N/P (no, no es nota de quien plagio jajaja, es NOTA DE QUIEN PUBICA) No es mi traducción y mucho menos es mi historia. Yo solo me atrevo a publicarla toda vez que muchas nos quedamos con ganas de leerla. Disfrútenla hasta que la bloqueen.
N/T Super emocionada con presentarles mi primer proyecto, espero que les guste, muchísimas gracias a los que me apoyaron, especialmente a Romina Pascaretta que esta desde un principio y me ayudo a betear este capítulo y a Lena por autorizarme a traducir su historia.
N/A: *ADVERTENCIA*: Esta historia va a ser bastante oscura. Trata temas de violación, asesinato, tortura, lenguaje vulgar, y dos almas quebradas. No apto para los corazones débiles. Esta va a ser mi única advertencia.
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a JK Rowling, la trama le pertenece a Lena Phoria y la traducción a Sunset82.
Antes que comiences a leer, no dejes review porque eso puede ser motivo de acoso hacia tu persona, no es necesario que lo hagas, tu disfruta la lectura.
Y por último pero muy, muy importante siempre lee los review que dejaré puesto que ahí informaré cada cuanto la voy a dar de baja, por aquello del bloqueo y las denuncias, así mismo avisaré si alternare con otra cuenta, para que esta historia sigua aquí.
Y repito, no lo escribí yo ni lo traduje yo, porque parece que a muchas no les queda claro.
CRUEL AND BEAUTIFUL WORLD
CAPITULO1:CORRANPORSUSVIDAS
Hermione se cayó ante el impacto de la explosión del duelo entre Bellatrix y la Sra. Weasley. Se estaba poniendo intensamente fuerte y Molly rechazaba la asistencia de cualquiera que quería ayudar. Ella era la que quería terminar con esa mujer; si se pudiera llamar a un monstruo así.
— ¡Mamá! —Ginny gritó mientras saltaba después de su propia caída.
Hermione tomó un momento para que su cabeza deje de girar antes de ponerse de pie. Ella buscaba con la mirada a Ginny, justo la encontró cuando Bellatrix la mandó volando hacia atrás con un simple giro de su varita.
Molly estaba furiosa. Ella trató de contraatacar arrojándole con todo lo que tenía pero Bellatrix era demasiado fuerte. La bruja tiro otra Maldición Asesina y, ésta vez, golpeó directamente sobre el corazón de Molly.
El cuerpo de Molly quedo rígido, sus ojos sobresaliendo mientras tenía un momento de claridad antes de volcarse.
Aterrizo con un golpe, sus ojos todavía bien abiertos y sin vida, y apuntó directo a Ginny. Voldemort se volvió y miró, dejando escapar una risa estruendosa mientras volaba a Kingsley, McGonagall y Slughorn hacia atrás.
¡MAMÁ! ¡NO!
Ginny trató de correr hacia ella pero su hermano, Charlie, la agarró antes de que llegara y se la llevó pataleando Y gritando desde el Gran Comedor.
¡Hermione!
Hermione se dio vuelta para ver a Ron corriendo hacia ella.
¡Ron! ¡Tu… tu madre! Lo…Lo sien...
—Lo sé. Lo vi, —le dijo, interrumpiéndola mientras trataba de contener las lágrimas. — ¿Dónde está Harry?
—No…No lo sé. ¿Adónde esta está V Voldemort?
Ambos recorrieron el Gran Comedor, sus ojos no pararon hasta que encontraron a Voldemort y a Harry mirándose el uno a otro. Lentamente comenzaron a dar vueltas entre sí.
Hermione y Ron estaban a punto de correr hacia él cuando Harry en voz alta anunció. —No quiero que nadie más trate de ayudar —.Ellos se detuvieron. —Tiene que ser así. Tengo que ser yo.
Justo en ese momento, Yaxley logró con éxito sacarse de encima a George y a Lee Jordan. Lanzó a George al suelo y mandó a Lee volando hacia a atrás con una explosión tan fuerte que casi lo partió en dos. Hermione y Ron estaban tan cerca que la sangre los salpicó a ambos.
Cuando Arthur y Percy fueron a chequear a George. Thicknesse hizo un movimiento y escapo debajo de ellos. Él comenzó a luchar en contra de ellos mientras Yaxley volvió hacia George, Ron y Hermione
Se metieron a ayudar pero el Mortífago tenía una fuerza renovada al que no se lo podía igualar.
Alrededor de ellos, el Gran Comedor se había vuelto a convertir en un caos. Walden MacNair, que había estado fingiendo estar inconsciente, salto y comenzó a lanzar Maldiciones Asesinas a cualquiera que se cruzara en su camino
Las personas comenzaron a escapar mientras la batalla se tornaba mucho peor. A lo largo de todo esto, Hermione y Ron perdieron el rastro de Harry. La única manera de encontrarlo era siguiendo los ojos de todos que estaban todavía paralizados sobre la pared. Él y Voldemort todavía no habían atacado, un claro destello de pánico era visible en la expresión de Harry cuando se dio cuenta de que rápido estaban perdiendo el control.
