Dedicado a Nabiki-san, espero haber cumplido tus expectativas.
Disclaimer: Los personajes mencionados no me pertenecen son de Rumiko Takahashi. La idea de la historia tampoco me pertenece, es de Nabiki-san.
.-INTERCAMBIO-.
- Y… ¿ustedes se quieren?
Las espadas anteriormente levantadas empezaron a bajar muy lentamente. Inuyasha boqueo… ¿Qué? Es decir… ¿En serio? Eh… En realidad, no, Inuyasha volteo la cabeza e impacto su mirada directamente contra la de su despreciable hermano mayor Sesshomaru. Gruño, nunca se terminaría de llevar bien con un sujeto tan estoico y pedante como lo era Sesshomaru. Por su parte el demonio mayor miraba al engendro que no debió nacer con una mirada cerrada. Si, cerrada. Pero no le tomo mayor importancia y dirigió su vista a la bruja con la que hace unos instantes habían estado combatiendo.
- Mm… Por sus miradas, deduzco que no se quieren.
- ¡Eso a ti no te importa, vieja bruja!
- ¡Vieja bruja tu abuela! – espeto la bruja y de un movimiento hizo su cabello para atrás. Los hermanos pestañearon incrédulos – Haber… Es decir, entendería si me odiaran a mí, he matado un par de humanos en esta aldea. Pero yo nunca odiaría o dejaría de querer a mi preciosa hermanita Kara – la bruja empezó a dar vueltas y ambos hermanos volvieron a levantar sus espadas.
- Solo muérete…
- Para nada, la familia es la familia – gruño la bruja, hasta que se detuvo y expuso una misteriosa sonrisa.
La familia… es la familia.
- ¡Kaze no kizu!
Los aldeanos gritaron y hubo una explosión que elevo polvo por todas partes. En el aire se elevo la figura de la bruja que poco a poco se fundió con el espeso humo hasta desaparecer. Por supuesto sin dejar de emitir la misteriosa y de alguna forma escalofriante, sonrisa.
- La familia es uno con la familia. Al menos hasta los siguientes tres días.
Inmediatamente Inuyasha sintió un escalofrio. Estaba seguro de que algo pasaría… Pero no sabía que seria. De pronto sintió que alguien le arrebataba algo importante, algo vital para él. Cuando se dio cuenta ya no pudo hacer nada al respecto. Su alma había abandonado su cuerpo.
Sesshomaru abrió los ojos, durante un instante todo lo que vio fue un polvo espeso que nublaba su sensible vista. Después de pestañear un instante, entre el panorama nublado se mostro una silueta de mujer, muy conocida para él y el corazón se le acelero.
La mujer llego corriendo hacia el e inmediatamente todo su libido bajo hasta el suelo. Definitivamente esta no era su mujer, ella era la mujer de su hermano. La chica se abalanzo a los brazos de Sesshomaru y este abrió los ojos de la sorpresa… Para inmediatamente pasar a la ira… una humana, más específicamente una miko que llevaba el olor asqueroso de Inuyasha estaba abrazándolo. Y lo peor era que sus fosas nasales solo captaban mucho olor de Inuyasha y casi quiso vomitar pero antes…
- ¿Qué haces? – expreso lo más tranquilo que pudo a Kagome que todavía lo abrazaba como si su vida dependiera de ello. Mujeres sensibleras… odiaba ese tipo de mujeres. Además ¿no debería estar abrazando como una loca al asqueroso perro de su hermano? Lo pensó un momento, Kagome era hermosa pero chillona, no… no podía, tenía a Rin, aunque… ¡No! Rin se merecía su respeto…
- ¿Cómo que qué hago? ¿Eres un idiota? – Sesshomaru levanto lentamente sus garras hacia el cuello de Kagome mientras esta lo insultaba con los ojos llorosos. Solo un momento y separaría la cabeza del cuerpo, solo unos milime… - ¡Inuyasha! ¿Estas escuchándome?
¿Inuyasha? Acababa de llamarlo como su… Esta mujer era una suicida. Junto todo el veneno en sus garras y disparo… o al menos lo intento. Sesshomaru tuvo una imperceptible cara de asombro al notar sus garras sin veneno. ¡Sin veneno! Y ahora que se fijaba tampoco tenía las características marcas en su mano. Sudo frio. Si se fijaba incluso un poco más, junto a su mano había… un estropajo de vestimenta rojo… rojo…
Rojo como la vestimenta de su asqueroso hermano Inuya… Solo mátenlo ya.
