Maldita vida que me había tocado, con todo mi enojo encerrado no pude contenerme más y golpeé el buró que está a un lado de la cama, aunque después me arrepentí al sentir dolor en mi pierna.

Me recosté boca arriba en la cama, cerré los ojos y en mi mente fueron apareciendo poco a poco las imágenes de lo ocurrido: Unas escaleras largas y oscuras, corríamos porque los mortifagos nos habían seguido, cada uno de nosotros se enfrentaba al menos a dos mortifagos, querían la profecía pero si eso era lo que Voldemort deseaba jamás se los entregaría; en ese momento no veía más allá de lo que pasaba a 3 metros de mí, no tenía conciencia más que de los dos encapuchados de negro que me atacaban en ese instante; y entonces giré y observé con la sangre agolpándose en mi cerebro al no querer comprender lo que había sucedido; Sirius peleaba con Bellatrix en una plataforma de piedra en la que en un extremo estaba una puerta parecida en dimensiones a la de la entrada de Hogwarts mas ésta estaba cubierta con una cortina blancuzca y amarillenta en algunas partes, Maldiciones y hechizos volaban entre ellos y uno de ellos golpeó a Sirius que estaba tan cerca de esta puerta que al caer la atravesó, su cuerpo tomó un aspecto parecido al de un fantasma y desapareció en menos de un segundo por esa puerta, olvidándome de los mortifagos corrí, sabía que aun podía traerlo de regreso, no era demasiado tarde, tenía que regresarlo, tenía que estar de vuelta, no sentía mis piernas pero no me preocupé mientras me llevarán a esa puerta, y estaba a punto de entrar cuando me sujetaron por el estomago y un grito ahogado salió de mi boca llamándolo.

-No Harry, se ha ido- habló serenamente afligido el profesor Lupin, quien era me tenía agarrado, traté de liberarme, eso no podía ser cierto, no podía haber sido así, era mentira él estaba bien, quería pensar que él estaba bien.

-Harry ¿Estás bien?- no me había dado cuenta que Hermione había entrado a mi cuarto en Grimmauld Place, yo acababa de llegar de un viaje con el Profesor Dumbledore en que habíamos ido en busca de un antiguo maestro, el Sr. Horace Slughorn- Es que escuchamos un golpe- su voz mostraba preocupación, y para no incrementar ese sentimiento traté de formar una sonrisa, pero por más que me esforzaba no podía sentirla de verdad; y luego entró Ron.

-Hola Harry, ¿Qué tal tus vacaciones?-

-Normales, ¿Qué tal las suyas?-

-Mamá no está tan enojada con Fred y George, de cierta manera los está apoyando, pero lo que si la trae loca es Fleur, se acaba de comprometer con Bill- esto último lo dijo ligeramente desilusionado, y entonces si pude sonreír pues recordé como en cuarto curso le había propuesto ser su pareja en el baile de Navidad, había sido un buen año hasta el final del Torneo de los Tres Magos, el cementerio, Cedric muerto y Voldemort restablecido completamente, si él no hubiera vuelto, quizás Sirius estaría aun aquí; Hermione y Ron notaron mi cambio, pues su nerviosismo e intercambio de miradas incrementó.

-Uhm, Harry tenemos que acomodar unas cosas abajo, nos vemos después-

Ese no había sido en absoluto uno de mis mejores años, Umbridge con sus castigos y reglas absurdas, Dumbledore ignorándome, Cho y sus cambios de humor repentinos, y finalmente: Sirius.

No valía la pena lamentarse por ello, me acerqué a una ventana del dormitorio, estaba lloviendo, aunque en Londres llovía casi todo el año.

Sabía que estábamos en una guerra, y que muchos de ambos lados caerían en el camino, incluso yo podía irme con ellos, sin embargo no pensaba hacerlo antes de terminar esto completamente una parte de mi quería que recibieran justica todas las muertes que ya había visto.

Sentí que la lluvia se llevaba lo malo de este, quizá era una señal de que ese sería un mejor año; no me quedaba otra que esperar, y tratar de ser continuar.