Una historia de Bones, algo corta pero denle chance, aquí presentaré a una niña como la versión femenina de Sweets, que tendrá como 17 años más o menos, de acuerdo?, gracias ;).
Capítulo 1: quiero ser psicóloga.
(POV general)
-ándale mami, quiero ir con ustedes-suplicando
-no hija, es peligroso, quédate aquí.-sujetando algo
-hazle caso a tu madre Maine, por favor.-abrazándola
-ok, volverán pronto?-preocupada-estoy muy solita.
-claro que si hija, ya volvemos-cerrando la puerta.
Melanie Sunshine nunca hubiera sabido que ese día todo iba a cambiar con apenas 8 años cuando un hombre de 18 años, casi de su edad actual, trató de violarla, y lo único que consiguió ese día, aparte de un fuerte trauma antes de que llegaran los vecinos, fue que su mano izquierda, y gran parte de su brazo sus huesos tuvieron que ser reemplazados por una parte de metal, pero eso fue cosa sencilla, a veces se olvidaba que no hacia honor a su nombre, Maine Sunshine, asi que aunque conservó el apellido se cambió Maine por Melanie y se dedicó a estudiar mucho hasta llegar a la preparatoria último año y allí se mantenía, ya casi finalizaba la prepa y aun no sabía lo que quería ser, al menos no con seguridad.
Caminó por las calles de Nueva York o de donde estuviera, la verdad le importaba poco, había estado yendo de casa en casa de adopción y siempre sucedía que nunca la querían o que la veían rara en cuanto se enteraban de su operación y su pasado, se enteró de que su padre había sido un asesino y su madre una mercenaria, nada noble de que enorgullecerse, por lo que, apenas cumplió los 18 años se cambió oficialmente el nombre y todos le decían: Melanie Forest, ya no Maine Sunshine, hija de un asesino, sino la simple chica de preparatoria que aun no sabe que será en el futuro de su vida o demás.
En su expediente no había nada porque se había encargado de borrarlo todo, asi nunca iba a encontrar escuelas o trabajos nobles si sabían su verdadero pasado, el FBI especialmente le caía bien, pero prefería verlo desde lejos, asi era mejor para ella y siempre que observaba el edificio del Jeffersonian a veces deseaba poder entrar y ver como era, saber como trabajaban, en especial cuando recordaba a su amiga que separaron de ella, Temperance Brennan, quien quería trabajar en el Jeffersonian mientras que ella en el FBI, o eso estaba empezando a descubrir, aun no lo sabía con certeza absoluta.
Brennan era una muchacha amable, pero a veces discutida por cosas muy pequeñas y siempre quería saberlo todo, era algo estresante si se pensaba con cuidado y la verdad ahora que estaba por acabar una etapa en su vida ya vivía independientemente y ya había comprado su apartamento y extrañaba mucho a Brennan, solo esperaba poder encontrarse con ella en algún momento, ella le llevaba como 3 años, asi que en ese momento debía tener 21 y estar ya en su carrera, esperaba que le fuera bien. Llegó hasta la cafetería en donde siempre comía y pidió un café además de un pedazo de flan ligero, le gustaba mucho.
-hola, como te llamas?-le preguntó un joven
-am, me llamo Melanie-dándole la mano
-puedo sentarme aquí?-señalando enfrente suyo
-si claro, ven, siéntate-quitando sus libros.
El joven que se sentó frente a ella tenía ojos marrones, cabello rizado corto y un traje de entrevistas, al parecer también iba a entrar en universidad y estaba buscando a alguien en especifico, la puso un poco nerviosa, pero como vio que sostenía un libro de psicología aprovechando que estaba ordenando su comida lo tomó y lo leyó de reojo, fascinándose de todo lo que decía, al parecer eso era lo que buscaba, ya que al sufrir un trauma se quiso comprometer a ayudar a otros a que no sufrieran lo mismo y asi que lo superaran, si lo conseguía tal vez podría entrar en el FBI y como ellos trabajan con el Jeffersonian igual y se toparía con Brennan tarde o temprano y esperaba que fuera pronto, devolviendo el libro.
