-¡Están deliciosos!
Una sonrisa tierna había aparecido en los labios de Adrien, luego de que probo los Croissants que trajo Marinette y dulcemente había compartido.
-¿Los hiciste tu? -dándole un mordisco.
-Los hizo mi papá.
-Están muy ricos-repuso con un brillo en los ojos. Marinette se reprocho en su mente no haberlos hecha ella- Aunque sin duda tu lo hubieras hecho igual o mejor de deliciosos.
Ella se sonrojo por el halago. Él siguió comiendo sin detectar lo que había provocado su inocente comentario.
-Gracias por compartirlos, Marinette -dijo, tomando otro- Tu padre es un grandioso repostero -rió suavemente- Hasta te hizo muy dulce -tomó otro para llevar y se despidió de ella.
Enseguida, la chica emocionada a Alya, le comento:¡Adrien, dijo que soy muy dulce!
Su amiga rió.
-Que no se te suba a la cabeza-aconsejo.
Alya sabia como se ponía ante un halago, gesto o acción por parte de Adrien.
Ya era tarde.
El azúcar -no de los croissants - le había subido al cerebro y eso que no probo ni uno.
