Antes que nada, necesito aclarar los siguientes puntos...
Primero: la presente lectura es una historia que me encontré por ahí una vez, por parte de un usuario perteneciente al fandom angloparlante. Me gustó tanto que quise compartirla con mis queridos hermanos de habla hispana.
Segundo: debo recalcar que, tanto ustedes como yo, no soy bueno hablando inglés. Pero gracias al cielo, tenemos el traductor de Google. Eso, junto con mis conocimientos básicos de traducción, y una que otra investigación de términos en inglés, he logrado adaptar esta lectura por capítulos para el idioma español.
GRACIAS
P. D.: Una vez que hayan terminado de leer, les hago la más atenta invitación para que dejen su review, ya que soy alguien que busca mejorar en base a la retroalimentación. De antemano, si quieren pueden hacer lo mismo con las demás historias que tengo en mi perfil.
The Loud House y los personajes representados son propiedad intelectual de sus respectivos autores.
Historia original de Weavillain
Traducida y adaptada por mí.
CAPÍTULO I
Lynn suspiró, dándose por vencida después de revisar debajo de su cama por unos largos treinta segundos desde que se despertó en lo que se supone que tendría que haber sido un sábado agradable. Ella pensó que no había ninguna otra mejor manera de empezar el día que sentir un poco de música que la sacudiera desde adentro, pero eso terminó en una vana ilusión, ya que solo tenía que afrontarse ante los hechos: sus auriculares habían desaparecido ya hacía un tiempo.
‒ ¡Demonios! Podría haber jurado que los tenía justo en mi cajón, debajo de mi gorra de béisbol verde. ‒ exclamó molesta. ‒ ¿Cómo le pueden crecer patas a un par de auriculares y decidir dejarme durante un sábado en medio de la noche?
Ella no lo sabía y, francamente, no le importaba. Todo lo que sabía era que ella necesitaba esos auriculares. ¿Cómo se suponía que debía hacer otra cosa mientras golpeaba su saco de boxeo? ¿Qué otra cosa más que su música para estimularla a hacer un esfuerzo adicional mientras luchaba contra el peso de sus pesas de 30 libras de peso? Claro, no era como si tuviese que usarlos, pero nada más la impulsaba a hacer un esfuerzo adicional como bombear sus latidos de galvanización directamente a través de sus canales oculares, estimulando un entusiasmo latente que incluso ella no sabía que era capaz de hacer.
Ella gruñó de nuevo, arrojándose sobre su cama mientras que su inhabilidad para encontrar sus preciosos auriculares hacía peso sobre su mente, una niebla pesada que nublaba su visión en un túnel enfocado en un curso solitario: sus auriculares.
De nuevo, ella necesitaba esos auriculares. Ella tenía que...
"Esperen... ¡Eso es!"
Una sonrisa se formó cuando levantó su cara de su almohada. Ella no necesitaba esos auriculares, per se. Ella solo necesitaba un par.
Y ella sabía exactamente dónde conseguir uno.
‒ Oye, Linc, ¿estás ahí? ¡Necesito un favor tuyo!
Lynn frunció el ceño ante la falta de respuesta después de esperar pacientemente durante quince segundos completos. Antes de gritar, ella había llamado a su puerta varias veces y eso había demostrado ser igualmente infructuoso. Lincoln nunca fue tan lento para abrir la puerta, especialmente con ella. Por lo que Lynn podía ver, Lincoln tal vez estaba ocupado, probablemente escuchando música con sus auriculares... o tal vez...
‒ Hmm... Supongo que no está en su habitación ‒ decidió Lynn después de darse cuenta de que Lincoln nunca sería tan irresponsable como la sugerencia anterior implicaba. ‒ Es probable que esté haciéndose el nerd con Clyde en su casa.
