PREFACIO

-Tuvimos que pagar un enorme precio por esta paz-

-¿paz?; no amigo tan solo lo hemos pospuesto. Esto no acaba hoy-

-¿De qué estás hablando?, vi con mis propios ojos como lo derrotaste, además tu compañero se sacrificó, cómo es posible que digas eso-

-SU sacrificio nos ha dado tiempo, hubiera deseado ser yo quien muriese, sólo espero que para cuando vuelva podamos vencerlo definitivamente-

Dos sujetos conversaban de forma inquieta, había mucho desorden en el sitio donde ambos se hallaban; escombros mejor dicho, que revelaban lo cruel que fue la batalla librada hace unos instantes. Salieron agotados, llenos de heridas por todos sus cuerpos y tan fatigados como si no hubiesen dormido en semanas. Cuando sus pies tocaron la salida, vieron una enorme multitud quienes al devolverles las miradas dieron gritos de júbilo hacia los cielos; esta era una gran victoria, había luchado por obtenerla durante tanto y ahora al fin estaba en sus manos.

-¿cuánto tiempo crees que esto dure?- preguntó mientras ambos miraban exhortos a dicha multitud. Hubo un silencio prolongado antes que el cuestionado hiciera un ademán de no saber la respuesta a esa pregunta, luego dio un par de pasos hacia adelante, en sus manos sostenía algo.

-Hemos vencido amigos, pero el mal aún estará presente, tardará mucho en volver pero para cuando lo haga vamos a demostrarle que nunca podrá quitarnos nuestro orgullo- Tras decir eso, hubo cierta inquietud, incluso su amigo depie junto a él sintió algo de tensión, pensó que tal vez los expectantes no lo entenderían, pero todo lo contrario; ellos aceptaron esas palabras y volvieron a dar cánticos y hurras. Este hombre vio aquella reacción de sus compañeros, lanzó tan fuerte como pudo los objetos que mantenía escondido en sus manos y en el aire los dispersó cuanto pudo con algo de poder. -¿Pero qué acabas de hacer?-

-Los emblemas no deben ser manipulados por ninguno de nosotros, son cosas muy misteriosas-

El primero dio un trago de saliva, no podía negar que estaba algo nervioso, pero tras unos instantes luego se dejó llevar por los ánimos de victoria.

-Nuestro mundo, nuestro digimundo está a salvo gracias a cada uno de ustedes amigos-

Pero en su propia mente sabía que eso no era del todo cierto, miró con recelo un pequeño recipiente en forma de estrella irregular tendido en el piso, se agachó para recogerlo, lo miró con demasiado odio. –Sea como sea, serás derrotado nuevamente- apretó tan fuerte como pudo ese artefacto y lo quebró en mil pedazos. –Eso fue por ti, Agumon-

CAPÍTULO 1

Su alarma terminó por despertarlo, eran casi las 5 de la mañana y a pesar de haber pasado la misma rutina por más de siete meses desde que llegó a ese lugar, seguía detestando tener que interrumpir su gran sueño y ganas de continuarlo. Perezosamente apagó el aparato y lo dejó caer al suelo, lentamente se puso de pie y caminó directamente hacia el baño; con mucha paciencia se lavó la cara manteniendo aun ese deseo de querer dormir. Tras haber terminado de asearse, tomó una mochila depositada sobre una de las sillas que tenía en ese cuarto, era bastante pequeño, de color marrón con bolsillos cortos y un asa para colgarlo en la espalda, sabía que debería comprar otra para poder llevar lo necesario con mayor comodidad, pero eso era un regalo muy preciado.

Salió corriendo tras ver la hora que marcaba su reloj de muñeca, nunca pudo entender cómo es que se le hacía tan tarde llegar incluso levantándose tan temprano, tal vez era una costumbre difícil de erradicar; tomó un par de panes de la pequeña mesa que tenía, sin atarse bien las agujetas tuvo suerte en tomar un vehículo sin tropezarse mientras se acercaba a este y tras entrar en dicho bus pudo amarrárselos sin problemas. Pero sus ánimos eran siempre los mismos, no era fácil de todas formas vivir solo y habiendo dejado a todos sus familiares y amigos, pero en fin eso era parte de la vida, pensó. Además era un chico bastante sociable, y sus cualidades como deportista le habían dado cierta fama con las mujeres, aunque solo él sabía que algo le hacía falta. –Vamos Tai, arriba esos ánimos, hoy es un día clave- se golpeó suavemente la cabeza con su mano de la misma manera que solía hacerlo su hermana menor cada vez que esta le daba aliento.

