EL ARTE DE UNA TRAICION
PUEDE QUE LA GLORIA SEA EFÍMERA, PERO EL ANONIMATO ES ETERNO
Argus Filch es un squid tonto y amargado, la vida no ha sido bondadosa y su carácter lo refleja, su piel curtida y su brillante calva son solo un complemento a su desprolija imagen. Mientras camina acechante los oscuros y retorcidos pasillos del colegio, recuerda que las noches en Hogwarts siempre habían sido su reino nocturno, no había mocosos ensuciando el piso o correteando entre las armaduras, una que otra parejita metiéndose mano que salía despavorida ante la sombra de su querida señora Norris, pero todo cambio con la llegada de esos cuatro diablos con cara de ángel.
Durante seis años han fastidiado su paz nocturna, que la sección prohibida de la biblioteca o la torre de astronomía morreándose con la noviecita de turno, no hay noche que alguno de los cuatro no haga algo y peor es cuando sale el grupo completo, esa es garantía de que será una larga madrugada que seguirá en la mañana, la tarde y seguramente la noche siguiente arreglando el desastre que sus mentes vandálicas planificaron y todo para nada, porque en cuanto termine ya habrá otra catástrofe con la firma de ellos esperando por su trapero y su dolorida espalda, si solo su idiota varita funcionará la vida sería mas sencilla.
Esa noche en particular, la señora norris esta intranquila con el pelaje erizado, una explosión suena lejana, es mala señal. Esfuerza su traqueteante cuerpo y corre, atraviesa esos largos pasillos que solo el conoce por que esta vez va a atraparlos y los guindará de las pelotas desde los postes de quidditch, esos merodeadores tienen que pagar seis años de limpiar sus estúpidas bromitas y los kilómetros de pisos que han ensuciado, estará feliz de dar su puesto con tal de cumplir sus amenazas y al carajo con Dumbledore.
Sabe que se acerca, las explosiones suenan mas fuertes, esta llegando a la de sala común de slytherin , que para variar han sido blanco de los demonios que tienen poseído al colegio. La señora norris esta entusiasmada y sabe que ese brillo especial en su felina mirada solo indica una espectacular sesión de rasguños, el esta preparado para golpear a cuanta cabeza este a su alcance.
Cruza la ultima esquina con su fiel escoba enarbolada en posición de ataque y tira a matar a la primera cabeza que tiene al alcance, le da duro y continúo al muchacho de pelo negro que corre intentando escapar, pero lo tiene imposible porque hay extrañas vasijas flotando en el aire obstaculizando el paso, que huelen sospechosamente como el basurero del sótano.
— ¡Por fin te atrapé maldito Black!—grita Filch con toda la pasión del momento, su escoba no para de dar golpes.
— ¡Estúpido squid! No soy ese Black y deja de pegarme por un demonio— le contesta la voz adolorida de Regulus Black.
Filch se pará en seco y maldice su suerte, por un pelín perdió al cuarteto que hace desventurada su existencia y en vez de eso tiene a un slytherin furioso a punto de maldecirlo, pero en ese instante un grito los distrae a ambos. Una chica de 7º curso esta empapada de pies a cabeza de algo que parece la combinación de las comidas delas ultimas tres semanas, y el olor quizás indique del ultimo mes.
Unas carcajadas salen de ningún lado y Filch puede jurar que la que suena más fuerte es ese Black junto a su siamés Potter, al mosquito muerto de Lupin y al gordo de Pettigrew. Ya no se puede hacer nada, su querida señora Norris huyo despavorida, el olor debió lastimar su sensible nariz, ya solo le resta enarbolar su fiel escoba y su inseparable trapero, limpiar todo antes de…
Ya es muy tarde, toda la casa en un acto de idiotez absoluta decidió salir y ahora tiene a un montón de mocosos olorosos y su inmaculado piso apestando a cañerías. Será una larga semana.
La mañana siguiente se ha decidió aislar a los afectados de ese extraño mal, el olor no se quita y no importa el número de baños o la cantidad de perfume que se use, la podredumbre a fruta y huevo podrido, pescado vencido y calcetines sucios, baños sin lavar y perro muerto se extiende por la mitad de la población reptiliana de Hogwarts.
El dúo bromista de la casa de gryffindor se hincha de orgullo ante su hazaña, la muchedumbre se rinde a sus pies ante su proeza porque esta bromita ha superado a todas las de ese año, ¡han logrado aislar a los insoportables de slytherin! Black y Potter se llevan la gloria, las chicas suspiran como globos desinflados a su paso, los chicos les palmean la espalda como aprobación, el mundo los felicita por su valentía e ingenio. Lupin con su carácter reservado acepta las felicitaciones pero desvía la atención a sus dos amigos, Pettigrew cuenta con detalle la logística y ejecución de semejante gesta. Los cuatro están castigados hasta después de vacaciones.
La semana paso veloz y el olor persistió, ya no tan fuerte pero lo suficiente para poner verde a aquellos de estomago débil, el señor Filch siguió trapeando y restregando, enjabonando y perfumando sus queridos pisos y paredes, pero no importo sus esfuerzos por que el condenado olor continuo pegado como si ya hiciera parte de las mazmorras de slytherin.
Los cansados ojos del squid brillan cuando ven pasar a Black y Potter, par de gamberros que se han ganado su más visceral odio, Lupin es un mentecato que simplemente se derrite como helado cuando Black le lanza una de sus miraditas de perro regañado, Filch no puede sentir más que un sincero aborrecimiento por el débil muchacho. Pettigrew es un peón en su jueguito, embobado por esa aura de grandeza, de popularidad incuestionable, es una rata que se escabulle y solo se aprovecha de sus amigos a conveniencia, Filch puede nunca haber logrado lanzar ni un alohomora, pero no es idiota.
Los días pasan y el olor se ha ido con la primavera, fue cuestión de tiempo para que no quedara más que otra increíble historia de una broma de mentes diabólicas, Potter y Black siguieron lanzando hechizos de zancadilla a quienes se dejan, ósea al grasoso de Snape. Lupin sigue en su aura de chico misterioso creándose historias ridículas a su alrededor, de joven con profundos problemas que solo aguarda a la chica perfecta para surgir como el príncipe encantado que es, la verdad es que solo espera en las noches a que Black le meta mano. Pettigrew sigue idolatrando, siguiendo a sus héroes, intentado que un poco de esa gloria caiga sobre el, tonto iluso que se contenta con migajas, Filch se pregunta que haría si el par que admira algún día llegara a caer en desgracia.
Eso en verdad no le importa, porque Filch no les va a quitar el ojo de encima, sabe que queda un año, trescientos sesenta y cinco días para volver a ser dueño y señor de las noches de Hogwarts.