-te intereso el libro?-le preguntó.
-si, aun no se que estudiar-le confesó, tímida.
-descuida, yo seré psicólogo-le explicó, alegre.
-que bien, a donde irás?-entusiasmada.
Sin que se diera cuenta empezaron a platicar sobre lo que harían en el futuro, de a donde irían y lo que querían hacer con su vida de ahora en adelante, básicamente Melanie le contó a el joven, el cual más tarde se presentó como Lancelot Sweets, de como fue que con ayuda de su libro decidió llegar a ser como el, una psicóloga forense, si es que eso existía, y le dio a extender su mano para que viera el metal, el cual se notaba a contra luz con una muy especial. Se sorprendió de lo que le pasó y luego le contó su historia, comparándola con la de ella y viendo que eran similares, excepto que ella venia de una familia de asesinos y de mercenarios, pero eso no le importó en lo absoluto a Sweets, le gustó.
Le enseño fotos de sus anteriores familias y jugaron a adivinar los lugares que veían en las fotos y que era lo que estaban viendo, comieron y hasta pidieron otra orden, divirtiéndose mucho y jugando un poco, hasta intercambiaron unas cuantas historias más antes de que vieran que se hacia tarde afuera.
-ok, me tengo que ir, pronto nos vemos-levantándose.
-espera, tu libro-dándoselo
-quédatelo, es un regalo-sonriendo
-G...gracias Lance-abrazándolo y despidiéndose
-pronto nos veremos Melanie-saliendo de la cafetería.
Melanie pagó sus cosas y también se fue, con el libro sujeto entre sus senos como si fuera un gran tesoro y ciertamente asi lo era, camino de nuevo pero esta vez cerca del parque para admirar el paisaje y cuando decidió sentarse para leerlo más a detalle se dio cuenta de que había algo escrito en la contraportada de el mismo, curiosa, la leyó despacio, sus ojos llenándose de lagrimas y sintiéndose con ganas de cantar una canción que de pequeña escuchaba a su madre cantarle a su padre en casa, solos.
Melanie:
Este libro te lo doy con todo mi amor y mi cariño,
se que lo vas a cuidar muy bien, no se si nos vamos
a ver pronto, pero no pierdas la esperanza, con el
podrás recordarme cuando quieras y si quieres llamarme
aquí esta mi número: 442356789, gracias por hablar
conmigo y abrirte a mi, guardare tu secreto muy bien.
Atte. Lancelot Sweets.
P.D. Nunca olvides tus sueños, síguelos.
-oh, Lance, eso es bellísimo-soltando unas lagrimas
-quisiera cantarte, en serio-sonriendo
-asi que lo hare, donde quiera que estés-sujetando el libro.
Se levantó y mejor decidió ir a un lugar algo apartado de allí, donde pudiera cantar sin temor a que le dijeran que estaba desafinada o que dijeran que esa canción no iba al ambiente, caminaba son cesar, alegre y emocionada y pasando al lado de una joven de ojos verdes con cabellos castaños y que hablaba con otra chica, que pintaba un retrato con pinturas y le ofrecía una charla para que se conocieran mejor.
Aun puedo escuchar tu voz
cuando duermes junto a mi,
aun siento tu toque en mis sueños,
perdona mi gran debilidad,
pero no se porque razón sin
ti es difícil sobrevivir...
Porque cada vez que nos tocamos
tengo este presentimiento,
y cada vez que nos besamos juro
que puedo volar a grandes alturas.
No te puedo dejar ir, porque tu
eres mi vida entera, jamás lo haré.
Tus brazos son mi castillo, tu
corazón es mi cielo, tu secas las
lagrimas que yo derramo,
los buenos tiempos y los malos los
hemos atravesado juntos y me elevas
cuando hago el intento de caer.
(coro)
(coro)
FIN