La deportista ahora estaba en una clara desventaja. Sin Lincoln en su habitación no podía tener acceso a sus auriculares, y así entrenar de manera estimulante. Por un momento pensó en entrar sin permiso, pero Lincoln ya había levantado una acusación seria al respecto anteriormente, y lo último que quería era tener que acarar otro sermón de sus padres.
Aún así... había otro detalle que estaba dejando de lado:
"Ahora que lo pienso, ¿qué tanto le podrían importar? De hecho, ni siquiera los utiliza tan a menudo"
‒ Bueno, supongo que eso significa que tendré que pedir prestados sus auriculares y traerlos de vuelta más tarde.
Mientras sus dedos se enroscaban alrededor del pomo de la puerta, ella prácticamente podía escuchar la voz persistente de su hermano diciéndole que no entrara en su habitación sin obtener primero su permiso. Sin embargo, ella simplemente lo ignoró mentalmente y le dijo que tenía que dejar de llorar como un bebé por una boba "violación de la privacidad" y que ella se iría antes de que él lo supiera.
Una vez que abrió la puerta, ella entró sin meditar más y se dirigió a su cama.
‒ Je. ¿Qué mejor lugar para comenzar que debajo de su almohada? ‒ murmuraba lo más bajo posible, mientras peinaba a ciegas:
‒ Auriculares, auriculares, auricu...
Se detuvo cuando sus dedos agarraron lo que parecía la tela familiar de una pretina elástica y retiró la mano con disgusto, sabiendo lo que habían encontrado sus dedos.
‒ ¡Ay, vamos! ‒ exclamó.
Tocar los calzones de su hermano menor no fue una experiencia agradable.
"Una vez que esto termine, voy a estar tomando al menos dos duchas."
Luego vino la parte inferior de la cama, pero su expedición de tres minutos resultó tan infructuosa.
¿En el escritorio? Solo había algunos lápices y algunos bocetos de algún tipo de un aspecto estúpido en un traje de licra.
¿En su librero? Aparte de la desdichada falta de almanaques deportivos o biografías de atletas, no había nada de particular que descubrir.
¿Debajo del montón de ropa sucia debajo de su escritorio? Eso... No. No iba a volver a pensar en esa sensación desagradable de pasar sus dedos por la desagradable ropa interior de su hermano, así que eso estaba fuera de toda duda.
Ella se sentó en la silla de su hermano, echándose hacia atrás mientras sus pensamientos se apresuraban a exhumar algún rincón o grieta que ella no hubiese tomado en cuenta:
"¿Acaso hay algún tipo de compartimento secreto 'anti-hermanas' que él ha instalado? ¿Algo así como una estantería de libros que da vueltas si uno quita cierto libro? ¿Tal vez una caja fuerte que guarda todos sus "tesoros"? O tal vez... él..."
En ese momento, sólo pudo atinar en darse una palmada en la frente en señal de auto-reprimenda, pues sus pensamientos fantasiosos finalmente dejaron de negarle el próximo lugar plausible para mirar.
‒ Claro... ¡Dah! Su cómoda.
Abriendo uno de los cajones, usó sus ojos para escanear el contenido en lugar de hurgar en sus manos.
‒ Cómic, cómic, lápices, cómic, envoltorio de caramelos, cómic, figura de acción, cómic... ‒ suspiró y sacudió la cabeza condescendiente. ‒ Caray, Lincoln, recoge una revista deportiva de vez en cuando, ¿quieres?
Ella soltó un quejido cuando el cajón que faltaba, el cual era su último intento, tuvo otro desenlace decepcionante. Pero, justo cuando estaba a punto de cerrar el cajón, la esquina que se encontraba más a la izquierda llamó su atención cuando vio lo que parecía un pedazo de papel arrugado ubicado entre una caja de lápices y una pila de cromos coleccionables.
‒ ¿Qué es eso?
Uno siempre logra encontrar cosas curiosas en los lugares menos esperados; en sí, una bola de papel no significaba nada, y el enfoque correcto habría sido simplemente cerrar el cajón, olvidando por completo el papel. Sin embargo, Lynn, seducida por su propia curiosidad, eligió entrometerse en los asuntos de su hermanito cuando agarró el papel y lo sostuvo frente a su rostro mientras lo desenredaba.
