Hola, este es mi primer fic de Bones, la verdad es que soy muy dramática y masoquista cuando escribo jaja espero que les guste y también acepto críticas, la verdad es que me sube mucho el ánimo con los reviews, asique espero sus comentarios :D
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Fox, el guionista y director de la serie, pero está claro que entre Brennan y Booth se pertenecen el uno para el otro.
Chapter one:Open up your eyes
Brennan despertó con la suave brisa y los tenues rayos de sol que se colaban por la ventana de su balcón. Su cuarto resplandecía bajo la luminosidad y cualquiera pudo haber visto aquello como una señal de que el día sería bueno, pero no alguien tan racional como Temperance Brennan.
Suspiró ante la pila de papeles sobre su escritorio, se había quedado trabajando hasta altas horas de la madrugada para poder terminar con aquellos expedientes pero aún así tenía mucho que hacer por delante. Los huesos la esperaban en el limbo y su oficina en el Jeffersonian.
Se sentó en la orilla de la cama, acomodó su cabello, restregó sus ojos y cruzó el pasillo para entrar en el cuarto rosa, últimamente su mejor lugar en el mundo.
Maia había despertado y se encontraba en su cuna jugando con su manta, al ver a Brennan acercarse, tapó su carita con ella y luego quitó la manta y sonrió, haciendo que la doctora sonriera aún más.
-Hey pequeña reina –la saludó Brennan mientras la acomodaba en sus brazos-, despertaste temprano hoy
Brennan aún se sentía algo extraña al entablar un monólogo con un bebé, porque eso era en realidad, un monólogo, Maia sólo entendía ciertas palabras, como su nombre y los gestos que su madre hacía frente a ella, era normal que Temperance sintiera incomodidad ante esto, pues era demasiado racional para comprenderlo del todo.
Como siempre, el timbre del departamento sonó a las siete de la mañana y la niñera entró por la puerta, como siempre, Brennan odiaba ese suceso. No le agradaba la idea de dejar a su hija con otra persona que no fuera ella durante casi todo el día, a pesar de que había decidido fabricar un horario que le permitiera trabajar en su casa, no era suficiente, deseaba estar con su pequeña a cada hora y disfrutar de ella lo máximo posible, sentía que se perdía muchas cosas, los primeros años eran donde los niños avanzaban tanto psicológica como físicamente.
-Trataré de volver temprano hoy –dijo Brennan luego de salir de su habitación poniendo uno de sus pendientes en su oreja
-Sabe que no es problema para mí el quedarme –contestó Abigail, dejando uno de esos alimentos para bebés sobre la mesa de Maia
Brennan asintió ante las palabras de la mujer pero sin prestarle mucha atención. Desde hace mucho tiempo que ya no se dedicaba a trabajar junto con el FBI ni tampoco su equipo, lo que hacía que volviera a su verdadero trabajo que consistía en darle una identificación a la mayor cantidad posible de cuerpos en el limbo o dar clases a los estudiantes en el auditorio. Esto le daba cierta libertad, podía irse a su casa al término del horario de su trabajo y eso era generalmente a las diez de la noche o incluso antes, habían pequeñas excepciones cuando le pedían casos especiales pero procuraba no repetirlos muy a menudo; en esos casos, Abigail debía permanecer la noche entera en el departamento de la doctora.
Brennan observó su celular como de costumbre y lo depositó dentro de su bolso. Maia no pasó aquello desapercibido y arrugó la frente y se quejó.
-Trataré de estar en casa lo antes posible, te amo –besó la frente de Maia, tomó su bolso y bajó al estacionamiento
Camino al Jeffersonian Brennan dio unos cuantos suspiros. Extrañaba salir por las calles de Washington a atrapar criminales, a interrogar a los sospechosos y hablar con los familiares de las víctimas, pero aquello era parte de su pasado, un pasado que quedó muy bien enterrado bajo los escombros que ella misma había puesto sobre ellos.
A pesar de tener esos recuerdos enterrados, no eran esa clase de memorias de las que uno no quiere acordarse, no, eran días felices y satisfactorios, había aprendido ciertas cosas y se había sentido segura de muchas formas.
Su mano recorría los papeles y el lápiz escribía los datos en ellos. Las cajas del limbo estaban apiladas en su oficina, esperando a que la doctora las tomara y llevara a la plataforma para examinar los restos que estaban ahí dentro.
-Hola, Brennan –saludó Angela cuando entró en su oficina con voz aburrida
-Hey, Ang –contestó Brennan sin levantar la vista de su trabajo- ¿Cómo ha estado tú mañana?
-Aburrida –suspiró-, extraño los retos, ¿sabes?
-Bueno, yo tengo retos todos los días, si quieres puedes ayudarme –señaló las cajas transparentes
-Sabes que no me refiero a eso, con esos cráneos termino en minutos, extraño los días en que debía descifrar escritos en hojas de papel parcialmente quemadas o simular la muerte de alguien en la computadora o revisar el contenido de algún CD en mal estado… -se detuvo al observar el rostro de su amiga
-Si quieres casos de homicidio, puedes unirte al FBI –Angela rodó sus ojos y suspiró. Brennan siempre se ponía terca y su humor cambiaba notablemente cuando alguien sacaba ese tema, era por eso que nadie decía nada sobre asesinatos y cuerpos en muy mal estados cuando estaba cerca
-Deberías salir un momento del limbo, ya sabes, tomarte unas vacaciones con Maia, no te vendrían para nada mal
-Ya tuve un tiempo lejos de acá, además es por eso que me están pagando, por darle una identificación a estos cuerpos…
-Claro, cuerpos que pudieron haber sido de los cavernícolas, Brennan, ya casi no tienen familiares y si los tuvieran no les importaría, son tan antiguos que lo más probable es que ni los conozcan –Angela se había disgustado también, no le gustaba ver a su mejor amiga en ese estado de ánimo. No podía invitarla a salir por las noches a uno de esos clubes nocturnos a los que le gustaba ir, ahora la doctora tenía otra prioridad y era su hija, lo que la hacía estar encerrada en su departamento
Brennan no dijo nada, se volteó hacia un lado y escribió datos en su computador.