Y luego ambas varitas se levantaron, apuntando una a la otra mientras Harry ponía toda su esperanza en un hechizo final.
¡Avada Kedavra!¡Expelliarmus!
Un ruido estruendoso resonó a través del Gran Comedor cuando los dos hechizos chocaron, creando una brillante ráfaga de llamas doradas. Cada mago continuó manteniendo sus brazos fuertes.
El Bien contra el Mal. El Amor contra El Odio.
No había dudas de quien debería haber ganado ese duelo. El mago con el corazón fuerte debería haber prevalecido. E que tenía todavía su alma intacta.
Pero no fue lo que sucedió ese día. El rayo de luz verde que disparó la varita de Voldemort luchó por el control con el hechizo de Harry por un momento antes de que lo envolviera completamente.
La varita de Espino que Harry estaba sosteniendo voló de sus manos. Fue expulsado hacia atrás, por su propio hechizo, desparramándose de una manera que bloqueo la maldición asesina de golpearlo, pero no lo protegió de la pared de piedra que estaba detrás de él. Harry se golpeó la cabeza y aterrizo en el suelo inconsciente.
¡Harry! —Hermione gritó mientras Ron la sujetaba.
Voldemort volvió por él de nuevo, pero varias brujas y magos se cruzaron en su camino, sacrificando sus propias vidas para darle tiempo a Hagrid de recoger a Harry en sus brazos y escapar con él por los pasillos. Ron sujetaba la mano de Hermione y rápidamente lo siguieron, pasando a Narcisa Malfoy, que levantaba la varita de Espino del suelo.
¡Hagrid, espera! —le gritaban mientras él corría, pero no los escucho.
¡AHH!
Hermione y Ron se paralizaron al oír el grito, reconociéndolo como el de Ginny. Miraron a lo largo de uno de los pasillos para ver a Fenrir Greyback de pie, persiguiéndola a ella, a Charlie, a Bill y a Fleur con un brillo hambriento en sus ojos.
Ron tragó saliva antes de girarse a la chica que sostenía su mano. —Hermione, yo...
—Lo sé —le dijo, poniendo su mano libre sobre la mejilla de él y mirándolo a los ojos profundamente. —Tienes que ir con tu familia. Yo seguiré a Hagrid y averiguare adonde está llevando a Harry. Espera en el bosque justo afuera de las puertas y voy a encontrar una manera de hablarte.
Ron asintió antes de inclinarse y besarla. —Te amo, Hermione.
Ella sonrió. —Yo también te amo.
—Mantente a salvo —le dijo antes de soltarla de la mano y corriendo hacia a su familia.
Hermione contuvo un sollozo mientras giraba y siguió la dirección en la que Hagrid se había ido. Apenas había doblado la esquina cuando choco directamente con alguien con tal fuerza, que ambos se cayeron de espaldas.
Cuando Hermione se sentó, vio que Draco hizo lo mismo. Él puso una mano en su cabeza adolorida antes de mirarla, sus ojos inmediatamente se agrandaron cuando vio algo detrás de ella.
Hermione se dio vuelta justo a tiempo para ver a Thicknesse disparar una Maldición Asesina hacia ellos. Ambos rodaron fuera de su camino. Cuando ella miró de nuevo, Draco se arrastraba sobre sus codos y rodillas hacia un cuerpo tendido en el suelo, buscando frenéticamente por lo que solo podía suponer era una varita
¡Traidor! —lo llamó Thicknesse antes de disparar otra Maldición Asesina a Draco. Draco levantó el cuerpo y lo usó como escudo.
Hermione se levantó de un salto y gritó — ¡Desmaius! —tirándolo a Thicknesse de espaldas.
¿Qué estás haciendo? —le dijo Draco, tirando el cuerpo. — ¡Esta es una maldita guerra, Granger! ¡APUNTA A MATAR!
¡No! —le gritó. —Él está bajo la Maldición Imperius. ¡No voy a matar un inocente!
—Como quieras, —le dijo Draco, levantándose. —Es tu maldito funeral.
Él la fulmino con la mirada antes de seguir buscando una varita entre los cuerpos tirados.
— ¿Cuántas veces tenemos que salvarte la vida antes de que finalmente digas gracias?
—Al menos una vez más, —le dijo, con una mirada rápida y un guiño.
Hermione rodó los ojos. Ella estaba a punto de correr atrás de Hagrid cuando se dio cuenta que no tenía ni idea adonde había ido. Y con esos pies gigantes, lo más probable era de que ya se había ido hace rato. Nunca lo podría alcanzar.
Mientras tenía la mirada perdida por donde Hagrid se había ido. Draco encontró una varita atrás de ella.
La puso a prueba pero era una elección horrible. Esa varita le seria de poca utilidad. Sin embargo, se aferró a ella, porque una mala varita era mejor que no tener nada.
