Prólogo
"Recuerdos extraños"
18 de Septiembre del 1998
Playa, Tokio 22:30 PM
Un joven de unos 15 años miraba el mar con nostalgia. A su lado había una chica de pelo azulado recogido en dos pequeñas coletas, vestida con un vestido rosa.
Una mujer de unos 20 años se acercó a los jóvenes sonriente, quienes se dieron la vuelta devolviéndole la sonrisa. Unos niños de apenas ocho años pololeaban a su alrededor.
- Seiya, Mihó. La comida está lista. - anunció la mujer -
Seiya: ¿qué hay para comer hermana?
- Tu comida favorita, sushi. - respondió con alegría -
Todos se fueron corriendo al orfanato que había en frente, su hogar desde que nacieron.
En su interior había una mesa rectangular repleta de platos de sushi, cada cual se sentó en su asiento, siendo la pelirroja quien la presidía.
El grupo dio gracias a Dios por la comida que iban a ingerir y se dispusieron a tragarla como las bestias salvajes que son.
Seiya: ¡Ja, ja, ja! Makoto, comes. demasiado rápido. - le dijo al niño que parecía mayor -
Makoto: ¿Mm? Mira quien habla.
Mihó: Je, je, je. - se rió por lo bajo mientras Seiya refunfuñaba - Oye seika.
Seika. ¿Sí Mihó?
Mihó: Mañana le oca a Seiya ir de compras.
El susodicho ya intentaba escabullirse con la ayuda de sus amigos del orfanato, pero las mujeres los pillaron infraganti, y estaban rabiosas. Sus rostros les daban más miedo que la probabilidad de tener que ir de compras.
Seiya: Eh, Mihó... Je, je, je. - murmuraba entre tontas risas mientras gateaba hacia atrás tembloroso -
Mihó: ¡SEIYA! Mañana comprarás hasta morirte. - luego miró a Makoto - Y tú limpiaras el baño - el niño cayó al suelo anonado -
Seiya: Hermana. - suplicó -
Seika. esta vez no puedo ayudarte hermano.
Tras la cena, todos se fueron a acostar pues el día siguiente sería duro. Había dos habitaciones, una para las chicas y otra para los chicos, por mucho que protestara Makoto.
19 de septiembre, 1998
Mercado de Nerima, Tokio 12:30 AM
Seiya estaba realmente molesto, aún tenía sueño y lo habían mandado a comprar a la fuerza. Pero le reconfortaba el hecho de que lo que comprara sería su comida, aunque no pudiera elegir.
Desde luego su vida era para él un misterio, no recordaba nada de su pasado más que vagos recuerdos. Tenía cuatro muy buenos amigos que habían estado en el orfanato.
Como no recordar a Shiryu, que era el experto en artes marciales desde pequeño. O a Shun, el más pacífico, Y Hyoga el más afectado por perder a su madre. Pero nadie era más extraño que ikki, serio y solitario, era el más fuerte entre ellos.
Con Shiryu solía pasar horas hablando sobre sus vidas en el restaurante chino que regía junto a su prometida Shun-Rei, e Hyoga era un buen policía local con el que también hablaba mucho. Pero Ikki y Shun eran más distantes, no los veía mucho porque siempre estaban buscando trabajos temporales para sobrevivir.
De pronto se dio cuenta de que de nuevo había acabado frente al restaurante chino de su buen amigo, pero estaba seguro de que si entraba, no saldría hasta el anochecer.
Seiya: "¡Bah! ¡Se lo merecen por haberme obligado a ir!" - pensó mientras inacaba los hombros despreocupado -
Al entrar se dio cuenta de que el restaurante estaba vacío, pero eso le aseguraba que no molestaría así que se sentó en el sitio de siempre.
La prometida de su amigo Shiryu, pese a ser tan joven, era bastante atractiva pero él no iba a fijarse en esas cosas todavía. Lo que sí le gustaba era su actitud amable, que indicaba ser la novia perfecta para Shiryu.