- ¿Inuyasha? Oh, por dios… Cariño ¿estás bien?
Kagome vio como Inuyasha se quedaba petrificado mirando sus manos, y se extraño ¿Qué le pasaba? El humo a su alrededor empezó a disiparse dejando notar a tres siluetas. La de Inuyasha, Kagome y Sesshomaru, el cual se encontraba a unos metros.
Sesshomaru por fin se movió y dejo de mirar sus manos para mirar el panorama ¡Ahí estaba! No fue sencillo aceptar que la maldita bruja había cambiado sus cuerpos. Y ahora el pobre youkai estaba en el asqueroso, sucio y despreciable… cuerpo-cosa de Inuyasha. Miro más fijamente su verdadero cuerpo. Su cuerpo invencible de youkai que se encontraba a unos cuantos metros.
Supuso que Inuyasha debía encontrarse en su cuerpo, el pobre idiota ni cuenta se había dado. Gruño, so bestia inmunda. Inuyasha tenía el poker face mas extraño que hubiera visto en su vida, como si quisiera mostrar una emoción y no pudiera. Lo cual no tenía sentido. Sesshomaru solo tuvo una opción… correr.
Correr hasta el amanecer. De acuerdo, no hasta el amanecer, pero correr hasta desaparecer de la escena era buena idea, además estaba en el cuerpo del chucho, nadie se daría cuenta.
- ¡¿Pero qué?! – grito un estoico Inuyasha en el cuerpo de Sesshomaru, por fin dándose cuenta de que estaba en un cuerpo que no era el suyo. El hanyou miro al costado para encontrarse con una imagen aun más bizarra. Su propia cara le mandaba una mirada asesina… si, a él. Vallase a saber por qué.
De pronto Inuyasha se dio cuenta de que su imagen, iba corriendo hacia él con toda la intención de tumbarlo. Trato de esquivarlo pero el falso Inuyasha lo cogió del brazo y alzo vuelo perdiéndose los dos entre el follaje. Cabe resaltar que Kagome y los aldeanos se habían quedado estupefactos mirando la escena. Uno, porque Inuyasha había tomado a Sesshomaru y había salido corriendo… ¡Con Sesshomaru! Dos, porque Sesshomaru no había reaccionado como normalmente hacia… golpearlo en la cara. Tres, Inuyasha se había ido con Sesshomaru ¡¿saben lo anormal que era eso?! Kagome al cabo de un rato se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerro. ¿Qué había pasado?
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Sesshomaru en el cuerpo de Inuyasha dejo al sujeto en su brazo en el suelo lo mas delicadamente que pudo, era su cuerpo, no quería maltratarlo…
- ¿Inuyasha? – gruño Sesshomaru.
El hanyou en el cuerpo del youkai lo miro ingenuo.
- ¿Quién eres tú? ¿Qué haces en mi cuerpo? ¿Y de quien rayos es este cuerpo?
- Eres un idiota – Sesshomaru se dio una palmada en la frente – Escúchame maldito hibrido. Estas en mi cuerpo.
- No, tú estás en el mío.
- ¡Concéntrate, inepto! – rugió Sesshomaru perdiendo la paciencia. Inuyasha seguía estoico, a decir verdad era muy extraño estarle gritando a tu imagen. Verdaderamente extraño – Escúchame… - dijo un poco más tranquilo – hemos intercambiado cuerpos… tal vez debido a aquella bruja.
- Ya ¿pero quien eres?
Sesshomaru puso los ojos en blanco.
- Sesshomaru.
- ¡¿Qué?! ¿Hemos intercambiado cuerpos? – espeto un muy tranquilo Inuyasha. Muy diferente a la emoción que reflejaba su voz. Lo cual era raro de ver, Inuyasha mencionaba un par de groserías pero su rostro siempre permanecía tranquilo. Como si en realidad no sintiera nada.
Por el contrario Sesshomaru tenía el ceño fruncido y toda su cara decía "furia extrema" la cual tenía pinta de explotar en cualquier momento si Inuyasha no se callaba de una buena vez. Cuando Inuyasha paro de parlotear cosas como "Tenía que ser contigo… ¿Por qué no con alguien más?" el youkai hablo.
- Esto no lo puede saber nadie.
- Pero Kagome es mi compañera… - reclamo Inuyasha.
- ¡No lo puede saber nadie, he dicho!
- ¿Y tú crees que te voy a hacer caso?