Abandonando la búsqueda de Hagrid y Harry, Hermione se dio vuelta para correr hacia Ron cuando alguien entro al pasillo.
— ¡DRACO! —gritó Narcisa mientras corría hacia su hijo.
— ¡Mamá! —Gritó, levantándose y corriendo a su encuentro a mitad del camino.
Con ellos dos distraídos, Hermione trató de dirigirse al pasillo donde Ron había ido pero, antes de que pudiera ir más lejos. Lucius apareció y casi la volcó para alcanzar a su esposa e hijo abrazados. Ella se dio cuenta como Narcisa dejo caer la varita de Espino en la manos de Draco.
Hermione trató de correr de nuevo pero, esta vez, Bellatrix Lestrange dobló al pasillo donde estaban ellos.
¡Cissy! —La llamó, apuntando con la varita a su hermana, mientras se abalanzaba hacia adelante — ¡Has traicionado al Señor Tenebroso! ¡Nos has traicionado a todos!
— ¡No! —Narcisa empujo a Draco detrás de ella. —Bella, tienes que entender...
— ¡Entiendo que eres una traidora! ¡Una sucia, mentirosa, sin varita traidora!
Bellatrix sonrió antes de mover su varita en el aire, enviando un rayo de luz verde por el pasillo y directo al corazón de su hermana.
Hermione se estrelló contra la pared mientras el hechizo le paso por al lado.
— ¡MADRE! —gritó Draco con desesperación mientras Narcisa se derrumbó en sus brazos.
¡Cissy, no mí querida, mi querida! —gritó Lucius, cayendo en sus rodillas y sosteniendo el rostro sin vida de su esposa
— ¿Que has hecho? —Se dio vuelta y le gruñía mientras Bellatrix continuaba caminando hacia él.
—Lo que tenía que hacer, —le dijo, finalmente volviendo sus ojos hacia Hermione, que todavía estaba apoyada contra la pared. — ¿Qué tenemos aquí?
Hermione levanto su varita pero ya era demasiado tarde.
¡Expelliarmus!Ella y su varita salieron volando por el pasillo. Cuando miro adonde había caído, Lucius la estaba levantando del suelo
— ¡Rómpela, Lucius! ¡Rómpela y atrápala!
— ¿Por qué? —le dijo sin alterar la voz, sus ojos perdidos en algún lugar entre el dolor y la ira mientras miraba a la asesina de su esposa.
— ¡Porque Harry Potter ha escapado! Si quieres mantenerte a ti y a tu hijo con vida te sugiero que le des al Señor Oscuro algo que pueda atraerlo de nuevo
Hermione negó con la cabeza. Trato de mirar a Draco primero, así podía rogarle que la deje ir, pero los ojos de él todavía estaban en blanco y centrado en su madre. Luego miro a Lucius. Él la miro, destrozado por un momento ante de mirar a su varita.
Era claro lo que él quería hacer. Matar a su cuñada y vengar a su esposa. Pero eso era un riesgo y tenía un hijo al que tenía que resguardar.
Sin pensarlo. Lucius levanto la otra mano y partió la varita de Hermione en dos. Hermione se estremeció. —Esa era tuya, ¿lo sabías? —le dijo, girándose hacia Bellatrix.
—Sí, soy consciente. ¡Pero no tengo ningún interés en volver a poseer una varita que ha sido sostenida por una asquerosa Sangre Sucia! — escupió. — ¡Lucius, no te lo diré de nuevo! ¡Atrápala y llévasela al Señor Tenebroso!
Hermione entro en acción y Lucius hizo lo mismo. Ella fue atrapada entre él y Bellatrix sin varita y sin salida en el medio. Aun así, tenía que al menos tratar de escapar de esto.
Viendo a Lucius como una amenaza menor, Hermione trató de correr pasándolo pero él le disparo un hechizo, causando que volara y cayera, aterrizando justo al lado del cuerpo de Narcisa.
— ¡Ay! —gritó de dolor cuando cayó con fuerza sobre su muñeca.
Los ojos de Draco finalmente se enfocaron mientras giraba para mirarla. Ella lo miro desesperada, rogándole que hiciera algo, cualquier cosa más que estar sentado ahí. Pero Draco no hizo nada. Todo lo que hizo fue abrir la boca como si fuera a decir algo pero, antes de que pudiera, Lucius agarro a Hermione del pelo y la estaba levantando
—Draco, ve a casa —le dijo. —Lleva a tu madre contigo y permanece escondido hasta que yo vaya por ti. Quiero tener todo esto arreglado con el Señor Oscuro antes de que muestres tu cara de nuevo. ¿Entiendes?
Draco asintió lentamente, con la boca ligeramente abierta mientras miraba a su padre, y luego a Hermione.
— ¿Qué vas hacer con ella? —le preguntó.
—Eso lo decidirá el Señor Oscuro —dijo Bellatrix, usando su varita para atar las muñecas de Hermione.
