Disclaimer: Ok, antes que nada, ninguno de los personajes me pertenece a mí, sino a JKR.
¡Hola! Bueno, esta es la primer historia que escribo, especialmente para una persona a la que aprecio mucho, espero que sea de su agrado.
Dedicado con mucho cariño a Bet.
VES
Después de la caída del señor tenebroso, cualquiera hubiera pensado que la paz y la felicidad estarían presentes en la vida de cada miembro de la comunidad mágica, pues bien, tal vez eso era cierto para todos excepto para ella, Nymphadora Tonks.
Dos años atrás, Harry Potter había puesto fin a los planes de Lord Voldemort después de un cruel enfrentamiento en el cuál muchos miembros de la Orden habían perdido la vida. Aun podía recordar, como si hubiera sido ayer, el miedo que sintió al verlo tirado en el campo de batalla, sin sentido y con tantas heridas en el rostro y cuerpo, que el daño que sufría mes con mes hubiera pasado inadvertido en ese momento.
Aquella fue la última vez que lo vio, con la obligación de ayudar a Harry a llegar hasta donde Voldemort se encontraba, tuvo que correr hacia el lugar en el que él y Hermione se enfrentaban a un grupo de mortifagos para ayudarla y permitirle a Harry seguir con su camino; no sin antes asegurarse de colocarlo en un lugar seguro y aplicarle un par de hechizos que, en caso de que volviera en si, le permitieran soportar el dolor. Después de una dura batalla en la que por fin logró vengar la muerte de su primo, Sirius Black, lo siguiente, de lo cuál tuvo conciencia, fue que se encontraba en una habitación de San Mungo, rodeada por un gran número de pociones de aspecto desagradable y que por nada del mundo pensaba tomarse. Cuando su cerebro registró todo lo que había vivido en las últimas… ¿horas, días? Ni siquiera estaba segura de cuanto tiempo llevaba en ese lugar, pero eso era lo de menos en ese momento, tenía que verlo, asegurarse de que estaba bien y recibiendo la atención adecuada; así es que, dando un brinco y alegrándose al ver que no había perdido su increíble agilidad, se levantó de la cama, no sin antes llevarse con ella todas las pociones que se encontraban descansando en una mesa.
Luego de recibir los regaños de Molly durante casi media hora por haberse levantado de esa manera tan irresponsable y exponiéndose a sufrir un daño irreversible, al fin logró preguntar por su salud, los latidos de su corazón se incrementaron al ver como Molly palidecía antes de contestar. –Está bien-había dicho, -a pesar de que muy pocos han querido hacerse cargo de él a causa de su condición- agregó con las mejillas un poco rojas a causa del enojo que ello le provocaba. Y no era para menos, ¡su condición! A quién le importaba eso, de haber tenido consigo su varita en esos momentos, habría estado dispuesta a lanzar maldiciones por todo el hospital a todo aquel que se hubiera atrevido a hacer un comentario al respecto.
-No quiere ver a nadie- se apresuró a agregar al verla con la firme intención de dirigirse hacia su habitación -puede que apenas esté conciente pero sigue siendo el necio de siempre, dice que no debemos preocuparnos por él, sino por todos los demás que se encuentran en el hospital- añadió con profunda tristeza en la voz.
Fue en ese momento en el que se percató que él no era el único que había sufrido heridas graves durante el enfrentamiento. Molly le informó que todos sus hijos al igual que su marido, habían sido llevados a San Mungo; Bill, Charlie, Arthur y los gemelos ya estaban recuperándose y volvían ser los mismos de siempre, mientras que Ginny y Ron se encontraban graves, pero confiaban en que pronto se recuperarían. Harry por otro lado, contaba con los cuidados de su enfermera personal: Hermione Granger, quién no se había separado de su lado desde que ella misma fue capaz de ponerse en pie.
Así es que, confiada en que dentro de pocos días, Remus tendría el humor suficiente como para permitir que alguien lo visitara, espero pacientemente a que ese momento llegara con la ilusión de que, ahora que todo había terminado tal vez accedería a darle una oportunidad a su relación.
Pero ese momento jamás llegó, -es porque se acerca la luna llena- pensaba -lo mas seguro es que quiera esperar a que todo pase antes de hablar conmigo- se decía continuamente impidiendo que su corazón comprendiera lo que la razón le gritaba desde hacía mucho tiempo.
