Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de CAPCOM y sus respectivos creadores.

Esta historia corresponde a mi contribución en "Amigo invisible 2016" del foro RE: Behind the horror y va dedicado para Just a Reject ¡espero te guste linda! Revisé las reglas y no pude hacerle una historia larga como quería, pero aquí tienes un One-shot desde lo profundo de mi negro corazón (?)

Sin más les dejo los detalles:

Nombre: Hero

Pairings: Shake, Valenfield, Cleve.

Rating: T


Hero

.

Un mundo lleno de muertes y sangre derramada. Ellos dicen que un héroe puede salvarlos. Y mientras el mundo cae, los verdaderos héroes salen a la luz. Son los más fuertes, aunque hayan caído más de cien veces.

Nickelback


Admiró el semblante de su compañera sin moverse dentro de la habitación blanca del hospital. Desde su lugar lograba ver la tensión en el rostro femenino y sus puños apretados intentaban contener una rabia considerable. Quiso decirle algo, pero el cuerpo recostado en la camilla frente a ellas le impedía decir algo coherente sin sentirse estúpida.

El hombre tenía el cabello rojo marrón, varios electrodos salían de sus antebrazos. Un tubo endotraqueal le suministraba oxígeno a través de un ventilador mecánico y la sonda en la nariz cumplía la alimentación parenteral que mantenía los signos vitales estables. Entonces lo siguió observándolo, preguntándose cuánto tiempo más tomaría la visita, aunque estaba segura que si Claire Redfield había llamado a plena madrugada y desde otra parte del mundo solo para verlo personalmente, debía ser importante. Más en los veinte minutos que llevaban esperando noticias de la enfermera Claire había permanecido inmóvil contra la pared sin decir nada.

Claire Redfield nunca censuraba sus pensamientos y ese incidente no era la excepción.

Sherry Birkin suspiró, dando el primer paso hacia la camilla e intentando tener un mejor plano o reconocerlo. De cerca su cabello lucía rojo obscuro hasta los hombros, tal vez demasiado fino a comparación del suyo propio. Piel blanca y casi translúcida ya que podía ver sus venas a considerable distancia. Su rostro, por otro daba la sensación de ser alguien joven de veinticinco años o seguro unos más antes de los treinta y complexión delgada. El monitor cardiaco a la derecha emitía suaves pitidos anunciando signos vitales débiles e inestables sin la adecuada rehidratación del suero y medicamentos.

Caire odiaba ver morir a las personas desde que ella tenía memoria, seguro eso fuera el motivo por el cual todavía seguían retenidas en ese hospital genético de Moscú con un frío exterior de menos seis grados bajo cero y vientos capaces de mantenerlas encerradas unas cuantas horas. Cosa que enfadaría al hombre tras la puerta blanca, el cual la acompañaba a regañadientes.

–Lamento llamarte así Sherry, pero te necesitaba. –Habló Claire suavemente por primera vez tras varios minutos en silencio. La miró desde su lugar, tratando de mantenerse serena para dar explicaciones coherentes. Buscó algo entre sus bolsillos y sacó de su bolsa un PDA con la información completa. –. Hace unos días encontraron a este hombre dentro de una cápsula contenedora en las antiguas instalaciones de Tricell ocultas del mundo. El equipo de Chris dice que estuvo bajo un estado criogénico durante varios años sin alimentación natural y como consecuencia tiene una desnutrición severa. También hay daños en la tráquea a consecuencia de un tubo que reparaba sus células sanguíneas, así que no pueden suministrarle medicamentos intravenosos además del suero hasta ser examinado. Sabes… la mejor experta de mi hermano vendrá para obtener muestras de él.

La rubia alzó la ceja. Era una explicación razonable, sin embargo había algo oculto que Claire intentaba ocultar descaradamente.

–No soy alguien capaz de comprender procesos científicos expertos, pero entiendo a dónde quieres llegar. –suspiró, tratando de buscar las mejoras palabras dentro de su cabeza para expresarse. –según dices podría ser un descubrimiento interesante, aunque por tu expresión siento que intentas decir algo más. ¿Te importaría compartirlo conmigo realmente?

La pelirroja se mordió el labio y dio un paso lentamente hasta chocar su pierna derecha contra la camilla, junto a Sherry. Se detuvo apoyando las manos contra el barandal apretando su mandíbula. Miraba a cualquier lado que no fuera el rostro masculino o el monitor inestable.

–Siempre hay algo más. Te has convertido en una excelente agente Sherry, a pesar de que odio verte convertida en uno de nosotros. – le sonrió, dejando salir el contenido de sus pulmones. –. Un civil encontró el cuerpo investigando las viejas instalaciones de Tricell para encontrar medicinas u objetos ilegales con el fin de venderlas a los mercados negros. Sin embargo al verlo vivo llamó directamente a nuestro departamento y nosotros contactamos a la B.S.A.A norteamericana, no pasó mucho tiempo cuando recibí la llamada de Chris sobre el caso y a medida que hicieron el perfil de reconocimiento genético lograron dar con su identidad. En resumen sabemos cómo se llama y quien fue alguna vez.

– Eso no parece hacerte feliz – murmuró la Birkin confusa. Le apretó el hombro tratando de tranquilizarla pues lucía demasiado tensa e inquieta con esa información. –si es una verdad difícil puedes tomarte tu tiempo Claire, no necesito todas las repuestas ahora. Por ahora me conformo con saber su nombre.

Mala idea. Pensó la rubia al verla fruncir el ceño ¿Qué tan importante debía ser si la tenía pasando aquella crisis interna? Solo había conocido dos casos que Claire no hablaba en voz alta y estaban…

–Según el análisis de ADN, ha dado positivo con Steve Burnside. –confesó ella. Sherry abrió la boca sorprendida y la pelirroja apretó el barandal de la camilla. – aunque el examen dice que tiene noventa y cinco por ciento de concordancia genética me niego a aceptar tal cosa. Steve lleva muerto dieciséis años y parece más creíble que Wesker experimentara con su cuerpo para crear uno igual si pretendía extender el virus Verónica a otros portadores una vez que el verdadero murió. Y lo hizo, de la misma manera que logró completar el Uroboros.

Sherry asintió entendiendo cada palabra. No era la primera vez que alguien hacía lo mismo actualmente. Derek Simmons había utilizado un clon para recrear a Ada Wong y aunque el asunto seguía siendo confuso, la teoría parecía creíble considerando el genio de Wesker y la astucia de Excella Guionne en sus mejores momentos.

–Aún puede ser el mismo hombre… – continuó la rubia. Claire se levantó de su lugar dando vueltas en círculos. No parecía cómoda, más siguió hablando determinadamente. –es un porcentaje considerable que no puede ser pasado por alto. Claire, tal vez deberías…

La Redfield negó interrumpiéndola. Colocó ambas manos en los hombros delgados e intentó que comprendiera. Los ojos azules de Sherry mostraron un semblante asustado e instintivamente soltó el agarre.

