Buenas gente, despues de casi medio año de no actualizar, les traigo otra historia de este arco argumental (cuyo nombre decidí poner [BeforeHistory])
Se le puede considerar una secuela de "Besos divinos" (que esta vez no sera tan horrible)
Espero les guste esta vuelta a esta historia de dioses, deidades, megalómanos y mucho amor UwUr
Disclaimer: Todos los personajes que aqui aparecen son propiedad de Pokémon.
Nota: Este fic participa al reto"Summer Love" del foro "DexHolders del Prof. Oak"
Nota 2: Agradezco a Cotton Blue por el beteo de esta historia, como siempre muchas gracias colega UwU.
Enjoy :D
"El poder del destino"
Capítulo I: Encuentro.
Costas del sur de Unova.
29 de marzo de 1499.
El viento y las olas golpeaban con agresividad las costas rocosas de la región más mítica del mundo, la lluvia azotaba sin descanso el suelo y un ruido ensordecedor se hacía presente. En medio de todo este ambiente de caos, una joven rubia se encontraba sentada en la cima de un risco, mirando con tranquilidad el inmenso mar agitado por la tormenta tropical.
Aunque ella estaba completamente empapada y con frío, su alma se encontraba tranquila, aquel era el único lugar donde ella podría estar en paz. El sonido de los rayos y de las olas golpeando las rocas le hacían sentirse... libre.
—Han pasado casi doscientos años, y mi tormento todavía no se termina —miró el agitado océano, acarició su cabello y suspiró en soledad—. Desearía jamás haber pactado con ella.
Esa chica era nada más y nada menos que Yellow, el espíritu del bosque y vasalla de la diosa de la muerte, Blue. Hace mucho tiempo, decidió ceder su libertad a cambio de que una joven gobernante y su pueblo escaparan del aterrador imperio Nexo.
Desde aquel entonces, Yellow fue testigo de las más atroces masacres que Blue y su imperio realizaron en todo este tiempo. Fue la época más violenta y sangrienta que jamás haya visto en su inmensa vida. Todo bajo el control de la magia de la megalomanía, la cual se esparció entre los ciudadanos como un virus, volviendo a todos los habitantes seres violentos y hostiles, bajo las órdenes de su "deidad".
En todo ese tiempo, Yellow no tuvo a nadie con quien hablar, con quien compartir inquietudes o platicar amenamente. No podía ser amiga de unos seres tan hostiles.
Por eso, todos los días que hay tormenta en el mar, Yellow se sienta en la cima del risco más alto, callada y observando la inmensidad del océano, como si estuviera esperando algo.
Mientras pensaba en todo el tiempo perdido ayudando a un demonio como Blue, un gigantesco y poderoso rayo la sacó de su trance. El estruendo fue tan ensordecedor que incluso ella tuvo que esperar unos segundos para recuperar la percepción del oído. Miró hacia el horizonte y vio como unos grandes trozos de madera llegaban a la orilla.
—¿Qué serán esas cosas? —se preguntó curiosa, mientras una leve aura dorada la envolvió y bajó lentamente hacia la falda del acantilado.
El poder de las olas eran lo suficientemente fuertes como para que los trozos de madera quedaran aniquilados al chocar contra las rocas. Yellow se acercó más y logró tomar un trozo de tela. Era una bandera blanca con una "x" roja que lo abarcaba todo. No había duda, eran trozos de un barco destruido por la tormenta.
La chica se sorprendió al llegar a una conclusión, el imperio Nexo no habia sido capaz de construir un barco, mucho menos los imperios más pequeños. Solo había una opción de qué civilización había creado este barco.
—A menos que haya otro pueblo en Teselia que haya creado este navío, la única respuesta de donde proviene es de...
No pudo terminar su conjetura, pues pudo apreciar cómo un cuerpo era arrastrado con brusquedad hacia las rocas. Yellow tenía la capacidad de observar la vitalidad de un ser vivo por medio de un aura roja invisible que emitía y este chico emitía esa aura, aunque era bastante tenue.
Sin perder el tiempo, la chica se lanzó lo más rápido que pudo hacia el cuerpo y logró sacarlo del agua antes de que éste chocara. Se apresuró a llevarlo a la cima del acantilado, donde lo dejó en él para inspeccionarlo. Era un chico alto de unos 25 años, con una barba algo sobresaliente, cabello negro, una camisa roja y unos pantalones oscuros.