Sesshomaru se obligo a sí mismo a aspirar mucho aire y contar hasta cien – Mira, estoy seguro de que esto es temporal… la bruja menciono que esto sería por solo tres días. Si le dices a tu compañera acerca de esto se armaría una gran confusión. Primero porque yo tengo tu imagen y se supone que tú eres Inuyasha en mi cuerpo… ¿a quién crees que se acercaría? Sería muy extraño para la humana acercarse a ti cuando tienes mi apariencia, igualmente lo seria para Rin.
Inuyasha asintió lentamente. Tenía razón, Sesshomaru tenía razón en lo que decía, en todo caso que se lo dijera a Kagome, ella se acercaría al Inuyasha dentro del cuerpo de Sesshomaru, solo que ella estaría viendo a Sesshomaru y durante estos tres días sería algo muy incomodo.
Era mejor que no se enterara nadie.
- De acuerdo – suspiro Inuyasha – ¡Pero que conste que no lo hago porque tú me lo dices sino por mi compañera!
Sesshomaru tuvo un raro impulso, una sed increíble de su sangre pero esta vez sí que no podía golpearlo, era como golpearse a sí mismo, lo cual de verdad era extraño mirando por donde se le mire. Se quedaron en silencio unos minutos hasta que Inuyasha empezó a entrecerrar los ojos… volverlos abrir, abría la boca y luego la cerraba. Sesshomaru gimió ¿Qué estaba haciendo?
- ¿Qué haces? – termino preguntando.
- Quiero saber porque no puedo dejar de fruncir el ceño.
- ¿Qué? – pregunto incrédulo con una expresión de desconcierto.
- Ni siquiera puedo sonreír ¿Qué rayos pasa con tu cara? Quiero mostrar otra expresión y no puedo, ¿esto tiene contraseña o algo así?
Casi se da una palmada en la frente… Sesshomaru supuso que si durante muchos años nunca había dejado entrever nada de emociones en su rostro, tal vez su cara se había acostumbrado y estaba sellada… ¡No tenía ningún sentido! Suspiró y le dio la espalda a Inuyasha para regresar a la aldea. El hanyou seguía tratando de hacer muecas inútilmente, mientras lo seguía. Sesshomaru se detuvo abruptamente.
- Escucha – gruño el youkai – Debido a esta… situación, yo deberé estar en la aldea y tú debes irte.
- Joder, había olvidado que tu siempre estas andando por ahí con la rana esa.
- Hm.
- Por cierto ¿Dónde está ese renacuajo? – gruño Inuyasha para luego sentir un olor peculiar. Probablemente el olor de Jaken y el de Rin. Ambos en la aldea, así que de todas maneras, Inuyasha en el cuerpo de Sesshomaru tenía que regresar a la aldea. Caminaron a una distancia prudente. Inuyasha lo pensó un momento, tenía que actuar como él, no debía hablar mucho y mirar fríamente, aunque eso sería sencillo porque su cara le impedía hacer otra cosa. Caminar como de la realeza…
Se le prendió el foquito, ¡estaba en el cuerpo de Sesshomaru! El lord de las tierras del oeste, por supuesto, ¿Por qué vagar cuando podía ir a su castillo? Sonrió maquiavélico, estaba en el cuerpo de su estúpido hermano mayor… Era su obligación como mal hermano joder a todo el mundo haciéndose pasar por Sesshomaru. Especialmente a aquella rana y… a Rin.
Conocía a Sesshomaru lo suficiente como para saber que el pobre iluso no intentaría nada para dañar su reputación estando en su cuerpo. Sonrió enigmáticamente, prácticamente tenía el camino cedido para hacer lo quiera, ¡oh! Sesshomaru quedaría peor que una sandalia…
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Inuyasha y Sesshomaru, con los cuerpos cambiados, llegaron a la aldea para reunirse equivocadamente con su respectivo equipo. Sesshomaru ya estaba buscando a Jaken cuando se dio cuenta que estaba en el cuerpo de Inuyasha, volteo para encontrarse a Inuyasha caminando hacia Kagome, la cual conversaba tranquilamente con Sango de espaldas a ellos.
Mierda, la costumbre los había guiado equivocadamente. Sesshomaru se dio media vuelta y corrió hacia Kagome… vomitaría después detrás de un árbol, pero tenía que hacerlo. Tomo a la miko en sus brazos estilo princesa y salto hacia los cielos no sin darle una mirada de advertencia a Inuyasha, el cual estaba incrédulo… hasta que Inuyasha puso cara de comprender y se dio media vuelta buscando a Jaken, para ese entonces Sesshomaru ya estaba lejos con Kagome en brazos.