Shun-Rei. ¡hola, Seiya! Tú de nuevo por aquí, espero que no distraigas tanto a Shiryu hoy. - dijo sonriente, haciendo que Seiya se sonrojase - ¿Lo de siempre no?
Seiya: Así es.
Mientras la chica se iba, el joven pudo ver de nuevo a su amigo, con sus típicos trajes chinos y su larga cabellera negra que lo caracterizaba.
Seiya se levantó y ambos amigos se fundieron en un emotivo abrazo pues hacía dos semanas que no se veían. El cocinero del restaurante se sentó en otra silla frente a Seiya.
Ellos solían hablar de cosas bastante misteriosas, sobre todos aquel sueño que solían tener sobre una joven de cabello lila que se hacía llamar Atenea. También tenían la sensación de que las cosas andaban la como si ese no fuera su sitio.
De pronto las puertas se abrieron bruscamente, Hyoga vestido con su uniforme de policía disparaba sin cesar contra algo impreciso, pero lo más sorprendente era la aparición de Shun e Ikki, y que estos también tuvieron armas..
Shiryu: ¿¡Qué está pasando aquí? - gritó mientras se levantaba bruscamente
Hyoga: Shiryu. ¡Huye! Este tipo quiere secuestrar a la princesa kido y no le afectan las balas.
Seiya: ¿Cómo es eso posible?
Al salir al exterior, la situación se volvió un mar de emociones confusas. Seiya reconocía a aquella joven que estaba inconsciente como a la chica que vio en la cabaña y que posteriormente vio también en sus sueños.
En cuanto al enemigo era bastante simple: un caballero envuelto en una armadura dorada, de pelo largo y castaño además de un rostro sereno que no parecía inmutarse ante las balas.
Ikki: ¿Con que no te afectan las balas, eh? ¡Ahora verás!
Tras tirar al suelo la pistola, Ikki le dio una fuerte patada giratoria en el rostro del atacante sin inmutarlo. Sin embargo, él parecía molesto ya que lo cogió por la pierna y giró varias veces sobre sí mismo para luego lanzarlo contra Hyoga.
Shun, pese a apuntar con la pistola no podía disparar, no por miedo a aquel tipo sino por sus principio e ideales contra la violencia. Una vez frente a él, el atacante parecía no tener intenciones de dañarlo.
- Je, antes de noquearte he de presentarme. Yo soy Orestes de la Corona Boreal, caballero de la Corona Solar del todopoderoso Febo Abel.
Tras aquella impresionante presentación, el guerrero noqueó a Shun de un solo golpe para luego fijar la vista en Seiya y Shiryu, quienes tomaban una postura ofensiva.
Orestes: Ja, sois muy valientes , tal como me dijo mi Señor Abel. Pero aún parece que no os habéis dado cuenta, de que estáis despertando vuestra energía cósmica.
Seiya: ¿De qué demonios habla? ¡Usted es un criminal y debe ir a la cárcel!
Shiryu: ¡Le detendremos aunque nos cueste la vida!
Los otros ya se habían levantado y se juntaron con Seiya y Shiryu, los cinco sentían que aquella no era la primera vez que debían pelear juntos contra un enemigo.
Ikki: ¿Acaso creías que me ibas a noquear con un simple golpe?
Shun: Aunque no me guste la violencia, usted es un criminal que ha atentado contra la vida de la Srta. Saori y como su guardaespaldas, debo detenerle y llevarle a prisión.
Hyoga: Orestes de la Corona Boreal, queda arrestado.
Orestes: "Aunque no se hayan dado cuenta, sus cosmos se incrementan a cada segundo que pasa. He cumplido ya casi mi objetivo pero aún he de hacerles recordar. Tengo que conseguir que despierten" - pensaba -
Seiya: ¡Ataquen!
A una velocidad increíble incluso para ellos mismos, se abalanzaron contra Orestes, quien permanecía impasible. Una ves cerca, todos saltaron y se prepararon para caer en picado contra él.
Orestes: ¡Ja, debéis recordar aún muchas cosas! ¡Recordada Atenea!
