"La reunión"

Sus rastreros pasos hacían que la noche más oscura y tenebrosa le temiera sin límite. Su cabello largo, grasiento y negro hacia resaltar su rostro mallugado y cansado. Tener su corazón inquieto era sinónimo de que la muerte de Albus Dumbledore aún estaba presente en él. Desde ese maldito día, se había convertido en un mendigo zombi sin sentido y razón alguna.

Albus Dumbledore fue, es y será el mejor mago que pisó el mundo mágico y ¿por qué no? El mundo muggle también. Lord Voldedmort…tan solo repetir el nombre en su mente le daban unas nauseas tremendas; jamás pudo, puede y podrá…ponerse al mismo nivel que su mejor amigo y prestigiado Directo de Hogwarts.

Se introdujo por esas grandes puertas de madera tallada a mano que poseía la entrada de Mansión Malfoy. Subió peldaño por peldaño para llegar hasta la reunión que el-que-no-debe-ser-nombrado convoco para esclarecer unos asuntos pendientes. Al llegar noto como la mesa larga que poseía el lugar estaba repleta de odiosos mortifagos, entre ellos puedo observar a su querido ahijado: Draco Malfoy. El rubio le dirigió una mirada indiferente y confusa, como pudo notar Snape.

Y también, puedo notar que el ex Slytherin ya no era el mismo.

La voz de Tom Ryddle obligo a Severus a colocar su mirada sobre él.

—Oh, Severus…— Pronunció el intento de mago poderoso — Estaba empezando a temer que te hubieras perdido en el camino…— Finalizó provocando una sonrisa de lado por parte de los presentes.

—Me disculpo, mi Lord — Espetó el ex profesor de pociones quien tomó asiento aun lado de su ex alumno. Le echó un vistazo de reojo al ojigris quien se encontraba perdido en el tiempo.

—¿Me traer noticias buenas, Severus…? — Preguntó el mago oscuro sin despegar la mirada de su prestigiado seguidor.

Todos colocaron la vista en el longevo de cabello negro.

—Está confirmado que Harry Potter será trasladado el próximo Sábado a un lugar seguro — Informó el mortifago seguro de su fuente.

Lord Voldemort meditó las palabras del ex profesor. Todos esperaban respuesta por parte de él.

Draco se encontraba con su mirada fija sobre un lugar inespecífico de la mesa. No estaba interesado en saber los detalles de ese estúpido de San Potter. Ya tenía suficiente con haber fallado en la misión que Voldemort le había confiado con recelo. La misión que su padrino, Serevus Snape, había concluido por él gracias a su madre.

La voz de su tía Bellatrix lo hizo volver al lugar del asunto.

—Mi señor, si me permite — Habló la mortia mirando desde su asiento con encanto a su amo — Quisiera encomendarme personalmente a esta misión para asesinar a Harry Potter — Pidió esperanzada de que su lord le diera luz verde.

—¡No! — Gritó Tom colocándose de pie y mirando a los presentes con odio.

Bella bajo su cabeza como perro al quien le dan ordenes de hacerlo.

—Nadie aquí presente, excepto yo, puede matar a Potter ¿Entendido? — Preguntó haciendo que un pequeño murmullo de afirmación por parte de sus seguidores se oyera. Excepto por parte de Draco.

Voldemort sonrió de lado al ver la respuesta.

—Pasando a otros asuntos importantes…— Dijo tomando camino por detrás de la hilera de sillas donde se encontraba Lucius, Narcissa, Bella, Draco, Severus y demás — Quiero presentarles a la señorita Charity Burbage…— Introdujó a la mujer quien con un movimiento de varita por parte suya, levitaba en el aire y se movía hacia el interior de la mesa — Quien hasta hace poco enseñaba en el prestigiado colegio de magia y hechicería…su especialidad…estudios muggles — Espetó causando un desagrado notable entre los presentes.

Draco observaba a la pobre mujer quien gritaba por ayuda sin expresarlo. Solo lo dedujo por el temor en sus ojos, el mismo que notó en…Albus Dumbledore. El rubio apartó su mirada un poco molesto. No quería que ella sintiera su nostalgia.