–Vi su sangre en el suelo. Estaba muerto cuando salimos de ese lugar. Sin embargo mi curiosidad me hizo tomar un avión de doce horas para verlo y ahora… –Cerró los ojos. Su visión cada vez se tornaba borrosa. – tiene una apariencia mucho más joven y aunque intento mantenerme al margen prefiero a otra persona para continuar el caso. Ver el producto de las personas que juegan con la humanidad es desagradable.

La voz de Claire tembló, o seguro lo estaba imaginando. Sherry miró otra vez a la mujer junto a ella. Parecía decidida a dejar toda conexión que la atara a ese hombre a pesar de ser importante para ella. Entonces entendió porque la había llamado incluso sin verbalizarlo. Claire era fuerte, pero a menudo necesitaba segundas personas que le brindaran apoyo emocional para no sentirse impotente.

–Entonces solo te apoyaré en cualquier decisión. –respondió dudosa, acariciando el pequeño aparato con los datos. Volvió a mirarla, tratando de lucir serena y profesional. –Cuentas conmigo para cualquier cosa, incluso si eso sea tener el trabajo sucio. ¿Puedo ser quien esté contigo ahora Claire? Es la forma correcta de devolver un favor tras dieciséis años.

El pitido del monitor las distrajo. Al parecer la saturación de oxigeno había bajado.

–Pensaba cobrarlo de todas formas. – bromeó ella. –eres alguien confiable Sherry. Chris llegará dentro de unas horas y mientras tanto no puedo escoger a otras persona salvo a ti. Habla con la DSO también o de lo contrario Leon llamará pronto y no estoy en condiciones para escuchar sus preguntas absurdas.

Casi podía escuchar esas crudas palabras que la harían entrar en razón.

–De acuerdo. Puedes irte a casa Claire, te llamaré cuando tenga el informe completo. – se despidió caminando hacia la puerta. –procura irte pronto. El clima es un asco a estas alturas del año.

Ella asintió y Sherry salió dejándola en el mismo lugar. Su compañera necesitaba tiempo para digerirlo todo. Pese a eso una serie de preguntas le inundó la cabeza, sin embargo no era el momento de plantearla cuando la persona recostada contra la pared fuera del cuarto la miró con molestia. Sus ojos grises ardían de furia contenida y hacían juego con su camisa del mismo color. O al menos eso dejaba ver la gabardina negra que lo cubría del frío.

–Estuve esperándote una maldita hora. Superchica. –reclamó el hombre caminando hasta ella. –estoy seguro que tu estúpida compañía no podrá pagarme estas malditas horas extras. ¿Me equivoco?

Sherry negó. Jake Muller la miró ¿Acaso estaba bromeando? No… la rubia era sensata e inconsciente. Por lo cual aquella llamada no era exactamente por culpa de la ridícula FOS o el mierdero Kennedy.

–Tenemos un nuevo trabajo Jake. –informó. Él alzó la ceja y se cruzó de brazos.

–No soy parte de tu ridículo grupo. Sherry – respondió tajante. Lo que menos quería era verles las caras a esos idiotas. –. Si necesitas una niñera puedes pedírselo a tu bastardo guarda espaldas rubio o al capitán marmota.

Ella le miró enfada. Jake tenía motivos suficientes para odiarlos, pero ellos seguían siendo su familia quisiera él o no.

–Tendrá lugar en una antiguaba base Tricell Africana, donde tu padre estuvo involucrado antes de morir. Quiero que seas tú quien me acompañe porque te necesito, Jake – contraatacó. –Además le estoy devolviendo el favor a la mujer que cuidó de mí hace dieciséis años

Quizá había hablado de más. El tema de Wesker era tabú entre ellos, pero no se arrepintió de hacerlo. Si él podía hablar despectivamente contra su familia ella podía hacerlo igual.

Jake gruñó. Sherry nunca le llevaba la contraria y que lo hiciera por gracia de esos bastardos era asqueroso y excitante a la vez.

– ¿Cuán será la recompensa, Birkin? – ella sonrió suavemente aferrando su bufanda azul. Afuera hacía un frio invernal pero él era cálido, por mucho que su carácter no fuera el mejor del mundo.

–Luego discutiremos los términos –lo observó descruzar los brazos en dirección a la salida. –Cuando terminemos te presentaré formalmente a Claire Redfield y entenderás por qué estoy haciendo esto.

Jake frunció el ceño. No le agradaba en nada conocer a la menor de los hermanos Redfield. Sherry siempre sonaba demasiado agradecida con esas personas y seguro le debía la vida. Pero ella debería entender que atarse a eso era una reverenda estupidez.

–Está bien. Iremos, más debes recordar una maldita cosa. Ninguno de los dos somos los maricas de nuestros padres, estamos haciendo la jodida diferencia y mientras eso siga así me importa un carajo el resto.

–Jake, tu vocabulario. – reprendió.

–Me importa una mierda. Solo entiende el maldito mensaje.

Sherry lo vio caminar dos pasos adelante, sintiéndose un poco más segura de sí misma. A comparación del pasado ya no era la misma niña que lloraba asustada en los brazos de una Claire Joven que intentaba mantenerla con vida. Ahora tenía edad, profesión y un sinfín de cosas a su favor, las cuales Jake Muller resaltaba como las letras de marcador. Él tenía razón, no eran el pasado, si no la nueva generación de héroes capaces de tomar el mando cuando los viejos necesitaran ayuda.

–Gracias Jake – habló a la nada. Él la miró de reojo y mostró los dientes.

–No me las des. Mejor terminemos tu trabajo. Las horas extras son lo mejor, voy a dejar a tu estúpida compañía en banca rota después de esto.

Siguiendo lo eternamente correcto, ¿Cuánto falta para que el villano llegue y lo arruine todo? A veces, hasta los mismos salvadores pueden ser sus propios villanos. Siempre hay algo que retiene sus impulsos. Pero también existe la duda de tal vez. Y ese basta para derrumbarlos y hacerles una herida difícil de controlar. Aunque no están solo. Nunca lo estarán.

...

Chris Redfield se masajeó las sienes ante el cansancio. Odiaba hacer reportes, le quitaban tiempo valioso y el lenguaje utilizado generaba un dolor de cabeza insoportable, comparable con la ruidosa voz de Barry en un día de resaca. Revisó una vez más los papeles previos y luego el computador con las noticias de los últimos datos recibidos en un lapso menor de doce horas.

Habían encontrado el cuerpo de ese hombre gracias a una persona curiosa, y junto con él varios archivos datados de diversos años que contenían información desconocida. Ahora ellos como compañía antiterrorista debían hacer el trabajo sucio de buscar las respuestas a diversas interrogantes alrededor del hombre. Según el primer examen visual y genético el médico afirmaba que la criogenia utilizada podía ser compatible con el tiempo transcurrido de su historia. Quince o dieciséis años ocultos del mundo era algo demasiado cruel para una persona. Y a pesar de haberle insistido a Claire su participación ella permanecía reacia a ser parte del proceso, lo cual le daba más papeleo y otro terrible dolor de cuello por estrés.