"Tal vez es una lista de todas las chicas a las que le gusta."
Ese pensamiento sólo hizo que Lynn se riera para sí misma al pensar en su hermano menor teniendo una lista de ese tipo, al mismo tiempo que suavizaba todas las arrugas posibles del papel.
Lamentablemente, su risa cesó cuando sus ojos escanearon la primera palabra de lo estaba escrito. Lo que siguió fue un viaje de abnegación, ya que cada palabra posterior pintaba un retrato, una temida imagen que heló su sangre y la dejó paralizada cuando terminó de leer la nota por completo.
Por ahora, su corazón martilleaba dolorosamente contra su pecho y su mandíbula estaba apretada mientras sus labios se dibujaban en una delgada línea que temblaba ligeramente.
A pesar de saber que no estaba soñando, procedió a leer la nota de nuevo.
Cuando lo hizo, de repente recordó dónde estaba y qué estaba haciendo. Es ahí en donde la culpa la inundó cuando saltó de la silla como un perro regañado, arrugó la nota con su puño y huyó de la escena.
No sabía dónde estaban Lori, Luan, Lola y Lisa, pero tenía que encontrarlas... y rápido.
Lori le hizo preguntas sin levantar la vista de su teléfono celular. No había mucho sobre el sótano para mirar de todos modos.
‒ Bien, Lynn, ¿qué está pasando? ¿Por qué nos quieres aquí?
Lynn, que estaba en el medio de la habitación, fue desairada antes de que ella pudiera responder.
‒ Y para agregar, ¿por qué sólo nosotras? ‒ preguntó Lisa desde su asiento en el último escalón. ‒ Las circunstancias de tu solicitud no tienen mucho sentido a su valor aparente.
Para cuando Lisa terminó su regañina con su habitual recato, una sonrisa espeluznante se extendió por su rostro, un espectáculo que solo Luan tuvo la desgracia de notar.
‒ A menos que, por supuesto, todos hayan cedido a la autoridad de mi genio y deseen comprometer solemnemente sus mentes y cuerpos a mis experimentos sin la mayor queja.
‒ En tus sueños, Lis. No hay forma de que eso pase alguna vez... De hecho, la ciencia y yo, simplemente no tenemos mucha química. ¿Entiendes? ‒ retrucó Luan en una risa abundante, siguiendo su propio juego de palabras, ante el cual todas las demás se quejaron.
Lori terminó su conversación de texto con Becky a favor de apagar su teléfono y finalmente mirar su entorno para algo más que una rápida mirada fugaz. Sus ojos se posaron inmediatamente en Lola, que estaba sentada en la lavadora sin hacer ruido, balanceando las piernas sin ningún cuidado en el mundo.
‒ Lola, ¿hay alguna razón por la que estás sentado en la lavadora? ‒ preguntó Lori.
Las cejas de Lola se arrugaron en un ceño fruncido.
‒ Ahh... ¡sí, Lori! ¿Crees que quiero ensuciarme el vestido por estar parada en el asqueroso piso del sótano?
Lori no vio ninguna razón para que ella actuara como si un piso sucio fuera un destino horrible que le fue impuesto por casualidad. Ella tenía el control de su destino, pero eligió ser floja para evitar cualquier cosa que la hiciera sentir incómoda.
Por lo que ella marchó hacia Lola y la miró de mala gana, haciendo un esfuerzo consciente por utilizar su estatura como método de intimidación.
‒ Bueno, tal vez no estaría tan sucio... SI TAN SÓLO LO HUBIERAS BARRIDO COMO MAMÁ Y PAPÁ LO QUISIERON AYER.
Ella frunció el ceño con más fuerza cuando no funcionó.