Inuyasha no había sentido celos al ver a Sesshomaru ver cargar a Kagome… uno porque cuando lo vio, prácticamente se vio a si mismo cargando a la pelinegra. Dos, Sesshomaru estaba tarado solo por Rin. Se dijo a si mismo que probablemente Sesshomaru vomitaría después de dejar a Kagome en el suelo.
Inuyasha se detuvo frente a Jaken el cual estaba discutiendo algo con Rin.
- …el amo bonito no es así ¡Es imposible que se lleve bien con el hanyou ese!
- ¡Pero tú lo viste! El Señor Inuyasha tomo al amo del brazo y se lo llevo… - explico una Rin un poco extrañada debido a la situación que se había presentado hace alrededor de veinte minutos. Sintió alguien detrás suyo y volteo. Era su amo Sesshomaru, sonrió como era costumbre y lo saludo respetuosa.
- ¡Amo Sesshomaru! ¿Se encuentra bien?
- Hm – espeto Inuyasha, se convenció a si mismo que esa era la respuesta más adecuada para esta situación. Miro a la jovencita de quince años que seguía sonriendo como si nada hubiera pasado.
- ¡Amo Sesshomaru! Qué bueno que se encuentra bien, pensamos lo peor cuando ese hanyou asqueroso lo tomo del brazo y… - Inuyasha quiso resistirse, de verdad que sí, pero al ver a la rana parlotear llamándolo asqueroso no pudo hacerlo y lo piso. Bueno, más que pisarlo, camino tranquilamente sobre Jaken para seguir su camino hacia el bosque.
Detrás de él, Rin y Jaken lo seguían, la rana cogía su estomago por el dolor de haber sido pisoteado por su amo. Inuyasha se pregunto porque Rin estaba siguiéndolo, no tenía sentido, Rin estaba viviendo con Kaede. Ocasionalmente Sesshomaru llegaba para hacerle una visita a la aldea, ¿Qué había cambiado esta vez? Lo peor era que no podía preguntar nada porque se saldría del personaje. Eso lo llenaba de coraje, tenía tantas dudas y no podía decir nada.
- Amo Sesshomaru… - suspiro Jaken - ¿Por qué Rin tiene que venir esta vez con nosotros? ¿No sería mejor que se quedara en la aldea?
Inuyasha no supo que decir. Sudo frio. Lo ignorare, pensó.
- ¡Señor Jaken! Ya le dije que le había pedido al amo que me llevara con ustedes a su castillo o a acompañarles… - la chica sonrió – como en los viejos tiempos, cuando era una niña.
¡El castillo! Rio alegre Inuyasha, por supuesto, recordó su plan inicial de joder en el cuerpo de Sesshomaru, primero mataría a la rana… de acuerdo, no la mataría… pero la haría sufrir lo suficiente como para arrepentirse de viajar con su estúpido hermano, y con respecto a Rin… ya tenía la jugarreta perfecta para ella. Sonrió, solo faltaba llegar al castillo ese.
Inuyasha se detuvo abruptamente.
- ¿Amo Sesshomaru? – Pregunto tímidamente Rin - ¿Ocurre algo?
Inuyasha volvió a sudar frio ¡¿Dónde mierda quedaba ese maldito castillo?!
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Sesshomaru dejo a Kagome en el suelo y la miko se sostuvo en sus pies un momento antes de mirarlo, el hanyou tenía una mirada fría y extrañamente encolerizada. Se extraño… tal vez Inuyasha estaba molesto por algo que Sesshomaru le había dicho.
- ¿Inuyasha? ¿Estás bien? – pregunto ingenuamente la miko, Inuyasha le gruño y le dio la espalda para apoyarse en el tronco de un árbol. Ella miro a su alrededor, estaban en el claro del bosque donde se encontraba el Goshimboku, no muy lejos de ahí estaba la cabaña que Inuyasha y Miroku habían construido para que ella y el hanyou vivieran. Acerco una mano a su cabello, Inuyasha estaba molesto ¿por qué? Ni idea.
Se acerco a él para mirar su rostro surcado por la molestia. Cuando estuvo lo suficientemente cerca se alzo de puntillas y le dio un ligero beso en los labios. Él se quedo inmóvil y cambio su expresión por uno de sorpresa, sorpresa genuina.
Ella sonrió gentilmente y tomo su mejilla.
