"Prólogo"

"Los Caballeros Diamante"

27 de Octubre de 2989

Templo Budista, Norte de Zugzodia, 11:45 PM

Entre la oscuridad de la noche, un anciano monje vestido con ropajes orientales meditaba en el patio de un templo. Era tanta su concentración que su cuerpo, en posición de loto, había empezado a elevarse un poco sobre el fino césped.

Un hombre vestido de negro salió del interior del templo. Antes de pisar el césped se quitó sus caros zapatos. A pesar de la extensa oscuridad se podía observar su aspecto si se estaba lo suficientemente cerca: era un hombre alto, de tez amarilla; s pelo era oscuro, al igual que sus ojos, y llevaba un parche en su ojo izquierdo.

El recién llegado tan sólo se quedó expectante sin hacer ningún movimiento que pudiese molestar a su maestro. La última vez que llegó a toda prisa para informarlo y no esperó a que terminará de meditar, le arrancó un ojo.

Fue apenas unos minutos después cuando el monje se dio la vuelta, sin abandonar su posición ni volver a tocar el suelo.

- Joven Sao Ling, ¿hay algo que quieras decirme? - dijo el impasible maestro con voz serena -

Sao dudó un momento, durante el cual cerró sus ojos, pero enseguida se quitó esas estúpidas dudas de la cabeza. Después de todo, solo tenía que ser respetuoso.

Sao: Maestro Pai Mei, los candidatos han llegado - dijo intentando aparentar tranquilidad -

Pai Mei: "Un discípulo que teme a su maestro no es un discípulo" - citó - Haz que pasen de uno en uno.

El joven discípulo sólo asintió y dio paso a un hombre de color, fornido y con corte de pelo militar.

Pai Mei: ¿Cuál crees que es tu mayor virtud? - preguntó sin inmutarse ante la presencia de aquel tipo que debía medir más de 2 m -

- Mi fuerza, sin duda - respondió con orgullo -

Pai Mei: Bien, yo te unjo con está armadura hecha de diamante... ¡Qué la fuerza del toro te proteja! - exclamó el anciano -

Una armadura que salió de la nada cubrió al fornido hombretón, en el casco se podían observar los cuernos de un toro. El caballero del toro se dirigió de nuevo al templo, orgulloso.

Una hermosa joven de rubios cabellos y bien formado cuerpo llegó y se quedó frente a frente.

Pai Mei: ¿Cuál crees que es tu virtud? - preguntó sin prestar atención a la belleza de la joven -

- Que los hombres se dejan guiar por mi cuerpo, quedando desprotegidos ante mi veneno - respondió con una sonrisa en los labios -

Pai Mei: Bien, yo te unjo con esta armadura hecha de diamante... ¡Que el veneno de la serpiente elimine a tus víctimas! -

Otra armadura cubrió a la joven, era igual a la del toro sólo que su casco no tenía cuernos, en vez de eso, éste tenía la forma de la cabeza de una serpiente, al igual que sus hombreras.

La joven sólo sonreía mientras observaba su armadura y se dirigía al templo.

Un hombre gordo y calvo, con un rostro que denotaba estupidez llegó. El maestro le hizo la misma pregunta que a los dos anteriores si mostrar asco ante su aspecto, lo que le permitió hablar con más tranquilidad.

- ¿Mi... Virtud? Supongo que mi aspecto - dijo con vergüenza y tristeza -

Pai Mei: Triste no debes estar, pues ese aspecto oculta un gran valor. ¡Qué la valentía del cerdo te proteja!

Una armadura tan gruesa como el recién llegado lo cubre. El casco se parecía a la cabeza de un cerdo.

El caballero del cerdo se fue feliz al templo mientras otro hombre de aspecto serio aparecía. Su pelo era azulado y sus ojos, que emanaban una frialdad casi inhumana, eran negros como la noche.

Pai Mei: Bien ¿Cuál es tu virtud? Aquella que te hace superior a todos los demás.

- No creo poseer ninguna virtud. Sólo sé que me gusta trabajar sólo, sin ayuda de nadie - respondió fríamente con los brazos cruzados -

Pai Mei: Esta bien. Tú mereces la armadura del Lobo... ¡Qué tu soledad sea tu fortaleza!

Una vez aquel frío joven fue vestido por la armadura, no hizo nada. Simplemente se giró y volvió al templo, sin siquiera sonreír o mirar con orgullo su nueva protección.

Pai Mei esperó pacientemente a que llegase el siguiente discípulo. Pasaron minutos y, pese a que Sao ya se estaba impacientando, su maestro continuaba tranquilo. De pronto, un shuriken se acercó peligrosamente, por detrás, a la cabeza del anciano, pero éste, en un rápido movimiento se dio la vuelta y la cogió. Entonces observó a un adolescente de unos 15 años, sonriente y vestido de ninja.

Pai Mei: Veo que tu virtud es la cobardía - comentó con seriedad -

- Je, je, je... Así es - respondió mientras se acercaba sonriente al maestro y se frotaba la cabeza - Como no soy muy fuerte me respaldo en mi hermano mayor que fue el que le tiró el shuriken.

Pai Mei se sorprendió al no haberse dado cuenta de que habían dos personas en aquel momento. Y es que el hermano mayor del cobarde recorría sin descanso el patio a la velocidad de la luz. En un momento dado el veloz joven se paró junto a su hermano, este era rubio, de pelo largo recorrido en una larga cola de caballo que casi rozaba el suelo, y llevaba unos anteojos transparentes.

Pai Mei: Bien joven cobarde. Debes saber que, pese a que la cobardía suele ser deshonrosa, a veces es necesario retirarse de un combate. Espero que seas digno de esta armadura.