—Ella cree que los muggles son iguales a…nosotros — Confesó provocando un sonido de asco entre los mortios — También cree que mezclarnos con ellos no resulta una abominación — Prosiguió haciendo que soltaran una tremenda carcajada — Para mí resulta…asquerosamente abominable — Finalizó el señor oscuro sonriendo de lado.

—Severus…Severus, ayúdame…— Pidió la mujer con su voz cortante por el temor — Somos amigos, por favor…— Suplicaba al sentir como el dolor se volvía más insoportable.

El asesino de Albus Dumbledore mantenía su vista sin sentimiento alguno. Tan frio y déspota como siempre. Tenía que mostrar una actitud de indiferencia ante los presentes, aunque por dentro se estuviese muriendo de coraje, rabia e impotencia de no poder hacer nada. Bajo su mirada por unos segundos.

—¡Avada Kedavra! — Conjuró Lord Voldemort haciendo que el cuerpo sin vida de la profesora azotara con fuerza sobre la dura mesa.

Los mortifagos sonriendo con alegría. Un amador de los muggles menos en el mundo mágico era para celebrarse a lo grande.

Severus alzó su vista y observo el cuerpo de su amiga sin vida, y de pronto…la serpiente de su amo devorándolo. Eso fue desagradable que tardaría días en recobrar su apetito.

—¿Y bien…? — Habló Tom volviendo a colocar su mirada sobre Severus — ¿Qué sugieres para intersectar y arruinar el traslado de Potter? — Preguntó esperando una respuesta satisfactoria.

El mortifago se aclaró la voz haciendo que sus compañeros colocaran su atención en él.

—Yo sugiero esperar a que casi terminen con su misión y hacer que se confíen que su operación fue un éxito y atacar cuando menos se lo esperen, ósea, antes de que toquen tierra firme — Explicó el ex profesor de pociones muy seguro de sus palabras.

El resto de los seguidores del señor oscuro regresaron su atención a su lord esperando una respuesta.

Tom sonrió de lado. La sugerencia de Severus había resultado.

—¡Excelente! — Exclamó Tom regresando a su lugar en la mesa — Me agrada tu mentalidad, Severus…

—Gracias, mi lord…— Finalizó el longevo.

—Bien…ya escucharon a mi fiel seguidor y mano derecha; Severus Snape…ataremos en el momento menos…oportuno para esos incrédulos — Índico haciendo que los presentes sonrieran alegres por tener, ahora sí, una batalla verdadera y justa.

Bella sonrió mostrando su amarillenta dentadura.

—Oh — Exclamó Voldemort obligando a sus seguidores a callar automáticamente para permitirle hablar — Quiero felicitar, ya que estamos todos presentes aquí, a mi querido…Draco Malfoy…— Espetó haciendo que el rubio alzara su vista y la colorara encima de él — De pie…— Ordenó y al segundo el ojigris ya estaba acatando la orden al instante que lo miraba — Lograste deshacerte de esa escoria que era Albus Dumbledore y te confieso que por un momento creí que no tendrías las agallar para hacerlo…

—Me ofenden sus palabras mi señor…— Hablo el rubio por vez primera.

—No lo tomes tan a pecho, hijo…— Pidió burlonamente — Debo felicitarlos a ambos, Lucius y Narcissa — Los dueños de esos nombres observaron a su amo — Algo bueno resultó de ustedes dos…- Eso sí hizo que unas tremendas carcajadas resonaran por toda la habitación.

Severus le dirigió una mirada amenazante al rubio quien no le quietaba la vista de encima.

—Por eso…- Hablo Tom obligando a Draco a volver su mirada en él — Mi querido, Draco, he decidido perdonarle la vida a tus padres — Estos suspiraron aliviado al oír las palabras de su amo – Y a nombrarte mi mano derecha…

Los mortifagos se miraron entre si murmurando cosas irrespetuosas para el rubio, ya que, muchos de los que estaba ahí había luchado por años para ganarse ese título y no podía ser que un chiquillo mimado y rico se los hubiese arrebatado con facilidad.

—Mi Lord…— Interrumpió Bella mirando con temor a su amo. Este le dirigió una mirada amenazante advirtiéndole que midiera bien sus palabras antes de escupirlas — No creo que mi sobrinito…

Pero Tom gritó aborrecido de los estúpidos comentarios que soltaba su más fiel servidora.