- No sé qué paso con Sesshomaru pero… solo no estés molesto ¿sí? – dijo ella con una sonrisa de cariño transmitiéndole con su toque parte de sus poderes de sacerdotisa, esa esencia que tranquiliza a cualquier ser vivo e inmediatamente Inuyasha dejo de estar tenso. Ella volvió a besar sus labios ligeramente, se separó y camino hacia la cabaña con Inuyasha detrás suyo.
O mejor dicho con Sesshomaru en el cuerpo del hanyou detrás suyo.
El youkai primero se había sorprendido por el repentino beso que la miko le había dado, la primera pregunta fue ¿por qué? Hasta que recordó que estaba en el cuerpo de Inuyasha. La verdad, no había sentido nada, absolutamente nada de nada. Solo sorpresa, no podía decir tampoco que le disgusto porque de verdad que le supo a nada, como si sus besos supieran a… simple agua. Lo que si agradeció de alguna manera fue el poder tranquilizador que le transmitió.
Fue relajante y sintió como si todos sus problemas se hubieran desvanecido, la mujer ciertamente había sido un alivio a la situación. Al principio pensó que si ella iba a ser muy gruñona, la mataba… pero al ver la verdadera razón de porque su hermano la había tomado como compañera… como se mostraba gentil, pacífica y sonriente. Transmitía un aura de paz. Se dijo a si mismo que la dejaría vivir, podría serle útil. Sonrió inconscientemente, la mujer era una gran sacerdotisa.
Cuando llegaron a la cabaña, no paso ni medio segundo que Inuyasha dejo de sonreír. Kagome… estaba bajando, de espaldas a él, su kosode y su haori. Él trago con fuerza, ¿lo estaba seduciendo? ¡¿Lo estaba seduciendo?! Todo quedo claro cuando ella le dirigió una mirada… con fuego.
Sus pies se movieron solos y salieron disparados fuera del hogar, ¡ella lo estaba seduciendo! No podía ver eso, simplemente no podía, era vergonzoso, era como estar invadiendo la intimidad que compartían su hermano y la mujer.
Alzó vuelo y cayó directamente en las raíces de un árbol frondoso. No era el Goshimboku, se notaba, así que podía decir que estaba lo suficientemente lejos…
- No… volveré… allí – gruño un desconcertado y extremadamente sorprendido Sesshomaru, lo peor era que en el cuerpo del hanyou podía exteriorizar sus emociones con más facilidad, eso lo repugnaba pero no podía evitarlo. Y se pregunto qué tan pálido lo vio Kagome en ese momento, ya no podía hacer nada al respecto.
Corrió entre los arboles otro poco hasta encontrarse con algo… que simplemente no debió ver. Iba a matar a Inuyasha…
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- Oye rana… - Inuyasha volteo el rostro para encontrarse con la mirada extrañada de Jaken, el cual estaba sorprendido por el tono despectivo, estaba acostumbrado a los golpes físicos, no a los verbales.
- Dígame amo…
Inuyasha se traslado al lado de la rana y se incoó hasta su altura. Todo con Rin mirándolo un poco sorprendida. Jaken transpiro, su amo seguramente lo golpearía, sí que lo golpearía, se preparo mentalmente a este hecho.
Con una pose rebelde, Inuyasha sostuvo sus codos en sus rodillas, y miro a Jaken como si fuera un vándalo, olvidando completamente que estaba en el cuerpo del fino y elegante Sesshomaru. El cual por cierto estaba observando todo escondido en los arbustos, con una furia que no le cabía en el cuerpo.
- ¿Dónde queda el castillo? – pregunto causando aun mas desconcierto en ambos acompañantes y mas ansias de sangre del chico escondido en los arbustos.
Inuyasha permaneció taciturno.
- ¿Cuál castillo, amo?
- ¿Cómo que cual castillo? ¡Rana idiota! El del oeste… sirvientes como tú no sirven para nada…
- Pero…- gimió Jaken, las palabras de su amo dolían más que sus golpes.
- ¡Pero nada! – grito Inuyasha cuando por dentro estaba rodando en el suelo por la risa, la lagartija se creía de verdad que era Sesshomaru, era gracioso para el estar viendo su cara de susto, la verdad pensaba golpear a la rana ocasionalmente. Solo cuando lo mereciera, de alguna manera Inuyasha sabía que a Jaken no le gustaría que su amo bonito, el cual nunca hablaba mucho, empezara a criticarlo. Era el método perfecto, y lo terminaría utilizando para su favor, quiso sonreír malignamente pero no pudo… y de alguna forma agradeció ese hecho.
