¡Hola y Bienvenidos sean todos!
Espero hayan tenido felices fiestas! He aquí un pequeño regalo el cual pensaba subir el 25 de Diciembre pero me emborraché hasta la médula y me la pasé durmiendo todo el puto día…
Igualmente, por el contenido del Fanfic, me pareció poco apropiado subirlo en el cumpleaños de Jesús… así que considérenlo más un "regalo para despedir el año" Jejeje
Bien, unas pequeñas aclaraciones antes de que comiencen a leer:
*Éste fanfic es la 3era parte de una serie; así que, siendo una secuela, te recomiendo que leas primero los otros dos: "¿Vienen a nuestra fiesta del té?" y "Dulce o truco" si es que no los has leído todavía.
*Si ya venías leyendo los otros dos, sabrás que la historia contiene: SHOTA, YAOI, y ESCENAS GRÁFICAS DE SEXO.
A todo eso ahora tienen que añadirle:
MPREG, SITUACIONES BIZARRAS y ESCENAS GRÁFICAS QUE INCLUYEN SANGRE.
¿Siguen ahí…? ¡Entonces adelante! Que lo disfruten! :D
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Una sonrisa.
Eso fue lo último que vio ese muchacho antes de pasar a mejor vida.
Donatello no le dio tiempo a lamentarse por haber ido solo a ése rincón tenebroso del bosque, a ésas horas de la noche, en donde tenía pensado hacer "negocios" con el vendedor de drogas de turno…
Y pensar que ni siquiera era un adicto, como tantos que hay por el mundo. Quería drogas sólo para impresionar a su grupo social… y a la chica que le gustaba.
Impresionar a la gente equivocada. Personas que no lo merecían ni a él ni a su tiempo...
En fin… Si éste desafortunado personaje hubiese tenido tiempo a lamentarse tal vez hubiera reflexionado sobre algunas de éstas cosas. Pero su muerte fue rápida y casi indolora: Donatello le destrozó el cuello con los dientes antes de que pudiera emitir un grito siquiera, o una exclamación.
El pequeño Lolita no esperó a que su víctima terminara de desangrarse. Tenía tanta hambre, que empezó a comérselo ni bien su cuerpo herido tocó el suelo. La sangre todavía estaba caliente cuando la probó: recién salida de las venas.
Apenas un rato después apareció el vendedor, con su "mercancía" lista y sin saber que su cliente de ésa noche era historia… y por supuesto que corrió el mismo destino.
Ésta vez Donatello ni siquiera se molestó en tenderle una trampa, como al muchacho que había llegado más temprano. Con él había sido un poco más sutil… había hecho el numerito de "niño extraviado", llorando y pidiendo ayuda.
Había logrado que ése muchacho caminara más y más adentro del bosque. Hacia la espesura. Hacia la oscuridad.
Hacia él…
Luego le había sonreído, antes de sacar sus "otros" dientes. Los puntiagudos. Los que servían para moler y desgarrar la carne.
No hubiera sido difícil hacer caer al vendedor de drogas en la misma trampa. O en una trampa diferente… Podía jugar a coquetearle, como lo había hecho con Raphael, y arrancarle la cabeza antes de que lograra siquiera tocarlo.
Lo mataría tan rápido como a su cliente… antes de que pudiera ponerle un solo dedo encima. Pero tenía tanta hambre…
Estaba tan, pero tan hambriento. Famélico. No quería perder el tiempo…
Donatello lo atacó a traición, por la espalda. Y otra vez desgarró la carne con sus dientes. Despedazó los tejidos con sus uñas. Quebró las costillas y las arrancó una por una.
Ni siquiera le enseñó su bonita sonrisa, llena de dientes puntiagudos.
Sólo se limitó a arrancar miembros. Más tarde bebió la sangre y chupó los huesos hasta dejarlos limpios.
No podía parar de comer. Masticaba de manera mecánica, y cada vez que tragaba un bocado su cuerpo le pedía más y más…
Su estómago nunca se llenaba, su apetito lo quemaba como un fuego y le ardían las entrañas…
El amanecer lo encontró mientras roía un fémur. Sólo entonces Donatello volvió en sí y vio el desastre que había hecho:
_ ¡Oh…! _el pequeño Lolita soltó el pedazo hueso que roía –pues ya no tenía carne- y se cubrió la boca con sus manitos enguantadas.
Fuera de su trance, cubierto por la bruma y el rocío de la madrugada, el pequeño demonio se puso a pensar en lo que había hecho… no porque tuviera remordimientos, sino porque estaba genuinamente sorprendido –y asustado- por la situación.
Se sentía como una colegiala cuando rompe su dieta, prometiéndose a sí misma que sólo comerá "un poco" de pastel… y luego termina comiéndose el pastel entero, sin estar muy segura de cómo pasó.
"Ya es la tercera vez en el mes que esto me pasa…" pensó, levantándose.
Miró los cuerpos de sus víctimas. Bueno, en realidad ya no podía distinguir a un muchacho del otro… aquello sólo era un montón de huesos con un poco carne pegada.
"Ni siquiera recuerdo sus caras… Todo pasó tan rápido…" se lamentó.
Volvería más tarde para recoger los huesos y echarlos en el pantano, decidió, mientras emprendía el camino de regreso entre la bruma.
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El sol ya terminaba de evaporar el rocío que cubría las plantas cuando Donnie llegó hasta la casa. Ésta estaba en silencio… porque adentro todos dormían plácidamente. O al menos eso esperaba.
