Disclaimer: Todos los personajes, objetos, situaciones, y demás que estén bajo la marca registrada de Rowling son de ella y sólo de ella (aunque millones de fans daríamos lo que fuera por poseer por lo menos un personaje xD). Lo demás es de esta humilde escritora que no recibe nada escribiendo sus locuras, excepto reviews!

Pareja: Harry/Draco (ha… mi pareja favorita! :D)

Raiting: Por lo pronto es T (mayores de 13 años) pero no puedo descartar que suba a M (mayores de 16 años). De todas formas, al inicio de cada cap' pondré el raiting de éste.

Aclaraciones: Esta pequeña historia es slash, aunque no hay mpreg. Sólo sigue el canon de los primeros cinco tomos.

Resumen de la historia: De momento vamos descubriendo la relación de Harry y Draco. Pero como bien sabemos todos, las historias de color de rosa y sin ningún contratiempo no se pueden aplicar a alguien como Harry Potter. Así que muy, muy pronto, las cosas se pondrán peliagudas para nuestros queridos protagonistas. Así es, uno de los dos hará un "pequeño viaje" y tendrá que tomar decisiones cruciales, poniendo en juego hasta su propia existencia. Y todo por hacer feliz al amor de su vida… Sin la certitud de que éste le siga amando…

BUENA LECTURA!


Capítulo 1

Amor

Era un viernes por la tarde bastante caluroso para finales de Septiembre. La mayoría de los estudiantes se encontraban en los terrenos de Hogwarts disfrutando de los últimos vestigios del verano, sin preocuparse por cosas tan triviales como los deberes, trabajos o exámenes. Todavía quedaba un largo año para pensar en ese tipo de futilidades.

Draco Malfoy, por el contrario, se encontraba caminando por uno de los pasillos del castillo con porte majestuoso. Los escasos alumnos que aún se encontraban vagando al interior del edificio levantaban, a su paso, miradas donde se observaba una mezcla de respeto, admiración y envidia. El chico, que era muy conciente de ello, sólo sonreía con arrogancia y desfachatez, con la vista fija frente a él.

Sí, Draco Malfoy tenía todo lo que quería: apellido, dinero, fama y… a Harry Potter.

Al pensar en el chico de ojos verdes, la sonrisa de suficiencia que lucía en el rostro se volvió súbitamente tierna y feliz, dándole a sus facciones una expresión de total enamoramiento. Gracias a Merlín, ya no había nadie para poder observar el cambio.

Aún ahora le costaba entender como es que había terminado saliendo con el Niño que sobrevivió…

Todo había comenzado el curso anterior, cuando iniciaba su sexto año en Hogwarts. El odio que ambos sentían hacia el otro había crecido a niveles estratosféricos en el transcurso del verano: Harry culpaba en gran medida a los Malfoy por la muerte de Sirius, puesto que éstos habían utilizado a Kreatcher para atraerlo al Departamento de Misterios; mientras que Draco no podía olvidar que había sido Harry quien había mandado a su padre a Azkaban.

- FLASH BACK -

El azar quiso que se cruzaran en el vestíbulo del castillo cuando se disponían a penetrar al Gran Salón. Sus ojos se conectaron un instante y el aire a su alrededor se llenó de electricidad… Ninguno de los dos se dio cuenta de lo que hacían, sólo la súbita necesidad de hacerle el más daño posible a su rival les llenaba la mente y motivados por ese sádico impulso, empezaron un sangriento combate a muerte.

Muy pronto las cosas se pusieron feas. Bastante feas.

Se podían escuchar gritos y explosiones por todas partes. Por supuesto, toda aquella cacofonía había alertado a los profesores, quienes trataban de abrirse paso entre la desatada multitud. Varios maestros trataron de separar a los dos duelistas, mientras que los demás procuraban hacer que el resto de los alumnos entrara al Gran Salón. Al final, Dumbledore llego ante los dos adolescentes y con un movimiento de varita los separó dentro de unos campos de energía que absorbían los maleficios que ambos se mandaban.

El duelo había durado alrededor de siete minutos, pero Draco aún recordaba aquel episodio con una mueca de disgusto impresa en su atractivo rostro. Y a pesar de todo, no hubiera cambiado aquellos acontecimientos ni por todas las riquezas de Gringotts… Gracias a ellos ahora era el hombre más feliz del mundo…

Las consecuencias de aquel enfrentamiento fueron desastrosas: el vestíbulo quedó hecho un desastre, las magníficas escaleras de mármol estaban a mitad destruidas (sólo un pequeño trecho había quedado intacto), los contenedores de puntos de cada casa habían explotado y las gemas se esparcían por todas partes. Cuadros, armaduras y demás adornos también presentaban signos de maltratos; pero nada comparado con los dos jóvenes magos que aún se encontraban frente a frente, resoplando y dirigiéndose miradas envenenadas.

