Hola a todos!
Este es un nuevo fic, en un universo alterno, donde Kenshin es un experto en historia, en ciertos periodos, y de igual manera en clases de la maestria del arte de la espada. Cabe decir que no le pagan como deberían.
Kaoru trabaja en una editorial, estudio Literatura, pero su carrera profesional esta estancada, al igual que su matrimonio con Kenshin.
La verdad es que no pensé escribir un nuevo fic, siendo que tengo otro activo, pero, esta idea me dio vueltas la cabeza y sabía que tenía que escribirla.
De cualquier manera, espero lo disfruten!
La luz del sol se filtraba por el gran ventanal que daba hacía la calle. El ruido de la calle, amortiguado por las gruesas paredes se escuchaba al fondo, como un murmullo lejano que le indicaba que el día ya había iniciado y ella estaba retrasada. En realidad no quería levantarse, encontraba deprimente el hecho de tener que levantarse cuando tenía que enfrentarse al estúpido de su jefe, no sabía nada de literatura, encontraba entretenido las tiras cómicas de los periódicos, y los textos demasiado "profundos" le aburrían. No entendía como había heredado el negocio, y le fastidiaba tener que trabajar para una persona de esa calaña.
Aún así, tenía que levantarse. Kenshin estaba de viaje, como siempre, y las cuentas no se pagaban solas, claro que podría llamarle y pedirle que le mandara dinero, pero ese no era el caso, no cuando ella podía trabajar y pagar las cuentas que faltaban con su salario.
Finalmente se levantó de la cama y se dirigió al baño, una buena ducha podría quitar la mayor parte de la flojera y ponerla lista para el trabajo.
El agua fría le ayudó a despejarse, solía bañarse con agua fría cuando necesitaba despejarse, y comenzar el día. La sensación de estar limpia y fresca le ayudó a estar de mejor humor, se vistió con unos jeans, una camiseta y un saco, afortunadamente no eran demasiado estrictos en la vestimenta y podía estar cómoda en el día, el vestir formal y usar vestidos no era lo suyo.
Se sirvió una taza de café y se sentó en la pequeña mesa circular de la sala estancia, mientras veía las noticias.
Todas eran malas noticias, guerras, atentados terroristas, gobiernos corruptos, no, tomó el control y le cambió a un programa de variedades.
Al parecer estaban en una mesa de debate, el tema era "Debo perdonar a mi esposo después de su infidelidad?" , algo en su interior le desagradó la temática, las mujeres presenten exponían que algunos de los esposos estaban realmente arrepentidos, que los amaban y que querían permanecer con ellos, el problema era la confianza.
Una vez perdida la confianza se perdía todo.
Apagó la televisión cuando se terminó su taza de café. Se colgó su bolsa en los hombros y salió del departamento, con la llave del candado de la cadena de la bicicleta en la mano.
El trayecto hacía el trabajo fue rápido y sin problemas, el tráfico no le afectaba demasiado, y afortunadamente su trabajo le quedaba cerca.
Entró en el estacionamiento y le puso la cadena a su bicicleta.
Subió el elevador, consciente que su jefe le reprendería por llegar tarde, 10 minutos tarde para ser exactos.
Entró en su piso y vio a la secretaria de su jefe, Hitomi , tan amargada como siempre, viéndola de abajo hacia arriba con notable desprecio.
Se siguió de largo y se sentó en su lugar, donde ya tenía al menos una torre de papeles esperando por su revisión ortográfica.
En días como este, se arrepentía de haber estudiado Literatura, de haber sabido que terminaría revisando ortografía a artículos y pequeños textos, hubiera elegido otra carrera, quizás abogacía, o medicina.
-Kaoru – le dijo su jefe desde la puerta de su oficina – No puedes llegar tarde, con este ya son tres días los que…
-Lo siento – dijo Kaoru sonrojándose. No tenía idea que ya llevara tres días llegando tarde.
-Que no vuelva a ocurrir, tenemos demasiados pendientes como para holgazanear – dijo su jefe.
-Si Yamada-san – contestó Kaoru mordiéndose el labio para no decirle lo que en verdad pensaba.
Su jefe cerró la puerta y Kaoru volvió a su escritorio mas relajada.
-Hey Kao-chan – le dijo su amiga de a lado - ¿De mal humor? , ¿Todavía no regresa ese Bombón que tienes por marido?
-¿Cómo lo sabes? – preguntó Kaoru sonrojada y un poco molesta por la forma de describir a su marido.
-Cuando pasa mucho tiempo fuera te pones de malas después de unos días – explicó Haruhi sonriendo – Por eso pienso que deberías de conseguirte un amante.
-¿Otra vez con eso? – preguntó Kaoru cansada – Ya te dije que no necesito un amante, estoy bien con Kenshin, muchas gracias.