Se trepó por la enredadera que llegaba hasta la ventana de su cuarto, pensando en alguna excusa por si alguien lo veía, pero nada de eso sucedió. Pronto alcanzó la ventana y se escabulló en la habitación que compartía con Raph… teniendo la precaución de quitarse los zapatitos de charol ensangrentados, para no dejar huellas en la alfombra.
Su apuesto novio aún dormía cuando se acercó a él para besar su mejilla. Raphael sonrió en sueños, y Donatello prosiguió su camino, deslizándose fuera de la habitación sin hacer ruido…
Aún contenía la respiración cuando cerró la puerta, rogando porque las bisagras no rechinaran y lo delataran:
_ ¿Donnie…? _la voz de Mikey lo sobresaltó. Su hermanito menor estaba parado en el pasillo, observándolo con ojos muy abiertos.
_ ¡Mikey…! ¿Q-qué haces despierto tan temprano? _atinó a decir el mayor.
_ Te oí salir en medio de la noche… _explicó Mikey, acercándose a él con expresión preocupada_ Estaba esperando a que volvieras…
Donatello se sintió conmovido por el gesto de su hermano de esperarlo despierto toda la noche… pero también muy avergonzado. No le gustaba que Mikey lo viera con ése aspecto.
Los ojos claros de Mikey fueron desde sus uñas, con restos de carne debajo de ellas, hasta su vestido ensangrentado y su cara, suspirando:
_ Hay, Donnie… ¿Otra vez…?
_ Sí… _Donatello se cubrió, en un gesto más teatral que efectivo, y apartó la mirada. Estaba tan avergonzado que no podía ni mirar a su hermano a los ojos_ Lo odio. Cada vez que me pasa, me siento como un niño que moja la cama…
_ Tranquilo, Donnie… No te preocupes. _Mikey se acercó para consolarlo_ Ya pasará. Seguro es por la luna. Yo también me he puesto irritable últimamente, pero ya no falta mucho para que sea luna llena y todo vuelva a la normalidad… ¿Anímate, si?
Donatello sonrió, esperanzado. Lo que su hermano decía tenía mucho sentido…
Le hubiera dado un abrazo si sus ropas y toda su persona no estuvieran hechos un desastre. Al parecer Michelangelo tuvo el mismo pensamiento, porque le señaló el baño con una sonrisa:
_ Vamos… Te prepararé un baño caliente. _le propuso.
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Minutos después…
Mikey preparó una tina llena de agua caliente y burbujas para su hermano mayor. Subido a un banquillo, lo ayudó a desprender los botones de su ahora arruinado vestido de lolita y se lo quitó;
_ Es una pena… _se lamentó, observando los delicados vuelitos de encaje pegoteados con fluidos sanguinolentos_ Éste vestido ya no servirá más.
_ Lo sé… _Donatello entró al agua, tiñéndola de rosa_ Odio esto. Era uno de mis vestidos favoritos…
El menor de los hermanitos metió la prenda en una bolsa, junto con todos sus accesorios y la anudó bien. Luego tomó una esponja y se puso diligentemente a tallar el caparazón del mayor… encantado con las burbujas.
En otra ocasión, el mayor hubiese protestado por tantos cuidados… pero ésta vez se dejó hacer mansamente. Permitió que Mikey le enjabonara el cuerpo y lo bañara…
_ ¿Estás disfrutando de esto, no Mikey…?
_ ¡Me encanta! _sonrió el menor_ ¡Amo las burbujas…!
_ Si te gustan tanto… ¿Por qué no te bañas conmigo? _propuso el mayor, coquetamente.
Mikey se detuvo, dejando caer la esponja. Estaba sorprendido por la propuesta;
_ ¿Eso sería… correcto…? _balbuceó.
_ ¡Claro! _Donnie se estiró sensualmente en el agua, sonriendo_ Hace mucho que no tenemos un momento a solas… entre hermanos…
El de ojos claros miró unos momentos a su hermano mayor, dudando…
_ De acuerdo… _accedió, sonrojándose_ Sí, ¿por qué no…?
Mikey sonrió y comenzó a desprenderse los botones del vestido. Donnie lo observó sonriente y en silencio… contemplándolo mientras el vestido caía por sus piernas regordetas y se quedaba sólo con las medias de seda y unas diminutas braguitas color crema.
_ Hace mucho que no te veía sin ropa. Tienes un enorme trasero… _comentó el ojirrojo, al verlo inclinarse para quitarse las medias.
_ ¡Donnie…! _el menor casi trastrabilló al deslizar sus braguitas hacia abajo y oír el comentario de su hermano al mismo tiempo_ ¡Eres malo!
Donatello estalló en carcajadas;
_ ¡No era una crítica…! _se defendió_ Me agrada que seas todo regordete y suave… como un malvavisco.
El de ojos claros dejó a un lado sus pantys color crema, fingiendo que aún lo ofendía el comentario del mayor. Tenía las mejillas rojas cuando entró al agua y se hizo sitio entre las piernas de Donatello;
_ Cállate y lava mi caparazón, Donnie… _murmuró.
_ Sí, su majestad. _sonrió el mayor, tomando la esponja.
