"SOMOS VAMPIROS."
"GENIAL."
La angustia en mi pecho no me lo puede quitar nadie. Estando con mis dos mejores amigas se me pasa un poco pero nunca se va del todo. Ya no sé qué hacer y cada día que pasa pierdo la esperanza de que se me vaya del todo este dolor que siento al quedarme sola conmigo misma. Es como si algo quiere salir desde mi interior pero no puede...
Iba de camino a una comida que iban a celebrar mis amigas. Íbamos a celebrar el fin de curso. Aún quedaba todo el verano por delante. En el fondo, esperaba que al finalizar el verano este dolor se disminuyera aunque sabía que las probabilidades eran nulas.
Estaba caminando por una callejuela de camino al restaurante donde se iba a celebrar la comida. Eran las dos de la tarde. Mucha gente ya estaba comiendo por lo que las calles estaban casi vacías. Yo seguí por mi camino pero me percaté de que alguien me estaba siguiendo desde ya un rato.
En el momento en el que me decidí a darme la vuelta para preguntarle qué era lo que quería, esa persona se hallaba delante de mí. Antes de que pudiera articular palabra o sonido alguno me puso un dedo en mis labios. Era frio. Muy frio. Era un hombre, de belleza inimaginable y unos ojos rojos.
"Shhhhhhh!" me dijo a pesar de que yo un hubiese articulado palabra alguna. "Vas a venir conmigo si no quieres que le pase algo a tu familia." Me amenazó. Mierda! ¿Qué hago?, pensé.
Me colgó sobre sus hombros y comenzó a correr velozmente. Al cabo de unos minutos me desmaye por el frio que tenía y por la velocidad a la que estaba corriendo el hombre que me llevaba, el cuál, ya supuse, no era humano.
Al despertarme me percaté de que ya había anochecido. Oía voces.
"Tony! No podrías haber buscado a alguien que no tuviese un aspecto tan apetecible!" Decía una mujer.
"Era la primera que he encontrado que hablaba inglés fluido." Dijo el tal Tony.
"Siento interrumpirles pero ha despertado." Dijo una voz desconocida.
"Levántate." Me ordenó Tony. Yo me levante inmediatamente, con miedo por lo que me podrían hacer si me negaba." Muy bien. Al menos obedece." Dijo sonriendo burlonamente. Imbécil, pensé.
"Me llamo Yolanda." Me dijo la mujer que había hablado anteriormente." Necesitamos tu ayuda. Primero, como ya debes de haberte dado cuenta, no somos humanos, sino vampiros." Estupendo! Pensé con sarcasmo. "Hemos convertido a unos humanos que estaban de vacaciones en Madrid. No nos percatamos de que eran Estado Unidenses antes de convertirlos por lo que ahora necesitamos que hagas de interlocutor." Yo asentí y mire a mí alrededor. Siete vampiros. No voy a salir de esta, pensé.
"Cómo te llamas?" Me pregunto la mujer.
"Elena Letelier." Le respondí.
"Yo me llamo Yolanda. Este es mi hermano Tony." Dijo haciendo un gesto al hombre que me había secuestrado." Estos son German y Gabriel." Dijo aludiendo a los otros dos vampiros. El chico llamado Gabriel me sonrió. Tenía caballera rizada y de color negro azabache junto a unos ojos azules increíbles. El otro, en cambio, tenía pelo de color rubio y unos ojos grises, los cuales, me miraban con odio.
Yolanda se dio vuelta para mirar a los recién convertidos. "No sabemos cómo se llaman. Si podrías preguntarles." Me dijo Yolanda amablemente. Yo asentí y me dirigí a ellos.
El primer mes pasó volando. Los vampiros recién convertidos se llaman Samuel, Carlos, Lucia y Roberto. Me lleve muy bien con Samuel y Gabriel sobre todo. Ellos se turnaban para llevarme en brazos cuando nos teníamos que cambiar de sitio porque llevábamos mucho tiempo allí, también me ayudaban a encontrar comida y me defendían cuando German insinuaba que se debían deshacer de mí.
El primer mes adelgace unos buenos ocho kilos y mi pelo marrón oscuro creció un buen trozo ya que no lo sometía a las planchas de pelo.
Alguno de los vampiros recién convertidos tenían dones, entre ellos, Samuel. Samuel podía curar todo tipo de heridas y enfermedades. Yo, utilizaba lentillas así que Samuel curo mis problemas de visión y ya no tuve que volver a utilizarlas.