‒ Bueno, tal vez si entendieras que el trabajo manual está por debajo de mi persona, ¡LO HUBIERAS HECHO EN MI LUGAR! ‒ respondió Lola, poniéndose de pie en su lugar y enseñando sus dientes apretados.
‒ BUENO, ¡TAL VEZ SI NO FUERAS UNA MOCOSA TAN BERRINCHUDA, PODRÍA HABERLO CONSIDERADO!
‒ BUENO, ¡TAL VEZ SI TÚ NO FUERAS TAN...!
‒ ¿Es necesario esta discusión? ‒ preguntó Lisa secamente.
Las rubias encolerizadas se volvieron hacia ella y gritaron al mismo tiempo:
‒ ¡Cállate, Lisa!
Lynn no necesitaba una señal para saber cuándo era el momento de involucrarse antes de que todos olvidaran la razón por la que tenían que estar aquí en primer lugar.
‒ ¡Oigan chicas, vamos! ¡Enfóquense! ¡Esto es importante! ‒ ella gritó.
Lori y Lola intercambiaron una pequeña tos autoinfligida y se apartaron la una de la otra. Lynn refunfuñó algo acerca de que las hermanas molestas que se interponían en el camino del progreso antes de que consiguiera esa horrible nota de su bolsillo, la cual desenrolló y la sostuvo para que todos la vieran.
‒ Echen un vistazo a lo que encontré en la habitación de Lincoln ‒ comenzó. ‒ Es un...
‒ Espera. ‒ Lynn hizo una pausa cuando Luan intervino con un comentario, y uno tonalmente mordaz, el cual la tomó por sorpresa. ‒ ¿Qué estabas haciendo en la habitación de Lincoln? Ni siquiera está aquí.
Lynn puso los ojos en blanco. Si ella pensaba que no suficiente con que Lincoln no la increpara, entonces allí estaba Luan, preparando su flor de agua por nada. Bueno, está bien, no era nada, per se, pero seguía siendo molesto, más aún cuando se tenía a una persona tan insoportable como Luan, quien se cree que es alguien tan desopilante como para estar haciendo chistes tan malos como si fueran un dolor de muelas.
"Por todos los cielos... ¡esta reunión no se trataba de ti! ¡Por una vez, ponte seria, Luan!", pensó una molesta Lynn.
‒ Solo quería tomar prestados algunos auriculares de él, y yo...
‒ ¿Y sin su permiso? ‒ comentó Lola, remarcando su siguiente comentario con un tono sarcástico. ‒ Guau, eso no es para nada grosero, Lynn.
Lynn casi podía sentir sus orejas explotar de todo el vapor que se salía de ellos.
‒ ¡Miren, eso no es lo importante ahora! Lo importante es que...
‒ ¡No, Lynn! ¡Literalmente es importante! ‒ intervino Lori. ‒ No puedes simplemente entrar en la habitación de alguien, revolver sus cosas, y luego tomarlas sin su permiso. ¡Eso no está bien!
Esa fue la gota que colmó el vaso. Si Lynn iba a estar en el ojo de la tormenta, ella no podía dejarse intimidar con la mera lluvia de hipocresía que desprendían sus hermanas.
Ella se movió campante hacia Lori, midiéndola mientras se mantenía firme en su postura militante, con el brazo doblado cuando ella acortaba la distancia.
‒ Ah, ¿en serio? ¡Porque estoy segura de que Leni no solo te dejó pedir prestada su ropa cuando intentabas reconquistar a Clyde!
Sin dudas, ese fue un momento incómodo para Lori.
‒ Yo-yo... bueno, yo... ahh ‒ mientras tartamudeaba, un intenso color rosado floreció en las mejillas de Lori, un espectáculo que entraba en conflicto con la seriedad de su gruñido característico. ‒ E-ese fue un momento de desesperación, ¿de acuerdo? ¡No es totalmente lo mismo!