Comenzó a lavar el caparazón de su hermano, tallando con energía mientras el de ojos claros disfrutaba del agua caliente y jugaba con la espuma. Pronto se aburrió de ésa parte de la anatomía del menor, y comenzó a enjabonar sus hombros redondos cubiertos de pecas…
El ojirrojo dejó a un lado la esponja y tomó un montón de espuma con los dedos, comenzando a esparcirla por los brazos de Mikey con suaves caricias…
_ Mira qué lindo es mi hermanito… _canturreó, mientras lo tocaba por todas partes.
_ Donnie… Uhhh… _Mikey se estremeció cuando el mayor lo besó detrás del cuello.
_ ¿Qué pasa, Mikey…? _Donatello se apoderó de la esponja otra vez y comenzó a restregarla por el plastrón del más joven_ Antes te gustaba que yo te hiciera éstas cosas…
_ S-sí, pero… Ahh… _el de ojos claros gimió cuando la esponja se deslizó entre sus muslos regordetes_ ¿Qué van a pensar Leo y Raph…?
_ ¿Cuál es el gran problema? _Donnie seguía besando la piel cremosa y cubierta de pecas de su hermano, pellizcándola con los dientes.
Mikey era tan lindo… Sentía que podía comérselo a mordisquitos.
Lo atrajo más cerca de él, casi al punto de subirlo a su regazo. El agua alrededor de ellos se balanceó suavemente, cayendo un poco de espuma fuera de la bañera…
_ La otra noche nos besamos delante de ellos, para provocarlos… _le recordó_ Esto no es diferente…
_ Uhhh… Donnieee… _rezongó Mikey cuando el mayor acarició descaradamente sus partes íntimas con la esponja, comenzando a excitarlo.
_ Me encantan ésos dulces sonidos que haces, Mikey… _susurró Donnie en su oído_ Quiero oír más… mi dulce hermanito.
El menor se sacudió ésa mano de sus partes privadas y se puso de pie. Donatello creyó que iba a salir de la bañera y a dejarlo allí solo, pero Mikey sólo se giró para poder quedar enfrentados.
Volvió a sumergirse en el agua espumosa, poniendo una rodilla a cada lado de las caderas del mayor y sus manitas encontraron lugar en los hombros de Donnie cuando se inclinó para besarlo en los labios.
_ Mhmmm… _Donatello separó los labios de inmediato, devorando la boca del menor. Ésos labios llenos eran tan deliciosos… definitivamente Leo era muy afortunado al tener a una preciosura de niño como su Mikey prendado de él.
El mayor reinició sus caricias, poniendo al menor de los dos a punto caramelo. Mikey sollozaba y gemía, ocultando su rostro lleno de pecas en el cuello de Donnie...
La esponja se frotaba contra ésa discreta abertura en su plastrón… hacia arriba y hacia abajo… Lo volvía loco. Comenzó a temblar, y su hermano aumentó el ritmo en sus caricias, adivinando que Michelangelo ya estaba próximo al orgasmo.
_ Donnieee… ¡Ah-ahh! _el de ojos claros gemía sin poder controlarse. Tenía las mejillas rojas y los ojos llorosos_ Tócame… con tus dedos.
_ Mírate, Mikey… Pidiendo todas ésas cosas pervertidillas. _se burló el mayor, aunque estaba encantado con las súplicas del menor_ No oigo un "por favor"…
_ Por favor, tócame… _suplicó el de ojos claros_ Hazme el amor con tus dedos, Donnie… Y-ya no aguanto…
Donatello dejó la esponja y llevó dos de sus dedos hacia el sur del cuerpo de su hermano. Hacia ésa entrada pequeña y apretada entre las nalgas de Mikey…
Lo invadió sin cuidado. De manera un poco brusca, pero a su hermano no pareció importarle. Ni bien sintió los largos dedos de Donatello hurgando dentro de él comenzó a mover las caderas, hamacándose hacia adelante y hacia atrás.
El ojirrojo saboreó los labios de su hermano menor una última vez, mientras sus dedos lo penetraban, entrando y saliendo de su cuerpo rítmicamente. Mikey profirió un largo suspiro dentro de su boca cuando el orgasmo lo alcanzó, y su cuerpo tembló tanto que más agua jabonosa desbordó de la tina y se volcó sobre el piso del baño.
_ ¡Cuidado! ¡No vayas a resbalarte…! _le advirtió el mayor, antes de salir de la bañera minutos más tarde_ Hay agua por todas partes…
Donnie buscó una amplia y esponjosa toalla y envolvió con ella a Mikey, que salía de la bañera con una sonrisa;
_ ¡Es que hicimos un desastre! _rió, mientras Donatello besaba cariñosamente su frente_ Allí hay otra toalla que puedes usar, junto al lavamanos…
El mayor se apartó y fue en busca de la toalla que Mikey había apartado para él, ansioso por secarse y ponerse ropa limpia.
Comenzó a secarse, y estaba tan distraído en ello que no se dio cuenta de que su hermano menor tramaba algo;
_ ¡Te atrapé…! _celebró el de ojos claros, abrazándolo por detrás y apresando su cintura con los brazos.
_ ¿Me atrapaste…? _sonrió el mayor, sin sospecharse nada_ Últimamente estás muy cariñoso… _comentó, pensando que Michelangelo solamente estaba haciendo otra de sus gracias, pero entonces lo sintió deslizarse hacia abajo.
Antes de que pudiera decir algo más, Mikey se arrodilló detrás de él, sin soltarlo, y lo empujó hacia adelante. Donnie quedó apresado contra el lavamanos, con su hermano detrás de él;
_ ¿¡Q-qué estás haciendo, Mikey…?! _se alarmó, comenzando a sonrojarse.