Harry, apoyado en la pared, tenía un gran corte en el rostro, que iba desde la sien izquierda hasta la comisura de la boca del mismo lado; su flanco derecho sangraba abundantemente y tenía el tobillo de ese lado fracturado. Sus lentes se habían resquebrajado después de un hechizo bastante fuerte y su ojo izquierdo estaba cerrado e hinchado, al parecer una rebaba de vidrio se había alojado ahí. Tenía otras heridas leves, al igual que algunas contusiones.

Por su parte, Draco no estaba en mejor condición. Un maleficio le había dado de lleno en la cara y tenía una herida particularmente inquietante en la frente, mientras que la nariz se le había roto y los labios los tenía reventados. Sobra decir que todo su rostro sangraba de forma excesiva. Tenía el brazo izquierdo fracturado en varias partes y se detenía las costillas, como si éstas también se hubieran quebrado. Una larga incisión le abría la nívea piel de las piernas como si le hubiesen cortado con una espada. Al igual que Harry, tenía otras magulladuras y contusiones de menor nivel.

Más ninguno de los dos prestaba atención a las heridas, el odio anestesiaba cualquier dolor. Trataron, sin éxito, de continuar con la pelea, pero los campos de energía no les dejaban actuar a su conveniencia: éstos se hacían cada vez más chicos, apretando e inmovilizando a los dos jóvenes.

Dumbledore, por su parte, no les quitaba la vista de encima, evaluándolos. Se podía leer claramente la furia y decepción a través de sus lentes de media luna. Los dos magos, obligados a calmarse, poco a poco se daban cuenta de la amplitud de sus actos y ninguno era capaz de sostener la mirada del venerable anciano.

- Me pueden explicar, en nombre de Merlín, ¿en qué estaban pensando? – No había gritado, no se había exaltado… Aún así, los dos culpables sintieron esas palabras como un par de bofetadas en sus entumecidos rostros.

Tanto Harry como Draco no dijeron nada. De todas formas, ¿cómo explicarle a Dumbledore lo que sentían el uno por el otro?. ¿Cómo convertir el odio, la repulsión, el coraje… en simples palabras? De hecho, ninguno de los dos podía descifrar la amplia gama de sentimientos que se interponían entre ellos. Sólo las ganas de hacer sufrir al otro estaban claras.

Sin perderlos de vista ni un instante, Dumbledore prosiguió:

- No saben la decepción que me causa su actitud… Señor Malfoy, ¿no se supone que usted es un prefecto?. ¿De qué sirve la insignia que lleva tan orgullosamente en el pecho si a los cinco minutos de haber llegado al colegio ya ha roto por lo menos quince normas? – Draco, a quien le sentaba fatal que le hicieran reproches, pensó muy claramente donde se podía meter su insignia el Director… Desgraciadamente para él, Dumbledore pareció adivinar sus pensamientos porque frunció el ceño y prosiguió con frialdad – Vayan a la enfermería y esperen a que Madame Pomfrey les cure las heridas más graves. Después diríjanse a mi despacho, ahí hablaremos más detenidamente de todo esto… y de las medidas que tomaremos en consecuencia. Y una cosa más, no se atrevan a seguir con su disputa, por que no me quedará más remedio que expulsarlos sin otra forma de proceso. Y no se preocupen, sabré si lo hacen.

Con un movimiento de varita, el anciano deshizo el encantamiento que mantenía a los jóvenes inmóviles y, antes que pudieran dar un paso, otro hechizo del Director los alcanzó por igual, aunque fue más asombro lo que éste les produjo que algún otro efecto secundario.

Tanto el Gryffindor como el Slytherin miraron con sorpresa al director, pero éste se conformó con echarles una mirada de: "sabré si se meten en más problemas… y si lo hacen, aténganse a las consecuencias".

Así que ambos chicos se dieron la vuelta y, sin siquiera mirarse (tal vez temían que de hacerlo, seguirían donde dejaron las cosas) se encaminaron hacia la enfermería, que estaba situada en el primer piso, en el ala este del castillo.