— ¡No! —Hermione gritó mientras Lucius la arrastraba por los pasillos. — ¡Harry! ¡Ron! ¡Por favor! —Volvió a mirar a Draco con una última mirada suplicante mientras él seguía sentado en el suelo, sosteniendo a su madre muerta en sus brazos. — ¡NO!
Y luego se fueron, su última esperanza fuera de vista mientras Lucius y Bellatrix la forzaban, llevándosela a su Lord. Las ovaciones hacían eco en los pasillos mientras Voldemort y sus seguidores celebraban la victoria, sabiendo muy bien que no solo el mundo mágico, sino el mundo entero era de ellos.
Y Hermione Granger acababa de recibir un asiento en la primera fila al infierno que ellos iban a crear.
.
XXX
.
Hermione se levantó de repente cuando el carruaje se detuvo. Su corazón comenzó acelerarse cuando miró por la pequeña y barrada ventana para ver donde estaban. Ella conocía la casa pero no lo suficiente. Al Mortífago que residí allí le gustaban sus esclavas frescas, y ella había dejado de serlo hace mucho tiempo.
Una chica gimió en el asiento en frente de ella. Hermione le miró la piel sin marcas y suspiró. La chica era joven y hermosa. A él le encantaría. La puerta de atrás del carruaje se abrió.
—No hay muchas para elegir esta vez —oyó decir al conductor mientras su rostro aparecía en la luz brillante. — Últimamente El Señor Oscuro se está deshaciendo de ellas cada vez más seguido. Ha estado de un humor de demonios desde que perdieron el rastro de ese maldito Potter de nuevo.
El Mortífago, MacNair, asomó la cabeza y examinó a fondo las mercancías. Sus ojos se pausaron por un momento en Hermione. Ella le devolvió la mirada con ojos fríos y sin miedo, lo que hacía que muchos seguidores del Señor Oscuro no se detuvieran en mirarla, ya que se deleitaban con el miedo.
Como era de esperar, él rápidamente movió la mirada desde Hermione hacia la chica que gemía, sin tener en cuenta al hombre joven, a dos chicas golpeadas y lastimadas o la mujer de edad avanzada que estaba también en el carruaje.
— ¿Quién es esta? —pregunto, apuntándola a ella. — ¿Hija de Muggles?
—No. Sólo una simple Muggle. Encontraron a varios de ellos en el subterráneo. El Señor Oscuro había ejecutado a los otros en las calles, pero Nott pidió quedarse con ésta. Es su primera migración desde entonces.
—Sí, puedo notarlo. Ella está sin duda en mejores condiciones que el resto, —dijo MacNair, mirando ligeramente a Hermione. —Tráemela. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve a una joven tan bonita en mi hogar —.Se humedeció los labios.
La joven lucho y gritó mientras el conductor se metió en el carruaje y la arrastró hacia afuera con las muñecas atada Cerró la puerta con llave detrás de ella. Todos los prisioneros estaban sentados y escuchaban en silencio mientras ella continuaba gritando todo el camino hasta la casa.
Hermione miro por la pequeña ventana abarrotada y la vio hasta que se había ido. Había aprendido hace mucho tiempo que era una pérdida de energía luchar de esa manera. Las cadenas que usaban los matarían si ellos se alejaban más de un centenar de metros del carruaje. Ella lo había visto suceder muchas veces antes. Simplemente n había manera de escapar. Por supuesto, algunos podrían argumentar que la muerte era la mejor opción. Ella ciertamente lo pensó con demasiada frecuencia.
—Es una pena.
Hermione se dio vuelta y vio que la anciana sentada al lado de ella estaba mirando también por la ventana.
—Sólo en estos tiempos oscuros ser joven y hermosa pueden ser una maldición.
Hermione asintió pero no habló. Encontró que lo mejor era no llevar palabras amigables y nombres en estos paseos d carruaje, ya que había una posibilidad bastante decente de que nunca vería a ninguna de esas personas otra vez.
De hecho, a esta anciana la reconocía antes de varios paseos en el carruaje. Ella había sido una esclava desde el comienzo, al igual que Hermione.
De repente, las puertas se abrieron hacia atrás y el conductor empujo a una chica diferente adentro del carruaje. Estaba ensangrentada y golpeada, su ojo izquierdo estaba tan hinchado que apenas se le podía ver detrás de la gran marca purpura. Ella debió haber sido una Muggle porque MacNair siempre las trataba de la peor forma.
La joven se sentó y comenzó a sollozar en sus manos mientras el carruaje iba marcha atrás.
—Parece que nos dirigimos a la ciudad, —dijo la anciana, sin dejar de mirar por la ventana. —Eso significa que tienes al menos una hora para descansar —.Ella miró a Hermione y le sonrió. —Ven aquí, querida. Vamos y pon tu cabeza en mi regazo. De todos nuestros viajes juntas en esta cosa, nunca te había visto lucir tan cansada.