Mikey le respondió apartando la toalla con la que Donnie se envolvía, dejando su trasero al descubierto;
_ Nada. Sólo juego un rato contigo… _declaró el menor, sonriendo muy divertido.
_ ¡Mikey…! _el mayor se sonrojó furiosamente, tratando de no dejar caer del todo la toalla_ ¡Detente ahora mismo!
_ ¿Qué pasa, Donnie? _el de ojos claros no se detuvo a contemplar el hermoso y redondo trasero del mayor, y besó una de sus pompas ruidosamente, a propósito_ No irás a decirme que te da vergüenza… después de lo que acabamos de hacer en la bañera.
_ No, pero… ¡Nghhh…! _Donatello aferró el borde del lavamanos con sus deditos. Se estremeció cuando las manitas de Mikey acariciaron sus pompas. Y emitió una protesta cuando el menor lo pellizcó, dejándole una pequeña marca.
_ Tranquilo, Donnie. Leo hace esto conmigo todo el tiempo… _lo tranquilizó el menor, separándole las rodillas_ Te gustará…
Mikey lo empujó un poco, obligándolo a que se inclinara hacia adelante. Luego comenzó a amasar un poco los glúteos de su hermano mayor, repartiendo una lluvia de besos aquí y allá. Su piel color oliva aún se sentía cálida y húmeda por el baño reciente…
Donatello se tensó levemente cuando sintió al menor separar la carne con los dedos, descubriendo la rosada entrada a su cuerpo;
_ M-mikey, no… _trató de protestar, retorciéndose nervioso_ No… No me gusta…
_ Shhhh… _Mikey no le dio tiempo a quejarse más. Se arrodilló más cerca y comenzó a lamer ésa zona tan sensible en el cuerpo de su hermano.
El mayor se tensó de suevo al sentir el húmedo toque. Se mordió los labios, tratando de no proferir ningún sonido que le diera la razón a Michelangelo…
Extrañamente, ése juego de permanecer sin emitir sonido alguno lo excitaba…
La lengua del menor ahora dibujaba círculos alrededor de la entrada apretada del más alto. No le importaba que Donatello se aguantase los gemidos, él no era tonto… podía escuchar su respiración entrecortada y sentir su cuerpo estremeciéndose.
Ansiaba demostrarle que él también sabía jugar sucio y hacer cosas pervertidas a veces…
Después de unos minutos así, el menor decidió ir un paso más allá, empujando con su lengua dentro del cuerpo del mayor. Donatello se cubrió la boca con una de sus manos, para no dejar escapar ningún sonido, pero le era cada vez más difícil al sentir las puñaladas de ésa lengua rosa;
_ Si quieres que pare, Donnie… Sólo tienes que decirlo. _lo provocó el menor, dejando por un segundo lo que estaba haciendo.
Donatello no contestó, así que Mikey se dedicó a observar el resultado de su trabajo. Su saliva goteaba por entre los muslos temblorosos del mayor… y la entrada a su cuerpo estaba inflamada y brillante, palpitando por más atención.
_ Te ves muy lindo así… _reconoció el de ojos claros, sonriendo inocentemente_ Si Rapha te viera… todo desnudo y sonrojado y suplicando por más…
_ Yo no te... suplico por más. _protestó Donnie, aferrando la toalla con la que se cubría inútilmente.
_ Tal vez no ahora… _Mikey retomó su trabajo, ésta vez empleando una de sus manos para masturbar al más alto.
_ ¡Ahhh…! ¡Mikey…! _el mayor perdió la batalla casi en seguida cuando su hermano arremetió otra vez contra él, lamiendo con más fuerza y acariciándolo descaradamente.
Sabía que Mikey no se detendría hasta hacerlo venirse... así que optó por dejarse llevar y disfrutar del momento. Después de todo, su pequeño hermano sí que se estaba esmerando en demostrarle cuánto había "crecido" en las artes amatorias…
Donatello dejó caer la toalla a sus pies, y se inclinó más sobre el lavamanos, dejando su trasero más expuesto a las acciones de Mikey. Llevó una de sus manos hasta se entrepierna y comenzó a tocarse, con ayuda de su hermano…
_ Ahh… Mikey… Uhhh… _el más alto apretó los ojos_ ¡M-me vengo…! ¡Me vengo!
Los jugos cálidos de ojirrojo gotearon por entre los dedos regordetes de Mikey segundos después. Donatello jadeó intentando recuperarse del intenso orgasmo que había tenido, mientras su hermano usaba la toalla con la que se había secado el cuerpo para limpiar los restos de semen y saliva…
_ ¿Puedo elegir el vestido que usarás, Donnie…? _preguntó alegremente el de ojos claros, echando ambas toallas en el cesto de la ropa sucia_ ¿Puedo, puedo? ¿Sí?
Donatello carraspeó, tratando de pensar por un momento una buena excusa para negarse –era muy quisquilloso con sus vestidos y no dejaba que ni Mikey ni nadie les pusiera un dedo encima- pero al final sonrió;
_ Sí, supongo que sí… _accedió, sonrojándose_ Creo que te lo has ganado… Sólo ten cuidado y no despiertes a Raphie.
_ ¡Yay…! _el menor dio un salto y salió corriendo luego de vestirse con la ropa que traía antes del baño.