Hacia bien de interlocutora pero estos vampiros eran muy rápidos aprendiendo y me temía que pronto ya no me iban a necesitar y que se desharían de mí.
A medida que pasaba el tiempo, mi amistad con Gabriel y Samuel era más fuerte, pero, al parecer, el odio que sentía German hacia mí también aumentaba.
Además, había desarrollado un don. Podía leer las mentes de las personas a mí alrededor y también podía controlar las cosas telepáticamente.
Después de dos meses, había adelgazado otros tres kilos, estaba segura de que los vampiros se desharían de mi muy pronto y ya podía controlar mis dones. Más que nada quería controlar mis dones porque oír lo apetecible que eres 24 horas al día es realmente agotador.
Veía como German conspiraba contra mí junto a Tony, aunque Yolanda no les hacía caso. Ella me había cogido cariño y le tenía de mi parte. Pero, una noche, me pregunto una cosa y sabía que mi respuesta no le iba a gustar.
"Elena, podemos convertirte? Me temo que cualquier día alguno de nosotros podría perder el control y atacarte. Creo que lo mejor será convertirte. Pero primero necesitamos que nos digas si eso es lo que quieres." Me dijo Yolanda.
"No, lo siento pero yo no quiero ser como vosotros." Le dije en un susurro. Ella asintió y no me volvió a dirigir la palabra desde entonces.
Samuel y Gabriel no se despegaron de mí desde entonces. Pero ni ellos podían protegerme para siempre…
Tres meses después de haber sido secuestrada, estaba en el bosque con Samuel y Gabriel esperando a que los demás volviesen de caza. Estábamos los tres solos, o eso era lo que pensábamos…
De repente, Tony y German salieron desde detrás de un árbol. Samuel y Gabriel les sisearon pero de repente se desmayaron.
"¿Qué les habéis hecho?" le pregunte a los dos vampiros que caminaban hacia mí.
"Digamos que he desarrollado un nuevo don en estos últimos meses." Tony dijo con una sonrisa burlona.
En unos milisegundos se encontró a un paso de mí, me cogió en brazos y comenzó a correr conmigo sobre sus hombros. Yo simplemente grite con todas mis fuerzas hasta que me puso en el suelo otra vez.
"Yolanda no puede entender lo que no quiere. Nos estas dificultando mucho las cosas, ¿sabes? No creo que muchos puedan contenerse sin atacarte mucho tiempo más y, como te niegas a ser convertida… no encuentro otra solución." Dijo Tony. Yo simplemente me quede ahí de piedra mientras que se acercaba a mí. Esperando lo que ya sabía que se acechaba.
"Es un pena." Susurro en mi oído, su aliento frio haciéndome temblar de miedo y entonces, me pego. Sentí como si me hubiese partido la cara en dos. Volé ocho metros hacia atrás después de que me pegara.
Al aterrizar sentí un inmenso dolor en el hombro y sentí sangre entrar en mi boca. Toque mi hombro para saber porque me dolía tanto y enseguida encontré una respuesta: un palo se había clavado en mi hombre. Grite, lo más que pude. Me dolía tanto…nunca me había imaginado nada así.
Tony se arrodillo junto a mí.
"Podría matarte ahora mismo y beberme toda tu deliciosa sangre pero, ¿Dónde está la diversión en eso?" dijo. Toco la sangre que tenía en la cara con la punta de los dedos y esos mismos dedos se lo metió en la boca. "Delicioso…Simplemente delicioso."
Agarro mi mano derecha y la estiro hacia atrás hasta que llegó a un ángulo monstruoso. Chillé. Chillé tanto que sentí como si mi estuviesen arrancando las cuerdas vocales.
De repente, lo vi. Lo vi saltar encima de Tony. Era enorme. Negro como el carbón. Un lobo. Aparecieron más por detrás del lobo negro y todos atacaron a Tony. Oí a Tony gritar y luego… silencio.
Pensé que Tony ya habría matado a los lobos y que en cualquier momento volvería para matarme pero no lo hizo. En lugar de eso, una mano toco mi mejilla ensangrentada. Pero esta mano no era fría, sino cálida.
Después de tanto tiempo con seres fríos, al sentir la mano cálida, sentí algo increíble, era como si me estaban calentando desde dentro.
"Está viva." Susurro una voz desconocida.