-Si tu lo dices – dijo su amiga levantando los hombros.
Kaoru agradecía la preocupación de Haruhi, era un año menor que ella, y aún no estaba casada, bueno, no que ella supiera, salía todos los fines de semana, conocía a hombres, pero nunca se comprometía con ellos, no de verdad. Aunque lo entendía de cierta manera, Haruhi era una chica muy guapa, con su cabello castaño corto, a la moda, con reflejos rojizos, tenues, discretos, pero lo suficiente para llamar la atención, su figura era de envidia, y se vestía bien. Comprendía que le gustara la atención.
Una vez que Kaoru se sumergió en el trabajo, el tiempo paso volando. Se dio cuenta que era hora de comer cuando su teléfono comenzó a sonar en su bolsa.
Lo sacó y vio un texto de Kenshin, lo ignoró para poder contestar la llamada.
-¡Dime que estas libre! – dijo una voz chillona y emocionada del otro lado – Hay una cafetería que quiero probar.
-Te veo abajo en 5 minutos – dijo Kaoru sonriendo.
-¡Hecho!
Kaoru colgó la llamada, tomó su bolsa y volteo a ver Haruhi.
-Voy a salir a comer ¿Vienes? – preguntó cortés. Haruhi que estaba inmersa en una conversación vía texto.
-No, gracias Kao-chan, tengo cita – dijo sonriendo. Kaoru le sonrió de vuelta.
-Suerte.
Misao la estaba esperando abajo. Venía en su usual uniforme de mensajera, con su casco para la motoneta, y una mochila en la espalda. Al verla sonrío alegre.
-¡Kaoru! – le gritó sonriendo.
-Misao – dijo Kaoru sonriendo - ¿Vienes de entregas?
-Tenía un par aquí cerca, y quería comer contigo, esa cafetería esta de muerte, o eso creo – dijo su amiga emocionada – Vamos.
La cafetería resultó una más del montón, la comida no era mala, pero tampoco tenía nada novedoso, era la novedad lo que tenía llena la cafetería. Misao y ella lograron obtener una mesa cerca de la ventana y se sentaron a comer su emparedado con una malteada.
-¿Y que dice Kenshin?, ¿Ya regresó? – preguntó Misao mientras preparaba sus papas a la francesa.
-No, por cierto – dijo Kaoru mientras sacaba su celular. Otros dos mensajes de Kenshin.
"¿Estas libre hoy?, llegó en la noche"
"Pase por Sano, ya estoy en el aeropuerto"
"¿Estas ahí?"
Kaoru suspiró, Kenshin tendía un poco a alarmarse cuando ella no contestaba de inmediato, tecleo de prisa una respuesta a los mensajes, si, si estaba libre, y que se verían en el departamento.
-¿Era él? – preguntó Misao dándole una mordida a su hamburguesa – Debería de trabajar menos, siempre esta de viaje.
-Lo sé , llega en la tarde – dijo Kaoru mordiendo su emparedado – Me preguntó si estoy libre.
Misao suspiró, esos intentos de Himura por compensar a su esposa por sus ausencias no eran suficientes, podía ver a su amiga luchando por mantener la chispa en el matrimonio, o la veía desde hace unos meses, el problema es que cada vez eran más los días en los que la apatía se hacía presente, y no consideraba justo para Kaoru, que era una persona tan vivaz y activa el caer en la depresión o la monotonía de la vida solo por que su marido estaba de tour todo el tiempo.
-Deberías dejarlo plantado – dijo Misao de repente – Siempre regresa y tienes que acomodar tu agenda para salir con él.
-Es mi marido Misao – dijo Kaoru – No puedo simplemente decirle que tengo cosas que hacer.
-¡Por supuesto que puedes! – dijo Misao indignada – Tiene que ver que haces tu vida con o sin el, el problema es que estas demasiado disponible cuando el regresa.
-Por que se va por semanas, y no lo veo – dijo Kaoru exasperada.
-¿Y así cuando van a tener pequeños pelirrojos corriendo por la casa? – preguntó Misao, tocando uno de los temas sensibles – En serio Kaoru, me preocupas.
-No pasa nada Misao, todos los matrimonios pasan por malas rachas – dijo Kaoru sonriendo débilmente – Kenshin y yo estaremos bien.
-De cualquier forma – dijo Misao – Un buen revés no le haría mal a Kenshin.
Si, Kaoru lo sabía, solo que cuando Kenshin regresaba ansiaba tanto estar con él que no perdía oportunidad para verle o para salir cuando tenían oportunidad. Adoraba cuando regresaba a casa e inmediatamente el departamento era llenado con su presencia.
Odiaba ser tan dependiente de alguien. Antes de conocerle, era una chica totalmente independiente, podía defenderse sola, sabía Kendo, salía a todas partes y en general era feliz, estando por si sola.