- Pero amo bonito… nadie más que usted sabe dónde queda el castillo…
- ¿Ah? – si no hubiera estado en el cuerpo de Sesshomaru y por ende en su rostro sellado, probablemente hubiera saltado por la impresión hasta las nubes ¿Cómo era eso de que solo Sesshomaru sabia la correcta ubicación? El maldito acababa, sin saberlo, de frustrar sus planes.
- ¿Quieres decir que no sabes dónde queda?
- Se donde es el lugar, pero su castillo está escondido y solo usted sabe como ingresar.
- Es cierto – colaboro Rin – nosotros veíamos como usted hacia lo que debía hacer para abrir la puerta hacia el castillo.
Era un jodido castillo, podían saltarlo ¿Qué problema había?
- Pero si sabes dónde queda ¿no, rana?
Rin y Jaken se rascaron la cabeza.
- Si amo bonito. Sé exactamente donde está el lugar, pero usted más que yo lo sabe ¿acaso se le ol…?
- ¡Cállate Jaken! No critiques a tu amo.
- Si, amo – gimió Jaken – el tiempo hasta llegar al castillo desde aquí nos tomara un día completo.
- Genial – expreso un sarcástico Inuyasha levantándose de su pose de contrabandista para caminar delante de ellos, de frente y sin mirar a nadie.
Sesshomaru que seguía escondido estaba arrancándose los pelos mientras veía como Jaken y Rin seguían bastante desconcertados y un poco reacios en seguir a Inuyasha, el cual seguía alejándose. Sesshomaru de verdad quiso golpear su rostro; era el lord de las tierras del oeste… ¡de las tierras del oeste! El muy inepto de Inuyasha estaba dirigiéndose hacia el sol.
Por ende ¡el idiota estaba yéndose al este!
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Sesshomaru gruño por quinta vez y siguió mirando el precioso ocaso, el bello atardecer que teñía el cielo de naranja y rojo. Ciertamente él había visto paisajes aun más bellos, había recorrido mil y un desiertos, todos con algún oasis. Después había recorrido la selva e intercambiado información con demonios que allí habitaban. Mantenía contacto con los tres puntos cardinales restantes aparte de sus territorios y sabía de memoria lo que era un prado iluminado por el sol.
Pero definitivamente la cosa más hermosa que había alguna vez, seria siempre su protegida, aquella niñita de ocho años que al paso del tiempo había crecido y se había vuelto una mujer. Para qué negarlo, estaba irremediablemente atraído por aquella muchacha que si bien no era su compañera… aun. En algún momento se lo pediría.
Recopilo lo que en su entonces, fue un signo de declaración de amor por parte de la muchacha, las tantas veces que en su tímido habla le había dicho "te quiero".
- Amo Sesshomaru – llamo una pequeña Rin, de tan solo diez años. Enfrascados en sus tantos viajes en busca de Naraku.
El mencionado no oculto su mirada y miro donde la chica sostenía algo fuertemente aferrado a su espalda, escondiéndolo de él, por supuesto que ya sabía lo que era. Pero no diría nada.
- Amo – volvió a repetir la niña un poco sonrojada – yo… quería agradecerle por todo lo que ha hecho por mi hasta ahora – pronuncio Rin con la cara tan roja como la de un tomate. Con el corazón acelerado, las manos sudando y una timidez que afloraba cuando menos la requería.
Rin estaba hecha un manojo de nervios.
- Y… yo… ah… - Sesshomaru observo como la chiquilla ponía sus manos al frente – quisiera entregarle esto – termino admitiendo con los ojos cerrados y los puños fuertemente apretados en el tallo de una margarita de pétalos blancos. Pura y sin manchas.
Flor que era gentilmente ofrecida hacia su dirección, Sesshomaru solo la recibió sin mencionar palabra mientras Rin sonreía ilusionada.
En su momento, verdaderamente no había entendido nada, menos el porqué le había dado una simple margarita, no paso mucho tiempo cuando el árbol sagrado finalmente corrigió su error. Ya que al parecer la margarita significaba "amor leal". Algo que definitivamente no quería perder.
Sesshomaru desde encima de la cabaña de la anciana Kaede, donde sabía que el hanyou siempre procuraba, detallo en su memoria los colores resaltantes del atardecer. Y pensó en lo diferente que era la noche con su obscuridad y sus interminables estrellas.
- Ahí estas.