Hermione miro vacilante hacia abajo en el regazo de la mujer antes de mirar sus ojos azules, que todavía brillaban después de todo lo que había sufrido. Hermione trató de sonreírle pero se quedó corta. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que ella había tenido una sonrisa genuina? Y luego lo recordó. Fue la última vez que había visto a Ron. Cuando le dijo que la amaba.
—Gracias —le dijo débilmente antes de reposar su cuerpo con su cabeza descansando en el regazo de la mujer.
La anciana comenzó acariciarle el pelo, el toque suave calmo lo suficiente a Hermione para quedarse dormida en un sueño poco profundo. Ella ya no sabía cómo dormir profundamente, ya que era casi imposible cuando tienes que tener un ojo abierto.
Hermione no tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde la Guerra. Definitivamente pasaron varios años, pero ella había perdido la cuenta después del primer año. Una cosa tan mundana como el tiempo sólo hacía de su vida como esclava aún más miserable.
Ellos tenían estos intercambios de esclavos más o menos cada dos meses, para mantener lejos a aquellos que todavía estaban luchando en la resistencia de encontrar a sus seres queridos. Fue la idea de Bellatrix. Hermione había estado ahí cuando a ella se le ocurrió. De hecho, ella había sido la inspiración. A algunos Mortífagos se les dio la opción de mantener a sus esclavos hasta el próximo intercambio, pero no con respecto a ella. Ella estaba obligada a ser intercambiada en cada trueque.
A veces Hermione escuchaba historias acerca de los seguidores de Harry Potter bombardeando lugares en donde ella había estado, supuestamente buscándola, pero siempre llegaban tarde. No había escuchado de esas misiones de rescate hace mucho tiempo.
El rumor era que Harry Potter se había olvidado de ella. Su último dueño le dijo que el Señor Tenebroso había considerado deshacerse de ella, preferiblemente por medio de una ejecución pública. Habían querido asustarla, pero Hermione sólo había encontrado alivio ante estas palabras. Si, había días cuando ella todavía quería escapar de allí y luchar, pero otros días; la mayoría de ellos; pensaba en que fácil serían las cosas si solamente diera fin a su existencia.
—Estamos cerca, —le susurro la anciana después de lo que pareció un descanso demasiado corto.
Hermione se sentó y miro afuera de la ventana, la mirada fija en las brillantes luces de Londres. Después de la derrota de Voldemort sobre el mundo mágico, este había ido por el mundo Muggle. Esta ciudad era la primera que él había tomado. Su orgullo y alegría. Se establecía allí cuando no estaba tomando posesión de otras partes del mundo, en el viejo Ministerio de Magia. Ella no tenía idea donde residía Pius Thicknesse, siendo que él era todavía Ministro y estaba bajo la Maldición Imperio después de todos estos años.
La mayoría de los Muggles habían huido cuando Voldemort asumió el poder, pero algunos todavía estaban atrapados aquí, refugiándose en las alcantarillas o el subterráneo. Muchos fueron encerrados en sus hogares, dándole lo mínimo para sobrevivir, mientras otros se hicieron esclavos. No esclavo en el mismo sentido que Hermione o las otras personas en este carruaje lo eran, pero algo como los elfos domésticos, solo vistos con más desprecio por los magos las brujas que los adueñaban.
Hermione solo podía imaginar el miedo que estas personas sentían, descubriendo que la magia existía, tener todo su mundo destrozado y arrancados de ellos de un solo golpe. Era tan horrible pensar en eso. Incluso si un día Voldemort fuera derrotado, el mundo no volvería a ser el mismo. Se había hecho demasiado daño. Era lo mismo con ella. No importaba lo que le pasara luego, Hermione sabía que ella nunca podría ser la misma.
De repente había algo que le hacía cosquilla en su oído. Automáticamente se dobló de dolor antes de empujar lo que sea que fuera lejos. Al final resulto ser, que sólo eran algunos cabellos sueltos que la anciana movía de su rostro.
—No te ves bien —le dijo la mujer con el ceño fruncido.
Hermione miro abajo, a sus brazos moreteados que estaban colgando fuera de su capa destrozada y suspiró. A través de los años, siempre había sido torturada; eso era un hecho; pero este último lugar realmente había hecho mella en ella. Al parecer, la única razón que el Mortífago había elegido a Hermione de todos los esclavos era porque su hermano había sido recientemente asesinado cuando los seguidores de Harry habían atacado su casa. Ya que no pudieron tomar venganza de quienes ellos querían, se la tomaron con Hermione en su lugar.
—Nada que no pueda manejar, —dijo Hermione, aunque sabía que necesitaba tratamiento médico. Seguro que habrá un sangrado interno. Las costillas eran lo que más le dolía. A veces el dolor era tan grande que apenas podía respirar
De repente, algo había sido empujado en las manos de Hermione. Estaba cubierto de un pañuelo verde y grueso pero ni siquiera lo tuvo que abrir para saber lo que era. Se volvió a la anciana con sus ojos bien abiertos.