Una extraña armadura de forma esférica cubrió al joven ninja. Éste estaba algo sorprendido hasta que se dio cuenta que esa era la armadura de "huida" la cual podía cambiar a modo "lucha" con el pensamiento, transformándola en una coraza de lo más normal, sin detalles ni casco.

El chico se fue de lo más feliz, dando saltos como un niño que acababa de recibir su primera videoconsola.

Pai Mei: Y tú... Tú posees una agilidad inhumana, casi divina... Yo te concedo la armadura del mono.

Una armadura de diamante con unas graciosas orejas de mono en el casco cubrió al rubio caballero, que no salía de su asombro. Pese a que estaba tan feliz como su hermano prefirió irse a toda prisa al templo para demostrar su entusiasmo.

Una mujer, de pelo negro y corto, ojos rojos como el fuego y muy delgada. Se acerca con estilo felino al anciano desde el tejado. Al llegar le guiña un ojo a Sao quien se sonroja.

Pai Mei: Joven... ¿Cuál es tu virtud?

- Mi estilo... y mi cuerpo claro está - añadió con voz sensual que hace sonrojar más y más a Sao -

Pai Mei: Según veo, te mueves igual a una gata... Te concedo esta armadura... ¡Qué la destreza y la habilidad del gato te protejan!

La "gatita" recibe una fina y liviana armadura de diamante con orejas de gato en su casco. La chica sólo maúlla y salta después al tejado para bajar al templo desde ahí.

Sao volvió a la normalidad ante la llegada de un hombre de aspecto severo, ya entrado en sus años pero aún de complexión fuerte, que iba vestido con la piel de un tigre, la cual le cubría todo el torso.

Pai Mei: Detecto mucha ira en ti, cazador.

- ¡Vaya sexto sentido que tiene! - gruño sarcástico -

Pai Mei: Por ello te entrego esta armadura... ¡Qué la furia del tigre derrote a tus enemigos!

Otra armadura salió de la nada y cubrió al cazador. Su casco se parecía a la cabeza de un tigre y de sus antebrazos salían tres afiladas garras. El cazador sólo gruñó y se fue sin decir nada.

Un hombre albino más alto que el caballero del toro llegó sonriente. Pese a que era más alto, casi no tenía músculos. Sus ojos eran rojos y no tenía nada de cabello.

- Hola - saludó con una voz algo tonta que extrañó a Sao -

Pai Mei: Tu altura puede ser una ventaja... Pero no olvides... que también puede ser la culpable de tu derrota. Yo te unjo con esta armadura... ¡Que las pezuñas del caballo destrocen a tus enemigos!

Una armadura cubrió por completo al señor. Ésta tenía el casco parecido al animal que representaba la armadura. Pero además, en el lugar de los brazos llevaba unas protecciones con la forma de la parte inferior de los pies del caballo, al igual que en sus pies.

- Gracias - dijo el albino, antes de irse -

El caballero del caballo, se fue de nuevo al templo. Una mujer de unos treinta años, de buen ver, que emanaba una fuerza mental que pasó inadvertida por Sao pero no por Pai Mei, que observaba que no abría los ojos en ningún momento.

Pai Mei: Dime joven ¿Cuál crees que es tu mayor destreza?

- Mi concentración, si duda - Respondió con un tono de voz que, pese a que intentaba ser duro, irradiaba una sensación de tranquilidad que impresionaba a Sao -

Pai Mei: Sólo quedan dos armaduras, la del dragón y la de la cabra. ¿De cuál crees qué eres digna?

- La de la cabra - dijo sin dudar, sorprendiendo a Sao, que no salía de su asombro -

Pai Mei: ¿Por qué? - siguió preguntando, sin mostrar signos de sorpresa -

- El dragón es un animal mitológico muy poderoso, pero su orgullo lo ciega. La cabra es un animal que da vida a muchas personas. Mi misión en la vida no es la de destruir sino la de ayudar - explicó con sabiduría -

Pai Mei: Pues si ese es tu deseo. ¡Yo te unjo con la armadura de la cabra! ¡A parir de ahora tu sangre será capaz de restablecer las armaduras y de dar vida! No menosprecies ese poder...

Una armadura la cubrió. Su casco se parecía al de una cabra con cuernos y todo. La joven psíquica no se movió, simplemente se transportó al templo como si nada.

Sao: Señor...

Pai Mei. No Sao - interrumpió el maestro - Sé muy bien que en ese templo nadie es merecedor de la armadura de dragón. Requiero a alguien que sea poderoso en todos los sentidos: fuerza física, mental y espiritual muy elevados. Quiero que sea superior a mí...

Sao: Pero señor...

Pai Mei: ¡SIN ESCUSAS! - exclamó, a un volumen que Sao nunca había oído - Quiero que te ocupes tu personalmente... ¡LARGO!

Sao prefirió no responder. Salió de los alrededores rumbo a la ciudad, llena de los más extraños seres que uno podría encontrar.

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Notas del autor:

Hola. Soy yo de nuevo. Como ven estoy escribiendo dos fanfics a la vez. Procuraré mantener un orden para no dejar ninguno sin acabar. Para que no haya errores, estos caballeros son los malos. Si no me canso, verán que me gusta presentar a algunos enemigos en el Prólogo. Lo que más me gusta es inventar villanos con personalidad, que tenga más deseos y ambiciones que dominar el mundo. Los caballeros diamante, y el hecho de que estén basados en el horóscopo chino fue idea de Luis-Kun y su PR, pero la personalidad de éstos y todo lo demás lo invento yo. Pese a que parezca un fanfic de SS. No está situado en su mundo ni en su futuro. Si les gusta el fanfic (o no) mándame comentarios, dudas o insultos a. lordomegawanadoo.es

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