Mientras el bus hacía sus respectivas paradas antes de llevar a Tai hacia el suyo, este iba meditando más de lo de costumbre, ni siquiera se percató que su bus por poco casi arrolla a un descuidado perro. Sacó una fotografía algo arrugada de su bolsillo, ahí estaban todos sus amigos de la infancia, todos con quienes alguna vez compartió una aventura, pero esos días ya habían terminado, miró la cara de esa persona, lo ponía de muy mal humor verla pero todos los días era lo mismo; guardó una vez más ese recuerdo en su lugar.

-Necesito una mochila nueva, ya es tiempo de olvidar-

Quería seguir descansando, pero una voz familiar le hizo despertar. –Siempre dormido, algún día te vas a equivocar de paradero y créeme cuando te digo que esta ciudad es enorme- ese era un típico consejo de aquella chica de ojos azules, quien se sentó a su costado. Tai simplemente atinó a reírse ligeramente y saludar a aquella mujer con algo de respeto impropio en muchachos de su edad. –Bien señor Kamiya, hoy es un día especial, espero que nuestro equipo de futbol pueda quedarse con la copa, sería la primera vez en todos estos años, no es presión por su puesto-

-Para nada señorita Mazuki, es más, si convierto un gol se lo dedicaré a usted-

Su vehículo se estacionó, ambos jóvenes bajaron platicando amenamente hasta que el bus se hubo marchado. –Ahh, tonto pelo alborotado mas te vale que hoy juegues bien o te asesino-

-Cómo quieres que juegue bien, si sus gritos de porristas son extraños, me desconcentras-

-No pongas excusas cabeza de palmera- La relación de ambos cambio de forma drástica, al parecer tan solo fingieron llevarse bien en ese medio de trasporte para evitar que las personas les tildaras de adolescentes locos. La chica con mucha destreza metió su mano dentro de la mochila de él y le logró arrebatar un sandiwch y en seguida se puso a comérselo. –Pero qué estás haciendo eso era mi…..-

-Me lo debías, hiciste lo mismo con mi desayuno hace tres días-

-Te pedí que me invitarás y dijiste que si-

-Sí, pero no que te lo terminaras- Se volvieron a mirar con cierto rencor, pero daba risa verlos y la mayoría de sus compañeros universitarios sabían que hacían lo mismo cada vez que se encontraban y tras siete largos meses de haberse iniciado el ciclo eso era común.

Siguieron en ese tono hasta llegar al salón de clases, sus compañeros los veían jocosamente. Incluso el profesor no podía aguantarse la risa de verlos pelear como dos niños de cinco años; pero tuvo que reprenderlos para guardar disciplina dentro de su clase.

Las horas se pasaron bastante rápido, se acercaba el duelo decisivo por la copa entre ambas escuadras universitarias; la escuela de Tai estaba a tan solo de este partido para al fin poder alzar una copa y por otra parte, el contrincante era un avezado y acostumbrado a ganar trofeos, no obstante gracias a la llegada de este chico el nivel de futbol pudo mejorar notablemente.

-Somos estrellas, somos frejoles, en nuestro equipo hay campeones. No importa cuánto tiempo no hayamos ganado, nuestro equipo es más fuerte que un ganado-…..La curiosa barra del equipo de vestimenta roja era realmente aterradora, Tai sabía perfectamente que Mazuki era la compositora de tan extravagantes cánticos de aliento, si es que se le podía llamar así, lo que aún no entendía era por qué el resto de chicas de ese grupo hacían lo mismo, tal vez la única ventaja eran sus bellezas, pero en cuanto a aliento eran aterradoras. El mismo entrenador se rascó la cabeza en señal de pudor por enésima vez, dio tranquilidad a su equipo, les dijo también que era la primera vez que su equipo llegaba a una final y no importaba perder o ganar pues ya habían demostrado lo suficiente; aunque no dejó de dejarles un pequeña amenaza de lavar los vestidores durante un mes entero de no conseguir la tan ansiada victoria.

Pasaron cerca de setenta minutos de arduo juego, ambas defensas se mostraban sólidas y los arqueros fueron las principales figuras de esa contienda; las barras de ambos equipos se hicieron sentir pero del lado de la universidad de Kyoto (en donde jugaba Tai) la estrepitosa barra hacía que los visitantes se alarmaran un poco tras oír sus cánticos.

Fue cerca del minuto ochenta cuando un penal en contra del castaño fue cobrado, la jugada fue muy rápida por lo que el árbitro no dudo en cobrarlo; la multitud estalló de júbilo, si su equipo anotaba les daría la oportunidad de llevarse un trofeo a sus vitrinas…..el primero en este tipo de competencias de su historia.