‒ Hmm... No lo sé ‒ dijo Luan, observando la escena con una sonrisa. ‒ Suena como algo similar para mí.
Lori casi consigue entonar un latigazo cuando se volvió para encarar a la cómica de cola de caballo.
‒ ¡A ti, ¿quién te preguntó?!
‒ ¡Y a ti, ¿quién te pidió que fueras una idiota hipócrita?! ‒ respondió Luan, con su sonrisa descarada disolviéndose cuando la ira se elevó en su tono de voz.
‒ ¡¿Ah, sí?, ¿acaso te pedí que reemplazaras mi champú con mayonesa esta mañana?!
‒ ¡Fue solo una pequeña broma! ¡Aprende a tomar una!
‒ ¡Y puedo hacer eso, pero solo cuando son divertidas! ¡Y creo que podrías intentar ser divertida alguna vez!
A partir de este punto, las tres hermanas mayores no pararon de lanzarse un montón de comentarios crueles entre ellas, ninguno de los cuales ganó mucha tracción ya que su griterío prometía durar varias horas. La intervención de Lynn, que incluía tratar de gritarles para que se detuvieran, solo resultó en una cacofonía de gritos cada vez más confusos y audibles.
Mirando la escena como un desacato manifiesto, Lisa se acercó a Lola y le hizo un gesto para que se tapara las orejas. Cuando lo hizo, sacó unos tapones para los oídos de sus bolsillos, junto con una bocina de aire. Colocando sus tapones para los oídos en su lugar, sacudió la lata y presionó el botón de la boquilla, provocando un ruido atronador que hizo que sus tres hermanas mayores abandonaran la conversación a favor de casi sobresaltarse, haciendo muecas de dolor y tapando sus orejas con sus dedos, mientras le daban a Lisa una mirada fulminante.
El ruido cesó tan pronto como Lisa pensó que habían tenido suficiente.
‒ ¿No es triste cuando la más joven del grupo es la que tenga que restaurar el orden? ‒ dijo Lisa, quitándose los tapones para los oídos y llevándoselos a sus bolsillos. Sin embargo, ella mantuvo la bocina de aire en caso de que se presentara una situación que le ameritara volver a usarla. ‒ Ahora bien, ¿podemos continuar con esta reunión improvisada antes de que nos descarrilemos más?
Aunque sus oídos todavía estaban sonando, Lynn estaba agradecida por la intervención de Lisa. Ahora, ella podría tener la esperanza de seguir adelante con lo que todos debían tener en cuenta.
‒ Bien. Resulta que me encontré algo en uno de los cajones de Lincoln ‒ dijo y le dio la nota a Lori. ‒ Léela.
‒ Sí, ya lo iba a hacer, genio ‒ dijo Lori, aún furiosa por todo lo que había sucedido en los últimos cuatro minutos.
Lynn observó cuidadosamente la cara de Lori mientras miraba el papel arrugado. No pasó mucho tiempo para que sus características furiosas comenzaran a despegarse de su cara, una fracción a la vez. Para cuando habían pasado diez segundos, era difícil imaginar que esta era la misma Lori por la que había estado gritando hace unos momentos.
Confusión. Sorpresa. Dolor. Tal vez, incluso vergüenza. Cualquiera de esas emociones habría encajado en la mente de Lynn, pero tal vez era mejor decir que Lori sentía las cuatro cosas al mismo tiempo. Ella sabía que lo hizo la primera vez que lo leyó.
Por ahora, Lisa y Luan estaban al lado de Lori, preguntándose qué le tomaría a Lori tanto tiempo decir lo que estaba en el papel.
‒ ¿Y bien? ‒ exigió Lola con impaciencia. ‒ ¿Qué dice?
La reina de los concursos de belleza no tenía tiempo para observar a detalle la expresión de Lori como para entender su estado de sobriedad, pero de manera interna sabía que algo no marchaba bien en esta situación.