Tiempo después Hermione había conseguido que el Ministerio de Magia concediera a los licántropos, los mismos derechos que cualquier otro mago, abriéndoles así muchas oportunidades que antes ni en sus mejores sueños, habrían podido imaginar.
Una mañana, como tantas, acudió al hospital un poco ansiosa, pues de alguna manera presentía que ese día se definiría el rumbo de su vida, y había sido así, él, sin dar ninguna explicación, se había ido…
Ves que aun te puedo tocar con un dedo de amor
Puedo hacerte temblar cuando escuchas mi voz
No esta todo perdido si quema mi fuego en tu piel
Cuando digo tu nombre
La profesora McGonagall lo había convencido de volver a su antiguo puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, cargo que había ocupado durante los dos últimos años; pero eso no tenía nada que ver con que ella estuviera paseando nerviosa por los pasillos de Hogwarts y el hecho de que la noche anterior hubiera tenido como protagonista a la luna llena tampoco había influido en nada a que sus pasos la hubieran llevado hasta las puertas de la enfermería. No, ella, Nymphadora Tonks, estaba ahí con un único propósito: atender a la solicitud que la profesora McGonagall había hecho al Departamento de Aurores pidiendo que un par de ellos acudieran a Hogwarts para contarles a los alumnos de quinto año las experiencias y satisfacciones que encerraba su profesión. Ella tampoco había tenido nada que ver en la extraña desaparición de las solicitudes que se habían hecho llegar a cada auror con mucho tiempo de anticipación, para asegurarse de que tuvieran el tiempo suficiente como para acudir a Hogwarts y permanecer en el colegio durante una semana; y por supuesto que se trataba de una casualidad que solo ella y Robert las hubiesen recibido y por consiguiente fueran los únicos aurores disponibles; así es que, definitivamente Remus John Lupin no era la causa de que después de haber echado una rápida mirada dentro de la enfermería y comprobado que no había nadie en su interior, sus pasos la guiaran justamente a donde sabía se encontraban las habitaciones de los profesores.
Después de atropellar un par de veces a la señora Norris, tropezar con dos armaduras, una alfombra y un libro de pociones abandonado a medio corredor, -deberían de ser más ordenados y recoger de vez en cuando sus cosas- Tonks finalmente alcanzó su destino. Sonrió débilmente al darse cuenta que la habitación perteneciente a Remus se encontraba en un rincón un poco escondida y que el camino que llevaba a ella apenas estaba iluminado por un débil resplandor, perteneciente a una vela ubicada al inicio del corredor, -nunca cambiará- pensó. Analizando las posibilidades que tenía de llegar hasta la puerta sin derrumbar algo y alertarlo de este modo de su presencia, decidió volver por la vela, al menos así sabría por donde caminaba. Mientras sus pasos la guiaban lentamente hacia la habitación del hombre que amaba, repasó mentalmente lo que haría al llegar a él. Su única intención era verlo, asegurarse de que estaba bien, aun aunque deseaba perderse en su profunda mirada una vez más, sabía que su corazón no sería capaz de soportar otro rechazo, no después de que se hubiera roto en pedazos aquella mañana en la que descubrió su ausencia, no después de lo que había pasado entre ellos antes de la batalla final…
Abrió la puerta lentamente, procurando no hacer ruido, sabía lo perceptivo que él podía llegar a ser; su corazón dio un vuelco al verlo ahí dormido, respirando tranquilamente, como si todo el mundo a su alrededor no pudiera estar mejor en ese momento, verlo así la hirió, al darse cuenta de que él si lograba seguir adelante con su vida, o al menos dormir sin que su pasado lo despertara súbitamente al recordarle lo que pudo haber sido.
Avanzó hacia su cama con la mirada fija en su rostro, cualquiera que la hubiera visto en ese momento, habría dudado que fuera en realidad Nymphadora Tonks, al verla caminar con tanta seguridad y sobre todo sin tropezar con nada siendo que la habitación estaba sumida en una oscuridad casi total. Cuando se encontraba a solo un paso de su cama, observó unos cuantos frascos vacíos depositados sobre una pequeña mesa, al instante supo que uno de ellos debió de haber contenido la poción matalobos, y por lo que lograba recordar de sus múltiples estancias en la enfermería de Hogwarts, el otro contenía poción para dormir sin soñar. Sintiéndose segura ante este hecho, terminó con la distancia que aun existía entre ellos y, suavemente, se sentó en la orilla de la cama, dedicando los primeros minutos de su estancia a verlo dormir.