Michelangelo eligió para él un hermoso vestido lila con cintas cruzadas al frente y falda acampanada. Cuando ambos estuvieron vestidos y arreglados, bajaron las escaleras rumbo a la cocina.
Afuera ya había salido el sol y todo parecía indicar que iba ser una hermosa mañana…
_ La casa está tan linda… _suspiró Michelangelo, con una gran sonrisa_ Desde que Leo y Rapha la arreglaron no parece que fuera el mismo lugar… ahora parece una casa de verdad.
_ Sí, hay que darles crédito… _reconoció el mayor, bajando los escalones_ Me gustaría poder hacer algo lindo para agradecerles…
_ ¿Por qué no cocinas algo? _propuso el de ojos claros, brincando emocionado_ ¡Por qué no un pastel de calabaza! ¡A Leo le encanta!
_ Y estamos en temporada de cosechar calabazas… _añadió el ojirrojo, mirando un calendario_ De acuerdo, un pastel será…
Con una gran sonrisa de satisfacción en su cara llena de pecas, Mikey se sentó en la mesa de la cocina a tomar el desayuno: un enorme vaso de leche con chocolate que el mayor le preparó amorosamente.
Mientras el menor estaba ocupado con su desayuno, Donnie se colocó un coqueto delantal de cocina lleno de vuelitos, y buscó todo lo necesario para hacer la masa de su pastel.
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Días después…
Niko balanceó las piernas, pasando el rato mientras esperaba sentado fuera de la oficina del psicólogo de la escuela.
El pequeño conejito no estaba contento. Otra vez lo habían pescado dibujando en clase de matemáticas… pero ese no había sido el problema principal.
_ Puedes pasar, Niko… _anunció una voz masculina, abriendo la puerta de la oficina.
Niko se bajó de la silla –no sin esfuerzo, porque ésta era demasiado alta para él- y se adentró dentro de la oficina, frunciendo el ceño.
_ Puedes sentarte allí… _le indicó el encargado de explicarle por qué dibujar algo como lo que había dibujado era un problema_ ¿Cómo estás, Niko?
_ Bien. Estoy bien… _respondió el conejito, de mal modo.
_ Tu maestra me enseñó lo que dibujaste… _comenzó a decir el psicólogo, hablando suavemente_ ¿Quieres hablar de eso?
_ Sólo dibujé un zombie… gran cosa. _resopló el pequeño, mirando el techo.
El hombre volvió a mirar el dibujo, hecho sobre una de las páginas del libro de matemáticas de Niko;
_ ¿Es tu hermano el del dibujo? _volvió a preguntar, con calma.
_ Mi hermano es ahora un zombie. _respondió Niko, cansado de que le hicieran tantas veces la misma pregunta idiota.
_ Eso no es posible, Niko…
_ De acuerdo… el término más apropiado es "muerto viviente", o "no-muerto". _se corrigió Niko, tratando de estirar su brazo para poder recuperar el dibujo_ ¿Me lo devuelve por favor? Es la primera vez que un dibujo de Usagi me queda tan bien…
El psicólogo de la escuela volvió a poner el dibujo fuera del alcance del conejito, y lo guardó en uno de sus cajones.
"Imbécil…" pensó el pequeño, volviendo a cruzarse de brazos en la silla.
_ Niko, sé que eras muy apegado a tu hermano mayor. Tus padres me hablaron de ello la última vez que estuvieron aquí… _recordó el hombre_ A veces cuando perdemos a alguien y lo extrañamos tanto, podemos inventar cosas que nos permiten sobrellevar la pérdida como que…
_ ¡Yo no estoy inventando nada! _estalló Niko, harto de que lo acusaran de demencia_ ¡Yo no perdí a mi hermano! ¡Él se convirtió en zombie y me visita todos los días al salir de la escuela!
_ Niko…
_ ¡Estoy harto de que no me crean…! _el conejito se bajó de la silla, y se desquitó desordenando los papeles del escritorio del psicólogo.
_ Si no te controlas, tendré que ponerme en contacto con tus padres otra vez… o amonestarte. _le advirtió el hombre, frunciendo el ceño.
Niko no se intimidó con aquello. Volvió a ponerse su mochila, y se encaminó derechito hacia la puerta, bufando. Trató de salir, pero el psicólogo lo detuvo, poniendo una mano sobre la puerta:
_ La sesión no termina hasta que yo lo diga… _le aseguró, perdiendo la paciencia.
_ Si no me deja irme ahora mismo… _contraatacó el conejito_ Les diré a padres que me obligó a tocarle el pito.
Medio minuto después Niko salía tranquilamente de la oficina del Psicólogo escolar, con su mochila al hombro y su dibujo de Usagi otra vez en su poder. No tenía ni idea de qué significaba eso de "tocarle el pito a alguien"… pero desde que lo había visto en una película le había servido para librarse de unas cuantas situaciones indeseables.
Una vez incluso, se había librado de ir a la enfermería para una inyección… y hasta consiguió que le dieran más paletas de dulce de recompensa que a cualquier otro niño de la escuela.
Sonó el timbre. Las clases habían terminado.
Niko fue a buscar el resto de sus cosas al casillero para poder ir a su cita con Usagi, como todos los días después de la escuela. En el camino se dio cuenta de que todos los otros niños lo miraban y se quedaban cuchicheando entre ellos. Algunos hasta tenían el poco disimulo de apuntarle con el dedo antes de hacer un comentario…
"Ahí va otra vez ése niño raro…" oyó decir a una de las niñas de su clase.