Sintió unos brazos rozarle el cuello ejerciendo presión suavemente que rodó hasta la línea de sus hombros y ejerció una leve presión, alivianando el dolor. Cerró los ojos dejando caer la cabeza hacia atrás, disfrutando ese pequeño regalo genuinamente agradecido. No necesitó hablar ni tampoco utilizar el cerebro para saber quién era. Solo había una persona capaz de tener ese comportamiento errático sin segundas intenciones.

– ¿Te sientes mejor ahora? – preguntó la mujer. Él asintió.

–Mucho mejor. Gracias Jill, me has salvado de esta estúpida tortura – respondió, disfrutando el avanzar de las manos femeninas a su clavícula. – a este ritmo seguro terminarás haciéndolo por mí y yo puedo hacer lo mismo si necesitas ayuda. Barry fue un bastardo al negarse.

–Está en períodos de jubilación. Necesita un merecido descanso. – ella detuvo el movimiento de sus manos. Chris escuchó el ruido de la silla hasta colocarla del lado izquierdo. Jill continuó poco después, volviendo a masajearle la base del cuero cabelludo. –Además esto es parte de tu trabajo también. Has estado bastante ocupado últimamente, pero eso no te impide terminar el reporte. ¿Qué pasó con ser un soldado responsable y ético?

Chris arrugó la nariz y abrió los ojos.

–Estoy de vacaciones. Mis primeras malditas vacaciones en diez años y debo hacerme cargo de esta misión. –resopló. –No es algo sencillo, es un sobreviviente a una criogenia avanzada como la tuya que tomó demasiados años sin revisión. Logré contactarme con Rebecca para examinarlo en un hospital de Moscú pero tengo las horas contadas, Claire solo me dio un tiempo para cuidarlo mientras el equipo llega.

La rubia omitió el hecho de que todo era verdad. Chris llevaba demasiado tiempo y circunstancias que le impedían tomar descanso alguno. Tras China, Edonia y otros se había reprimido demasiado para aislarse del mundo. Sin embargo Chris había tomado esa misión solo por Claire, porque si alguien sufría por ese descubrimiento enfermizo, sin duda era ella.

–Entonces el rumor del chico Rockford es cierto. Las vacaciones tendrán que esperar hasta nuevo aviso... –Jill miró sus manos pálidas todavía sentada en su lugar. –. Escuché un poco la historia de Claire y ese chico. Si resulta ser un clon será algo doloroso para ella, incluso si se ha negado, eso no impide que la verdad sea evidente.

Jill siempre tenía razón.

–Ambos se conocieron en esa maldita isla. Tuvimos un momento de debilidad y Wesker aprovechó ese momento para llevarse su cuerpo con el fin de experimentarlo. No es la primera vez que lo hace, Jill – el soldado de agarró su mano mirando el pálido color de la piel femenina, enojado. –. Gracias a sus investigaciones ese bastardo logró hacerte esto. Fue quien dejó tu cabello rubio y te hizo casi irreconocible para otros

–Chris.

–En lo personal me agradaba mejor su antiguo color.

Ella apretó los dientes. Gracias a ese Steve, Wesker había descubierto los principios de la criogenia a largo plazo y debido a los resultado había terminado cinco años encerrada sufriendo transformaciones y controlada a placer. Aunque eso no se comparaba a ser un conejillo de indias durante una década. No, ese hombre había vivido cosas horribles que simplemente no podía odiarlo. Era solo alguien desafortunado.

Miró su mechón de cabello rubio recordando las palabras masculinas sobre el color y suspiró.

. –A mí también me gustaba, pero no regresará aunque lo tiña dos veces al mes, no deberías pensarlo demasiado Chris. Al final es solo cabello.

Chris sonrió levemente. A pesar de haber pasado aquel evento traumático Jill Valentine no era del tipo de persona que solía quejarse por los cambios ocurridos dentro de su sistema. Ni tampoco los años encerrada entre cuatro paredes del cuartel mientras buscaban mantenerla fuera de contaminantes mientras el PS30 siguiera corriendo sus venas. Aunque en ese proceso de recuperación él había amenazado varias veces al grupo de científicos que ansiaban conocer más del virus Jill merecía un poco de privacidad. Después de todo, la conocía desde hacía mucho tiempo igual. Aún antes, castaña y experta en ganzúas hasta el ahora, donde prefería ser parte del equipo de investigación alejada de armas biológicas. Estaba seguro que ella haría lo mismo de ser necesario.

–Barry dice lo contrario. Puede ser él quien te lo tiña si tanto desistes la idea… –continuó el Redfield. –. Prefiere verte siendo un sándwich de Jill a una piña delgada sin pan.

– ¿Y eso que significa?

–No tengo ni la maldita idea, pero es Barry. Nunca ha sido normal.

–Ya veo…– Jill tamborileó los dedos contra sus piernas. –. Sabes Chris, ha pasado un tiempo desde China, quiero agradecerte por estar procesando mejor la idea. Antes te negaste a ser observado por un psicólogo y como tu compañera mi deber…

Chris la cortó antes de terminar, tomando sus manos con fuerza. Lo miró perpleja y él alzó las comisuras de sus labios suavemente.

–Estoy bien colega – tranquilizó sin soltarla. –. Le prometí a Piers continuar adelante. Myers es agradable, además se parece tanto a él que a veces temo cambiarle el nombre. Solo que, a diferencia de mi antiguo francotirador este no me dice cosas sobre cómo comportarme.

Jill a veces se preocupaba demasiado. Reíd Myers, el nuevo chico a su lado había tomado el puesto vacante de Piers tras morir. El soldado era dos años menor a su antiguo francotirador y su cabello rubio contrastaba con sus ojos verdes que lo volvía completamente diferente a su antiguo compañero. Sin embargo Myers amaba la profesión a la cual servían y los ideales dentro del paquete; Valentine estaba al tanto que a los dos les guardaba especial aprecio, pero Myers estaba lejos de convertirse en Piers al ser demasiado joven. Entonces debía prepararlo adecuadamente para poder cumplir su promesa en pie, hasta que decidiera dejarle las armas al chico confiable.

–Volviendo al tema de la misión… –carraspeó la agente cambiando el rumbo de la conversación. –Barry se unirá y Rebecca también. Si lo piensas detenidamente parece una reunión a Raccoon city, solo dieciséis años después.

Mismos personajes, misma tragedia.

–Casi parece un dejavú- –reconoció él. Ella llevó la cabeza hacia atrás, rendida sintiendo los dedos de Chris palpar la zona de su codo.

–Lo sé.

Jill calló y Chris Redfield la observó detenidamente. Jill usaba una blusa entallada color azul lejos de cualquier prenda militar, no usaba escote alguno gracias a la absurda cicatriz en el pecho que él había ocasionado por creerse el héroe que todos esperaban que fuera. Quiso disculparse, pero seguro Valentine lo apuntaría con una pistola sin temor a dispararle. Abrió la boca y ella abrió los ojos, recibiendo la mirada gris intensa. Se levantó del asiento quedando de pie frente a él y le acarició la mejilla, escudriñando algún indicio de reacción o retracción. Él no se movió e imitó la misma acción y casi instantáneamente pudo notar la distancia disminuir entre ellos casi de manera inconsciente. Había percibido ese cambio con anterioridad y estaba seguro que ella también, más ninguno lo había hablado en voz alta porque eran dos compañeros que primero debían salvar el mundo ante cualquier bien personal.

