Disclaimer: Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.
Compartiré tu dolor.
Entré suavemente a su habitación, le llevaba la cena como lo hacía cada noche. La hallé llorando en la esquina de su habitación, con las piernas encogidas sobre la cama, la barbilla recargada sobre sus rodillas y los brazos protegiendo sus pantorrillas, al escuchar el sonido de la puerta crujir en el momento que entré, levantó el rostro, me miró con ternura y maternidad, parpadeó contadas veces para volver a su llanto, sus mejillas estaban húmedas y sus ojos rojos. Dejé la bandeja de comida en el buró a un lado de la cama y me senté junto a ella, después pasé mi brazo por encima de sus hombros ofreciéndole mi consuelo, sabía lo que le acontecía.
Levantó su cabeza aún sin dejar de derramar gotas de llanto amargo por sus cuencas.
—Y-yo... yo lo vi... e-él me lo confirmó —me dijo entre amargos sollozos—. Ya son n-n-novios oficiales.
—Hinata, tal vez creas que yo no sé mucho de estas cosas, pero sé más de lo que te imaginas. Y créeme que de nada servirá que sufras por él.
—P-pero... lo era todo para mí. ¿Q-qué voy a hacer a-hora?
—Seguir con tu vida, no hay una sola cosa en este mundo que no tenga solución. Eres mi hermana, la única persona que sabe cosas sobre mí que nadie más; mi mejor amiga. Ya no llores, no me gusta verte llorando. —murmuré limpiando con el dorso de mi mano las gruesas lágrimas que corrían por sus mejillas, mientras mis ojos se cristalizaban y al primer parpadeo derramaban un par de gotas, iguales a las que terminaba de limpiar.
—¿P-por qué lloras?
—Si tú lloras yo compartiré tu dolor, porque te quiero.