Los cinco guerreros se quedaron paralizados, en apenas una milésima de segundo por sus cabezas empezaron a salir imágenes de cuando Tatsumi les anunció aquella noticia tan sorprendente.
Orestes les empezó a golpear ene el aire como si fueran simples juguetes, un aura dorada cubría su cuerpo, lo cual sorprendía a los cinco.
Orestes: ¡Recordad el Santuario! ¡La diosa Eris! ¡Asgard! ¡Poseidón! ¡Abel! ¡Recordad a Hades y el ataque de Apolo!
Las imágenes confundían las mentes de los chicos mientras eran golpeados salvajemente por Orestes. Una vez cayeron, empezaron a gritar sujetándose la cabeza.
Seiya: ¡AGH! ¡NO PUEDE SER! ¿Qué me pasa? ¡Agh!
Orestes: Veo que me costará bastante más de lo que pensaba haceros entrar en razón. - dijo desde el poste eléctrico en el que estaba, apuntando a la Srta. Saori con la palma abierta de su mano - ¡Resplandor de luz!
Una ráfaga de luz en forma de rayo láser se dirigía implacable contra la princesa, pero Seiya en una especie de acto reflejo que sorprendió a sus amigos recibió el impacto, que le quemó toda la espalda y lo dejó malherido en el suelo.
La princesa, con una actitud amable y benefactora, abrazó al dolorido Seiya, que seguía recordándolo todo, así como los demás.
Saori: Por favor, no te mueras joven, por favor, levántate.
Un aura dorada salió de Orestes quien parecía tener la intención de volver a atacar , pero al frente se pusieron los furiosos chicos.
Después de haberlo recordado todo, sus cosmos se habían intensificado al máximo, ante un sonriente Orestes.
Ikki: Sí, ahora lo recuerdo todo. Incluida la batalla contra tu dios Abel. - dijo con furia en sus ojos -
Hyoga: ¿Cómo piensas que te salvarás? ¡Si tu estás aquí quiere decir que Abel ha resucitado y él es nuestro enemigo!
Shun: Pero, nos sacó de esta situación y despertó nuestro cosmos... - apuntó al joven Shun -
Shiryu: Da igual, es nuestro enemigo y es nuestro deber como caballeros derrotarle, porque si Abel ha regresado, quiere decir que la Tierra corre de nuevo un gran peligro.
Orestes: ¡No seáis ilusos! ¡Nuestro señor Abel y su hermana tienen un enemigo en común, y ese es el Olimpo!
Ikki: ¡Los dos son nuestros enemigos, hace dos años Abel casi destruye la Tierra! ¡Alas del Fénix!
Shiryu: Prepárate porque vas a sentir... ¡La cólera del dragón!
Shun: ¡Corriente nebular!
Hyoga. ¡Polvo de diamantes!
Los cuatro kens se juntaron en un poderoso ataque se dirigía implacable hacia Orestes que volvió a extender su brazo.
Orestes: ¡Resplandor de luz!
Cuando ambas técnicas chocaron, la misma realidad empezó a temblar y a agrietarse. Ninguno desistía de su empeño, pero de repente apareció Seiya, haciendo los movimientos de la constelación de pegaso.
Seiya: ¡Ahora verás! ¡Prueba el poder de pegaso! ¡Meteoros de pegaso!
Cientos de golpes a la velocidad de la luz se juntaron con el ken combinado de los chicos, cambiando la balanza a su favor. El rayo empezó a acercarse a gran velocidad a Orestes pero cuando llegó, no lo destruyó a él, sino que pareciera que estuvieran destruyendo la realidad, no había duda, habían despertado.
Templo de la Corona, Delfos
El caballero Orestes de la Corona Boreal caminaba con tranquilidad por el templo de la Corona. En el camino se había topado con sus compañeros de armas Atlas de Carina, Jao de Lynx, belenger de la Cabellera Berenice y Clea de la Corona Austral.
Enseguida llegó al Templo del Sol, donde residía el Gran Dios Febo Abel, rival principal del Olimpo y de Zeus, su padre.
