Para Gin, y tu nombre nuevo. Impronunciablemente hermoso. Y ethereal. What. No sé que es esto. De veras que no lo sé.
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here she goes
Either a little too high or a little too low
Got no self-esteem and vertigo
Cause she thinks she's made of candy
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Chapter One. First candy
At least one of them will last.
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Sakura es de ese tipo de chicas a las que les gusta masturbarse pensando que hacer el amor va a ser tan sencillo como respirar y abrir las piernas. Aguantar el aliento y correrte cuando te toquen en el sitio adecuado en el momento propicio. No tiene pechos pero es delgada y sus huesos son como papel de fumar, livianos y del calcáreo que ves en todas las paredes y quieres atrapar en tus dedos. Sus ojos son un pozo de verde en el que quieres perderte y en su boca se encuentra una lengua rasposa, pequeña y rojiza. Casi felina y que te mueres por morder. Tienes esa curva bajo el esternón que te hace querer perder la cabeza y camina casi por inercia, como si el viento del mundo la impulsara a golpes suaves. Casi animándola, y luego, cuando clavas tu mirada en ese pelo como quimérico que lleva sobre la cabeza sientes que algo se te cae, y quieres recogerlo pero no puedes porque nunca te ha pertenecido. No del todo, al menos. La primera vez que Sakura le miró directamente tras las gafas de sol hacía un viento del infierno y le dolían las rodillas de tanto caerse al suelo. Llevaba uno de esos vestidos cortos y pegados en los que puedes contar el número de respiraciones que te quedan para morir, y entonces, ella, la Sakura que era de mentira, y papel de sueños y un poco de humo le sonrío de lado, con la barra de labios esculpida en la carne y muchos secretos que guardar.
Los zapatos eran altos y negros, con cientos de tachuelas brillantes y que solo de mirarlas te escocía de lo caro que debía ser.
Era del tipo de chicas que no tienen autoestima ni sentimientos de vértido. Del tipo de chicas que te hacían quererlas hasta romperte para luego reírse de tu estupidez.
—Ne —su voz estaba lejana y se oía quebrada a través del vapor de agua que se le congelaba en los pulmones. A bocanadas crudas y concisas-. ¿Tu nombre era como algo terminado en saru? Me sonaba cortante, y es gracioso pronunciarlo, si.
Las manos temblaban y ya estaba perdido de su olor y el calorcillo amargo que respiraba sobre la piel. Bajo las farolas ella le extendió un pitillo.
—Tienes unos ojos preciosos —evitó decir que su nombre no tenía un carajo que ver con monos(*) o mierdas de esa calaña, así que simplemente le dijo su nombre, cortándose los labios contra el afilado de sus dientes-. Soy Suigetsu.
Sakura le tendió la otra mano y levantándose con los músculos tensos le dio un beso corto y arrastrado en las comisuras de la boca.
Ella le dio un golpetazo como enquistado por la ira y la sorpresa del momento.
—¿Qué quieres? —se abría el abrigo y le mostraba las botellas de cristal con líquido de colores indescriptibles—. Los naranjas te dan un tan fuerte que subes al cielo y ves a Dios.
Suigetsu estaba desconcertado y le dolía la polla de tenerla tanto tiempo en vilo.
—No sé —quería decir que quería tirársela mucho y muy seguido, hasta dejarla sin aliento para aprovechar y retratarla con sangre y sudor, recordarla hasta que no tuviera más memoria que Sakura en todas partes (SakuraSakuraSakuraSakura).
—¿Tsunade-san te dijo que vinieras aquí? Tenten-san me aseguró que esta vez las drogas eran de las buenas.
Tenía un calor abrasador y cortante.
—Sakura —se ahorró el "chan" porque estaba demasiado cachondo-. El parque está hermoso a estas horas, ¿quieres que te lleve dando un paseo?
Obvió que tenía ganas de hacérselo desde que había visto el blanco de sus polainas en la primaria, y que se acariciaba dentro de los pantalones siempre pensando en ella, siempre.
Eres un enfermo, le había dicho Ino después de chupársela junto a los extintores. Y tu una perra, y si te he visto ni me acuerdo (pensó, de verdad) Y la chupas que da pena. Se había ganado un puñetazo en la nariz y tres puntos en la ceja. Desde entonces se había dedicado a perseguir a Sakura.
La fiesta se había terminado y las drogas podían casi respirarse, cuando Sakura apareció sobre las tarimas y comenzó a bailar.
Sasuke la había mirado de formas lascivas y a él le había dado tal arrebato de mala hostia, que habían terminado pegándose a la salida de la casa de la chupa pollas de Yamanaka. Y nada de golpes mariconeros, se había dado puñetazos de los serios, y ahora le dolía todo el cuerpo.
Pero Sasuke se había tenido que callar cuando Suigetsu le dijo que sabía que Naruto se lo hacía por detrás y que a él le gustaba.
—Sakura, ¿me dejas acostarme contigo? —le pregunta sabiendo que la respuesta que puede esperarse de ella es la nulidad rozando lo infinito.
Ella sonríe y hay cientos de estrellas despuntando en el cielo, sus ojos están opacados y casi hay azul en ellos.
—Si me quieres, me da igual. De verdad. —hace una pausa porque va muy drogada. Tiembla sobre sus tacones y se apoya en los brazos de Suigetsu-. La mierda que pasa Tenten-san es mejor de lo que pensaba.
Suena apesumbrada y de nuevo, a Suigetsu le duele entre las piernas que ya no sabe qué hacer.
—Te compraré zapatos nuevos ¿te parece? De esos tan bonitos, como los que llevaba Hinata, ¿bien? –ya no sabe lo que dice.
Sakura se echa sobre él hasta clavarle las costillas. Siente algo caliente y ansioso golpearla sobre el ombligo cuando le agarra las mejillas y le abre la boca mordiendo, suave, despacio. Muy calmada.
—Tienes unos dientes graciosos —le besa por dentro y le acaricia con la lengua.
La abrazó tan fuerte que ella casi ni sentía ya dónde estaban sus manos. El vidrio de las botellas casi se forma un todo con sus costillas cuando la besó de manera hambrienta y la lengua le llenaba los pensamientos. La calle era gélida y estaban calientes, por eso decidió que ya era hora de ir para otro punto, uno más interesante.
El parque estaba próximo y le quitó la ropa como si estuviera deshojando una margarita, con divertimento puro y duro, los pantalones a punto de romperse y la virginidad casi inventada de Sakura cuando le mordió el cuello.
—Oh —fue lo que le salió de la garganta cuando lo sintió raspándola y abriéndola casi con ímpetu, agitaba la cabeza y su pelo se movía como encantado por un huracán, descontrolado, abrasador y lleno de palabras casi elegidas al azar—. Ya sé cómo te llamas.
Su-i-get-su.
Dijo su nombre cuando se corría.
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Fin. Candy one. One more left.
(*) Saru es "mono" en japonés.