No había cambiado en nada, su misma expresión serena, algunas canas adornando su cabello dándole un aspecto reflexivo e intelectual, en su rostro existía un pequeño corte producido probablemente durante su transformación de la noche anterior, no parecía muy profundo, sin embargo lo mejor sería curarlo antes de que ocasionara una infección; el efecto de la poción duraba algunas horas por lo que estaba segura que podría curarlo y marcharse sin que el hubiera notado su presencia. Lo conocía perfectamente bien, así es que guardado en algún lugar de la habitación debería tener un pequeño botiquín que le ayudaría en su labor, su vista recorrió toda la habitación hasta toparse con una pequeña caja, y, si su intuición de auror (y la de una mujer enamorada claro) no fallaba, ahí encontraría lo que buscaba. Se levantó con mucho cuidado y se dirigió hacia la caja, al abrirla no pudo evitar una sonrisa al descubrir que la mitad de ese botiquín estaba integrado por los chocolates mas deliciosos que se pueden encontrar en Honeydukes, y que seguramente eran utilizados durante sus clases con los alumnos de tercer año, así es que después de tomar lo que necesitaba, además de una gran barra de chocolate, regresó hasta la cama y con un pequeño suspiro, comenzó.
Lo primero que hizo fue limpiar la herida, al primer contacto con su piel se estremeció, era justo como lo recordaba, tratando de luchar contra el mar de recuerdos que asaltaron su mente ante ese simple roce, continuó con su tarea tratando de concentrarse al máximo en ella. Una vez que hubo terminado, no pudo resistir los deseos de acariciarlo tan solo un momento, -está profundamente dormido- se dijo, -si no se ha dado cuenta de mi presencia, unos segundos más no afectarán en nada-. Recorrió lentamente su rostro, permitiéndole a sus manos recordar cada detalle de el.
Se separó bruscamente al sentir un movimiento por parte de Remus, por un instante le pareció ver una pequeña sonrisa en sus labios, una sonrisa igual que las que solía dedicarle única y exclusivamente a ella, en los momentos en los cuáles creía que nadie lo observaba; lo que él siempre había ignorado era que ella había aprendido a sentir y ver cada pequeño gesto de amor de su parte, después de todo era lo único que le daba fuerzas para seguir, para mantener la esperanza de que tarde o temprano él terminaría aceptando lo que ella le ofrecía.
Se encontraba tan sumergida en sus pensamientos, que no notó como poco a poco Remus había comenzado a abrir los ojos, así como tampoco se dio cuenta que una de sus manos avanzaba hacia la suya, que ahora se encontraba descansando en su pecho.
-De nuevo ese sueño- fue lo primero que Remus Lupin pensó mientras comenzaba a abrir los ojos, a lo largo de esos dos años y aun desde mucho antes, era frecuente que tuviera sueños de ese tipo, en los que ella se encontraba a su lado, y él viviendo en un mundo sin obstáculos entre ellos, podía aceptar su amor. Esta noche sin embargo, todo le había parecido mucho más real, podría jurar que había sentido su presencia, así como sus caricias en todo el rostro, pensando que podría disfrutar de su sueño un poco mas, se había aventurado a mover su mano, en busca de aquella que se encontraba realizando débiles caricias en su pecho; grande fue su sorpresa al darse cuenta de que dicha mano se sentía bastante real, y más aun cuando vio como al producirse el contacto, de entre las sombras surgía un rostro que le era extremadamente familiar.
-Tonks-, -Remus- susurraron los dos al mismo tiempo, él en un tono que indicaba que aun no podía creer que ella se encontrara realmente ahí, ella como si quisiera resumir en un simple nombre todo el amor que sentía por él.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de ambos, no solo porque sus manos aun seguían en contacto, al igual que sus ojos, sino porque cada uno fue capaz de percibir en la voz del otro que nada había cambiado entre ellos.
Se que no todo acabo, el amor sigue aquí
Esto no termino, tu me miras así, como ayer
Tiene tanto poder lo que siento, ves que lo nuestro es eterno
Yo te puedo amar
Déjate llevar
-¿Que haces aquí?- preguntó en un tono un tanto brusco, mientras que una voz, que bien podría haber sido la de su conciencia, lo reprendía por tratar de esa manera a la única mujer que lo había amado sinceramente.
-La profesora McGonagall solicitó que un par de aurores vinieran a hablar con los alumnos de quinto curso- dijo en el tono más indiferente que pudo lograr.