Sesshomaru asomo su cabeza ¡Era Kagome! Apenas la vio lo embargo la vergüenza, casi quiso tirarse de un puente debido a esas emociones banales que no le servían pero aun así sentía. Los youkai no eran así, los youkai solo se hacían más fuertes, pero el hanyou aparte de tener esa sed de sangre también compartía esos asquerosos sentimientos humanos.
No quiso pensar más en eso.
- Inuyasha… ¿estas bien? Has estado un poco raro desde esta mañana, cuando ataco aquella bruja.
No quería hablar, el no era como esos humanos que hablaban hasta por los codos. Simplemente se quedaría quietecito y no bajaría por nada del mundo.
- Inuyasha, baja por favor. No me hagas decir la palabra.
¿De qué palabra estaba hablando la compañera de su medio hermano? ¿Acaso se trataba de un hechizo? Si esto era así, no quería averiguarlo… pero como era terco como una mula no se digno a bajar de encima de la cabaña.
Kagome había presentido algo como eso, sabía que la amenaza nunca se cumpliría ya que si decía la palabra que activaba el collar, el techo de la anciana Kaede se destruiría. Pero sabía que Inuyasha era un tanto estúpido y bajaría. Al parecer no funciono, tal vez debía utilizar la técnica del conteo descendente.
- Si no bajas hasta que cuente hasta tres, diré la palabra, Inuyasha.
Si, era de niños, pero Inuyasha era prácticamente un niño. O al menos así pensaba Kagome ya que dentro del cuerpo de Inuyasha no estaba el dueño sino Sesshomaru, el cual ya había descubierto el truco. Ya sabía que la famosa palabra era "abajo" solo era cuestión de recordarla. Y también sabía que ella nunca lo diría mientras estuviera en el techo. No se atrevería, por eso la estaba haciendo larga.
- ¡Tres!
Sesshomaru se acomodo y Kagome sudo frio.
- ¡Dos! Baja ahora o de verdad lo diré…
Esta vez el que empezó a sudar frio fue Sesshomaru ¿no se atrevería… verdad?
- ¡Uno, Inuyasha!
La verdad era que no quería arriesgarse, además estaría atentando contra el techo que protegía a la anciana que cuidaba a Rin. No podía hacer eso, se lo debía, así que bajo por Kaede… no por las amenazas cabe resaltar, sino por el bienestar de Kaede, y por ende por el bienestar de Rin. Sencillo, conciso, lacónico.
Kagome sonrió internamente al verlo a su lado. Inuyasha era un verdadero idiota si pensaba que de verdad diría la palabra estando él, encima del techo de la anciana Kaede. Pero él no tenía que enterarse de eso.
- Regresemos a la cabaña… - Kagome lo tomo del brazo y Sesshomaru resistió el impulso de gruñirle. Así que solo atino a asentir lentamente.
Ambos regresaron a la cabaña en el exacto momento en que el atardecer perdió sus colores y se mancho de estrellas que vivían en el firmamento.
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- ¿Por donde era?
- A la izquierda amo bonito.
Debido a la clásica intranquilidad de Inuyasha, terminaron yéndose al castillo… volando.
Por supuesto que caminando les costaría un día completo, que era como normalmente Sesshomaru iba al castillo. Pero Inuyasha era un tanto impaciente así que se ahorro el problema de demorarse por gusto y subir a su estola a la niña y a la rana.
Inuyasha miraba hacia atrás de vez en cuando, tenía que proteger a Rin más que nada, aparte de que la quería (era una buena niña) era la protegía de Sesshomaru. Debía cuidarla con su vida, sino quería morir por las garras envenenadas de Sesshomaru.
El cual por cierto ahora debía estar con Kagome. Gruño ante el pensamiento, no quería imaginar para nada a Sesshomaru con su hembra, y menos sabiendo que ella creía erróneamente que quien la acompañaba era el verdadero Inuyasha. Lo cual no era así.
Si Sesshomaru le hacía algo a Kagome… lo asesinaría costase lo que le costase. Si le hacía daño o la hacía llorar. Si la ignoraba o la hacía enfadar. Ante la mínima emoción que ella mostrase, mataría, despellejaría con curiosa lentitud a Sesshomaru hasta que rogara por su perdón. Kagome era su compañera ¡su compañera! Y Sesshomaru tenía que protegerla como si fuese la suya… con su vida.
Inuyasha sobrevoló los bosques inmensos. Con Jaken dándole instrucciones lacónicas para guiarse. No paso mucho tiempo que Inuyasha aterrizo al borde de un campo de fuerza.