—¿!Crees que mi decisión es incorrecta…Bella…! — Todos los presentes guardaron silencio rotundo al sentir como la maldad y furia de su amo vibraba por todo el lugar.

La mortifaga se arrepintió de haber cuestionado su elección con el rubio.

—N-no mi…mi lord…sé que mi querido sobrinito será perfecto para este cargo — Finalizó la mujer de cabellos largos y rizados bajando su cabeza de nuevo a merced de su platónico amor.

Draco no emitió sonido alguno. Se mantuvo inerte y sereno.

—Lo siento, Severus, pero…el alumno supero al maestro…— Espetó Voldemort cambiando de tema rápidamente.

—No se preocupe, mi lord…sé que Draco — Miró al platino — No lo defraudara.

—Eso espero yo también…— Completo — Ahora que Draco es mi mano derecha quiero que todo lo que él diga y ordene…se ejecute al momento. No quiero oír quejas por parte de él y si las oigo…aténganse a las consecuencias — Susurró rastreramente haciendo que sus seguidores soltaran insultos invisibles.

—Aprecio su nombramiento, mi señor…— Pronunció Draco un poco fastidiado por seguir en ese lugar rodeado de asesinos sin escrúpulos — Me atrevo a solicitar su permiso para retirarme — Soltó mirando los ojos sin vida de Tom Riddle.

—Por supuesto, hijo…— Accedió el intento de mago poderoso haciendo una tipo reverencia ante el joven rubio.

El ex Slytherin asintió con su cabeza, se dio media vuelta y emprendió camino hacia su recamara, pero no sin antes escuchar las últimas palabras de su amo.

—Ahora que eres mi aliado — Dijo obligando a todos los presentes a colocar su vista encima del señor oscuro esperando sus palabras. Severus temía esas palabras al igual que la madre del ojigris, Narcissa — Te someterás a un duro y rígido entrenamiento en…la habitación del tiempo — Finalizó soltando murmullos por parte de los mortifagos.

—Mi lord…- Espetó Severus Snape atreviéndose a desocupar su lugar sin la autorización de su amo. Este lo miro severamente. Draco se giró de nuevo hacia la mesa cuestionándose la interrupción de su padrino al oír ese lugar — Me atrevo a advertirle que ese lugar es muy peligroso para un joven con poca fuerza como Draco – Parecía una ofensa, pero en realidad sentía mucha preocupación por su ahijado. Con tan solo imaginarlo dentro de ese monstruoso lugar que él mismo hace mucho tiempo piso.

El platino lo miro ofendido. ¿Cómo se atrevía a cuestionar sus habilidades y capacidad para enfrentar nuevos retos? Si, se equivocó al momento de estar frente a Albus Dumbledore. Se paralizó tremendamente con tan solo haber apuntado su varita hacia el longevo y no poder ejecutar su misión. Pero esta vez, no lo haría de nuevo. Ya había aprendido la lección y sabía muy claramente que no había otro camino para su vida que estar bajo las ordenes de un ser despreciable como lo era Lord Voldemort.

Tom habló obligando a los presentes a callar sus murmullos.

—Dudo mucho tus palabras, Severus…— Espetó observando con misterio a su fiel servidor —El muchacho demostró todo lo contrario al consumir su misión en Hogwarts — Prosiguió su relato colocando su mirada apagada encima del rubio quien mantenía su vista fija sobre el suelo — Confió en que sabrá aprovechar el tiempo que pase en ese lugar ¿No es así, Draco?

—Completamente mi lord — Finalizó el rubio haciendo una reverencia mortal.

—Bien…— Espetó Tom colocándose de pie e inmediatamente el resto lo imito en forma de despedida — Estaré fuera unos meses y espero que no haya quejas suyas por parte de Draco…quien estará a cargo en mi ausencia —Índico haciendo que el odio por el rubio creciera más de lo normal — Y con la supervisión de Severus — Finalizó tomando camino hacia la chimenea — Vos vemos — Se despidió echando un vistazo rápido a sus seguidores.

.


.

Se sirvió una copa de coñac. Quería relajar sus músculos debido a la tensión que vivió dentro de esa estúpida sala. Tomó un trago saboreando el amargo líquido que recorría su garganta. Llevó una de sus pálidas manos peinando su cabello hacia atrás. Dejo de lado la bebida y se dirigió hacia el gran ventanal que adornaba su habitación, y que permitía que la luz de la luna penetrara sus capaz cristalinas.