-Conozco perfectamente esa solicitud, ya que yo fui quién le sugirió esa idea, pero jamás imaginé que serías precisamente tú quién decidiera venir; además, no me refería a que haces en Hogwarts, sino a mi habitación.-
-Aunque no lo creas todos los miembros del Departamento de Aurores han estado sumamente ocupados, Robert y yo éramos los únicos disponibles en estas fechas, además estaba el hecho de que la profesora McGonagall resaltó la importancia que podía tener esto para los alumnos- le dijo intentando inútilmente de encontrar su mirada, ya que este parecía sumamente interesado en el techo de la habitación.
-Y sobre la pregunta de tu habitación- añadió, -simplemente me encontraba paseando por los corredores y llegué aquí accidentalmente-.
Remus le dirigió una mirada cargada de incredulidad al tiempo que con una mano señalaba las cosas que Tonks había usado minutos atrás para curar el corte de su mejilla.
-Está bien, si lo que quieres es la verdad te lo diré, fui yo quién provocó que todos los demás aurores tuvieran alguna misión que hacer mientras yo quedaba libre para venir aquí, te estuve buscando durante casi dos horas porque quería saber como te encontrabas después de ayer, cuando vi la poción que habías tomado pensé que podría permanecer unos momentos a tu lado sin que te dieras cuenta y cuando vi el corte que tenías yo… pensé que no habría ningún problema si te curaba- terminó mientras lo miraba ansiosamente.
-Y conoces muy bien la razón por la que lo hice- añadió en un susurro mientras bajaba la vista, momento que Remus aprovechó para mirarla antes de tomar la palabra.
-La profesora McGonagall indicó a cada uno de los jefes de las casas que deberíamos estar presentes durante las pláticas que darán a los alumnos, al parecer también desea que ustedes asistan a cada una de las clases en las que dichos alumnos deben obtener notas sobresalientes si es que quieren ser aurores en el futuro- al ver que Tonks no decía nada al respecto continuó.
-He pensado que, en el caso de Gryffindor lo mejor sería dejarlos solos, de esta manera mi presencia no interferirá con los alumnos, y estos se sentirán con mas confianza para hacerles todas las preguntas que deseen, además estoy seguro que tu compañero y tú se sentirán mucho mas cómodos de este modo-. Al percatarse de que Tonks se disponía a tomar la palabra, continuó antes de que esta pudiera interrumpirlo.
-En el caso de las clases, si lo deseas puedo proporcionarles un informe acerca de mi asignatura, donde podrán ver los avances de cada uno de mis alumnos así como los principales problemas que se presentan, podrán juzgar si el nivel que tienen es el adecuado para conseguir la nota máxima en el TIMO-.
Un silencio pesado se extendió entre ellos, mientras que Remus había dicho todo lo que tenía que decir, Tonks parecía no encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía en esos momentos.
-Eres… co… ¿Cómo puedes hablar así, como si nunca hubiera existido nada entre nosotros, como si no supieras lo que siento por ti, ¿y porque te sigues comportando de esa manera cuanto tu sientes exactamente lo mismo que yo?-, preguntó con furia.
-No sé de que estas hablando, sabes perfectamente que…-, pero no pudo terminar ya que fue interrumpido por una Tonks al borde del llanto.
-¿Qué, ¿qué es lo que sé perfectamente, ¿Qué eres un cobarde? Un cobarde que solo estando cerca de la muerte fue capaz de admitir lo que sentía, sigues actuando igual que antes, te estás comportando igual que hace dos años, cuando me dejaste sola y después huiste para no enfrentar lo que había pasado entre nosotros-, le gritó.
Ves que mi amor es tu amor
Que tu ausencia es dolor
Que es amargo el sabor si no estas, si te vas
Y no regresas nunca más
-Sabes que había pocas posibilidades de que ambos sobreviviéramos, yo… yo no quería que todo terminara así, creí que sería mi último día con vida, creí…creí que merecías saber la verdad-, le dijo con un tono un tanto ansioso.