Angela suspiró y se puso de pie. –Si necesitas ayuda con algo, sabes dónde está mi oficina –y se marchó
Brennan dejó de lado su trabajo y salió de su oficina. Hodgins estaba en el segundo piso bebiendo algo que estaba segura no era café, Cam no se veía por ningún lado ni tampoco Clark y supuso que este último estaría en el limbo hallando algo con qué entretenerse. ¿Desde cuándo el Jeffersonian se había vuelto tan aburrido? Llevaba meses haciendo lo mismo y jamás se había dado cuenta de que su gente estaba tan aburrida sin saber qué hacer que podrían hasta odiar su trabajo. ¿Tan encerrada estaba en su mundo que jamás lo notó?
Todos los días era lo mismo. Salía de su casa con un dolor tremendo de perderse lo mejor de su hija, llegaba al laboratorio y veía la plataforma vacía –de cuerpos destrozados al menos-, entraba a su oficina y de ahí no salía en todo el día a no ser de que necesitara más cajas del limbo y luego de dejar todo ordenado, clasificar y juntar las cosas que se llevaría, se iba a su casa donde disfrutaba de Maia un par de horas y trabajaba hasta tarde. Suspiró.
Por alguna razón que no supo, fue hacia el edificio del FBI, subió por el ascensor y entró en la oficina de Sweets quien no estaba ahí, ante esto Brennan se alivió un poco, pues en cuanto había entrado, se había arrepentido por completo el haberlo hecho.
Se dirigía a la puerta, dispuesta a volver al trabajo y dejar a un lado sus sentimientos por el pasado, cuando vio que sobre los escritorios del fondo de la oficina había varios expedientes esparcidos. Se acercó y no le sorprendió que llamaran su atención. Eran expedientes de esos en los que iba la información de las personas cercanas o involucradas en el asesinato de una víctima.
Había cinco en total. Sweets se encargaba de lo de siempre, estar detrás del cristal y analizar las preguntas y respuestas de las personas interrogadas. Ninguno estaba cerrado, llevaban semanas ahí sin ninguna pista y otros que tenían el motivo y una supuesta arma, no tenían la causa de muerte.
El nombre de Cam volvió a captar su atención. Ahí decía que la doctora Camille Saroyan había hecho la autopsia de tres restos, Hodgins había ayudado y Clark había hecho su parte con los huesos. La sangre le hirvió por dentro.
-Doctora Brennan –dijo Sweets al ver a Brennan salir de su oficina a toda velocidad. Ella no dijo nada y subió al ascensor
-Doctora Brennan, ¿sucede algo? –preguntó Clark tras seguir a Temperance desde el limbo hasta el otro extremo de la plataforma donde acostumbraba a estar Hodgins
Ella no contestó nada y dejó caer los expedientes sobre la mesa de Hodgins.
-¿Qué significa esto? –preguntó molesta, dejando que sus ojos recorrieran desde los papeles hasta el rostro de los dos hombres
Hodgins y Clark tomaron cada uno una de las carpetas y las examinaron.
-¿Quieren revivir sus días de detectives? –insistió al no obtener respuesta
-No, es sólo un favor que nos pidió el FBI, eso es todo –contestó Hodgins cerrando la carpeta y volvió a dejarla sobre la mesa
-¿Por qué lo hicieron sin consultarme? Nosotros ya no trabajamos junto con el FBI –cada vez su voz se elevaba un poco más
-La doctora Saroyan nos preguntó si le podíamos ayudar y lo hicimos –agregó Clark
-Resulta –continuó enfadada Brennan- que ustedes trabajan para mí, yo soy su jefa no la doctora Saroyan
-¿Sucede algo, Temperance? –preguntó Cam acercándose a ellos
-Sí, sabes que mí –recalcó- equipo ya no está autorizado para trabajar con el FBI y esto –agitó las carpetas en el aire- jamás se me fue informado, te recuerdo que trabajan para mí
-Y yo soy su jefa, doctora Brennan, además fue sólo un favor que le hicimos a los agentes, sin nosotros, se hubieran quedado estancados en los casos… más de lo que están ahora –agregó al recordar que ninguno de esos casos había sido solucionado por completo
Brennan se quedó muda, no podía encontrar las palabras que necesitaba para expresar sus ideas, frustración y furia. Tomó los expedientes y volvió a su oficina.
¿Por qué le enfadaba tanto aquel incidente? ¿Eran celos de que su equipo hubiera ayudado en una investigación y ella hubiese sido la única que no? Era posible.
Pero gracias a esto descubrió una cosa. Deseaba con todas sus ganas volver a aquel trabajo, de verdad que sí y sus colegas también y estuvo todo este tiempo engañándose a sí misma y a ellos con esa actitud de antropóloga forense que no era afectada por nada y que tampoco extrañaba sus viejos tiempos.
Debía comenzar de nuevo, después de todo, las heridas del pasado estaban algo selladas y no dolían cuando no pensaba en ellas y si era capaz de pensar en el pasado ¿por qué no podría volver a él? Si total no sería exactamente lo mismo, pues no estaría involucrada al cien por ciento en los casos, ella estaría en el laboratorio, donde los ''bichos raros'' debían estar y dejaría que el FBI hiciera su trabajo, todos contentos.
