Disclaimers: los nombres de los personajes pertenecen a Rowling, no a mí.
Este OS es parte del evento anual Drinny-Con 2018.
El lugar estaba demasiado calmado para el normal de la casa Weasley, esa noche había vuelto con sus padres más que nada porque los extrañaba, la universidad absorbía mucho de su tiempo como para volver más seguido, ellos extrañaban demasiado el alboroto que se hacía tener mucha gente en ese sitio así que rentaron casi todas las habitaciones excepto la de ella, se talló las manos cuando el clima bajó, no era posible que algo así ocurriera en pleno verano, se abrazó a sí misma y se encogió en el sillón mientras leía el libro de una de sus clases ya que no lo había hecho y el ensayo tenía que entregarlo al final de la semana.
Frunció el ceño cuando sus manos se congelaron a tal grado que temía que incluso doblarlos le ocasionaría que se le rompieran, dejó el libro en el sofá y subió rumbo a su habitación en busca de un suéter más abrigador.
Abrió la puerta despreocupada al fin y al cabo era el único lugar donde los habitantes no podían pasar, pero cuál fue su sorpresa al encontrarse al más reciente de los inquilinos de sus padres sentado en el suelo, con un montón de cosas que no pintaban para nada bien, había extraños artefactos, atrapa sueños de los cuales colgaban huesos que le hacía pensar que no eran de animales, había algo en un cuenco de madera que sobresalía de la sangre.
—Pero ¿qué demonios estás haciendo? –farfulló indignada, no sabía qué le molestaba más, el hecho de que eso pintara mal o que estuviese a mitad de su habitación –oye, te estoy hablando.
Como el tipo seguía concentrado con las manos sobre el cuenco y hablando en un idioma que ella no entendía avanzó hasta el círculo con varios símbolos dibujados, tomó el cuenco, rompió un frasco redondo y cuando el tipo se dignó a observarla para sujetar el cuenco, la sangre se vertió en el pecho de la pelirroja, pisó el órgano que había caído y una de las veladoras comenzó a quemar el suéter de estambre que tenía puesto.
—Pero que fraude –habló el chico que parecía más que nada un adolescente más que un universitario.
—Ya ¿Qué estás haciendo en mi habitación? –preguntó furiosa apagando el fuego de su suéter.
—Lo que pasa es que nadie entra en este lugar –informó –así que decidí intentar algo que escuché decir al extraño de la clase –levantó un libro extraño con un círculo de fuego y letras que parecía al azar en la portada.
—Largo de mi habitación –señaló la puerta para que se marchara.
—Nunca haga caso a lo que escuchas, no funcionó, a pesar de que le puse mucho entusiasmo.
—No me interesa, fuera de aquí.
El chico salió de la habitación de ella, observó la estantería junto a la cama que formaba su nombre, extrañaba tanto su adolescencia, pero no podía volver al pasado por más que lo deseara.
O
La pelirroja observó la bolsa con todo lo que le había confiscado a ese tipo unos días atrás, aunque eso no le aseguraba que consiguiera más y usara su habitación como guarida para hacer cosas tenebrosas, se sobresaltó cuando escuchó un ruido, estaba sola en su habitación del campus.
El gato que apareció en su habitación sólo fue la primera señal de que algo andaba bastante mal, podía sentir que alguien la estaba vigilando desde lo lejos, a veces, cuando se quedaba hasta última hora en la biblioteca, podía sentir a alguien observándola desde el pasillo de religión, mientras al mismo tiempo, sentía que alguien respiraba en su cuello, las palabras que no lograba entender, a veces, se despertaba sobresaltada cuando escuchaba que alguien le hablaba.
Se observó en el espejo, tenía unas ojeras enormes, había rebajado unos cuantos kilos en tan sólo tres semanas, y a las voces se habían sumado pequeños movimientos a través de su vista periférica, se acarició el brazo, eso debería ser una señal de que podría estar comenzando con síntomas de esquizofrenia.
A mitad del campus, se topó al tipo que había visto en su habitación, y otro chico, que parecía estar reclamándole algo de manera poco civilizada, se apresuró a caminar por otro lado cuando los dos hombres la observaron y uno la señaló.
O
El resto de esa semana se sintió más acabada, su mano podía sujetar completamente su brazo, las cosas no estaban para nada bien, y el síndrome de persecución se había puesto peor, no había lugar en el que se sintiera segura, tendría que ir a la enfermería del campus.