Desde la batalla contra Seiya, Abel había tenido tiempo para reflexionar desde el tártaro, y de planear una cruzada en contra del Olimpo. Estaba seguro de que su hermana lo ayudaría si juraba no dañar a los humanos que ella tanto amaba. Desde luego gracias a ella estaba libre, tras la muerte de Hades, el Tártaro se había debilitado, dejando las Doce Prisiones abiertas.
Pero temía a los otros prisioneros, quienes eran muy poderosos. Por eso se decidió a liberar a los caballeros de bronce a salir de ese sueño insulso en el que su odiado hermano los había metido.
La meditación de Abel se vio interrumpida por la llegada del más poderoso de sus caballeros de la Corona, Orestes.
Tras hacer una reverencia algo exagerada, el caballero hincó la rodilla al suelo y se dispuso a relatar su informe.
Orestes: Mi señor, los caballeros demostraron u valentía y su poder al enfrentarme. Sólo elevando su cosmos hasta el Octavo Sentido se podía romper la ilusión de modo que estoy seguro que ya han llegado a ese nivel. Me pregunto. ¿Es acaso el momento de que asaltemos el Olimpo? .
Abel. Me temo que no. Aunque sean muy poderosos aún nos faltan aliados. Muy pronto le diré a mi hermana toda la verdad sobre nuestro padre... y nuestra pobre madre. - unas sinceras lagrimas recorrieron el rostro del poderoso dios ante la mirada expectante de su fiel guerrero - Entonces me ayudará a despertar a Poseidón, y con la ayuda de los dioses de Agarrad el corrupto Olimpo caerá. Mientras tanto te pido, mi fiel caballero que protejas a mi hermana.
Orestes asintió de inmediato, se levantó y, tras repetir la misma reverencia se fue a la velocidad de la luz en dirección a Japón.
Islote, Mar de Japón
Apenas unos cuantos miles de kilómetros del archipiélago, el caballero de la Corona sintió la presencia de cuatro cosmos terriblemente poderosos. Cuatro figuras enfundados con armaduras hicieron acto de presencia. Pero no tuvo tiempo de preguntarles quienes eran pues otro guerrero con armadura divina apareció frente a él. Si algo destacaba de él era su sable, hoja de plata estelar y empuñadura con rubíes incrustados.
Orestes: ¿Quiénes sois?
- Tú eres el caballero de un falso dios que reniega del Olimpo y del Gran Zeus, un traidor Por eso, y en el nombre de Febo Apolo, Señor del Santuario, serás enviado al tártaro del que nunca debiste salir. ¡Furia de los cuatro vientos!
Orestes: ¿Qué? ¡Resplandor de luz!
El ken de Orestes se dirigía implacable contra el guerrero, pero éste simplemente lo curio con las manos y lo destruyó. Antes de que Orestes pudiera preguntar como lo hizo, se dio cuenta de que aquel ataque no lo hacía él sino sus hombres, quienes a una velocidad superior a la luz empezaron a golpearlo desde todos los flancos.
Tras varios miles de golpes, el cuerpo de Orestes cayó inerte al suelo. Sin más ni más, el líder comenzó a patearlo hasta tirarlo al mar.
- Bien, traidor, descansa en el fondo del mar, por lo menos hasta que tu alma regrese al Tártaro.
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Notas del Autor:
Bueno, supongo que los lectores de la anterior versión de mi fic estarán decepcionados, pero era eso o dejarlo. La razón fue la excesiva cantidad de escenarios y personajes, que me obligó a dividirlo en sagas, lo que no quita que ponga algunas sorpresas. Como ven ahora Apolo es el señor del Santuario (para algo lo querría Artemisa. ¿No?), y su mera mención indica que esta es su saga, situada justo después de la 5ª película. Lo de que al principio no recordaran nada no se me ocurrió a mí, no sé a quien pero espero que no le importe que lo haya puesto en mi fic. ¿Quiénes serán esos cuatro guerreros? ¿quién era su líder? ¿Habrá muerto Orestes? Estas y otras preguntas tendrán su respuesta en el siguiente capítulo: "Los cuatro cardinales"----------------------------------------------------------------------------------------------------------