Debería aprender a controlar sus estúpidos sentimientos. Un momento ¿Los tenia? Oh, sí. Claro que tenía sentimientos. Los descubrió gracias a ella. A esa estúpida que se cruzó en su camino e hizo que todos sus "fantásticos" planes se arruinaran para siempre.

Esa noche que permitió que mortifagos se infiltraran en Hogwarts. Esa noche la cual desarmó a Albus Dumbledore. Esa noche en la que estuvo a punto de concluir su misión…la sintió…a ella. Sintió sus estúpidos sentimientos. Y no lo paralizo el hecho de que los hubiera sentido, sino el hecho de que eran provocados por él. Porque ella realmente se preocupó por él. Por sus malas decisiones y las consecuencias que estas le traerían a él y…a ella.

Descargo su furia en lo primero que tuvo a su alcance: La pared. Golpe tras golpe hasta que sus pálidos nudillos quedaron hechos trisas. Se detuvo al sentir el dolor recorrer sus venas y llegar hasta su cerebro. Decidió parar al recordar que no podía seguir dañándose hasta que él soportara…sino hasta el que ella pudiera soportar.

Respiro profundamente para tranquilizar su ritmo cardiaco. Llevó una de sus manos hacia sus labios para limpiar su saliva invisible. Debido a la sangre que brotó desde sus nudillos lastimados, dejo un rastro de ella sobre su labio inferior.

En ese momento, Severus Snape irrumpió en la habitación de su ahijado sin anunciarse antes.

Draco ni siquiera se giró para verlo. No estaba de humor para soportar el sermón de este.

—¿Qué quiere? — Preguntó el ex Slytherin harto de esa absurda situación. La cuál era su destino y tenía que cumplir hasta el día de su muerte.

—Lo hiciste muy bien…—Felicitó el longevo de cabello negro dando unos pasos para poder estar cerca del rubio.

—Ahórrese sus felicitaciones que no las necesito — Habló el joven sin atreverse a encararlo.

Severus sonrió de lado. Ese muchacho nunca cambiaría ¿o sí?

—Sé que no estas de humor y te apoyo, pero estoy aquí para darte instrucciones sobre lo que tienes que hacer en la habitación del tiempo y presta mucha atención, jovencito — Aseveró el mortifago.

El rubio odiaba que utilizaran ese tono con él. Rodo sus ojos e hizo un gesto de odio. Típico de un Malfoy.

—Estarás dentro un par de días que equivalen a…un año — Eso a Draco lo obligo a girarse para prestar atención a las palabras de su padrino. Separó sus labios para protestar por ese detalle, pero Snape fue más rápido — Preguntas al final de mi discurso — Ordenó — Tu único objetivo dentro de ese lugar será desarrollar tus habilidades y poderes como mago oscuro. No desperdicies ninguna milésima de segundo ahí dentro…al final…obtendrás resultados sorprendentes…ya lo verás…

Draco escuchó atento a cada indicación que Snape le describió.

—¿Cuándo salga de ese lugar tendré un año más de lo que aparento? — Preguntó inquieto.

—Así es…el tiempo acelerará tu desarrollo tanto físicamente como intelectual…pero seguirás siendo una chiquillo de diecisiete años al salir y…tomar tu nuevo puesto…— Indicó el longevo.

—¿Será…doloroso el procedo? — Preguntó preocupado por las consecuencias que este traería. No por él, sino por ella.

Severus adivinó el fondo de esa pregunta. Estúpidos adolescentes…pensó fastidiado de ellos.

—Eso lo sabrás…hasta el día que entres a ese lugar…que será mañana temprano — Finalizó dándose la media vuelta para salir de la habitación del rubio.

El platino lo detuvo antes de que pudiera desaparecer de su vista griseada.

—¿Qué es lo que sabe? — Preguntó Draco sabiendo que su padrino entendería la formulación de su pregunta.

El asesino de Albus Dumbledore se detuvo sin ni siquiera regresar su vista en su ahijado.

—Lo suficiente para saber que tu vida está en peligro y la de ella, también — Ahora sí, Severus Snape desapareció sabiendo que el rubio haría un estupendo trabajo y mejor que el de él.