Tomó sus cosas y abrió la puerta de su habitación, recargado en la barda frente a su puerta estaba el mismo tipo que había discutido con el inquilino de sus padres, pero al verlo así de cerca, pudo descubrir lo guapo que era.
—Necesito mi libro –informó sin rodeos.
—No sé de qué me hables, yo ni siquiera te conozco.
—Draco Malfoy, dueño del libro que decomisaste en tu habitación y… -levantó la vista para observar detrás de ella –rayos.
—Bueno, si no te molesta, tengo que ir a… a donde tengo que ir.
—Considero que has estado jugando con algo que no has podido controlar ¿no lo crees? –la vista del joven seguía estando en un punto detrás de ella.
—Y tú has estado consumiendo sustancias ilícitas en el campus y nadie te está diciendo nada –soltó enfadada.
El rubio la sujetó de la mano, una intensa corriente eléctrica lo recorrió al mismo tiempo que a ella, pero la pelirroja no supo porque razón le ocurría eso, él negó sin decir nada, pero por un instante, ella creyó que todos los malestares se habían terminado y que no había razón para ir a la enfermería.
—La verdad es que has estado jugando con cosas por lo mucho fuera de tus ligas ¿te juntaste con ese idiota a conjurar?
—No sé de qué rayos me estés hablando –jaló la mano y su contacto se perdió, y con ello la sensación de bienestar en ella.
—Dime ¿a quién llamaron?
—En serio, no tengo ni idea…
—Mi libro tiene memoria, me podrá decir a quién llamaron.
—Claro –se burló de él –dime ¿te estás escuchando? –Negó –estás loco.
—Bien ¿dónde está mi libro? Ese idiota dijo que tú se lo quitaste y lo llevaste a no sé dónde en una bolsa grande de utensilios.
—Utensilios ¿estás llamándole a esa basura utensilios? –Negó –estás bastante mal –entré a mi habitación y sólo había cosas escalofriantes.
—Sí ¿cómo qué había?
—Sangre que ese idiota me vació encima y órganos que no distinguí –suspiró –cosas realmente que perturban a las personas… -hizo una pausa –pero viendo la expresión de tu cara, te estás excitando ¿cierto?
—Esto es complejo, ese libro es muy importante, así que por favor, dime ¿cómo sonaba lo que ese idiota decía?
—Era un idioma que jamás he escuchado.
—Es latín antiguo o…
—Sólo sé que estaba cantando más que hablando.
—Eso no es para nada bueno, no terminó el conjuro, dices que resbalaste con la ofrenda ¿algo más?
—O sí, rompí un frasco circular –se encogió de hombros.
—Lo que nos faltaba, un idiota con un libro como ese, lamento informártelo, pero al momento en que la sangre te tocó, has hecho que ese demonio desconocido esté detrás de tu alma, y mientras no sepamos a quién invocó con mal éxito, es mejor que te mantengas en un lugar sagrado.
—No confío para nada en ti ¿sabes eso?
—Lo sé, pero por el momento, soy tu mejor opción, es mejor que vengas a mi habitación, Ginevra.
—Pero ¿cómo?
—Te lo explicaré allá.
Avanzaron casi corriendo, el chico tenía su habitación al otro lado del campus, una vez que entraron al lugar, Ginny pudo percatarse de que la decoración era algo similar a lo que ese tipo tenía su cuarto en la casa de sus padres, salvo que ahí había frascos de todos los tamaños.
—Pero ¿Qué rayos? –bufó.
—Mi libro es el famoso Lemegeton –informó haciendo que ella negara en desconcierto –es el libro de la Clavícula, el original, en pastas nuevas, pero el original, hasta el momento, he estado invocando demonios, son 72 en total y aún me falta lo mejor.
—Disculpa sí creo que esto es un mal chiste.
Draco observó con una sonrisa a la pelirroja, caminó hasta una de las botellas que había en la repisa, junto las manos y murmuró algo en un idioma extraño, diferente al que le había escuchado al residente aquél lo único que entendió de todo aquello fue Rey Belial.
Ginny sólo pudo distinguir una sombra alta de ojos amarillos, Draco Malfoy y él se estaban comunicando en ese lenguaje que ella no entendía, la sombra se desvaneció por la ventana y se giró hasta ella.
—La gente dentro del ocultismo me llama el encantador de demonios, los invoco y los controlo, mejor yo que esos ignorantes de los Warren –se encogió de hombros con una sonrisa.
Continuará. . .