-El pelo de Tai parece de hecho de granero, pero con su gol ganaremos-

-Eso no me da mucho aliento- pensó él luego de oír tal cosa, pero en sí sacudió su cabeza un par de veces, sus demás compañeros quisieron que fuese el mismo quien lo ejecutara a pesar de que el castaño prefiriese que fuese otro el responsable. Al cabo de unos segundos estaba frente al balón a punto de realizar el penal, se acordó lo que hace muchos años le dijo a un viejo amigo quien también gustaba jugar soccer, se acordó que una vez le dijo a Davis que ante un penal lo mejor es patear directamente hacia un ángulo; pero no pudo evitar entristecerse un poco pues dicho "secreto" le dijo una gran amiga suya con quien no había hablado desde hace demasiado y de hecho era la única con quien se había alejado del todo pues a pesar de la distancia ciertas veces se mantenía en contacto con sus amigos y familiares a diferencia de con ella. Pero tuvo que concentrarse pues no era el momento, miró al fornido portero, sabía que sería difícil marcarle un gol pero se arriesgó por una jugada y tras mostrar una risa de confianza disparó con fuerza hacia el centro y abajo.

El disparo iba muy rápido, el portero logró atajarlo con los pies.

-Tai infeliz cómo te atreves a fallar eso- desde las tribunas Mizuki parecía posesionada por alguna especie de espíritu y amenazaba con asesinar a su compañero por no haber acertado el gol, pero…

La pelota iba con demasiada rapidez y fuerza, el portero de manera ágil pudo bloquearle con los pies pero para hacerlo tuvo que tirarse al suelo y estirar sus enormes piernas, y para su mala suerte la pelota rebotaba justo frente a Tai, -Perfecto ahora que está en el suelo puedo apuntar sin temor-, su estrategia dio resultado, pues por más que aquel grandulón se estiró no pudo evitar atajar el segundo remate. Fue gol.

Todo el equipo felicitó a ese muchacho, tuvieron que serle sinceros que pensaron que ya la jugada había sido hecha pero al fin de al cabo celebraron ese tanto y por su parte Tai se acercó nuevamente a las bancas, -Te dije que lo marcaría Mizuki, ahora deja de cantar así-

-Casi lo fallas que esperabas, además fue gracias a mi aliento que pudiste marcarlo-

-Me acabas de amenazar con asesinarme si lo fallaba-

-Lo hice para que te pusiera serio en el partido- Era increíble verlos pelear como niños pequeños incluso en medio de un partido oficial entre universidades, los familiares de los compañeros quería calmarles pero fueron ellos mismos quienes les explicaron que esto ere bastante normal entre esos dos y no tardaron en reírse a montones. Transcurrieron los diez minutos reglamentarios y el marcador no se movió, de hecho fue gracias al portero quien sacó un gol casi cantado del equipo rival y de esa manera por primera vez la universidad de Kyoto alzaba su primera copa de futbol, nada podía salir mejor.

Uno de los espectadores llevaba un gorro negro grande por el sol y por la misma razón un par de gafas oscuras, había estado mirando todo el encuentro, quiso acercarse para felicitar a su amigo por tremendo partido pero una escena lo sacó de sus casillas y terminó marchándose.

Mizuki era una chica de pelo color pardo, no muy largo, era bastante simpática pero su humor camuflaba bien esa ventaja; no obstante Tai era un gran amigo suyo, de hecho su mejor amigo, pues ella le había confiado su más grande secreto….Era huérfana de madre. Nunca se lo contó a nadie de la universidad salvo a ese chico, quien desde la primera vez que lo vio sintió una calidez especial como si fuera un muy buena persona y en efecto asé era, fue la vez que Tai la encontró llorando en una oportunidad cuando este se disponía a tirar piedras debajo de un pequeño puente de piedra que cruzaba un riachuelo pues ese era su lugar favorito cuando quería estar solo per para su sorpresa la encontró ahí. De inmediato se hicieron buenos amigos y entablaron una buena conversación, fue allí cuando ella confesó sentirse sola por la muerte de su madre en un accidente de tránsito. Tai, confesó haber sido un niño elegido en el pasado, y que desgraciadamente la puerta de acceso se había cerrado y con ello la posibilidad de ver de cerca a su mejor amigo, su Agumon, se esfumó; ambos se hicieron la promesa de guardar sus secretos y desde ese entonces su amistad creció solo que de una manera distorsionada pues se la pasaban peleando infantilmente la mayoría de las veces aunque luego se pedían disculpas y volvían a pelearse tontamente.

Ya en las duchas, todos se habían ido, él seguía sin entender por qué se demoraba tanto, salió de lavarse y empezó a vestirse, cogió su polo y se lo puso, tenía que darse prisa pues todos festejarían dentro de poco tal victoria, cuando quiso encontrar sus pantalones cortos se percató que no estaban, los buscó u buscó pero no pudo encontrarlos. –¿Buscabas esto Tai?- Ahora Mizuki sostenía con una mano los preciados pantalones de su compañero.