Ni siquiera recordaban cómo se llamaba. Lo único que todos recordaban era que el Halloween pasado la policía había encontrado suficiente sangre en la acera como para suponer que su hermano Usagi estaba muerto.
Y debido a que todavía no encontraban a su asesino y a su reciente obsesión por cosas sobrenaturales y zombies, todos –incluidos el resto de sus hermanos y sus padres- lo consideraban un desquiciado. Un demente. Un raro.
"A la mierda con todos…" pensó Niko abriendo su casillero. Él sabía que todos se equivocaban y que él tenía razón. Él sabía que su hermano estaba vivo… bueno, algo así.
El punto es que nadie "merecía" saber ése secreto…
De todas formas, Niko no tenía intenciones de compartir a Usagi con nadie…
Y no necesitaba amigos… estaba mejor solo.
_ ¡Hola, Niko! _uno de los niños de su clase se le acercó, con una hoja en la mano_ Te fuiste antes de la clase de matemática, así que copié la tarea por ti. Aquí tienes…
El conejito se quedó un rato mirando al extraño personaje frente a él. Ya había visto a ése niño un par de veces, pero nunca tan de cerca…
Siempre se sentaba al frente de la clase, seguramente porque su visión era pésima. Eso explicaría los gruesos lentes de pasta con los enormes cristales. También tenía unos monstruosos frenos dentales… de ésos que tienen tuercas y dan la vuelta a la cabeza del paciente de tan grandes. Y como si ése niño no tuviera ya suficiente contenido de metal en todo su cuerpo, también tenía una especie de armazón plateado que le sujetaba el cuello y se aferraba a sus caderas…
_ Es para la escoliosis… _se explicó la tortuga, al darse cuenta de que Niko lo observaba descaradamente.
_ No sabía que las tortugas pudieran tener escoliosis… _le respondió el conejito, con poco tacto.
_ Créelo. Si me quito mis aparatos ortopédicos me desmayo del dolor… _se lamentó la tortuga_ ¿Bueno, quieres tu tarea sí o no…?
Niko estuvo a punto de responderle que no. Que ningún niño quería tarea si tenía la posibilidad de librarse de ella… pero estaba hablando con el más nerd de la clase y ésa respuesta no lo llevaría a ningún lado.
_ Gracias… Ummm… _Niko dudó un momento, sin poder recordar el nombre de ésa tortuga_ Lo siento, no recuerdo tu nombre…
_ Me llamo… _comenzó a decir la tortuga, pero justo entonces los brabucones de la escuela pasaron junto a él y lo empujaron contra los casilleros.
_ ¡Quítate del camino, Cabeza Metálica! _dijo uno de ellos, pateando sus libros y todas sus pertenencias.
Las hojas de los libros de Cabeza Metálica volaron por todo el pasillo, y también sus plumas y otros elementos escolares, mientras el dueño de ésos objetos se retorcía en el suelo tratando de levantarse... pero su armazón de metal no se lo permitía.
Niko vió salir volando delante de él un inhalador, y se preocupó;
_ ¡Oigan ya basta! _intervino, recogiendo del suelo el pequeño artefacto.
Los chicos que molestaban a Cabeza Metálica se lo quedaron viendo, un poco sorprendidos ante la interrupción. Niko comprendió un poco tarde que haberse involucrado para defender a un chico al que apenas conocía tal vez no era tan buena idea:
_ ¡Es peligroso quitarle el inhalador a un asmático! _se explicó_ ¿Qué tal si lo rompen y luego Cabeza Metálica lo necesita…? ¿Eh?
Uno de los bravucones salió de su aplomo antes que los demás, y rio:
_ ¡Vaya! ¡Un experto! _se burló, quitándole a Niko su cuaderno_ ¿Qué dibujaste hoy, rarito…? ¿Más zombies?
_ ¡Devuélvemelo…! _el conejito trató de saltar para alcanzar su cuaderno, pero ése muchacho lo levantó alto y lo puso fuera de su alcance.
Un montón de alumnos se reunieron alrededor de la cómica escena de Niko tratando de quitarle el cuaderno a ése muchacho más grande que él… pero la diversión se terminó cuando un par de maestros se acercaron peligrosamente al lugar. Todos se alejaron, fingiendo que no tenían nada que ver con aquello…
Los alumnos siguieron con sus vidas, abandonando la escuela y dejando a Niko y a Cabeza Metálica agachados en el suelo, juntando sus cosas. Otro conejo apareció y se quedó viendo cómo Niko ponía en orden las cosas de su mochila;
_ ¿Te falta mucho, Niko…? _preguntó Toru, el segundo hermano mayor de Niko, apenas un par de años mayor que él_ Hay que ir a casa…
_ Usagi me habría defendido… _respondió el conejito, murmurando por lo bajo.
_ ¿Qué…?
_ ¡Dije que Usagi me habría defendido! _repitió Niko, al borde del llanto_ ¡Tú eres un fracaso como hermano mayor!
_ Eso no es justo… yo ni siquiera estaba aquí cuando…
Toru ni siquiera pudo terminar de defenderse, porque Niko se levantó del suelo y lo empujó. Algo bastante poco efectivo, porque su hermano era más alto y grande que él:
_ ¡Déjame solo! _exclamó_ ¡Volveré a casa por mi cuenta!
El hermano mayor frunció el ceño;
_ Mamá y Papá quieren que volvamos todos juntos… no les gusta que camines solo todo el camino de regreso. _le recordó Toru, con toda la autoridad que podía.