Harry, que llevaba un tobillo fracturado, no alcanzó a dar ni un paso cuando un dolor atroz le subió por la pierna derecha. Volteó a los lados, con los ojos cegados por el dolor, buscando algo con qué ayudarse, pero no encontró nada; sólo la mirada burlona y altiva del rubio que aún estaba a su lado. El pelinegro apretó furiosamente la mandíbula y se retuvo a duras penas de echársele encima al otro chico y borrarle ese rictus despectivo del rostro. Reuniendo todo el valor y coraje que sentía (al fin y al cabo Gryffindor), se desplazó un poco más y las lágrimas se le agolparon en los ojos. Sin embargo, haciendo acopio de todo su autocontrol, precedió al Slytherin escaleras arriba, tratando lo menos posible de apoyarse en su tobillo derecho. De todas formas, ¿no había soportado dolores peores en los dieciséis años que llevaba de vida? Un dolor más, un dolor menos, no iba a cambiar absolutamente nada.

Mientras tanto, Draco no le quitaba la vista de encima a Harry, regodeándose de su sufrimiento. A leguas se veía que éste tenía el tobillo molido y que normalmente no debería de haber caminado en absoluto, pero a Draco jamás se le hubiera pasado por la cabeza ayudarle en lo más mínimo. De hecho, se preguntaba vagamente cómo le habría hecho Potter si le hubiera quebrado los dos tobillos. Interesante… tal vez después lo intentara…

Por el momento, tenía cosas mucho más importantes en las cuales pensar. Una vez que la furia devastadora que había sentido minutos antes se atenuó un poco, Draco pudo analizar con la cabeza más o menos fría el problema colosal en el que se había metido; "Es culpa del imbécil de Potter… Corrección, SIEMPRE es culpa del imbécil Potter" pensó con saña. Estaba seguro que el viejo se las cobraría todas juntas cuando estuvieran en su oficina y se podía dar por bien servido si sólo lo expulsaban… Lo único que le alegraba de esa perspectiva era que Harry correría la misma suerte que él. Justicia divina.

Llevaba un par de minutos sentado en la enfermería cuando Harry llegó a su turno. Draco lo había adelantado en las escaleras y se había alejado rápidamente del Gryffindor, olvidándose totalmente de él. Cuando observó la extrema palidez de su Némesis y el rictus de dolor que le deformaba la cara, Draco sintió un fugaz pinchazo de… de… ¿remordimiento? No estaba seguro, pues nunca había sentido algo así. Sin embargo, se le olvidó muy rápido cualquier atisbo de culpa al sentir las dolorosas punzadas que su nariz y brazo rotos le mandaban. Miró con tirria al joven, mientras la sangre le goteaba por la nariz y manchaba la cama donde estaba sentado.

- FIN FLASH BACK -

Draco suspiró y apretó el paso. Ya llevaba cinco minutos de retraso y no le gustaba hacer esperar a Harry cuando quedaban de verse en algún sitio. Cuestión de modales.

Estaba a punto de doblar en un recodo cuando entró en colisión con alguien ligeramente más pequeño que venía en sentido contrario. El rubio perdió el equilibrio y derrapó de costado, dándose fuertemente contra la pared. Soltó un par de improperios bastante coloridos y se volvió hacia el incauto que se había metido en su camino, que también estaba soltando tacos mientras se levantaba del piso. Cual no fue su sorpresa al ver que la persona no era otra que su querido Gryffindor.

- ¡Harry!

- ¡Draco!

- ¿Qué estás haciendo aquí? – Una vez más habían hablado al mismo tiempo. Se sonrieron y el rubio ayudó a su novio a terminar de incorporarse.

- ¿A dónde ibas? – Preguntó Draco sin soltar la mano del moreno.

- Pues la verdad iba a la biblioteca… Si no termino la redacción para Snape, ¡créeme que ni tú podrás sacarme del apuro en esta ocasión! – Dijo con una pequeña mueca de contrariedad en el rostro – Y tú, ¿a dónde ibas tan rápido? – Preguntó a su vez con una ceja alzada.

- ¿A dónde iba? Mmm, veamos… - Esperó unos segundos, luego sonrió - ¡Qué mala memoria tiene, señor Potter!. ¿Acaso ya no te acuerdas? – Tenía que reconocerlo, la memoria de su novio (para ciertas cosas) simplemente no tenía remedio.

- ¿Qué ya no me acue…?. ¡Por Merlín!. ¡Se me había olvidado por completo que habíamos quedado a las cinco! – Exclamó abriendo desmesuradamente los ojos y dándose una palmada en la frente.

- No me digas… - Draco se estaba divirtiendo de lo lindo con la situación y lo demostró con una sonrisa genuina que le iluminaba por completo el rostro.