–Chris… – susurró la rubia, llevando la otra mano a los hombros del hombre a quien llevaba siguiendo más de quince años. –tal vez debamos tomarnos unas vacaciones solos tú y yo cuando esto termine.

–Eso no… –intentó discernir, más el sonido de una voz se escuchó en la habitación.

–Hey, un poco más…. ¡bésala de una maldita vez, Chris! –Jill parpadeó y se apartó violentamente regresando a su lugar. El castaño gruñó buscando al dueño de esa voz entre la pila de documentos todavía sin archivar. Lo vio salir entre los estantes mostrando las manos en son de paz. –Diablos, no debí hablar en voz alta. Arruiné una excelente fotografía.

–Barry Burton. –paladeó el soldado cabreado volviendo la vista al informe, asqueado. – ¿Quieres explicarme cómo demonios entraste y cuánto tiempo llevas escuchando?

El pelirrojo encogió los hombros.

– Desde el tinte de cabello – declaró al margen. Chris y Jill lo apreciaban, eso no impedía que fueran a dispararle tampoco mientras estuvieran enfadados por lo que tomó distancia prudente entre ellos. –. Les haré una pregunta compañeros, quiero que contesten con la verdad.

–Barry… – advirtió Jill, más él la ignoró.

–Se han cuidado las espaldas durante más de una década. Pasaron muertes, dolor y pérdidas juntos. Ahora tienen algo parecido a la paz que siempre quisieron para el mundo ¿entonces por qué nunca avanzan esa relación?

Barry tenía razón. ¿Qué impedía formalizar su relación? Cualquiera fuera el tipo, amorosa o amistosa nunca avanzaba demasiado. Primero por la supervivencia, luego para salvar a otros. Siempre pensaban en los demás ante sus propios criterios ¿Estaba bien ser egoísta y pensar solo en ellos? También estaba el hecho de que aferrarse a alguien en vez de soltarla era más doloroso que mantenerse unidos por una causa común.

No podía perderle de nuevo por sus actos egoístas y ella no merecía morir mientras él estuviera para evitarlo.

¿Cuánto tardará en sanar esa herida? Pueden ser días, meses o años. Todo depende de la medicina o los cuidados, ¿cómo reparar lo irreparable? Ellos lo pueden hacer todo, pero no dejan de ser simples humanos defectuosos. Y hasta ellos tienen su límite. Se cansan y sufren, pero nunca se dejan caer

...

–El paciente despertó completamente hace tres días, se encuentra lúcido y confundido. Dos días atrás el doctor retiró la sonda y el tubo, aunque por el momento llevará una dieta líquida sin irritantes dado el daño en su garganta. – Claire asintió ante el informe médico de turno. – la intravenosa sigue colocada para mantenerlo hidratado con multivitamínicos especiales. Se encuentra aislado dado su procedencia, si es portador de algún virus lo dirán las pruebas sanguíneas. En otras palabras, su mala suerte todavía no ha terminado.

La enfermera regordeta dejó el papel con las indicaciones sobre la mesa. Si bien sus primeros planes de ir a visitar una recreación barata le daban ganas de vomitar toda esa ansiedad consumida durante los últimos tres días. Más al saberlo despierto nuevamente tomó un taxi para cerciorarse qué tan estable estaba, y ahora estaba arrepentida, dado su perfecta lucidez. Sentía un temblor extraño recorrerle las puntas de sus dedos mientras él la miraba recostado en la camilla. Sus ojos seguían siendo de ese mismo color verde que podía recordar, su expresión desubicada tampoco había cambiado. No tenía ninguna sola arruga en la cara que delatara la edad que Steve, e incluso ella habían adquirido durante los años.

Demasiado mayor para el hombre de Rockford y muy joven para el hombre de treinta y cinco años con el que soñaba en algunas ocasiones.

–Yo... – intentó hablar, pero el nudo formándose en su garganta le impidió continuar. Tragó saliva obligando a su cerebro a mantenerse cuerda. – Yo…

–Hola compañera – Steve le sonrió cansado. Y por un instante ella sintió como si esos años no hubieran pasado nada. Volvió a ver ser la mujer de diecinueve años enfadada con el joven adolescente de diecisiete mientras intentaban escapar de una prisión infernal. –… has cambiado. Pero me alegro de verte nuevamente.

El pelirrojo se acarició la sien izquierda tratando de ignorar las puntadas cada que intentaba recordar algo más allá de Claire Redfield; tenía muchas preguntas por hacerle, más el semblante sorprendido e indignado de la mujer daba a entender que no estaba del todo cómoda con su presencia.

–Tú también luces diferente – contestó ella, apretando los labios. Steve pudo notar el tono ahogado de sus palabras. Como si le costara trabajo respirar. –quisiera hablar contigo sobre varias cosas sobre ti, pero por el momento solo te preguntaré algunas cosas y solo debes contestarme con la verdad. ¿De acuerdo?

Él apretó las sábanas verdes controlando las ganas de gritar.

–No puedo recordar muchas cosas, me duele la cabeza si intento hacer memoria por lapsos prolongados. Estoy muy cansado Claire. –la activista negó y el suspiró, cambiando la vista al monitor. – recuerdo conocernos en Rockford pero lucías más joven a cómo eres ahora, también recuerdo a esa mujer, luego algo sobre mi cuello… y el resto es confuso.

Esperó en silencio alguna respuesta. La mayoría de sus vagos recuerdos eran entorno a ella ¿Por qué no podía creer quién era? ¿Qué tanto habría sufrido para tener esa desconfianza? Si prestaba suficiente atención, Claire tenía el semblante de una mujer madura y cansada. Como si los años la hubieran hecho ser alguien que ella no hubiera querido al principio y seguro así fuera.

–Basta, a mí no puedes mentirme – Claire llegó hasta él agarrando con fuerza el brazo sin línea intravenosa. Pudo notar ese odio contenido chocar contra sus ojos de manera casi dolorosa, más que la sensación ardiente de su garganta o cuerpo.

Steve rió, un tipo de ruido extraño que no supo identificar.

– Claire ¿De verdad me odias tanto?

Ni un poco.

–Sí, porque tú jamás serás ese Steve.

El chico idiota al que logró convencer de darle sus armas. El compañero que sin conocerla le había confesado su aprecio antes de morir. Ya no quedaba nada de esos recuerdos al ser de una apariencia mayor y nunca el mismo chico con el cual siempre cruzaba sus caminos.

Salió de la habitación y recargo su espalda contra el concreto sólido.

–Maldición… – golpeó la pared, sintió el ardor de la piel abierta, un poco de sangre escurrió del dedo pulgar y goteaba en el piso. Se tomó la mano, sintiendo algo caliente resbalar por su mejilla. – Maldición.