- Aquí es, amo.
Los tres pasaron tranquilamente el campo de fuerza para encontrarse con un lago inmenso e Inuyasha no sabía qué rayos hacer ahora. Estaban en el lugar correcto. Jaken lo había dirigido al opuesto del sol, que era el punto cardinal este. Así que definitivamente era el lugar a donde debían llegar.
Miro a Jaken de reojo, este lo estaba mirando sin contemplaciones. Rin también lo estaba mirando fijamente. ¿Qué querían ahora? Inuyasha ya había hecho lo que creía conveniente, soporto la voz chillona de Jaken durante el trayecto y no intento nada con Rin ¿ahora qué?
- Amo, ya estamos aquí, puede hacerlo.
- ¿Hacer qué? – pregunto estoico.
Rin suspiro.
- Ya sabe amo bonito… lo que siempre hace.
Inuyasha lo pensó un momento, tenía que preguntarle lo que siempre hacia, la cosa era ¿como? Además, ¿Qué se supone que debía hacer ahí? En ese preciso momento deberían estar en el castillo, no en aquel lago extraño, no tenía sentido.
- ¿Y qué es lo que siempre hago? – pregunto y ambos lo miraron raro – Según tu… - agrego con un tono despectivo tratando de aferrarse lo más que pudiera al personaje. Había pensado que Sesshomaru sería fácil de imitar, al parecer su verdadero carácter afloraba a cada instante, controlarlo era un gran reto.
- Usted… - empezó un confundido Jaken – Usted hace un corte con su espada Tenseiga en el aire, parece que cortara algo pero nosotros no vemos nada. Luego se detiene y… aparece el castillo.
- Veamos.
Inuyasha desenvaino a Tenseiga y apunto al lago. Esperó ver algo extraño pero nada se aparecía así que solo corto el aire dos veces en cruz. Nada paso y simplemente espero a que algo ocurriera. Se detuvo un momento y puso cara de concentración.
Aparentemente estaba mirando con atención el lago, casi mandando al lago que abriera sus aguas y dejara entrar a los visitantes. Por supuesto nada paso mientras Rin y Jaken miraban embelesados el rostro taciturno de Sesshomaru. Inuyasha estaba dudando de cuánto tiempo debía estar petrificado en el mismo sitio poniendo cara de inteligente.
Así que cuando Rin y Jaken se pusieron a conversar entre ellos detuvo todo y dio media vuelta aburrido.
- ¿Amo? – preguntaron ambos a la vez.
- Regresemos a la aldea…
Y nadie dijo nada mas mientras lentamente regresaban a la aldea sin volar. Inuyasha solo gruñía por el desperdicio de tiempo. ¡Maldito Sesshomaru y sus contraseñas!
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- Hoy día Sango me comento una forma más sencilla de lavar los futones.
- Hm – expreso Sesshomaru como respuesta y Kagome solo suspiro por quinta vez. Ambos estaban dentro de su hogar, Kagome estaba arreglando el futon para dos mientras Inuyasha conservaba su espalda recargada contra la madera. Miraba fijamente todos sus movimientos, como tendía las sabanas o acomodaba las almohadas (las cuales se había traído hace mucho tiempo de la época actual).
- También… ¡ya puedo hacer campos de fuerza que duren más tiempo!
- Hm.
Kagome se adentro en el futon con la yukata puesta anteriormente mirando como Inuyasha no hacía nada para adentrarse a la cama con ella. Lo extrañaba mucho, especialmente cuando la envolvía en sus brazos durante la noche, o cuando susurraba en su oído lo que había hecho durante el día. Sus interminables conversaciones a la hora de llegar a casa o los apasionados momentos de pasión desbordada.
- Inuyasha, entra al futon.
- Sera mejor… que vigile afuera, siento un aura fuera de lugar. Duerme.
Y así desapareció tras correr la cortina de paja, para perderse entre los arboles sin saber que Kagome lamentaba su huida y se preguntaba a cada instante si había hecho algo mal.
Inuyasha y Sesshomaru durmieron incómodos… los dos en la intemperie, pensando mil cosas diferentes. Sesshomaru tuvo que admitir que su hermano tenía una mujer atenta e Inuyasha tenía que admitir que Jaken y Rin eran una excelente compañía, de alguna manera.
Ambos esperaron a que saliera la luz del sol, para comenzar el nuevo día y esperar a que el hechizo no durara más tiempo del necesario.