Para él también había sido muy difícil perder a Usagi. Pero en su caso, además del dolor de perder a un ser querido, también estaba la ardua tarea de ser "el nuevo hermano mayor". De pronto todas las responsabilidades habían caído sobre él… y Niko no le facilitaba las cosas para nada.
_ Cabeza Metálica me acompañará… _mintió el conejito más joven, aferrando el brazo de la tortuga y acercándolo más a él_ Él vive cerca de nuestra casa…
_ No es verdad… _trató de aclarar Cabeza Metálica, pero Niko le puso su inhalador en la boca, para callarlo.
_ ¡Bien! ¡Haz lo que quieras! _Toru se fue pateando el suelo y refunfuñando, dejando a su hermano y a su nuevo amigo nerd solos en el pasillo de la escuela.
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Diez minutos después…
_ ¿Y por qué saliste tan "defectuoso", Cabeza Metálica…? _preguntó Niko, mientras caminaban a casa de la tortuga.
_ ¡Ya te dije que no me llamo así! _volvió a repetir el nerd de la clase_ Me llamo…
_ ¿Tus padres son primos o algo así…? _siguió insistiendo el conejito.
_ No que yo sepa. Sólo… soy así. _Cabeza Metálica dio por zanjado el asunto_ Bien, ésta es mi casa… ¿Seguro que no quieres quedarte a merendar? Puedo ayudarte con la tarea…
_ No, gracias… Ya tenía planes para ésta tarde. Voy a encontrarme con mi hermano zombie, Usagi. _explicó Niko, acomodando su mochila_ Tal vez ni haga la tarea…
_ ¿¡QUEEE?! _Cabeza Metálica se horrorizó, poniéndose pálido_ ¿¡No harás la tarea?! ¿Ni siquiera la de matemáticas?
_ Soy pésimo en matemáticas… nunca sé qué estoy haciendo. _admitió el conejito, rascándose la nuca nerviosamente.
_ Puedo ser tu maestro tutor cuando quieras, Niko… _ofreció la tortuga, sonriendo con sus dientes llenos de metal_ Tengo mucho tiempo libre y me aburro.
_ ¿En serio…?
_ Sí… Mis padres nunca están en casa. Trabajan todo el tiempo… _explicó cabeza metálica, sacando su copia de las llaves de la casa_ Supongo que de algún modo deben pagar todos mis aparatos ortopédicos…
_ Oh… De acuerdo, supongo que podemos estudiar juntos unos de estos días. _estuvo de acuerdo el conejito_ Y… ya que eres el único que no me cree un desquiciado… creo que deberías ir conmigo a fotografiar zombies y cazar monstruos alguna vez.
Cabeza Metálica rió tanto como se lo permitían sus frenos;
_ ¡No te seré de mucha ayuda cazando nada…! ¡A menos que persigas a un monstruo hecho de imanes que se sienta atraído por las tuercas y el metal! _respondió.
_ ¡Pero eres listo y escribes muy rápido! Podrías llevar mis anotaciones o algo así… _repuso Niko, rascándose la barbilla_ Haríamos una especie de diario…
_ ¿Cómo los Diarios de "Gravity Falls"…? _preguntó Cabeza Metálica.
Niko abrió muy grandes los ojos;
_ ¡Me encanta "Gravity Falls"! _exclamó.
_ ¡Genial, también a mí! _Cabeza Metálica trató de chocar los cinco pero su pobre percepción de la profundidad lo hizo errar a la mano de Niko por medio metro_ ¡Ups! Bueno ya me voy a estudiar… _la tortuga se acomodó los lentes torcidos de nuevo en su lugar_ ¡Suerte con tu hermano zombie! ¡Dale mis saludos!
_ ¡Eso haré! ¡Adiós Cabeza Metálica! _Niko se despidió agitando la mano_ Nos vemos mañana en la escuela…
El conejito siguió su camino, feliz por el giro que había tomado su día...
Un nuevo amigo. Vaya. Eso sí que no se lo esperaba…
Todo ése tiempo tuvo delante de sus narices a alguien que anhelaba compañía igual que él. Un poco nerd y marginado, quizás… pero más allá de todo eso Cabeza Metálica había resultado el único en la escuela que no era un idiota.
¡Hasta podrían comenzar un club del misterio o algo así…! Investigarían los fenómenos paranormales de la ciudad y Cabeza Metálica ya no tendría que pasar sus tardes haciendo la tarea extra que le pedía a los maestros para no aburrirse.
El sol casi se había metido del todo cuando llegó a su destino.
El cementerio de la ciudad no era precisamente un lugar elegante… lo rodeaba un cerco de alambre en el que se atoraban bolsas plásticas y diarios viejos, y las lápidas estaban desordenadas… como si un gigante hubiese tirado un puñado de piedras chatas en la tierra y las hubieran dejado allí donde cayeron.
Niko se quitó la mochila y el abrigo y preparó un picnic improvisado... Había llevado una caja de leche, manzanas y cigarrillos de dulce. Éstos últimos eran para Usagi.
Merendó en silencio y esperó sentado a que su hermano apareciese…
Comenzaba a gustarle el cementerio. Era un lugar tranquilo… olía a tierra.
Nadie lo molestaba si quería llenar su cuaderno de dibujo de zombies y vampiros. Hasta las parejas de chicos con las orejas perforadas y sus novias góticas de pelo teñido pasaban junto a él sin mirarlo, para ir a besuquearse a un rincón apartado.
