Si el maldito paraíso existía tenía que sentirse más o menos así.

¡Oh dios!

Todos los músculos de mi cuerpo están relajados y lánguidos, aun siento todas mis células vibrando por el placer, el último orgasmo fue tan intenso que me hizo perder el conocimiento y la capacidad de sentir cualquier cosa que no fuera un delicioso, y al mismo tiempo exasperante, hormigueo extendiéndose por todas partes.

Son ocasiones como estas en las que odio y amo, las veces en las que Yamamoto tiene que salir por algún tiempo a causa de misiones.

Primero las odio porque nunca puedo dormir bien cuando no está.

Que tengo los pies fríos y así nadie puede dormir, que el estúpido colchón es muy blando, no se puede dormir con tanto silencio, y ni mencionar la maldita luz, de la maldita luna, que me llega a la cara sin importar en qué posición este... todo molesta, estorba y me dan ganas de haaag!!!.

Pero, por otro lado las amo, por que cuando llegaba el idiota este, entra en la sala esparciendo esas estúpidas sonrisas y va saludando jovialmente a todos como solo él es capaz de hacerlo, por dios si después de todo, aun pasados estos más de diez años, Yamamoto sigue siendo el mismo Yamamoto, idiota fanático del sushi y baseball.

Pero el detalle importante es cuando sus ojos se cruzan con los míos, todo cambia completamente, es cosa de que nos veamos y puedo sentir que solo con la mirada me devora vivió, me saca toda la ropa, prenda por prenda y siento un escalofrió subir por mi espalda a causa de la ansiedad/necesidad que me inspira, sus ojos me miran con una intensidad que se me hace aspirar profundamente y morder mi labio inferior para reprimir un gemido que nació por el simple hecho de sentir la sangre correr más caliente por mi cuerpo.

Ahora, cuando se supone que todos duermen en la base, es cuando por fin me di el gusto de dejar salir todos los gemidos que me venían en gana, no es que me guste ser escandaloso y eso, es solo que algunas veces sucede... y no es fácil resistir después de tanto tiempo sin sentir las caricias ansiosas y labios hambrientos que consumen mi cuerpo. Maldición es como si mi cuerpo estuviera entrenado para desear a Takeshi, y con aun más fervor en su ausencia.

En fin, mientras estoy en mi letargo post-orgasmo puedo sentir algo de movimiento a mi izquierda, no tengo la más mínima intención de abrir mis ojos para saber qué pasa, pero puedo percibir que el peso extra que se supone debe acompañarme ahora a dormir deja la cama, no me gusta eso.

Gruño algo que no tiene traducción a ningún idioma y escucho su risita estúpida seguido de un "voy y vuelvo", un beso en la frente y pasos a no sé dónde diablos sea.

Yo, aun solo en la cama, comienzo a sentir algo de frio y me pregunto qué está haciendo el idiota este que no está ahora acá, en la cama, conmigo.

Y la respuesta llega prontamente a mí, cuando siento algo horriblemente áspero en mi ahora muy sensibilizada piel. Para no variar, vuelvo a gruñir en un tono más molesto que antes y es cuando vuelvo a escuchar su risita estúpida y para luego complementar con "no te quejes tanto Hayato, es solo que no querrás dormir todo pegajoso y sucio" dice mientras pasa la toalla de papel por mi vientre removiendo el semen con ella.

Siento como besa mi frente cuando termina de limpiar mi estomago, luego besa mi nariz y puedo sentir la misma textura áspera frotarse por el interior de mis muslos, solo que esta vez no tan fuerte, de hecho fue apenas tocando mi piel y esparciendo un poco el semen que ahí se encontraba, un escalofrió me hace arquear la espalda e inspirar el aire por la boca sonoramente, momento en que Takeshi escoge para besarme de forma pausada y hambrienta, al mismo tiempo en que su mano con la toalla de papel seguía moviéndose ente mis muslos subiendo y separando mis piernas cada vez mas.

Al terminar aquel beso que combino la lujuria, seducción y hambre que me trasmitió Takeshi, de una forma tan lenta y sensual que no logre evitar nuevamente que se me escapara un gemido que entonaba su nombre cuando se separo de mis labios.

El dejo caer algunas palabras enronquecidas y excitadas junto a mi oído, donde tenía sus labios ahora, diciendo " Por favor Hayato, deja de ser tan sensual, sino me veré en la obligación de hacerte el amor otra vez" y fue cuando paso el áspero papel por mi resentido ano. Lo que tuvo en mi reacciones completamente obvias.