Si tan solo Fisher hubiera sido otra persona buena, si él no habría echo aquella traición seguro ver a Steve dolería menos.

Sintió el tacto de unas manos acariciándole el cabello. Eran demasiado blanca a comparación de la suya propia y elevó la mirada, topándose con el par de ojos grises más comprensivos que hubiera visto en su vida. Jill Valentina le sonrió suavemente sin dejar de consolarla y Chris, junto a ella la miró, comprendiendo también sus sentimientos.

– Claire. – la rubia le secó una furtiva lágrima frotando sus manos contra ella, tratando de mantenerla calmada –tuvimos un pequeño contratiempo pero al fin llegamos, puedes irte a descansar mientras tomamos el control de la situación.

La pelirroja vio a Chris esperando algún tipo de autorización y el soldado inclinó la cabeza en un gesto que solo los hermanos Redfield entendían bastante bien.

–De acuerdo. Su cama es la trecientos cuatros. Sigue en cama pero pasó el cuadro crítico. – la activista le entregó el pase de visita. –encárguense ustedes, necesito tomar aire fresco. El aire acondicionado lastima mis ojos.

Ambos la observaron partir. Jill jaló a su compañero en dirección a la habitación indicada. Se quedaron parados unos minutos analizando toda la información. Claire no era una persona que llorara frente a otras personas, entonces necesitaban ser precavidos durante los interrogatorios e involucrarla lo menor posible. Con ese pensamiento abrió la puerta y sus ojos grises se encontraron a una persona con el cabello ridículamente largo, excesivamente delgado e inquietantemente joven a pesar de contar con varios años extras. Era como tener a la misma persona de la fotografía vieja familiar de los Burnside cobrar vida. Cosa que las clonaciones hacían bastante bien.

. –Una mujer que conocí hace tiempo me odia. – habló Steve sin mirarlos. –Cierro los ojos e intento recordar más de ella, pero solo consigo versiones jóvenes de ustedes dos. ¿Quieres decirme en que año estamos Chris? No parecemos seguir en los noventas y luce avanzado para rondar por el dos mil.

El soldado abrió la boca para responder. Pero fue la voz femenina de Jill quien se escuchó demandante.

–Estamos a finales del dos mil catorce. – sonrió ella. Extendiendo la mano, el primer gesto amable desde su despertar. – soy Jill Valentine y él mi compañero Chris Redfield. Te haremos unas preguntas sencillas mientras nuestra compañera llega para tomarte un par de muestras para descartar posibles problemas virales. ¿Sientes alguna anomalía? ¿Alguna molestia o dolor en zona específica?

– Solo una pequeña jaqueca. – también tantas preguntas le dieron ganas de vomitar y sentirse mareado más prefirió omitirlo. No era agradable sentirse como una rata experimental esperando ser examinada. –Me tienen prohibido ingerir sólidos pues mi garganta sigue lastimada. Dicen que es normal, estuve muerto dieciséis años pero hablo perfectamente a pesar del daño interno y eso los descoloca. ¿Ustedes pueden explicarme cómo es posible?

–Todo a su tiempo. Steve. Pero no te preocupes, enviamos a dos personas con el fin de averiguarlo mientras seguridad nacional hace el resto. – le explicó. –puedes sentirte aliviado, aunque todavía exista la posibilidad de que seas otra persona y esos recuerdos dentro de tu cabeza no sean tuyos. Será difícil saberlo con certeza, más te prometo que haremos justicia.

Era lo único que restaba decirle, inclusive ellos no tenían respuesta para eso y esperaban Sherry les proporcionara soluciones antes de volverlo loco.

–Ya veo… –Steve se cubrió los ojos con el antebrazo. Verse patético e indefenso ante dos desconocidos era tan humillante que prefería seguir muerto. – esa es mi realidad ahora…

No era más una persona, solo el juguete de alguien encontrado por casualidad. El arma que Wesker alguna vez tuvo entre sus manos para luego desechar como basura. ¿Qué clase de mundo era ese? ¿Cuál era la diferente de morir o seguir vivo? Burnside sintió el espasmo dentro de su garganta y se permitió dejar salir esas lágrimas amargas. Valía llorar, la humanidad era una vil porquería.

Los héroes caminan recogiendo el polvo del ayer y avanzando hacia el futuro. Los antiguos previniendo los ataques. Y los jóvenes, exponiéndose a lo incierto de la vida…

...

–Bien superchica estas son las instalaciones de África central, un pésimo lugar para tener unas vacaciones. – se quejó Jake estacionando la camioneta unos metros frente del edificio señalado en el mapa. Logró bajarse del asiento esquivando varios tipos de insectos que volaban alrededor. –es una suerte que seamos inmunes a la malaria o el paludismo. Si tus amiguitos todavía me deben cincuenta millones esta vez cobraré el doble.

Ella sonrió ajustando el sombrero de paja sobre su cabeza mientras Jake lidiaba con los mosquitos. Estaban cerca del puerto pero al parecer no había civiles o rastro de población en al menos diez kilómetros, el lugar, por otro lado parecía una antigua empresa farmacológica como en su momento. Tenía seis pisos y la mayoría de los cristales rotos dado el tiempo sin supervisión o mantenimiento, no obstante, la entrada seguía asegurada con cintas rojas de peligro biológico y varios soldados inspeccionaban el área a pesar de haber estado inactiva casi tres años tras la suspensión de Tricell en África ¿Cómo había hecho ese hombre para entrar? Quien fuera los había llevado hasta Steve Burnside, más se sentía como buscar una aguja en un pajar sin nada más que el testimonio del civil.

–Espero tengas alguna idea antes de comenzar Sherry – el ex mercenario caminó esquivando varias piedras y trozos de vidrio del suelo. Ella encogió los hombros. Maldijo. – este calor es insoportable, estaré de mal humor en pocas horas si no terminamos pronto.

La agente solo sacó el PDA de su bolsillo. Según Sheva Alomar existían pocas bases Tricell en esa parte a pesar de que financiaban directamente a la BSAA africana. Una de ellas estaba totalmente fuera del mapa y la última a unos pasos. Llegó hasta la entrada dejando caer la mochila al suelo. Sacó dos corta cadenas, le suyo a Jake y escuchó el clic del metal impactar contra el concreto. Abrió despacio. Sintió el penetrante aroma a humedad, mezclado con algún tipo de cloro, ácido o antiséptico a consecuencia de los medicamentos caducados, todavía almacenados en diversos anaqueles consumidos por el paso del tiempo. Jake le dio una mascarilla y ella aceptó, si alguna criatura no aparecía primero seguro el moho y las sustancias afectarían sus sistemas respiratorios. El virus del ex mercenario no regeneraba sus tejidos ni células como el suyo.

–Comenzaremos por el sótano. – informó, escuchando su propia voz hacer eco entre la obscuridad. A medio camino la mano de Jake le impidió seguir caminando, confundida lo observó fruncir el ceño tras la máscara. – ¿Pasa algo?