Los nativos teselianos no vestían de esa forma, este chico no era de la región, era del otro lado del inmenso mar. Analizando su ropa, pudo notar que llevaba consigo un cinturón con una espada que tenía la siguiente inscripción: "Espada del explorador, Red de Cortez".
No había duda, este chico era de Sinnoh.
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Puerto de Ciudad Canal, Sinnoh.
4 de agosto de 1512.
En el enorme y más importante puerto de la corona Jubilea se encontraba una gran cantidad de navíos listos para partir, todos ellos con el estandarte de la corona: una cruz roja sobre una bandera blanca. Toda la gente se conglomeraba para ver cómo las heroicas tropas se aventurarían al "nuevo mundo".
En 1492, Ruby Colon había logrado entrar en contacto con tierras desconocidas más allá del horizonte. Lastimosamente, murió antes de saber que había encontrado una región completamente desconocida para todos, un nuevo mundo que prometía muchas riquezas para todo aquel valiente que se aventurara a descubrirla.
Jubileo y Puntaneva habían enviado navíos de exploración con anterioridad, pero muchas veces no volvían. Pero este día Jubileo iría en serio.
Con 20 barcos de guerra, 100 soldados, 20 Rapidash, 20 cañones, provisiones para sobrevivir 5 meses en alta mar y una de las mayores sorpresas para la época: un artilugio de metal que lanzaba proyectiles de metal a gran velocidad y destruía todos los tejidos del hombre al que impactara. Los jubilanos habían creado el rifle, basados en la ballesta de uno de los más grandes héroes de su historia.
Quien comandaba todo este ejército era el más brillante explorador y militar de todo Sinnoh, Green Pizarro, quien estaba deseoso de por fin embarcarse en una grandiosa aventura por el nuevo mundo.
El hombre de cabello castaño y ojos verdes se encontraba revisando los últimos preparativos para salir. Se ajustó su espada y subió a su Rapidash para caminar hacia su embarcación. En cuanto la gente lo vio, comenzaron a aplaudirle y homenajearlo por su valentía.
Al principio no le tomó importancia, pero conforme su pokémon se acercaba al barco, los gritos se volvieron tan grandes que tomó la decisión de dedicarle unas palabras en nombre de su tripulación.
—¡Atención gente! —gritó para callar a la multitud—. Mi tripulación y yo estamos a punto de embarcarnos en un viaje a lo desconocido, en nombre de Mew, de la difunta reina Platinum y de todos los compañeros caídos en otras exploraciones, traeremos la gloria al reino de Jubileo.
Con esas simples palabras, la gente se emocionó mucho más, pero lentamente dejaron el paso libre para las demás tropas. Green sabía qué decirle a la gente para que se calmara un poco. Subió a su barco y caminó hacia la proa, pero fue detenido por dos soldados que tenían agarrado a un extraño cubierto completamente con una túnica profundamente negra.
—Capitán Green, hemos encontrado a este polizón e insiste en hablar con usted.
—¿Cómo es posible que dejaran que un intruso entre a este navío? —preguntó levemente enojado el capitán.
—No es por nada capitán, pero su seguridad es tan pésima como la de un navío de Hoenn —sin que los soldados se dieran cuenta, el extraño se liberó y se acercó a Green—. Le tengo una oferta que no podrá negar.
Aunque los soldados y Green se sorprendieron del acto, el capitán les ordenó que se retiraran. Fue entonces que ambos fueron hasta la proa para ver la oferta.
—¿Qué clase de oferta tienes extraño? —preguntó curioso.
—Verá capitán, estoy enterado que uno de los principales objetivos de exploración en el nuevo mundo es la obtención de grandes riquezas, por lo que tengo en mi poder algo que le podría ayudar —el extraño metió las manos en su túnica y saco un mapa enrollado—. Esto de aquí es un mapa que lo puede llevar a una de las ciudades más importantes del nuevo mundo, llena de innumerables riquezas para la corona.
Green puso cara de incredulidad al respecto.
—Es imposible que usted tenga un mapa de una región inexplorada —el capitán se puso serio ante la posible estafa del extraño.
—Señor, es comprensible su incredulidad al respecto, pero déjeme decirle que este mapa fue hecho por uno de los tantos navegantes que han ido antes que todos ustedes. Afortunadamente pude obtenerlo y hoy se lo quiero entregar a usted para que pueda traer riquezas al reino de Jubileo.
