diferentes tamaños, y un bolígrafo viejo y muy hermoso. Eran diarios que Arthur había escrito durante su juventud.
Integra se estremeció. ¿Y si encontraba algo relacionado con la captura de Alucard? ¿Y si eso había sido leído por Sir Williams?
— No debería andar descalza por la casa. Podría resfriarse. — y ahí estaba: sabía que no tardaría en aparecer. Su cuerpo salía del techo desde su pecho. Desapareció y volvió a aparecer desde el suelo.
— Largo de aquí, Alucard. No recuerdo haberte llamado. — el vampiro rió.
— Cuánta rudeza, yo solo quería saber cómo había estado en esa fiesta, Dollie-sama.
Integra apretó los puños. Después de todo no podría liberarse jamás de la presencia del demonio.
— Desaparece de mi vista, monstruo. — el aludido mantuvo su sonrisa burlona y se desvaneció.
¿Creen que ha sido suficiente de irrealidades? Si cometo mucho OoC, por favor díganme en dónde. Agradeceré mucho su retroalimentación.