—Qu que...
—Tú lo necesitas más que yo. Vete de aquí. Busca a Harry Potter y ayúdalo a liberarnos a todos.
—Yo…Yo no puedo quedarme con esto, —le dijo Hermione, tratando de regresarle el regalo.
—Pero tienes que hacerlo, —le dijo la mujer. —Muchos de nosotros creemos que Harry Potter no ha intentado de luchar contra el Señor Oscuro otra vez porque teme por tu vida.
Hermione se encogió. Ella odiaba escuchar a los esclavos llamar a Voldemort así, pero comenzaba a salir natural después de estar cerca de los Mortífagos por tanto tiempo. Incluso a ella se le escapaba de vez en cuando.
—Si escapas él no tendrá motivos para no pelear.
—Eso es más fácil decirlo que hacerlo, —dijo Hermione, todavía mirando el pañuelo.
—Y tengo fe absoluta de que vas a triunfar.
La esquina izquierda de la boca de Hermione se elevó. — ¿De dónde sacaste esto?
La mujer sonrió. —Las esclavas como yo no son vigiladas lo suficientemente cerca como ustedes. Yo simplemente lo tome de la cocina. A veces, los Mortífagos se olvidan de que hay otras maneras de lastimar a la gente además de la magia.
Justo en ese momento, el carruaje se detuvo. Hermione deslizo rápidamente el objeto en el bolsillo de su capa antes de levantar la vista. Todos en el carruaje la estaban mirando. Con suerte, ninguno de ellos chismorreaba. Eso sería seguramente su final.
Como siempre, Hermione miro por la ventana para ver donde estaban. Era una casa grande en una de las calles mágicas más antiguas en Londres. Había estado allí muchas veces antes y supo de inmediato que esa era su última parada esa noche. Era, después de todo, su favorita.
—Tengo un regalo extra para usted, señor, —dijo el conductor, abriendo la puerta del carruaje y dejando que el Mortífago observara adentro.
Rodolphus Lestrange asomó la cabeza en el carruaje y no miro por mucho tiempo antes de que sus ojos se posaran e Hermione. Se iluminaron mientras sonreía. —Bueno, si no es otra que mi preciosa Sangre sucia. Has regresado a mí finalmente. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Yo diría que al menos un año.
Hermione no tenía idea de cuánto tiempo había pasado. No parecía que un año entero había pasado desde la última vez que lo vio, pero ella confiaba más en el concepto de tiempo de él que en el de ella misma.
Sin esperar a que dijera algo más, se puso de pie y camino afuera del carruaje, sin molestarse a esperar a que el conductor la viniera a buscar.
—He aquí a una ansiosa —dijo el conductor con un guiño.
—Sí, siempre lo es —dijo Rodolphus con orgullo.
Hermione trató de bajar, pero Rodolphus la tomo por la cintura y lo hizo por ella. Su cuerpo se estremeció ante el contacto. Él frunció el ceño y le acaricio un moretón en la mejilla. —Alguien no te ha cuidado bien.
Hermione se alejó. Miro de nuevo a la anciana en el carruaje una última vez antes de que la puerta se cerrara. Siguiendo a Rodolphus, con el conductor detrás de ella. Hermione utilizó sus manos atadas para acariciar los Thestral que tiraba del carruaje mientras le pasaba por al lado. Cuanto añoraba los días cuando ellos habían sido invisibles para ella. Pero el tiempo de su inocencia se había ido hace rato.
— ¡Fanin! —Rodolphus lo llamó tan pronto cuando cerró la puerta del frente. Un elfo domestico apareció al instante delante de ellos. — ¿Si, Amo?
—Ve a buscar a la otra esclava inmediatamente. Quiero terminar rápido con este intercambio así la noche puede continuar.
El elfo domestico asintió y despareció.
Rodolphus miró a Hermione y la recorrió de pies a cabeza. —Remueve las sogas. Quiero que le quites la capa así puedo ver el daño que le han hecho.
El conductor hizo lo que le dijeron, incluso le saco la capa a Hermione y la colgó en el armario. Ella se quedó mirándola con nostalgia, deseando haberse quedado con el objeto en vez de dejarlo en el bolsillo.
Rodolphus caminó hacia ella y le acariciaba los brazos con sus manos, haciéndola estremecerse. Él llego a sus cadera y le levanto un poco la camisa, echándole un vistazo a los moretones que había debajo —Es claro que tu ultimo dueño no sabía lo que tenía. Esto no puede ser arreglado durante la noche.
Sonaron pasos en los pasillos y ellos miraron a Fanin de regreso en la habitación con una chica mirando altiva detrás de él.
—Creí que usted dijo que podía quedarme —dijo ella, cruzando los brazos y dedicándole una mirada particularmente cruel a Hermione.
—Eso fue antes de saber que era lo que me estaba esperando en el carruaje.
