Habían llegado las navidades. Los Weasley, junto a Hermione y Harry, celebraban las fiestas en la madriguera. Estaban siendo unas vacaciones perfectas; hasta entonces no había habido ningún percance. O así era hasta que llegó el correo de nochebuena.

Pig entró por la ventana y revoloteó alrededor de Ron. Éste cogió bruscamente la carta que llevaba el ave musitando algo como "estúpido pajarraco" en voz baja.

-¡Hermione! – llamó el pelirrojo a su amiga desde la cocina.

-¡He dicho que ya voy! – gritó la chica desde arriba - ¡Todavía no he terminado de prepararme para la cena!

-¡No es por eso; tienes una carta!

-Ahora mismo vendrá – le informó Ginny, que acababa de bajar.

Harry pensó que estaba estupenda. Aunque no llevase un vestido de gala, se había puesto su mejor camiseta y sus mejores pantalones.

-Tú – se dirigió Ron a Harry -, cierra la boca, que se te va a caer la baba.

-Bueno, estoy saliendo con ella, estoy en mi derecho a mantener la boca abierta – rió Harry rodeando a la pelirroja con los brazos.

De repente, una voz sonó desde las escaleras.

-Ya estoy.

Era Hermione. Estaba radiante. Llevaba un vestido morado que, aunque no fuese elegante, le quedaba genial. Ron tragó saliva y le alcanzó la carta:

-Toma.

La chica la cogió pero la dejó en una encimera.

-Ya la leeré luego. No creo que sea nada importante.

Aún faltaba una hora para que comenzasen a cenar, por lo que los amigos se pudieron permitir sentarse en unas sillas a charlar.

A la media hora alguien llamó a la puerta.

-Será mamá, que ya habrá vuelto de hacer las últimas compras – imaginó Ginny.

La joven abrió la puerta, pero no fue la señora Weasley la que se encontraba al otro lado.

-¿Victor Krum? – dijo confundida Ginny.

Al oír ere nombre Ron dio un respingo y Hermione se estremeció.

-¿Q-qué haces aquí? – preguntó Hermione acercándose a la entrada.

Ron y Harry agudizaron el oído.



-Te he mandado una carrrta, ¿no la has leído?

-N-no… pensaba leerla luego…

-Te decía que pasarrrría porrr aquí parrra saludarrrrte, porrrque celebrrro aquí la nochebuena.

-¿Has venido sólo para saludarme? – preguntó con desconfianza la chica.

En rrrrealidad no – miró a Harry y a Ron – Esperrrrraba que pudierrrrramos hablarrr a solas…

-Ah, claro… - respondió nerviosa – Espera, voy a calzarme para que podamos salir al jardín.

Hermione subió las escaleras descalza, y Harry y Ginny se fueron al comedor para terminar de poner la mesa.

Entonces, Ron, furioso, se acercó a Victor.

-Mira – le dijo el pelirrojo -, no sé a qué has venido, pero te juro que como le hagas daño, te las tendrás que ver conmigo.

¿Cómo dices?

-Si ella quiere estar contigo, de acuerdo, pero como le rompas el corazón te vas a enterar – lo amenazó.

-Trrranquilo, yo no le harrrría nada malo – respondió el búlgaro algo confuso por el arranque violento de Ron.

-Más te vale.

En ese momento bajó Hermione. Al verla, Ron dijo:

-Bueno, me voy a ayudar a Ginny y Harry.

Así, Hermione y Krum salieron al jardín.