Green se quedó pensando. Era muy arriesgado confiar en alguien que ni siquiera mostraba su rostro, pero tenía una intuición de que el extraño no mentía. Curioso, le siguió un poco la corriente.
—¿Y qué es lo que deseas por ese mapa?
—Algo muy simple, solo quiero que me lleve hasta ahí junto a sus tropas. No se preocupe, no me interesa el oro, mis motivaciones son mucho más interesantes.
Green pensó por un rato, pero decidió aceptar. Después de todo, si el extraño les tendía una trampa, sus tropas lo aniquilarían sin dudar.
—Mis tropas fueron escogidas con el cuidado de los legionarios de Mew, pero haré una excepción. Si mientes, no cuentes con volver a ver la luz del día —Green tomó el mapa y lo guardó en su bolsillo.
—No se preocupe señor Green, le aseguro que seré más útil de lo que cree —con una sonrisa, el extraño dio media vuelta y se dirigió a los camarotes.
—Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
—Llámeme Golden.
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Capital del impero Nexo
29 de agosto de 1512
El imperio Nexo se alzaba como la mayor potencia militar de Teselia. Su poderío se incrementó de manera desmedida desde que la diosa de la muerte desterró a sus dos reyes y se proclamó la suprema gobernante.
Como consecuencia, el imperio era temido por todos los habitantes de la región, los cuales eran asesinados o llevados como esclavos para ser sacrificados en honor a la diosa.
Los festines y baños de sangre eran muy cotidianos en ese reino. Todos los habitantes ajenos al imperio vivían con el miedo de ser encontrados por las tropas.
A pesar de todas las barbaries que hacían, la capital del imperio era una maravilla arquitectónica, un deleite para la vista. Las pirámides hechas de piedra caliza, los caminos adornados con joyas y los bebederos eran exquisiteces para todo aquel hombre que sea afín al arte.
En medio de la ciudad se encuentra el enorme templo mayor, donde reside la diosa de la muerte, Blue. Junto a su heraldo Heracles, gobernaban con mano de hierro a una población completamente sumida en el odio y la megalomanía. En sus calles se destacaba un maldito olor a muerte.
En medio de todo esto vivía Yellow, el espíritu del bosque y vasalla de la diosa, quien ayudaba en las obras de curación de heridas a guerreros y algunos otros favores que la reina le exigía. Blue la tenía como su esclava.
—Oh, mi querida Yellow, no sé cómo puedes estar con los ánimos abajo, hice de este pueblo una de las ciudades más poderosas que cualquier pueblo de Sinnoh o Kanto —la bella pero terrorífica diosa miraba con entusiasmo la gran ciudad, sentada sobre su trono de oro en la cima de su templo.
—A base de mucha sangre —Yellow estaba sentada en el borde de la pirámide, con la cara decaída—. No hay día en que no tenga pesadillas y aparezca toda esa gente que has asesinado.
—Eres muy débil, la mejor forma de ejercer el poder es a través del miedo —medió la copa de oro que tenía en su mano derecha—. Creé un imperio sólido, capaz de dominar cualquier nación. ¿Acaso el ángel de la creación hubiese creado algo mejor?
—Al menos no habría derramado tanta sangre —la rubia miró al cielo, el ocaso se hacía presente—. Ya oscurece, iré al acantilado si no te importa.
—Has lo que desees, solo quiero que estés temprano mañana, atacaremos al amanecer y necesitamos tus poderes —tomando un poco de aquella sustancia roja que residía en su copa.
Yellow no tuvo ninguna reacción y salió volando del lugar. Posteriormente, un hombre cuya musculatura era tan grande que cubría toda la luz que entraba al templo se hizo presente.
—Heracles, te he dicho que no me interrumpas cuando admiro mi reino —Blue se levantó y se acercó al gran guerrero.
—Lo lamento mi señora, solo quería darle mi reporte de rutina sobre el mar del este —Heracles hizo una reverencia y se apartó de la entrada para dejar ver el sol.
—¿Alguna novedad?
—Los navíos han estado aumentando en número, y varia gente ya está empezando a especular que la leyenda se cumplirá.
—No te preocupes, esos estúpidos jamás lograrán hacer contacto con nosotros. Le ordené a Thundurus y a Tornadus que crearan fuertes tormentas alrededor de la región, cualquier barco que pase será destruido. Además, la única leyenda aquí soy yo y ninguna encarnación de dioses me quitará lo que he construido.