Como Voldemort citó: "El alumno superó al maestro."

Draco Malfoy se quedó mudo ante las palabras de su padrino.

Tenía que encontrar una solución para esa maldita maldición. Sino…la vida de ella estaría condenada a la suya por el resto de sus miserables vidas en ese mundo. Y lo peor era que…ya se estaba volviendo más poderosa que ellos juntos.

.


.

Se removió sobre sus finas sábanas de seda italiana intentando encontrar una posición cómoda para conciliar su sueño. Pero, por más que luchó durante largos minutos, simplemente no pudo. Harto, fastidiado, con rabia y odio lanzó sus sábanas fuera de él, y salió fuera de su cama como alma que llevaba el demonio. Pero en este caso era Lord Voldemort.

Su delgado y fino cuerpo se encontraba desnudo. Solo acostumbraba dormir en boxers. Recordó su estado al sentir como el frío se incrustaba por su piel y llegaba hasta su sistema nervioso. Soltó un gemido de rabia y se dirigió con rapidez hacia el cuarto de baño.

Llego directo al lavamanos y abrió la llave del agua helada. Introdujo sus manos y sintió como el congelado líquido hizo efecto en su piel. Igual de fría. Esparció el agua cristalina sobre su rostro y contuvo la respiración por varios segundos. Después la soltó mirando su rostro atreves del enorme espejo que adornaba la pared de su baño.

—Deja de llorar, deja de llorar…— Suplicó levemente reteniendo su rabia — Deja de llorar, deja de llorar…!Deja de llorar, estúpida! — Gritó golpeando el lavamanos hecho de porcelana fina.

El golpe resonó por toda la habitación formando un eco estremecedor.

Draco cerró sus ojos suplicando porque ella se detuviera y dejara de ser una débil. Pasaron unos minutos y la tensión en su corazón empezó a disminuir. Abrió sus ojos lentamente al recuperar su estado normal. El tiempo empezaba a empeorarlo más.

—Debes de encontrar una solución lo más pronto posible, Draco — Se dijo así mismo volviendo a mirarse en el espejo — O construir una barrera para no saber, ni sentir nada de ella

Se quedó viéndose a través de esa pared de cristal por unos minutos más.

Salió de su cuarto de baño y se dirigió directo a su cama. Pero se frenó en seco al ver a su madre postrada sobre su objetivo. Esta acariciaba las sabanas de su apreciado hijo.

—Madre — Llamo el rubio obteniendo lo atención de esta.

Narcissa se giró para observarlo bajo el marco de la puerta tan guapo y elegante como siempre. Voldemort tenía razón: Draco era la único bueno de su unión con Lucius Malfoy.

—¿Sucede algo? — Preguntó el heredero de la fortuna Malfoy caminado hacia su progenitora.

—Draco, hijo, no…no sucede nada…— Contestó poniéndose de pie e intersectar a su pequeño en el camino.

Llego hasta él y lo observó con cariño. No podía creer que su único hijo ya era todo un hombre. Creció sin que ella pudiera darse cuenta de ello. O mejor dicho, las circunstancias lo obligaron a hacerlo.

El rubio la miro con extrañez.

—Has crecido mucho, mi amor…— Expresó la rubia acariciando la mejilla pálida de su hijo. Al contacto sintió la frialdad que esta desprendía. Lo sabía…su inocente Draco había desaparecido…para siempre.

—Madre…no estoy de humor — Pero esta lo interrumpió.

—Lo sé, lo sé — Espetó la mujer quien poseía una belleza impresionante — Solo quería desearte buenas noches…— Finalizó besando la mejilla de su hijo y tomando camino hacia la salida.

Draco acepto el ósculo sin reacción alguna. No sintió nada al tener a su madre cerca de él y mucho menos su contacto. Bajo su mirada al ver como su madre se retiraba para dejarlo descansar por el resto de la madrugada.

Pero antes de que la rubia desapareciera por el marco de esa puerta, hablo mirando a su hijo.

—Gracias, Draco…— Expresó haciendo que el ojigris le clavara su vista griseada como la noche.

—¿Por qué? — Quiso saber el ex Slytherin.

—Por salvar la vida de tu padre y la mía — Finalizó sonriendo de lado y por fin…desapareció de la habitación.