"Llevarla a la casa de Emily." Dijo otra voz.
"Sam, necesita un médico. Tiene que ir al hospital. Esta muy malherida." dijo otra voz.
"¿Y qué diremos cuando lleguemos? ¿Que estábamos merodeando por el bosque a las dos de la mañana por casualidad?" dijo Sam.
"Quizá nos pueda ayudar Sue Clearwater." Dijo la voz que había oída la primera.
"Si, esa es la mejor opción." Dijo Sam." Leah, ve en busca de tu madre y llévala a casa de Emily. Paul, coge a la chica. Ten cuidado, parece muy delicada. Quil, Jared, acompañadle en vuestra forma lubina. Los demás, juntar las piezas y quemarlas. ¡En marcha!"
Sentí unas manos cálidas cogerme en brazos. Me cogieron con delicadeza, como si tuviesen miedo de romperme.
"Vamos." Dijo el que me había cogido en brazos, el cual, supuse que se llamaba Paul.
Caminamos durante diez minutos hasta que, de repente, pararon de caminar. Oí otras personas caminar a nuestro lado. Uno de ellos golpeo la puerta. Está se abrió después de unos minutos.
"¡Dios mío! ¡Entrad! ¿Qué ha pasado?" Pregunto una mujer.
"La oímos gritando en el bosque, fuimos a ver que sucedía y vimos que le estaba atacando un chupasangre. Matamos al chupasangre y la trajimos aquí. No sabemos nada más." Dijo Paul y me acostó en lo que parecía un sofá con increíble delicadeza una vez más.
"¡Que joven es!" exclamo la mujer que deduce que sería Emily. " ¿Cuántos años crees que tendrá?" preguntó. "Quince, dieciséis como mucho diría yo."
Eso me dejo pensando. Me secuestraron a principios de verano y ya han pasado tres meses, así que ya ha pasado mi cumpleaños, es decir, ya tengo dieciséis. Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos.
"Emily!" dijo una mujer.
"¡Gracias a dios que has llegado Sue! Por favor, mira las heridas de esta chica." Dijo Emily.
"¡Dios mío!" Dijo Sue. Oí como abría algo parecido a un maletín, en ese momento me percate que tenía los ojos cerrados aunque no me acordaba haberlos cerrado, así que los abrí.
"¡Oye! Ha abierto los ojos." Dijo la primera voz que había oído que ahora sabia se llamaba Quil.
"Necesito que intentes mantenerte despierta." Dijo Sue. " Me llamo Sue. Tienes que decirme donde te duele." ¿Por dónde empezar?, pensé. Oí una puerta abrirse y cerrarse.
"Mi…hombro me duele mucho… yo…" No pude terminar la frase. No podía evitarlo y comencé a llorar.
Emily comenzó a acariciarme la mejilla.
"Tranquila, aquí estas a salvo y nadie te hará daño." Me dijo.
"¡Emily!" reconocí la voz de Sam pero, ahora al decir el nombre de Emily, utilizó un tono dulce y lleno de amor. Se abrazaron.
"Emily, ayúdame a quitarle la chaqueta a la chica." Sue le dijo. Me quitaron la chaqueta y todos los que estaban en la habitación se quedaron boquiabiertos.
"¡Dios mío!" dijo un chico. ¿Cuándo dejaran de decir eso? , Pensé.
"He traído algunas cosas pero no sé si serán suficientes." Dijo Sue." Sam, no puedo hacer nada con tanta gente en la habitación."
"Ya la habéis oído chicos. Sue, ¿Necesitaras ayuda?" dijo Sam.
"Si, quizá nos podría ayudar Isabel." dijo Sue.
"Muy bien. Quil, ve junto a Seth a casa de Isabel y traerla aquí." Dijo Sam.
"Enseguida." Dijo una voz que supuse pertenecería al chico llamado Seth. Oí como se marchaban.
"Primera tenemos que quitar el palo de su hombro. Haber, Sam, cuando quite el palo tienes que pulsar este trapo con fuerza contra la herida para parar la hemorragia. ¿Entendido? "dijo Sue. Parecía nerviosa.
"Entendido" dijo Sam.
"Vale, uno, dos…tres." Oí como el palo era sacado de mi hombro y comencé a gritar otra vez. Después, todo era de color negro y no me acuerdo de nada más.
ME ENCANTARIA SABER VUESTRA OPINION.