— ¿Ella? —Dijo la chica con desdén. — ¿Esta puta golpeada? Los ojos de Rodolphus se agrandaron.
—Maestro, por favor, soy la mejor opción. Nadie le puede hacer sentir como yo lo...
— ¡Crucio!
La chica se cayó, gritando mientras la maldición se apoderaba de ella. Todo lo que Hermione podía hacer era mirar a la extraña convulsionar en el suelo, tratando con dificultad de agarrar los pies de Rodolphus.
—Amo, ¿por qué? —le grito una vez pasada la maldición.
—No le hablaras otra vez a ella de ese modo, —le dijo con los dientes apretados. — ¿Me escuchaste?
—Si —le respondió, llorando un poco más. —Lo siento, amo. ¡Por favor! ¡Lo amo! ¡Dejé que me quede con usted!
—No. Nunca te quedaras en esta casa otra vez.
— ¡NO! ¡Amo!
Lo tomo por los pies pero Rodolphus retrocedió un paso y sostuvo su varita, listo para maldecirla una vez más. La chica cerró los ojos y espero el impacto pero, antes de que pudiera lanzarlo, Hermione extendió la mano y la puso sobre la de él.
—Eso es suficiente, —le dijo, bajando su mano con cuidado. —No me ofende. ¿No puedes ver que ella solo está dolida?
A pesar de que Hermione no quería ver que atacaran a esta chica de nuevo, sintió lástima por las esclavas que se enamoraban de sus dueños. Por supuesto, ella dudaba que fuera realmente por eso. De todos los Mortífagos que participaban en la trata de esclavos, Rodolphus era, si no otra cosa, una apuesta segura. Él no torturaba a los que tomaba aunque les hacía mucha otras cosas. Cosas que algunos podrían considerar igual de malo, si no peor. Pero, mientras su esposa no estuviera allí; y rara vez ella estaba; su casa era una de las mejores para quedarse.
—Está bien, —dijo Rodolphus guardando su varita pero aun tomando un momento para patearla fuera de él.
—Llévatela. No quiero volver a ver su cara otra vez.
La chica seguía llorando mientras el conductor le puso las viejas ataduras de Hermione en las muñecas. Rodolphus tomo a Hermione de la mano y la llevo al salón de dibujo mientras los otros dos salían.
—Fanin, por favor ve a la cocina y alcánzale a nuestra invitada aquí una de nuestras pociones curativas más fuertes. Debemos cuidarla hasta que se recupere de inmediato.
—Sí, Amo —dijo el elfo domestico antes de dirigirse hacia la cocina.
—Ahora, déjame mirarte bien —dijo Rodolphus, acomodando a Hermione delante de él y tratando de sacarle su camisa.
Ella rápidamente agarro los extremos de la camisa y la tiró hacia abajo. —No.
—Pero necesito ver la extensión del daño, mi preciosa Sangre sucia.
Hermione se encogía mientras él decía el nombre que siempre usaba para llamarla. Lo odiaba. —No. No quiero que veas.
Rodolphus frunció el ceño. —Tan difícil como siempre —.Le agarró el brazo con fuerza, haciéndola doblarse de dolor. Su ceño se profundizo. —Espera aquí —le dijo antes de que saliera de la sala.
En el momento que él se fue, Hermione corrió hacia el armario con una leve cojera y encontró su capa. Busco en los bolsillos y sacó el objeto que la anciana le había dado. Después de sacarlo del pañuelo, se lo metió en la parte delantera de sus pantalones y se bajó la camisa para cubrirlo. Luego cerró el armario y volvió a la sala de dibujo.
Rodolphus regresó un minuto después con una pequeña botella llena de un líquido azul en sus manos. Hermione le di la espalda. Escuchó como abría la botella y se puso el contenido en las manos. Él se puso detrás de ella y comenzó a acariciar sus brazos.
— ¿Qué estás haciendo? —le pregunto, poniéndosele la piel de gallina en cada espacio que el tocaba con el líquido frío
—Adormeciéndote —le contestó. —No hay manera de que estés completamente curada para esta noche, y todavía planeo reunirnos correctamente —.Movió su pelo hacia un lado y empezó a pasarle la lengua por el cuello.
—Basta, Lestrange.
—Oh, mi preciosa Sangre sucia. ¿No me llamarías, sólo por esta vez, Amo?
—Nunca.
Rodolphus se rió ligeramente. —Todos estos años y todavía eres tan imposible de romper. Podría admirarte si no fueras tan sucia y patética —. Movió las manos adentro de su camisa y comenzó a pasársela a lo largo de su vientre desnudo, sin darse cuenta de la punta del objeto sobresaliendo de sus pantalones.
Hermione le agarro las muñecas y las aparto bruscamente. —Quita tus manos de encima.