Lori asintió mecánicamente, y con un poco de recato procedió a leerla de nuevo. A medida que Lori leía el pedazo de papel, la brusquedad de Lola dio paso a una mirada preocupada. Las palabras fueron desalentadoras, pero el tono de Lori, tambaleándose entre el desconcierto y la desesperación, era inquietante. Y todo estuvo más claro que el agua, en cuanto a lo que estaba escrito en ese papel:
Buenas hermanas:
Leni, Luna, Lucy, Lana y Lily
Malas hermanas:
Lori, Luan, Lynn, Lola y Lisa.
Después de leer el último nombre, el sótano se quedó en silencio, salvo por el ruido errante que provenía de la caldera y el suave zumbido de la lavadora. La quietud pétrea de la habitación permitió una introspección que ninguna hermana pensó que necesitaban saber.
‒ Vaya ‒ dijo Luan, vocalizando sus pensamientos internos. ‒ ¿Es eso lo que Lincoln realmente piensa de nosotras?
‒ Por supuesto que sí. ‒ murmuró Lynn. ‒ Después de todo, estaba en su cajón.
En ese momento, Lynn escuchó lo que ella solo podía describir como un sonoro olisqueo, y era del tipo que daba preludio a un llanto lamentable. Sabiendo de dónde venía, Lynn se giró para ver a Lola hacer exactamente lo que pensaba. Lola era conocida por ser una gran reina del drama, por lo que verla descomponerse realmente nunca fue una experiencia agradable.
‒ Lola, ¿estás bien? ‒ preguntó Lynn.
Al darse cuenta de que todos la estaban mirando, Lola arrugó la cara frunciendo el ceño y se secó la cara llena de lágrimas.
‒ ¡Por supuesto que sí! ¿Por qué debería importarme una boba y asquerosa lista?
El tono indignado de la niña resultó ser contagioso, sacando a Lori de su melancolía para soltar una objeción propia tan acaloradamente como Lola lo hizo.
‒ ¿Y cómo exactamente soy una "mala hermana"? ‒ se enojó Lori. ‒ ¡Soy literalmente la hermana más paciente de todas!
Ese comentario le valió unas miradas secas y estoicas, que más bien expresaban un inocuo desprecio por la ironía de Lori. En vez de alargar ese silencio incómodo, Lisa procedió a replicarle:
‒ Lori, si mal no recuerdo, nos das aproximadamente tres minutos y quince segundos para llegar a Vanzilla antes de dejarnos atrás para llegar a la escuela por nuestros propios medios. Eso es completamente lo contrario a la palabra "paciente".
Lori miró hacia abajo para darle a la pequeña científica una mirada dura y glacial.
‒ Oye, solo porque no dejo que ustedes me subestimen no me hace "mala". Como la mayor, a veces tengo que aplacarlos y poner claras las reglas.
‒ Y por "a veces" creo que te refieres a "todo el tiempo", ¿verdad? ‒ replicó Luan, claramente teniendo sentimientos doloridos por su disputa verbal.
Lori resolvió ampararse con poner los ojos en blanco en vez de responder con más furia.
‒ Ay, no empieces conmigo, capitana chistosa. Para empezar, es debido a gente como tú que no me da un descanso por que soy "mala", y gracias a eso, Lincoln cree que merezco ser agrupada con el resto de ustedes, idiotas.
‒ ¡Con que "el resto de ustedes, idiotas", ¿eh?! ‒ gritó Lynn.
Sintiendo que se desataba más alboroto, Lola saltó de la lavadora (sin importarle dónde pisara), le arrebató la boquilla de aire de la mano a Lisa y apretó la boquilla después de haberse asegurado de cubrir al menos una de sus orejas con su mano libre. Una vez más, el ruido fuerte y estridente detuvo a todas en seco mientras se tapaban las orejas a toda prisa y gruñían hasta que Lola dejó de hacer ruido.
‒ ¡Ya es suficiente! ¡No vamos a llegar a ningún lado de esta forma! ‒ exclamó una Lola irritada.