Había una leyenda mucho más antigua que la llegada de Blue. Se trataba de un códice que pronosticaba que cuando el imperio estuviese formado en su totalidad y fuese el más grande de su región, entonces los dioses de la guerra retornarían de su viaje por el otro mundo y gobernarían el pueblo.
Blue trató de erradicar esa leyenda, pero como los occidentales habían dado con ellos, todos sus barcos (o lo que quedaba de ellos) era indicio de que los dioses volverían.
A pesar de todo, Blue estaba tranquila. Su poder se había incrementado lo suficiente como para erradicar cualquier tropa extranjera. Su Gamma Stone le permitía controlar a cualquier deidad, el ángel de la creación había desaparecido y aunque su hermano, el ángel de la destrucción volviese, era lo suficientemente fuerte como para derrotarlo. No tenía nada que temer de invasores de Kalos, Kanto, Johto, Hoenn o Sinnoh.
Admirando su imperio, la mujer decidió terminar de beber su líquido e ir a las profundidades de su templo, sin antes dar una orden.
—Dile a los sacerdotes que las reservas de sangre se agotan, necesitamos más sacrificios. ¿Quién diría que sacar el potencial máximo del poder de Hades fuese tan complicado?
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29 de agosto de 1512
Costas del este de Teselia.
El mar estaba bastante calmado esa noche. Apenas había olas, el cielo estaba completamente despejado y la luna se dejaba ver en toda su gloria y esplendor.
En la costa se respirada un ambiente de paz y tranquilidad, a la vez que de oscuridad, excepto en un lugar. Una pequeña cabaña hecha de palos y rocas se mantenía fuerte ante la leve brisa marina, con una pequeña puerta de donde salía una tenue luz.
Otra luz apareció justo detrás de la cabaña. Saliendo de entre los árboles, Yellow hizo su aparición. Portaba su particular vestido blanco, una aura blanca y entre sus manos tenía un poco de comida típica de la región.
—Buenas noches, Red —exclamó la chica debajo del umbral de la puerta de piedra.
—Hola Yellow, adelante, pasa —le indicó el joven residente.
Quien vivía ahí era Red de Cortez. Un antiguo capitán y explorador jubileano que se embarcó en una expedición al nuevo mundo, pero su embarcación naufragó y él fue el único superviviente.
En todo este tiempo, Yellow cuidó de él y lo mantuvo completamente lejos del imperio nexo. Le llevaba comida, agua, le ayudó con su cabaña y diariamente lo visitaba para saber cómo se encontraba. Yellow encontró en Red algo que no había tenido en mucho tiempo; un amigo.
—No podrás creer lo que encontré en la mañana, era un pokémon parecido a un Luvdisc, pero mucho más grande y con dos aletas, fue grandioso —el hombre de barba exuberante le contaba con gran emoción su descubrimiento de la mañana.
—¿En serio? Creo que lo que viste es un Alomomola, es un pokémon bastante raro de ver, pero son muy bellos —la chica dejó la comida que tenía en la mesa improvisada.
La cabaña de Red era muy diminuta, apenas contaba con dos sillas pequeñas, una mesa improvisada, dos ventanas que daban a la selva y al mar, una pequeña cama hecha con hojas y pieles de algunos pokémon de la región, una pequeña chimenea para cocinar y una cosa extraña en formas de alas que colgaban en la pared.
—Red, traje un poco de comida que espero te agrade —la chica sonrió y se sentó en la silla.
—Genial, esta noche no tendré que comer el filete de Basculin de todos los días.
Ambos se sentaron a degustar los platos de Yellow. La cena de hoy consistía en un filete de Bouffalant, seguido de una ensalada de Seta Aroma, una gran garra de agua y un alimento desconocido para el viejo mundo, tortillas, hechas de una planta que solo se daba en Teselia: el maíz.
En medio de la degustación, Yellow se notó intrigada por las extrañas "alas" que Red tenia colgando en su habitación.
—Disculpa Red, ¿qué se supone que son esas cosas? —cuestionó la rubia apuntando a las alas.
—¿Qué cosa? —El hombre dejó su trozo de tortilla y volteó hacia la pared—. Oh eso, lo encontró Victini en la costa y decidió traérmelo, creo que son alguna especie de alas para planear, no lo sé con exactitud. Por cierto, déjame llamarlo para que coma un poco.