–Me parece estúpido arriesgarnos el pellejo para buscar información sobre el amante de la hermana. Es bastardo…. –mencionó, pateando un frasco. Las pastillas cayeron al piso creando un ruido sordo. –es ridículo.

Sherry rodó los ojos.

–Nuca fueron amantes Jake, solo son dos compañeros que se conocieron bajo circunstancias desagradables. Como nosotros.

El perfil masculino mostró una mueca desagradable. La nariz recta se curvó asqueada y la soltó.

–Nosotros somos el peor ejemplo para describir esa famosa relación de compañerismo. Superchica. – señaló burlón. –si has perdido la memoria nos hemos acostado varias veces.

La agente sintió el calor golpear desde el fondo del estómago hasta sus mejillas. Giró nuevamente hacia él, la máscara no dejaba ver su rostro completo, pero estaba segura que sonreía mordaz.

–Jake…

El aludido se giró, dejándola incómoda mientras él dejaba un mapa sobre una vieja silla de metal y encendía su linterna para tener mejor plano del edificio. No contaban con luz eléctrica estable pero lo siguió en silencio.

El sótano era aún más obscuro que la entrada, con ratas corriendo a cada lado donde pisaran. El aire denso. Incluso a través del filtro. Había un letrero verde con letras amarillas que delataba el lugar como un área de pruebas; había cápsulas contenedores similares a las fotografías donde Steve estuvo antes de ser llevado al hospital y no necesitaron pensar demasiado para saber que algo no encajaba entre varios tipos de canastros, cristales rotos y mueblerías sin desgastar. Sheva Alomar, nativa de África les había dicho una vez que el lugar llevaba tiempo sin mantenimiento, lo cual era extraño. Sherry olisqueó el aire bajo el filtro, olía como a gasolina u otro solvente…

Se detuvo. Provocando que el pelirrojo chocara contra ella.

– ¡Qué demonios! – Muller apretó los dientes. –deberías tener cuidado.

–Jake… ¿sientes ese olor? –el hombre la miró extraño pero aspiró aire para sentirlo. Era un hedor fuerte y lastimaba su nariz a medida que inhalaba mayor densidad. Miró a cualquier lado, tratando de identificar la procedencia, sin éxito. Sherry decidió intervenir tocando la madera del mueble. Pegajoso. –es Lasure en cantidades elevadas.

–No creo que tomen su tiempo para jugar a la casita y arreglen los muebles con un protector para madera, Sherry. –ella lo ignoró tocando todas las partes impregnadas con dicha sustancia.

–Es un material con poco nivel de partículas sólidas a diferencia del barniz convencional Jake. –explicó. – el calor ha desprendido el líquido de la madera, pero antes pudo ser algún tipo de aislante.

El cerebro del mercenario reaccionó ante la explicación.

–Entonces algo esconden aquí y debido a la consistencia del material no necesitaban contaminación alguna – soltó fastidiado, revolviendo entre los anaqueles viejos en búsqueda de documentos o algo que les llevara a Burnside. –el sótano puede ser profundo, tal vez encontremos algún mapa del área más detallado para un espacio libre como…

–Otro túnel u otra vía alterna, si quisieran trabajar bajo tierra –terminó la rubia impresionada. –estos tipos pasaron dieciséis años guardando este haz bajo la manga. Eso requiere de tiempo y dinero.

Jake apoyó las manos contra la mesa, tamborileando sus nudillos e intentando pensar con coherencia antes de salir con Sherry de ese lugar y mandar al diablo a Kennedy, más algo dentro de él comenzó a engranar tras ver tres roperos de dos metros del lado izquierdo del panel. Ambos con madera rustica conservada que traían consigo seis libros mal ordenados. La rubia suspiró.

–Este es nuestro boleto para entrar. – apuntó. Su compañera llegó hasta el mirando el orden. Parecía ser un ángel o algo similar. Cuatro ranuras y una inscripción. "Las puertas del cielo mostraran el camino"

– ¿Un puzzle?

–Vaya mierda.

Un botón rojo apareció al terminar de armar las imágenes y mostró otro color azul bajo una caja de cristal. Lo oprimió y casi al instante logró ver la escalera de piedra ascender del medio hasta los extremos del segundo instante. Era un túnel profundo que aún tenía el aire acondicionado de reserva. Lucía similar a las habitaciones cuando los habían secuestrado seis meses en China y el logotipo lo hacía compararse a Neo Umbrella, más estaba segura que eran los colores originales de Umbrella. Cuatro corredores al final del pasillo, dos a cada lado y en el centro una vieja computadora del año dos mil quince.

Bajo ella, varios papeles importantes y capsulas similares al primer piso.

Estaban por buen camino, la pregunta era: ¿Qué buscaban exactamente?

–Espero hayas traído lentes de lectura Sherry. Tienes demasiado trabajo por hacer…

Los niños dicen "Yo quiero ser como ellos". Las madres sonríen, ellas saben la realidad bajo esas caras llenas de seguridad y protección. Dentro se encuentra la verdad que ninguno quiere aceptar: pero también hay paz, y en ocasiones…felicidad.

...

Rebecca le sonrió al hombre bombeando la jeringa y extrajo dos muestras según su estado de debilidad. Tras varios días a base de multivitamínicos no rozaba la anemia pero era arriesgado extraerle más de veinte mililitros cada ocho horas. Tenía buenos reflejos visuales y motores, por lo cual no existía algún daño neurológico y la presión constante no mostraba alteraciones al parámetro normal. También hablaba fluido, sin tartamudeos o bloqueos y estaba casi segura que todo era obra de Wesker dado el buen funcionamiento de Steve, además, en algún momento él se había llevado el cuerpo anteriormente. No obstante Albert Wesker no era científico a pesar de tener buen conocimiento del campo, entonces el resto del trabajo sucio lo habría hecho otra persona. Similar a como Excella Guionne con Jill años después.

–Tu sangre es muy particular. Steve, será impresionante descubrir los misterios que esconde. – vació el contenido en varios frascos pequeños para etiquetarlos después. Él solo asintió aún más confundido y cerró los ojos. –volveré dentro de unas horas. Mientras puedes beber, comer tus alimentos. Ya sabes. Sigue el protocolo y te darán el alta pronto.

Barry negó con la cabeza en el sofá de cuero negro. Se levantó de golpe tomando a Rebecca por el hombro izquierdo.

–Rebecca considera moderar tu lenguaje. Él no es un sujeto experimental –reprendió volteando su cabeza en dirección al pelirrojo. Le sonrió suavemente intentando disculparse más ninguna palabra salió por su boca. No era bueno con los extraños y menos con alguien que debía estar muerto. –Seguridad nacional vendrá también. Odio las misiones conjuntas, nosotros deberíamos hacerlos dependientes también. Siempre hacemos el trabajo importante y dejamos lo fácil a los demás.