Gemí y me arquee como un gato, despegando mi espalda de las sabanas y echando la cabeza para atrás mientras Yamamoto me mordía la clavícula y lamia mi cuello.

No me sentía capaz de poder aguantar otra ronda mas, ya habían sido demasiadas por aquella tarde-noche, ¡no tengo fuerzas ni para mover mi cuerpo por mi propia voluntad!, "termina con la estúpida toalla, Yamamoto. Mañana seguimos, lo prometo" logre decir con un susurro algo ahogado, y como un acto reflejo lleve una mano al brazo que se entretenía entre mis muslos, enterrando mis dedos en él y me obligué a abrir los ojos, porque sabía que ahora me estaba viendo.

Y tenía razón, nada más los abrí y me encontré con su mirada fija en mí. Nunca comprenderé como sus ojos café, del color más común de la población humana, me parecen tan fascinantes. Es solo que no tiene sentido que me provoquen de tal forma, ¡No es normal que tenga una mirada tan intensa!

¡Oh dios! por que le diste a este idiota esa mirada tan profunda ¡Por los mil demonios! es cosa de que diga o haga algo mas y me entrego, otra vez. Seguramente no podre moverme mañana, ¡no podre hacer nada!, tal vez solo respirar. Lo veo cerrar sus ojos, acercarse a mí, me besa y aleja sus pecaminosas manos de mi cuerpo y yo lo suelto dejando mi mano nuevamente a mi costado.

Me besa, solo un ligero rose sobre mis labios, se aleja y dice " Tienes razón, mañana seguimos"

Abro los ojos, que no sé en qué momento cerré, y lo veo alejarse en dirección al baño, suspiro de alivio y me relajo cerrando los ojos nuevamente.

De verdad está haciendo frio, ¿Donde está el animal de Yamamoto ahora?

Como si leyera mis pensamientos siento que Takeshi vuelve a la cama, se acuesta, pasa un brazo bajo mi cuello y mueve mi cuerpo sin voluntad a su gusto, dejándome apoyado sobre él con uno de mis brazos cursándole el torso.

Como única acción realizada por mí, reúno todas mis fuerzas y cuelo una de mis piernas entre las suyas, siento que se ha puesto bóxer. Como sea, de todas formas en unas horas más, cuando despertemos, se lo sacare otra vez.

Me dispongo a dormir escuchando el palpitar de Yamamoto que me arrulla y en boba completamente.

¡Por fin podría dormir! ¡Oh de verdad, esto debe ser demasiado parecido al maldito paraíso!

De un momento a otro, mi confortable apoyo y lugar de descanso desapareció, y en su lugar, sentí una extraña y molesta presión a la altura de mi cadera, algo así como una rodilla presionando de forma poco gentil mi entrepierna, lo que me obligo a gemir por el sorpresivo dolor y rodar en dirección contraria.

Una incipiente furia nacida de la frustración de no poder dormir bien desde hace semanas, de no poder descansar mi cuerpo, después de hacer estado encerrado en aquella pieza por más de siete horas follando con el maldito de Yamamoto, quien tenía demasiadas energías esta vez, y por haber recibido algo muy parecido a un rodillazo en mis partes nobles, me dio la fuerza suficiente para sentarme, voltearme y seudo rugir "¡Ahora que mierda te sucede cabron!"

...

Mentiría si dijera que alguna vez en la vida estaría preparado para lo que vi frente a mí, no sé qué expresión puse, pero debe de ser muy parecida a la que tenía el joven Yamamoto Takeshi, frente a mí, en este momento.

Después de unos segundos, en los que obviamente nadie dijo nada, por fin llego a mí un único pensamiento racional. ¡Mierda!

Junto a mi pensamiento racional, sentí como toda la sangre de mi cuerpo viaja a mi cara de una forma tan rápida que llegue a marearme un poco, frente a mi estaba Yamamoto, tal y como lo recordaba cuando tenía 16, tal vez 17 años.

El estaba barriendo con la vista mi cuerpo desnudo, tenía la cara roja y un extraño temblor en el cuerpo, luego con una extraña sonrisa forzada el muy idiota dijo "Yo, Go... Gokudera" le temblaba la voz, le temblaban las manos, le templaba todo.

Yamamoto simplemente era un idiota, no importa la edad que tuviese.

Jamás admitiré que esas palabras me tranquilizaron un poco, pero el solo hecho de recordarme que estaba frente a Takeshi hacia las cosas mucho mas... no diré fáciles, tal vez la palabra seria llevaderas.

Suspire e intente pensar en la situación y como llevarla. Aun que el pasar los próximos cinco minutos en un muy incomodo silencio se me hizo increíblemente tentador.