Antes de que pudiera reaccionar a tiempo, Luan se acercó a ella y le arrebató la bocina de aire.
‒ ¡En serio, danos una advertencia antes de que suenes esta cosa! ‒ gritó ella.
‒ Sí, no me sorprende que Lincoln piense que eres una "mala hermana" ‒ dijo Lori sin pensar.
Ella jadeó e inmediatamente se tapó la boca con una mano, sus palabras crueles repitiéndose una y otra vez en su cabeza como un bucle. ¿De dónde diablos vino eso? Y, lo que es más importante, ¿qué parte enferma y retorcida de ella tenía el descaro de creer que se lo merecía?
Lola estaba aún más frustrada que eso. Su voz se redujo a un mero susurro, luchando temblorosamente para pronunciar las palabras.
‒ Sí, bueno, yo... yo-yo...
El corazón de Lori se partió en dos cuando vio lágrimas que rozaban en esos dulces ojos azules, mientras que aún mantenía una actitud luchando por mantenerse firme.
‒ Yo-yo no soy una "mala hermana", ¿de acuerdo? ‒ fue lo que logró salir de su garganta tensa y ahogada. ‒ Solo porque no soy un ángel perfecto no significa que soy un demonio.
Contra su mejor juicio, Luan se acercó a Lola y la apretó con fuerza en un abrazo. Eso venció a Lori al instante, pensando que sería mejor tratar de hacer tal contacto después de causar tanto dolor a su hermanita.
‒ Lo siento, Lola ‒ dijo Lori, bajando la cabeza avergonzada mientras se frotaba la parte posterior del cuello. ‒ No debí haber ido tan lejos.
Levantó la vista y notó que los estados de ánimo de todas fueron hundidos. No estaba segura si era por el propio e insípido comentario que lanzó, de que se sentían como las responsables de esa lista, o de si se trataba una combinación de ambas opciones. Pero lo que estaba claro era que no quería estar lejos de hacer que sus hermanas se sintieran como si valdrían todo su amor... lo que sea que eso valiera para ellas.
‒ Miren, chicas, creo que todas debemos entender algo importante aquí, ¿de acuerdo?
Tras su discurso inicial, esperó a que todas las miradas se centraran en ella; tal vez no le gustó el aspecto deprimente de sus rostros, pero al menos aceptó con gusto el hecho de que parecían reconocerla.
‒ Sí. Pese a que ustedes pueden ponerme nerviosa a veces, literalmente negaría cada oportunidad que tenga de reemplazar a cualquiera de ustedes por alguien más. Las amo a todas con todo mi corazón y realmente lo siento si no siempre actúe de manera más correcta. ‒ Así, se atrevió a preguntar lo siguiente: ‒ Y estoy segura de que ustedes se sienten de la misma manera, ¿verdad?
Sus pulmones expulsaron el aliento tenso cuando todas asintieron. Ella casi se lagrimea a sí misma. Ella realmente tenía a las mejores hermanas del mundo.
‒ Es una lástima que Lincoln no sienta lo mismo por nosotras ‒ dijo Lola con tristeza.
‒ ¿De qué estás hablando? ‒ exclamó Luan ‒ Lincoln no tiene un hueso malo en su cuerpo contra ninguna de nosotras. Él nos ama. ‒ Aseguró mientras acariciaba la cabeza de Lola.
‒ Tal vez ‒ contestó una Lisa preocupada ‒ pero aún así... ¿sería posible suponer que ame más a sus "buenas hermanas" que a nosotras?
Luan vaciló antes de poder negar la lógica de Lisa. Después de todo, ahora que ella pensó en eso, la palabra "mala" podría haber significado algo estrictamente literal. No hay forma de que Lincoln piense en algo que era "malo" tan favorablemente como algo que era "bueno"... o al menos eso quisiera suponer. Eso solo hizo que le diera el beneficio de la duda.