-Estaba conciente del peligro que corríamos, sabía que esa podría haber sido la última vez que te viera con vida, pero mi corazón guardó la esperanza de que, si todo salía bien tendríamos un futuro juntos, esa noche tú te encargaste de alimentar esa esperanza, te comportaste de una manera egoísta, si hubieras muerto, me habrías condenado a una vida en la que solo tendría ese maravilloso momento para recordarte, y… ¡y casi hubiera preferido eso a tener que soportar estos dos años!- le gritó, pero en esta ocasión, Remus pudo observar como una lágrima caía por su rostro; en ese momento, deseo avanzar hacia ella, abrazarla, y con sus labios recorrer el camino que había seguido esa lágrima fugitiva, así como pedirle perdón por su comportamiento como tantas veces había deseado hacerlo a lo largo de esos dos años; pero a lo largo de toda su vida, los deseos de su corazón siempre se habían visto aplastados por su razón, que en ese instante comenzaba a recordarle que lo que había hecho era lo mejor para ella, que tarde o temprano lo olvidaría y encontraría a alguien más que pudiera hacerla feliz, y cuando llegara ese momento, el lo sería también, por lo que controlando sus deseos tomó la palabra.
-Sé que actúe de manera egoísta y cobarde, y te pido perdón por ello, no sabes cuan arrepentido estoy por mi comportamiento, y créeme que no ha habido un día en el que no me lo reproche- dijo mientras observaba como en el rostro de Tonks comenzaba a aparecer una expresión de infinito dolor, así es que, tratando por todos los medios de no ver sus ojos ahora totalmente llenos de lágrimas y callando los deseos de su corazón, siguió hablando.
-Esa noche yo estaba conciente de mi misión, sabes que tenía que proteger a Harry, permitirle llegar hasta donde estaba Voldemort, y fallé, de no haber sido por ti, Harry jamás habría accedido a seguir su camino dejando sola a Hermione, los demás mortifagos hubieran llegado hasta ellos y todo habría sido en vano, le habría fallado a Sirius, a James, a…-.
-¡Deja de cargar siempre con la responsabilidad de todo, sabes que no fue tu culpa, sabes que deberías de haber contado con mucho más apoyo del que recibiste, y deja de poner a Harry, Sirius o James como pretexto, siempre has hecho todo lo posible por hacer lo mejor para ellos, ¿Cuándo te dedicarás a hacer lo mejor para ti?- le decía con la respiración agitada.
-Tal vez alguna vez haya sido así, pero…-.
-¿Qué es lo que vas a decirme ahora Remus, que nuevo pretexto inventarás para huir de tus sentimientos?-.
-Sabes que soy demasiado…-.
-¿Qué? ¿Pobre? Si mal no recuerdo la ley que Hermione logró que aprobaran hace dos años ahora te permite tener un trabajo estable y ser respetado por todos, ¿viejo? Sabes que la edad nunca ha sido un problema dentro de la comunidad mágica y aun aunque lo fuera para mi nunca ha tenido importancia, ó, ¿peligroso? He enfrentado los suficientes peligros siendo auror como para recordar siquiera el significado de esa palabra, sabes que siempre tendrías la poción matalobos cerca de ti, sabes que nunca te dejaría solo- le dijo sosteniéndole la mirada, aun cuando siempre se había sentido un poco intimidada por sus ojos.
-¡Por supuesto que lo soy, sabes lo que pudo haberte pasado, y todo habría sido mi culpa, ¿como crees que me hubiera sentido? ¿Como podría haberte vuelto a mirar a los ojos?-.
-Ojalá no hubieras llegado a tiempo- dijo en un susurró bajando la mirada.
-Tonks, yo…- intentó decir, pero una vez mas fue interrumpido.
-No es necesario que digas nada- dijo mirándolo nuevamente, -esta vez ya entendí, he comprendido que haga lo que haga jamás lograré convencerte-, con una amarga sonrisa continuó, -ya no tienes por que preocuparte, no te molestaré más, jamás volveré a hablar de mis sentimientos-.
Tonks se dirigió a la puerta, para su mala suerte, tropezó con una mesa que se encontraba cerca de su destino, provocando que se detuviera para arreglar el florero que había caído al piso, brindándole a Remus una última oportunidad de detenerla, como su corazón le pedía a gritos en ese momento, sin embargo, una vez más, su razón se impuso sobre su corazón y se limitó a observarla desde su lugar.
Justo antes de que Tonks cruzara la puerta volvió a detenerse, volviéndose hacia él.
-Creo que sería buena idea que hablaras con la profesora McGonagall, para informarle que necesitamos de un poco de privacidad con los alumnos y por lo tanto ustedes no estarán presentes, buenas noches- dijo justo antes de desaparecer por la puerta, dejando dentro a un hombre sumido en una profunda oscuridad, que no era nada comparada con la que en ese momento reinaba en su corazón.