El corazón de Harry dio un vuelco en su pecho al ver la sonrisa que le dedicaba el rubio. Todavía le sorprendía que ese rostro que había terminado amando tanto ya no mostrara su eterna mueca despectiva y arrogante en su presencia. Tan así era, que se le hacía increíble que tiempo atrás no pudieran estar juntos sin terminar peleándose, la mayoría del tiempo por puras idioteces. Pero en fin, por algo pasaban las cosas…

- Soy incorregible… - Dijo poniendo cara de corderito degollado - ¿Hay algo que pueda hacer para que me perdones? – Terminó cambiando rápidamente la expresión del rostro por una de lobo hambriento.

Draco no aguantó más y soltó una franca carcajada. Decididamente… ¡Harry no tenía remedio! Aún con lágrimas en los ojos se acercó a él y, pasando su mano derecha por la nuca del ojiverde, acortó los escasos centímetros que lo separaban de la apetitosa boca de su novio y lo besó con infinita dulzura. No pudo evitar hacer la comparación entre ese beso y los primeros que compartieron en aquellas interminables horas de castigo del año anterior. Donde la furia se mezclaba con el deseo y el deseo con algo más que ninguno de los dos quería nombrar, haciendo de aquellos momentos verdaderas luchas por el dominio del otro; no cediendo ni un ápice de terreno y aún así incapaces de separase.

Harry estaba maravillado: era extraordinario lo que pasaba entre ellos dos.

No sabía a ciencia cierta cuándo ni dónde ni cómo se había operado la transformación entre Draco y él, simplemente un día le había llegado la verdad tan clara, cegadora y cruel que no había salido del dormitorio durante dos días enteros, a pesar de la preocupación latente que Ron y Hermione habían manifestado. En un principio no lo había aceptado. Golpeó, estrujó, mordió, pataleó todo lo que se le cruzaba en el dormitorio (Ron y sus demás compañeros desertaban muy temprano el cuarto y no volvían hasta bien entrada la noche), pero era inútil; absolutamente nada funcionaba y al final, con el alma en los pies, tuvo que rendirse ante la evidencia: se había enamorado del patán, imbécil, troglodita de Draco Malfoy. De las miles, millones de personas que había en el mundo entero, había tenido que ser el baboso de Malfoy quien le robara el corazón. Pero, ¿qué más se podía esperar de alguien con una vida tan complicada como la de él? A esas alturas ya nada le sorprendía.

Pero se equivocaba. Sí hubo algo más que le sorprendió, ¡y vaya que se había sorprendido!. Saber que Malfoy compartía sus sentimientos había sido todo un choc para él.

Cuando la falta de oxígeno se hizo presente, Draco separo sus labios de los del moreno y procedió a ocuparse con mucha dedicación del trocito de cuello donde palpitaba furiosamente la carótida de su amado. Harry entrecerró los ojos y se dejó llevar por las magníficas sensaciones que su novio despertaba en él. Pasados unos instantes, tomó la blonda cabeza con sus manos y la levantó para que sus ojos se encontraran. La verde mirada se fundió con dos iris grises nublados por el deseo y sólo dos palabras fueron susurradas en ese desértico pasillo. Dos palabras que, aunque no las decían muy a menudo, las pensaban y decían con el corazón.

- Te amo…

Ambos se sonrieron y Draco se inclinó una vez más hacia Harry (era ligeramente más grande que él) y depositó una suave caricia en los labios del más pequeño. Luego, olvidándose totalmente de la biblioteca y de la redacción para Snape, se fueron tomados de la mano sin rumbo fijo. No importaba la dirección, mientras estuvieran los dos juntos todo estaba bien.


Notas de la autora:

Hola!

Aquí les traigo este fic que se me ocurrió no hace mucho tiempo. Espero que les haya gustado el primer capítulo!

Yo se que la historia no avanza mucho, pero es fundamental que sepamos como están las cosas con nuestra pareja favorita antes de que la verdadera acción comience. Así que en los primeros capítulos veremos la historia de Harry y Draco antes de que uno de los dos se vaya "de viaje" . Por lo que en estos capítulos la historia no será lineal y saltaremos del presente al pasado a granel! :D

Pasemos ahora al tema de los Updates.

En principio, cada sábado sobre dos tendrán un capítulo aunque no es imposible que adelante las actualizaciones… Esto dependerá de que tanto avance en la escritura (y para qué mentir, en la cantidad de reviews que dejen… eso siempre motiva a tope a los autores! Jejeje)

Así que… Quétal un review para dejarme sus primeras impresiones? Se los agradecería muchísimo!!

Besos,

Picassa

PD: Los reviews anónimos los contestaré en mi LiveJournal (el link está en mi profile!)


Update: 22/03/08