‒ Yo... supongo que no ‒ admitió.
Lisa tomó la pausa que siguió como una oportunidad para hablar sobre el asunto por sí misma.
‒ Por mucho que sea inflexible en cuanto a evitar las emociones humanas, no puedo negar su etiqueta hacia mí... más bien dicho, hacia nosotras. Pero, como ha demostrado la ciencia, no hay ningún problema que no se pueda superar.
‒ Entonces, ¿qué estás sugiriendo? ‒ preguntó Lynn, sin saber a dónde iría Lisa. ‒ ¿Le hacemos un lavado de cerebro para que piense que somos "buenas hermanas" o algo por el estilo?
‒ Eso habría sido algo a lo que la vieja Lisa Loud habría recurrido, sí. ‒ dijo Lisa. ‒ Pero, como alguien que desea ser una "buena hermana", pienso que para empezar simplemente nos abstendremos de cualquier comportamiento que pueda inspirar una designación tan callosa.
Así, una sonrisa logró una adornar la cara de Lola. Aunque no tenía ni idea de qué significaban las palabras "designación" o "callosa", todavía sabía leer y escribir lo que estaba proponiendo.
‒ Entonces, para que seamos "buenas hermanas", básicamente, ¿debemos actuar más amablemente con Lincoln? ‒ preguntó Lola.
Lisa negó con la cabeza.
‒ No se trata solo de "actuar mejor" en un sentido general. ‒ explicó Lisa. ‒ También debemos asegurarnos de que Lincoln no se acuerde de nuestras personas como "malas hermanas". Eso significa que cualquier cosa que pueda desencadenar una respuesta desdeñosa debe desaparecer para siempre.
Luan tarareó pensativamente, antes de responder
‒ ¿Estás segura? Quiero decir, creo que vale la pena intentarlo. No creo que sea una "mala hermana"...
‒ Y ninguna de nosotras lo es. ‒ intervino Lori.
‒ Gracias. ‒ dijo Luan después de mostrarle una sonrisa. ‒ De todos modos, aunque no creo que sea mala, no estaría de más ser una mejor hermana. Si eso significa que Lincoln piensa que somos tan buenas como las demás, no veo por qué no todas puedan ser mejores.
La idea iluminó el espíritu de todos, una inversión total de la atmósfera sombría que flotaba sobre sus cabezas como una nube de tormenta. Tenían la oportunidad de redimirse y hacerse tan entrañables como sus otras hermanas.
Y se iban a asegurar de hacerlo.
‒ ¡Sí! ‒ exclamó Lola, levantando un puño alto. ‒ ¡Demostrémosle a Lincoln lo buenas que podemos ser!
‒ No dejaremos de ser amables, ¡ni siquiera después de que nuestra amabilidad emane de sus oídos! ‒ declaró Lynn con gusto.
Lori, aunque entusiasta de probarse a sí misma, reprimió el fervor con precaución.
‒ Está bien, pero no podemos decirle a Lincoln lo que estamos haciendo, ¿de acuerdo? Creo que puedo hablar por todas cuando digo que queremos que nos vea como "buenas hermanas" por su cuenta. No significará cualquier cosa si él no se da cuenta por sí mismo de lo buenas que podemos ser.
Tras eso, un coro de comentarios de aquiescencia, acordando mantener su pacto en la oscuridad, la dejó con solo una cosa que preguntar:
‒ Entonces, ¿quién está lista para ser una "buena hermana"?
Acto seguido, todas levantaron la mano en concordancia. Era más que claro que mucha de la determinación que poseían se debía a un desesperado pero muy necesario cambio en sus roles como hermanas. Sí, quizás requeriría mucho trabajo, pero estarían más que dispuestas a demostrar que pueden ser buenas personas, para así deslindarse de esa etiqueta recién descubierta.
Además, sólo iban a tratar de mejorar su personalidad... ¿qué es lo peor que podría pasar?
FIN DEL CAPÍTULO I