Red se levantó y chiflo volteando hacia la ventana que daba a la selva, del cual emergió el simpático pokémon rojo con su cabeza en forma de "V". El cual con alegría saludó a ambos y se sentó a disfrutar del festín.
Victini es el dios del entretenimiento y la victoria, sin embargo dejó un poco de lado su divinidad cuando Blue se apoderó de la región. Reshiram, Kyurem, el trio de las nubes y los tres espadachines están bajo en control de Blue, Meloetta se encontraba junto al ángel de la creación (que había desaparecido hace tiempo) y él decidió escapar a la costa, donde encontró a Red y Yellow y se convirtió en un amigo para ambos.
Una vez terminada la comida, decidieron quedarse a conversar hasta que el sueño se los impidiera.
—La comida estuvo deliciosa, muchas gracias Yellow —sonrió el hombre, frotándose el estómago del gusto.
—No hay de qué, es bueno que de vez en cuando no comas carne del mar —la chica decidió sentarse en la cama de Red.
—Tienes razón —el hombre se levantó de su mesa y tomó las alas de la pared—. Estas alas parece que pueden mantener a un ser humano en el aire por cierto tiempo, se parecen mucho a las alas de un Ninjask.
—No creo que funcionen para volar, las alas de los pokémon son naturales y eficientes, los humanos no podrían imitar una de las más eficientes creaciones de Arceus.
—Tal vez, pero con una pequeña propulsión podrían mantener a alguien en el aire por mucho tiempo... bueno mientras lo averiguo, platícame, ¿cómo estuvo tu día?
—Bueno, estuvo bien —su tono de voz era levemente nervioso, aún después de tantos años le costaba disimular—. Ayudar a algunos pokémon, algún que otro nativo perdido y esas cosas, nada fuera de lo común para un espíritu del bosque.
—Esta región debe ser muy problemática para que estés todo el día ocupada. ¿Sabes qué? Deberías decirle a la señorita Blue que te dé un día libre, has trabajado mucho estos años y creo que te mereces un buen descanso.
—Bueno, no es tan fácil —la chica se puso un poco más nerviosa, Yellow le había mentido diciéndole que Blue es la cuidadora de la región en donde estaban parados, y que tenía la ayuda de Yellow para cuidarla—. La señorita Blue está muy preocupada por la seguridad de las personas y me necesita siempre.
—Oh vamos, deja que yo la convenza de que te dé un día libre, para que podamos ir a pescar un rato.
—No, déjalo así, no es buena idea ir con ella en estos momentos, está algo malhumorada últimamente.
Victini se acercó a Yellow y puso un gesto enojado. Él sabía que Blue no era una "cuidadora" y que debía decirle la verdad a Red.
—"Debes decirle la verdad a tu amigo" —le dijo telepáticamente Victini a Yellow.
—"No puedo, si se lo digo querrá ir a la capital y el imperio lo asesinará" —contestó devuelta.
Red se dio por vencido y dejó las alas en su lugar, miró por un momento la ventana que da al mar y pudo notar algo que se le hizo familiar.
—¿Qué es eso? —preguntó el hombre saliendo de su cabaña.
—¿Qué cosa? —Yellow se levantó de su asiento y se asomó afuera.
En el horizonte, a pesar de ser de noche, se podían apreciar diez objetos a lo lejos, surcando las tranquilas aguas del mar. Conforme se acercaban, sus verdaderas formas se mostraban, eran diez enormes barcos de guerra con la bandera del reino de Jubileo.
Mientras más se acercaban, las aguas comenzaban a agitarse y unas enormes nubes de tormenta los empezaban a rodear. Red se emocionó y asustó al ver las embarcaciones. Aunque había visto muchas en su naufragio, jamás vio tan colosales barcos de guerra, que solo podían provenir de una persona.
—Espero que llegue a la costa —Red comenzó a orar para que las embarcaciones sobreviviesen.
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A 10 kilómetros de ahí.
Después de varios días, la expedición estaba a solo kilómetros de su destino, el júbilo se vivía en los barcos. Incluso el mismo Green estaba emocionado, después de tanto tiempo cumpliría el sueño que su mejor amigo no pudo cumplir.
Aunque todo el mundo estaba feliz, el extraño de la túnica permanecía serio al respecto. Mirando el cielo desde la proa, Golden vigilaba la gran nube de tormenta que se acercaba.
—¿Acaso no le alegra la llegaba señor Golden? —preguntó un sarcástico Green.