— ¿Y si no lo hago? —preguntó, agarrando su otro brazo y girándola así estaba frente a él. —Te olvidas que por los próximos dos meses me perteneces —.Levantó su mano y utilizó un solo dedo para acariciar su mejilla. —También he hablado con el Señor Tenebroso sobre la posibilidad de mantenerte aquí permanentemente. Si decide no ejecutarte entonces lo considerará.
Hermione retrocedió y movió su cara lejos de él. Él solo sonrió y le paso los dedos por el pelo. Como lo despreciaba.
Quizás la única cosa más patética que una hija de Muggles se enamorara de su Mortífago, era que un Mortífago se enamorara de su esclava Sangre sucia. Rodolphus nunca lo admitiría, pero él estaba enamorado de ella. Lo había estado desde hace mucho tiempo. Y nada le repugnaba más que tener que ver esa mirada de anhelo en sus ojos cada vez que ella estaba cerca de él.
—Dije que quitaras tus manos de encima —le repitió lentamente y con dureza. —Ésta es tu última advertencia.
Él sonrió. —Oblígame —antes de tirar su cabeza hacia adelante y uniendo sus labios con los de él.
En el mismo movimiento rápido, Hermione mordió con fuerza el labio mientras sacaba el objeto de sus pantalones.
— ¡Aaah!
Rodolphus retrocedió y preparo su mano para abofetearla cuando sintió que algo se le clavaba en su estómago. Él jadeo antes de mirar lentamente hacia abajo, finalmente sacando la mano del brazo de ella para ponerlo en el hueco que sangraba en su centro. Sus ojos se movieron a la mano de Hermione, viendo como la sangre, su sangre, se escurría del pequeño cuchillo que ella sostenía. Luego se trasladaron al rostro de ella. Sus ojos estaban brillando mientras lo miraba con el ceño más feroz. Él nunca había visto antes semejante ira, o había optado por no verla. De cualquier manera, hasta ese momento, parte de él realmente creía que a ella se preocupaba por él tanto como él se preocupaba por ella. Estaba tan equivocado.
— ¿Por…Por qué? —le preguntó en una voz ahogada mientras la sangre continuaba saliendo de su herida.
—Te dije que quitaras tus manos de encima y no me escuchaste. No quiero que me toques. Nunca he querido que me toques. Y, ahora, nuncamás me tocaras de nuevo.
Con esas palabras finales, Hermione levantó el filo y lo utilizo para cortar la garganta de Rodolphus. Él agarro la herid antes de caerse al suelo, luchando por permanecer consciente mientras se desangraba.
Hermione lo miró hasta que dejó de moverse, sólo entonces miro al cuchillo ensangrentado que sostenía. No pensaba que podía hacerlo, tomar la vida de alguien de una manera tan brutal y cruel, pero tenía que hacerlo y difícilmente sintió pena al respecto. Él era un Mortífago. Un asesino. Probablemente había salvado docenas de vidas deshaciéndose de él, incluso la suya.
— ¡AHH!
Hermione se dio vuelta para ver a Fanin parado en la entrada de la sala. El elfo domestico se escapó rápidamente, tirando la poción que sostenía.
— ¡No! —gritó Hermione, lanzándose para atraparlo, pero era demasiado tarde. La botella se hizo añicos. — ¡Maldición!
No había tiempo. Corrió rápidamente al cuerpo de Rodolphus y buscó hasta que encontró su varita. No sería de mucha utilidad ya que cuando supieran lo que hizo, le pondrían un rastro a su uso, pero al menos la podría ayudar a llevarla algún lado.
Con la varita en la mano, Hermione corrió hacia el armario y lo abrió. Primero, iba a agarrar su propia capa pero luego se dio cuenta de lo arruinada que estaba. Sin dudas, se destacaría entre la multitud mientras la usara. Así, que en vez de eso, agarro una capa negra sencilla y se la puso. Reaccionó un poco cuando se dio cuenta de que olía como a ella. La esposa de Rodolphus y la persona que más odiaba en el mundo. Bellatrix. Era por culpa de ella que Hermione se convirtió en esclava en primer lugar. Ella y los Malfoy. Como los despreciaba. A todos ellos.
Una vez que tenía puesta la capa, Hermione puso el cuchillo y la varita confiscada en su bolsillo. Abrió la puerta y corrió afuera, sin parar hasta que estuvo fuera de la propiedad.
Poniéndose la capucha de la capa sobre su cabeza, Hermione miro en todas las direcciones antes de salir caminando en la noche, en busca de una multitud en la que se pudiera mezclar.
Las farolas y sus llamas encantadas iluminaron el camino como si fuera un camino dorado, dándole esperanzas por primera vez en quien sabe tantos años. Era como que la conducían, guiándola hacia lo que ella más deseaba. Reunirse con sus amigos. Con Harry, el niño que aún vivía. Y Ron. Su dulce, dulce Ron, quien probablemente se culpaba por su desaparición. Con suerte, se habían encontrado y todavía estarían luchando. Por ella. Por su futuro. Y por su libertad.