-Devuélveme eso, cómo te atreves a entrar a este lugar es un baño de chicos, dame eso-

-No, no importa que hayas sido tú quien hizo ese gol, recuerda que la vez pasada me empujaste y cai en un charco-

-Nunca te empuje fue de casualidad (él sabía que no era cierto, aunque más fue un error pues solo quería asustarle y terminó por derribarle, por suerte no se ensució mucho)-

-Si los quieres los dejaré afuera-

-Afuera están todos, dámelos-

-Ven por ellos niño- Con mucha vergüenza el castaño salió en prendas menores en busca de sus pantalones cortos, al igual que muchas de sus pertenencias estaban algo desgastados pero les guardaba mucho aprecio; los encontró cerca felizmente y ella estaba justo allí sentada mirando con pena. –Qué te sucede esa broma fue de muy mal gusto-

-Tai lo siento, es que necesitaba hablar con alguien sobre tu sabes-

Este simplemente la vio, sus demás compañeros estaban muriéndose de risa al haberlo visto salir sin pantalones de los vestuarios así que supo que lo hizo para que los demás no la vieran llorar y pensar que era un broma más. –Mizuki, yo me acuerdo perfectamente que día es hoy, por eso te dije que te dedicaría un gol si se me daba la oportunidad-

-Gracias, lo sé aunque fue complicado darme cuenta- Ambos rieron, con mucho cariño él la abrazo y sintió como un par de lágrimas cayeron hacia sus hombros, -Tranquila, todo está bien, ella te observa y no querrá que llores en el polo sudado de un muchacho de 17 años que huele a sudor- Mizuki terminó por reírse ante tal comentario, agradeció la compañía y devolvió el abrazo, luego insistió en que de una vez por todas se pusiera los malditos pantalones; este al percatarse de ello se ruborizó como nunca y se los puso de inmediato, pero no pudo darse cuenta que su digivice, que por alguna razón trajo ese día, se cayó de uno de los bolsillos.

-Sabes, no es necesario que vaya con el entrenador y los demás a festejar esto, no quieres ir a comer, tengo demasiada hambre-

-Déjalo así, ya se me pasó, además es necesario que vayas no permitiré que un cabeza de palmeras deje pasar por alto su única oportunidad de ser famosos, al menos por un día- con su sarcasmo dio a entender que estaba bien, en el fondo ambos se estimaban demasiado. El castaño aceptó y empezó a marcharse.

Fue un suceso extraño, de no haber sido por eso nunca nada hubiera pasado, Mizuki vio el digivice de Tai tirado en el suelo, lo reconoció deprisa pues ya se lo había mostrado antes, lo recogió rápidamente y le gritó –Hey Tai, dejaste caer tu reloj- el castaño entendió el mensaje de inmediato y volvió pero lo que no pudo ver fue que la mano de su amiga que sostenía su digivice estaba brillando, cosa que hizo tan solo una fracción de segundo y ella pudo notarlo mas prefirió no hacerle caso. –Qué descuidado que eres, pareces un niño-

-Fuiste tú quien me quitó los pantalones entrando al baño de varones-

-Tú eres muy descuidado, además estás así solo por haber marcado un gol, que dicho sea de paso conseguiste por mi aliento, así que me debes otra-

-Tus cánticos no tuvieron nada que ver acá- Y he ahí, nuevamente peleando como niños, el entrenador tuvo que hacerse presente para separarles aunque no pudo evitar su risa, se llevó a Tai no sin antes pedirle a la señorita que era bienvenida en acudir al festejo por el trofeo, después de todo ella era la porrista del equipo.

-Parecen marido y mujer Tai, es tu primer año y ya andas desnudándote frente a las chicas quién diría que eras todo un pervertido- fue un comentario sarcástico de un compañero del grupo, y en seguida comenzaron a reírse todos, -No, no, nos estamos equivocando nuestro pervertido siempre mencionaba a una chica pero no me acuerdo su nombre-

-Es verdad, cielos cuando Mizuki se entere va a matarlo-

-Ya cállense- estaba completamente avergonzado y su cara estaba tan roja como si le hubieran pintado con tempera. Nunca se percató que su digivice estaba emitiendo un mensaje, curiosamente el cual apareció luego que MIzuki lo cogiera y desde ese entonces las cosas cambiarían. Y a muchos metros de ahí, el espectador quien quiso saludar a Tai empezaba a sentir como su propio digivice hacía lo mismo pero emitiendo un color rojo. –Esto es imposible- dijo Sora tras ver lo que decía.

A kilómetros de distancia Kari, la hermana menor de la familia Kamiya despertó de brusco (eran las 4 am en Odaiba) su digivice sonaba con fuerza y más aún pues se hallaba dentro de un cajón bien guardado y el sonido rebotando con las paredes de madera emití un ruido mayor. –Hermano, algo pasa- se dijo para sí misma, pero en medio del cansancio imaginó que era producto de su imaginación; sin saber que todos aquellos que compartieron la aventura de sus vidas eran testigos del mismo mensaje.