Kenshin llegó a mover su mundo de una manera irremplazable. Se enamoró tan perdidamente de él que no hubo marcha atrás. Se casaron a los seis meses de conocerse, en contra de cualquier comentario negativo y de recomendaciones de amigos y familiares. Solo quería estar con él, nada más.
Y al principio fue todo una aventura, pasaron dos años, tres incluso en los que la pasión de el uno por el otro era intensa, en la que el hacía todo por regresar a tiempo, por no viajar, en la que ella era feliz, sin importar que el estuviera de viaje.
Ahora si tenían relaciones una vez al mes era mucho, el viajaba y sus viajes se extendían cada vez más, cayeron en una rutina la cual era difícil romper, sobre todo por que la apatía era una sensación que cada vez crecía más en ella. Solo era feliz cuando le veía y entonces la apatía, el mal humor y la soledad desaparecían.
-¿Y cómo está Aoshi? – preguntó Kaoru para distraerse. Misao sonrió entusiasmada.
-¡Esta planeando algo! – dijo Misao – La otra vez lo vi metido en una página de joyería, si sabes a lo que me refiero, seguramente esta viendo anillos…
Kaoru no quería ser amargada, de verdad que no, si su amiga se comprometía con Aoshi sería muy feliz por ella, pero Misao tendía a emocionarse y sacar conclusiones antes de tiempo.
-Quizás deberías esperar antes de comenzar hacer planes de boda – dijo Kaoru con precaución.
-No, esta vez estoy segura, Mi Aoshi esta planeando pedirme matrimonio – dijo Misao emocionada – Ya te contaré cuando pase, serás la primera.
Después de eso Kaoru no pudo detener la avalancha de ideas para una boda de ensueño de su amiga, y no pudo evitar sentirse emocionada por una posible boda.
Regresó al trabajo y su turno terminó de prisa. Dudó en llevarse trabajo a casa, pero Kenshin le había dicho que saldrían, así que desecho la idea.
Durante el camino su corazón parecía percibir que le vería pronto, de hecho su pulso se acelero cuando dejo la bici en el estacionamiento de su departamento. Subió las escaleras tratando de no correr para verle.
Entró en el departamento y vio las luces apagadas.
Por un instante se desilusiono al pensar que Kenshin no había llegado, pero después vio su cabello pelirrojo esparcido en el sofá.
Se había quedado dormido.
Debía estar cansado, impartir clases del uso de la espada y convenciones acerca de la historia del periodo Tokugawa y la era Meiji era agotador. Sobre todo si después de una convención seguía una clase muestra como usualmente era. Kenshin se esforzaba por hacer su trabajo mejor que nadie, la técnica de la espada que manejaba no era usual, sus conocimientos de las eras eran detallados y específicos, y si combinaba todo con los trabajos ocasionales en exposiciones, o en programas de seguridad…
Tendría que hablar con él para que dejara de cansarse a este ritmo.
Dudó, ¿debería levantarlo y seguir con los planes o dejarle dormir?
No, lo dejaría dormir, ya saldrían después.
Dejó sus cosas en la mesa y entró a la cocina. Ya prepararía algo de cenar y comerían viendo una serie.
Cuarenta minutos después sintió los brazos de Kenshin rodear su cintura, y un beso en la mejilla.
-Te extrañe – le dijo el al oído.
Kaoru sonrió, se volteo y le dio un beso en los labios. Rodeo su cuello con sus brazos.
-Lamento haberme quedado dormido, podemos salir y…
-No, estas cansado, puedo ver las ojeras Kenshin – dijo Kaoru regañándole – Ya saldremos después.
-Eres demasiado buena para mi, ¿lo sabías? – preguntó Kenshin y Kaoru se sonrojo.
-Ve a ponerte cómodo, estoy terminando la cena – dijo Kaoru sonriendo feliz.
Finalmente la casa se sentía cálida, como un hogar. La sola presencia de Kenshin lograba ese efecto en el departamento, siempre que venía, que llegaba a casa, su departamento se convertía en el hogar que había sido en un principio, suspiró al verle pasear con su pijama.
Su matrimonio no era perfecto, pero aún era feliz, podía sentir las mariposas en el estómago, aún veía a su esposo y pensaba que era el más guapo, podía sentir el amor por él, aún después de todo.
Se sentó a un lado de Kenshin mientras la cena se calentaba.
Kenshin paso un brazo por los hombros de Kaoru, atrayéndola hacía si mismo.
-¿Sabes que te amo verdad? – preguntó él sonriendo.
-Si, lo sé – dijo Kaoru contenta.
Todo saldría bien, estaban pasando por una mala racha, pero lo resolverían, estaba segura.