.


.

La neblina que invadía la mañana daba indicios de que el resto del día sería extremadamente frío.

El movimiento en Mansión Manor empezó desde muy temprano. Pasos, golpes, gritos se oían por todo el lugar. Los seguidores de Lord Voldemort disfrutaban de un descanso bien merecido antes de interrumpir en el traslado de San Potter. En el cual, él no estaría.

Se colocó su túnica color verde oscuro encima de sus hombros y por último, sus guantes de cuero de dragón. Se posesiono de su varita y salió de su habitación. Con su cabello platino en movimiento al bajar las escalares, se podía apreciar como un hermoso ángel caído desterrado por tanta belleza de los cielos.

Al estar en el primer piso de su mansión, se dirigió a la sala central para encontrarse con Severus Snape. Arribo al lugar donde puedo apreciar como varios mortifagos, incluyendo a su tía Bellatrix, jugaban a la puntería con valiosos jarros antiguos pertenecientes a su propiedad. Atrevo el interior de la sala al ubicar a su padrino quien se encontraba frente a la chimenea viendo como las llamas danzaban al compás del día. Este acto provoco que todo mortio presentes se mirara entre sí burlonamente.

—Buena suerte ahí dentro, sobrinito…— Deseo la mujer soltando una carcajada la cual fue acompañada por el resto de sus compañeros.

Draco ignoro el comentario de su tía y llego hasta el longevo de cabello negro.

—¿Preparado? — Preguntó Snape sin posesionar su vista en la de su ahijado.

—Por supuesto — Contestó seguro de sus palabras.

—Bien… — Lo miro por primera vez en la mañana — Sígueme — Ordenó como solía hacerlo en Hogwarts.

Juntos se dirigieron a la salida para ir a su destino.

—Espero y salgas vivo de ese lugar, ¿Eh, Malfoy? — Alcanzó a soltar Yaxley sonriendo con soberbia.

Después de unos minutos, Severus y Draco, salieron al jardín de la mansión para poder trasladarse.

—Toma mi brazo…— Pidió Snape manteniendo su vista fija sobre algún lugar. Draco lo tomo sin hesitar y pronto desaparición del lugar.

.


.

Sus pies cayeron con peso sobre ese pantano de mala muerte. Draco tuvo que contener su respiración al sentir como ese olor putrefacto invadía sus fosas nasales. Observo a su padrino de reojo esperando sus indicaciones.

—Podrás trasladarte en cuando salgas de ese lugar — Soltó como leyendo la mente de su ahijado. Emprendió camino hacia el interior del pantano inmediatamente seguido por el rubio.

Después de unos minutos caminado y esquivado charcos de asquerosidad llegaron a su objetivo.

—Esa es la entrada a la habitación — Indicó Severus obligando al ojigris a detallar el objeto.

En su marco se podían apreciar un dorsal de espinas filosas por toda la orilla de esta. No tenía perilla y la madera estaba muy desgatada. El rubio hizo una mueca de repudio al verla.

—Anda…es hora…— Ordenó el mortifago haciendo que el joven no esperara más y se dirigiera paso firme hacia el lugar – Draco — Llamó este logrando captar la mirada del rubio — Recuerda que estaré esperándote en este mismo lugar el día que salgas por esa puerta…— Finalizó arrancándole un gesto de sonrisa a su ahijado.

Y sin decir más, la silueta Draco Malfoy desapareció de la vista sin sentimiento de Severus Snape para pasar el trago más amargo de su vida.

.


.

Continuara…

¡Volví! Si, lo sé; volví pero no con un capítulo más de "Cadenas del destino".

Espero y no se molesten por emprender otra historia más, sin todavía no haber concluido la otra. Pero, quiero que me comprendan: ¡Esto de publicar nuevas historias es irresistible para mí!

Bien, creo que ya tiene una idea del rumbo de esta nueva producción. La verdad, como lo comente una vez, hare mi propio final de Harry Potter y con MI pareja favorita como protagonista. Claro, la trama está basada en las últimas dos películas, NO en los libros.

Espero buenas críticas y deseos de su parte para poder seguir publicándola.

Y sin más que agregar; me despido.

Atte. Damián Malfoy

P.D: NO abandonaré mi otra historia ¿Esta claro?