–Barry…

Rebecca quitó las manos masculinas, tentada a decirle sobre sus palabras cuando la puerta se abrió, dejando ver a Chris y Jill con una bandeja de comida. Vasos desechables con alimentación líquida para Steve. Parecían haber escuchado la conversación pues el soldado estaba tirante contra la pared mientras Jill tomaba asiendo en la otra parte del sofá con Barry. Sus músculos de los brazos rígidos y el semblante tenso de Jill le dijo a Rebecca que estaban enfados por alguna razón desconocida y decidió mantenerse en silencio o perderían el control.

Minutos después, cuando Steve se dispuso a comer se escuchó la voz ruda de Chris Redfield tomar posesión de todo.

–Nosotros te llevaremos a la B.S.A.A aun si seguridad nacional se niega. –informó. La cuchara cayó sobre la bandeja. – es una orden.

Jill gruñó. Respiró profundamente e intentó no arrojar la comida a su compañero frente a todos. Era una idea absurda, en todo sentido de la palabra.

–Me niego. Si Claire se entera… – No quería que ella sufriera porque él quisiera hacerse el héroe con todos. La rubia bajó la mirada a Steve, sus ojos verdes la miraban melancólicos, consciente del daño aun sin necesidad de hablarlo en voz alta. Le quitó la comida y la dejó en el mueble, escuchando la conversación. –Chris…

–Soy quien da las órdenes Jilliam – él nunca le llamaba así, solo cuando estaba verdaderamente enojado. Ella tampoco estaba de buen humor para jugar a la compañera fiel.

–Te recuerdo que somos ex compañeros Christopher. No soy alguien a quien dabas darle órdenes, para eso tienes a Reíd.

El soldado resopló. Casi había olvidado la testaruda personalidad de Jill Valentine, ella no se doblegaba ante nadie. No después de lo ocurrido en áfrica e incluso cuando él estuvo segado por la rabia al perder a Piers en China. Lucía colérica pero solo a ella le permitiría ese acto de insubordinación sin represalias.

Dio un paso hacia adelante, se aclaró la garganta y salió del cuarto arrastrándola del antebrazo. La dejó contra la pared blanca en la sala de espera, Jill caminó en círculos y Chris estuvo tentado a exclamar algún tipo de maldición si con ello aquella frustración sin sentido desaparecía. Ellos nunca peleaban, corrían el riesgo de desplomarse en cualquier momento o arruinar esa amistad. Ambos conocían sus niveles tóxicos, el sarcasmo y la violencia tolerable. Lo sabían desde siempre, incluido en Raccoon city.

–Claire nos odiará ¿Sabes? –Jill se sentó en una de las sillas, cubriéndose los ojos con las manos. Escuchó el ruido de las botas de Chris detenerse frente a ella para inclinarse. El peso de sus brazos contra sus piernas la obligó a segur la conversación unilateral. –le prometimos tomar el control pero estamos haciéndonos daño a nosotros mismos. Llevamos mucho tiempo avanzando Redfield, no pienso pelearme contigo y volverte a hablar cuando uno de nosotros esté herido o muerto solo por esta estupidez.

Se permitió descansar la frente en el hueco de su hombro. Él olía a sándalo, sudor y cigarrillos. Familiaridad, a nada elaborado.

–Quiero intentar todas las cosas que no hicimos antes Chris. – susurró, exhalando el aire contenido. –me importas demasiado. Pero si te niegas a cometer esta locura entenderé.

Lo sintió rodearla. Los fuertes brazos a cada lado sin entablar contacto directo. Seguía tenso e incómodo, ella igual estaba de la misma manera.

–Barry seguro estará complacido. –respondió él y carraspeó. –siempre estuvo atrás con esa ridícula idea, seremos su comidilla un par de semanas.

Jill alzó cara para verlo. Los ojos azules de su compañero parecían más intensos e impenetrables ahora. Sus músculos tiesos luchaban por mostrarse menos rígidos. Nunca había sido del todo expresivo, salvo si se trataba del ejército y los pelotones a su mando. Esto era diferente, para ambos.

– Seguro cuando se entere imaginará ser un padrino de boda bastante dentro de su cabeza. –dijo tratando de aligerar el ambiente. Permitiéndose acariciar la tostada mejilla masculina, donde logró ver una pequeña cicatriz. – con Moira usando un ridículo vestido rosa que todos odiarán pero por ser su hija omitirán cualquier cosa al respecto.

Se miraron nuevamente. Chris cerró los ojos y Jill pudo sentir la última barrera entre ellos romperse definitivamente.

–Me gusta tu cabello largo.

– La barba te sienta bien.

–Eras atractiva desde Raccoon City.

–La fotografía de mi escritorio la usé para darte celos. Nunca funcionó.

–En realidad mandé a investigar ese rostro a nivel federal, pero lo hice por la seguridad de mi compañera.

Ella rió.

–A veces pensé que estabas enamorado de Piers, siempre hablabas de él.

–Todavía aprecio todo de ti Jill, hasta las heridas y cicatrices.

–Entonces que sea para siempre. Quédate conmigo Chris.

–Es la cosa menos esperada, para alguien que ha matado a muchas personas – confesó. –Es enserio, Barry armará un…

El par de labios le impidieron seguir.

La tensión de dieciséis años desapareció al instante.

Claire los miró desde la distancia sonriente y sacó su teléfono con intención de llamarle a Barry mientras Chris desaparecía. Él amaba las regles de manera ridícula y compartían diferentes creencias que les hicieron diferir a lo largo de los años. Tal vez después de Raccoon y Rockford, cuando aún era demasiado joven e inmadura. Había tomado dos maletas para unirse a la batalla tras una cómoda oficina para evitar más muertes dolorosas que pudieran dejar huella. Todo cambió al conocer a Neil Fisher, el trato, las charlas y sus palabras cálidas le devolvieron esa familiaridad perdida, mezclada con esa sensación de ser importante a alguien que no fuera Chris. Sin armas de por medio. Ella había querido a Neil, incluso más que al mismo Steve Burnside al trabajar siete años codo a codo. Sin embargo era doloroso recordarlo porque había perdido toda confianza hacia el mundo tras aquella traición hecha por la persona que juró proteger a los suyos.

Steve no era Neil. O quien había sido.

– ¿Claire? – la ruidosa voz de Barry se escuchó ronca tras la línea. Amplío la sonrisa en su cara y tomó el pomo de la puerta con cautela.

–Pueden irse a casa. Chris demorará en llegar. – colgó la llamada, mirando sus manos blancas. Abrió, escuchando el chirriante ruido hasta abrirla completamente. El aroma del desinfectante, alcohol y medicinas impactó de lleno contra su nariz. No obstante la máquina seguía emitiendo pitidos más constantes, señal de mejoría. Steve dejó caer lo que pareció ser una pelota de tenis a la camilla e hizo un gesto similar a una sonrisa forzada.

Quiso dar vuelta atrás. Si bien no había pasado más tiempo con Steve, superarlo le tomó tiempo. Años, muchos a comparación de Neil.

. –Puedo mover las manos, pero mi fuerza actual es nula para siquiera apretar aquella pelota – Steve fue el primero en hablar. –sé que todavía tienes dudas y yo también. Pero por favor, si sigues aquí deja de verme como un monstruo.

