Rima de muerte
Por Nochedeinvierno13
Disclaimer: Todo el universo de Canción de Hielo y Fuego es propiedad de George R. R Martin.
Este fic participa del Reto "Rating y género al azar" del Foro "Retos".
Cascabel hace cabriolas para entretener a los invitados de la boda de Roslin con Edmure Tully. Coloca sus manos en el suelo, levanta sus piernas y eleva todo su cuerpo. Algunas muchachas le prestan atención, vitoreándole cuando termina de hacer las piruetas y otros se dedican a arrugar la nariz con desagrado.
Las lluvias de Castemere comienzan a sonar y comprende que debe sentarse. Él mueve la cabeza al compás de los sonidos que escapan de los instrumentos colocados en el fondo del salón, abre la boca y deja escapar un gruñido gutural que interrumpe la métrica melodía que anuncia el festín de sangre.
Alza su copa para pedir más vino pero ninguno de sus parientes le llena el recipiente con el líquido. Aegon vuelve a gruñir pero nadie le presta atención, todos están concentrados en los próximos movimientos a llevarse a cabo. No entiende lo que se está desarrollando a su alrededor, la tensión que se acumula en los músculos y las expresiones interrogantes en los rostros norteños.
—Algo malo sucederá, sucederá —nuevamente ignoran sus palabras. Demasiada es la incertidumbre que se vive allí—. Ya lo verán, verán.
La primera ballesta se dispara y la matanza comienza en el salón de Los Gemelos. Walder Frey se mantiene indiferente en su silla, observando como cada uno de los soldados del Rey en el Norte van cayendo como insectos.
—La batalla está comenzando, comenzando y los Frey van matando, matando.
Los cuerpos van pereciendo uno a uno, hasta que las paredes y las mesas quedan salpicadas de sangre. Algunos mueren bebiendo vino o comiendo el último bocado, otros mueren intentando ponerse de pie para luchar.
Aegon mueve su cabeza mientras piensa en una nueva rima y los cascabeles de su sombrero tintinean con su movimiento. Debajo de su sombrero de bufón, el cabello le cae por la nuca de forma lisa y es de un color gris desgastado.
—Los norteños mueren, mueren y los Frey se divierten, divierten.
Una mano extraña le toma por el cabello y le obliga a caer de espaldas. Siente el acero frío de un cuchillo a la altura de su cuello y un alarma dentro de su cabeza defectuosa, le dice que no volverá a componer una rima.
Los cascabeles no vuelven a tintinear.