—Lo estoy, pero no soy como tal iluso como para pensar que llegaremos intactos a la costa —Golden dirigió su mirada al capitán y después apuntó a la nube—. La respuesta al porqué todas las demás embarcaciones fracasaron fue gracias a esa nube de muerte.
Green se mostró interesado. Se quedó mirando la nube hasta que se dio cuenta que, efectivamente, la nube se acercaba de manera vertiginosa a la embarcación.
—Le informaré a los demás barcos que aceleren el paso y tengan cuidado —el capitán no dejaba de mirar la tormenta.
—Tengo mejores opciones —el extraño metió su mano dentro de su túnica y apretó algo con fuerzas, para darse cuenta que alguien provocaba esa lluvia y a su vez, él no lo podía controlar—. Parece que la maldita lo consiguió después de todo —susurró mientras ideaba otro plan.
—¿Y cuál es tu brillante idea? —preguntó Green.
—Dígales a todos los barcos que se alienen uno detrás del otro, cruzaremos como el imperio de Hoenn escapó del imperio Luminalio.
—Estás demente, aquella ocasión el ángel de la destrucción los ayudó a cruzar, y ahora no sabemos si él sigue en este mundo.
—Tenga fe capitán, a veces los milagros se hacen realidad —poniendo su mano en el hombro del Green.
Ahí fue cuando Green se dio cuenta de que el brazo del extraño tenía una pulsera idéntica al anillo de Hoopa. Si eso era una señal o no, él lo desconocía, pero decidió confiar una vez más en el extraño, algo en él le hacía pensar que estaría bien.
Y más temprano que tarde, la tormenta se hizo presente de manera brutal. La brisa se volvió más fuerte, las olas arremetían con fuerza y los rayos caían sin parar.
Asustados, los barcos hicieron exactamente lo que Golden les indicó. Se alinearon en fila y avanzaban a pesar de las grandes olas. Golden estaba al frente de todo, sentado en la orilla del barco, esperando el momento oportuno, hasta que un rayo cayó cerca de él y le hizo saber que era el momento.
Alzó la mano y lanzó su pulsera, a la vez que una extraña criatura salía de su túnica y lanzaba otra pulsera hasta apenas 500 metros de la costa. Cuando ambas pulseras estaban en posición, estas se extendieron y abrieron dos gigantescos portales.
Todo el mundo se quedó boquiabierto, el milagro de Hoenn volvía a pasar. Los barcos entraron uno a uno por el portal y pudieron llegar sanos y salvos a la costa. Cuando el último barco llegó a tierra, notaron cómo la tormenta se acercaba peligrosamente a la costa.
Sin perder tiempo, Golden y la extraña criatura alzaron sus manos y los portales se hicieron más pequeños, a la vez que se dirigieron hacia dentro de la tormenta. Golden tocó su collar nuevamente y dio una oración. Posterior a eso, pudo notarse una gigantesca explosión verde dentro de la tormenta, la cual dejó caer dos figuras al mar e hizo que las nubes se disiparan completamente.
Golden y la criatura recibieron otra vez sus pulseras y la criatura se refugió en la túnica. El extraño se levantó y miró a un Green completamente impactado.
—Bienvenidos a un nuevo mundo capitán — de manera sarcástica se acercó a él.
—Debes ser un enviado de los dioses —la cara de asombro de Pizarro era hasta incómoda para Golden.
—Algo así, ahora desembarquen, que quiero conocer este lugar.
Todo el mundo gritó de ánimo y júbilo, habían llegado al nuevo mundo de manera intacta. Green se apresuró a ir a su camarote y tomar todo lo importante, mientras sus hombres sacaban todo el equipo a la playa.
Una vez listo, Green tomó su espada y salió a la oscura playa. Con gran orgullo, saltó del barco a la playa y miró a la imponente selva que se alzaba ante él. Dio un suspiro y agradeció estar viviendo el sueño de su mejor amigo.
—Exploraré el nuevo mundo como tú lo hubieses querido, Red.
—¿Y porque no los exploramos juntos? —una voz le habló de entre la selva.
Ese tono de voz lo reconoció perfectamente. Tragó saliva y giró la cabeza hacia dónde provenía la pregunta. Se encontró a una bella dama de aura blanca y junto a ella, a un hombre de pantalones grises y camisa roja, blandiendo una espada y con una barba prominente. Ese hombre era su mejor amigo. Después de trece años, Red de Cortez y Green Pizarro se habían encontrado de nuevo.