El pelirrojo cogió la pelota. Quiso decirle que era normal esa deficiencia física. Había estado encerrado en aquella cápsula sin mover un solo dedo, atrofiando sus músculos, pero ninguna palabra salió cuando él maldijo. Su tono de voz enojado era madura, como siempre pensó que sería de estar vivo. Esa era la voz silenciada a consecuencias de Umbrella y ella misma por nunca intentar averiguar. Este Steve estaba solo contra el mundo…

–Si resultas ser una farsa esto será algo duro para mí. –Claire caminó hasta detenerse en la camilla. Lo miró sin tocarlo, parecía derrumbarse mucho más que ella. –No tienes idea de las veces que me culpé por tu muerte. Yo quería al Steve de diecisiete años pero eso no bastó para salvarnos.

–Claire... – él alargó la mano pero ella negó con la cabeza.

–Tenía diecinueve. Alguien tan joven no tenía idea de cómo lidiar tanta presión. Solo pensaba en salir para encontrar a Chris y escapar con vida. Me desconcentré que no éramos unos malditos héroes aun. – tomó su mano blanca. –y terminé arruinando tu vida. Deberías odiarme por quitártela.

Listo. Lo había dicho. Claire sintió la carga menos pesada dentro de su corazón, más dejó de pensar cuando él le acarició la muñeca con el pulgar. Lentamente, tomándose su tiempo antes de apretarle la mano

–Comencemos nuevamente – la agente boqueó. Steve Burnside sonrió, a pesar de notar los ojos azules dudosos había convicción donde mirara. –en unas semanas si paso el examen físico podré irme. Si quieres apartarme puedes hacerlo. Sea un clon o no, pero si con eso puedes vivir tranquilamente correré el riesgo.

Tiró de ella, quedando frente a frente. Claire sintió las lágrimas acumularse y él limpió la primera con sus nudillos. – ¿Por qué estas llorando?

– Yo…

– ¿Temes odiar amar un reemplazo o solo le temes al monstruo que me he convertido?

En respuesta la pelirroja acunó el rostro masculino. Sin contener el llanto.

–Odio lo que eres ahora. – se acercó. – y sin embargo me alegro de verte nuevamente.

Él cerró los ojos.

–Tal vez exista una nueva oportunidad Claire. Me tomará tiempo adaptarme a ese tiempo, pero lo haré. Tú dejarás de tenerle miedo al futuro y yo no seré más un monstruo.

Ella cortó la distancia sin darle tiempo de pensarlo y dejó caer los labios sobre él. Sabía a medicación, sangre y un pasado lleno de fisuras por sanar. Su sentido racional le decía que estaba siendo una imbécil, pero algo más profundo estaba encantado con la idea de saberlo de vuelta.

–Esfuérzate, todavía tengo cientos de dudas.

–Dieciséis años no son nada. Los héroes siempre miraran hacia adelante.

Ella apretó la mano.

–Siempre…

El cuerpo se encontró bajo las instalaciones de Umbrella aproximadamente diez años atrás. La primera revisión externa mostró señales de rastros virales dentro y fuera de su sistema que todavía permanecía intacto, por lo cual se llevaron a varios procesos de extracción corrosiva capaz que dañó el tejido conectivo. El cuerpo creó un anticuerpo en el proceso capaz de regenerar partes blandas del cerebro y las neuronas muertas comenzaron a reactivarse. Una vez completado el proceso el cuerpo llevará otro período de incubación clase cuatro para obtener estudios exactos sobre la modificación exitosa del virus verónica. Primero se procederá a instalarse una mascarilla y un tubo para despejar los pulmones. Varios conectores en la zona parenteral del cerebro mostrarán los movimientos sinápticos de dichas neuronas comatosas. Ello llevará al proyecto Rockford a otro nivel, se especula una incubación de aproximadamente quince años, que es el tiempo que tarda el virus original en adaptarse al sistema nervioso.

Julio 2013

La primera fase muestra que el cuerpo no necesita ser separado del virus. El mismo agente patógeno parece haber sido aceptado por los anticuerpos y no parece haber señales de mutación. Hemos notado que también le impide envejecer al mismo tiempo, podría tener una apariencia juvenil ahora y por el resto de su vida. Si el plan se efectúa adecuadamente deberán…

–Esto es una mierda. Joder. –Jake dejó la hoja sobre la mesa asqueado. Varias imágenes del mismo hombre lograban verse al reverso del papel provocándole nauseas. Era bueno que ese tipo no conociera las cosas infernales que le habían hecho para ser un arma perfecta. –Demasiada información. Sherry, envía esto al señor marmota y vámonos de una maldita vez a tomar unas vacaciones.

Ella negó. Aun si él estaba impresionado. Chris debía tener esa información para Claire antes que la pelirroja colapsara. – Lo lamento Jake, pero debo ser yo quien le entregue esto a Claire. Además todavía tenemos otro trabajo y…

Muller rodó los ojos y la levantó al aire. Sherry gritó debido al cambio ¿Qué demonios estaba haciendo?

–Te ordeno bajarme de una maldita vez. – reprendió colérica, el hombre no se mostró intimidad. Le sonrió retador.

–Pensaba irnos a Hawái. Menos insectos molestos, agua decente. – la rubia lo golpeó en el hombro. La soltó, Sherry golpeó contra el suelo. Adolorida se acarició la espalda. Si quería enfurecerla estaba yendo por buen camino.

–Jake…

–Nos iremos quieras o no. – sentenció él. – si tienes miedo de que alguien menor tome el control déjame decirte que me importa una mierda.

–Debemos terminar la misión.

–Somos dos personas legales Sherry. Ellos estarán bien sin ti.

Chris y Claire no estarían contentos. Leon seguro llamaría si algo terminaba descuadrado. Pero él estaba en lo cierto. Suspiró resignada tomando su móvil para avisarles a los hombres que tomaran los papeles.

–Si Leon nos descubre tu asumirás las consecuencias.

–Eso es, rebélate como siempre has querido Sherry.

Sherry lo abrazó en dirección a la salida.

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Un comienzo hacia sentimientos desconocidos. Es la vida del héroe. Porque esa felicidad puede volverse algo más. El amor también es una opción.

Ser los héroes de su propia historia es su decisión. Dejar de luchar nunca es una opción. Así que adelante. Algún día la lucha cobrará sentido.

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Just a Reject, intenté hacerlo tal y como pediste tus opciones individuales. No sé realmente si se acopló por que escribir romance explícito no es mi fuerte. Eso lo dejo a los profesionales XD por otro lado, me divertí bastante en la creación de esta historia que hasta siendo ganas de hacerle una secuela, pero les debo más historias y actualizaciones. Así que me concentraré en ellas. Lo prometo.

Ahora bien, ¿qué opinan de esta historia? Comentarios, críticas y/o amenazas de muerte serán bien recibidos.

Un saludo. Se me cuidan.

Fatty Rose Malfoy