_ Hola, Niko…
El pequeño conejito se sobresaltó. No por el miedo, sino porque había sido tomado por sorpresa;
_ ¡Usagi! ¿En dónde estás? _sus ojitos ansiosos buscaron por todos lados al dueño de ésa voz.
_ Justo aquí. _Usagi se asomó. Había estado escondido detrás del árbol en el que Niko había armado su picnic todo el tiempo.
_ ¡Hermano! _Niko se abalanzó sobre él, y le dio el abrazo más fuerte que pudo con sus brazos cortos.
_ ¡Oye, oye! ¡Tranquilo, Niko! _Usagi trató de despegárselo, pero su hermano menor parecía un chicle_ Sabes que no me puedes abrazar tan fuerte o me puedo "romper"… _le recordó.
_ L-lo siento… ¡Es que estoy tan feliz de verte! _Niko jaló la tela de su largo abrigo negro con energía, arrastrándolo fuera de su escondite.
_ También yo te extrañé, sinvergüenza… _Usagi alborotó ese jopo de pelo blanco que crecía entre las orejas en punta de su hermano con las puntas de sus dedos. Sus manos estaban enguantadas.
También sus pies estaban enfundados con pesados zapatos de cuero negro;
_ ¿No tienes… calor? _quiso saber el menor, arrugando la nariz.
_ Sabes que ya no distingo las temperaturas… _suspiró Usagi, tomando asiento a los pies del árbol_ Ven. Siéntate junto a mí… quiero que hablemos.
Niko obedeció, y tomó asiento junto a él luego de hacer a un lado todas sus provisiones… excepto…
_ ¿Quieres un cigarro de dulce…? _le ofreció al mayor_ Los compré para ti… sé que son tus favoritos.
_ Solían serlo… pero… ya no puedo comerlos… _le explicó Usagi, tratando de no sonar demasiado afligido, para no preocupar a su pequeño hermano_ Mis órganos siguen ahí pero ya no funcionan. No puedo digerir ni beber nada… salvo esto.
Usagi sacó de uno de los muchos bolsillos de su abrigo negro una botella con un líquido ambarino. Bebió un sorbo, ante la mirada intrigada de Niko, y luego hizo una mueca de asco;
_ ¡Bleurgh! ¡Aún no me acostumbro al sabor…! _admitió, volviendo a cerrar la botella_ Es asqueroso… sabe a Cola de dieta y agua de retrete mezclados.
_ ¿Qué se supone que es…?
_ Té de Raíz de Mandrágora… Tengo que beberlo con regularidad para que mi cuerpo no se pudra. _resumió el mayor.
_ ¿Y funciona? _Niko se apoderó de la botella y se quedó viendo el líquido color ámbar balanceándose dentro.
_ Desde que comencé a beberlo he notado una mejoría… Ya no apesto. Los dedos de las manos no se me caen y mi cuerpo ya no se rompe tan fácil... _enumeró.
_ ¡Eso es genial, Usagi! _se alegró el conejito_ Es una pena que no pueda volver a hacer crecer tu oreja...
_ Sí… Es una pena.
_ ¿Y no puedes hacer nada para recuperarla…? _quiso saber Nico.
_ Lo intenté… _Usagi se pasó una mano instintivamente por la cabeza, acariciando su oreja cortada_ Pero…
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: FLASHBACK ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Leonardo entró en la cocina, topándose con una nube de harina y con la adorable postal de Donatello subido a un banquito y trabajando sobre la mesada de la cocina. Ataviado con ése delantal de cocina lleno de vuelitos, que parecía sacado de una casa de muñecas:
_ Buenos días, Donatello… _lo saludó cuando la nube de harina se dispersó_ ¿Qué estás haciendo?
_ Cocino un pastel de calabaza… _sonrió el mayor de los hermanitos, aferrando con fuerza el palote de madera y arremetiendo contra la masa una vez más.
_ ¿De Calabaza? ¡Mi favorito! _se emocionó el ojiazul, acercándose a la mesa.
_ Lo sé… Mikey me lo dijo.
_ ¿Necesitas ayuda…?
_ Si no te molesta… ¿puedes ir al cobertizo por unas tijeras de podar y traerme una calabaza del jardín…? _le pidió el ojirrojo, contento de recibir algo de ayuda.
_ Seguro… ¿Qué calabaza quieres?
_ La más grande de todas. _respondió el pequeño lolita, orgulloso.
_ ¿En serio? ¿Sacrificarás ésa calabaza que has cuidado tanto para hacerme un pastel?
El mayor de los hermanitos había emprendido un nuevo proyecto, poco tiempo después del Halloween del año pasado: iniciar un pequeño huerto con plantas medicinales y hortalizas. Uno de sus mayores logros –y del cual estaba más orgulloso- eran las calabazas.
Sin embargo, había cuidado amorosamente una calabaza en particular: volviéndola la más grande de todo el grupo. La había regado religiosamente con agua del acuífero y quitado las malezas de su alrededor, y ahora la hortaliza exhibía un intenso y precioso color naranja. Muy apetecible.
Donatello asintió:
_ La cultivé para una ocasión especial… _contestó, sonriente_ Puedes pedirle ayuda a Mikey para traerla hasta aquí… apuesto a que es muy pesada.
_ Estoy seguro de que podré con ella. _Leonardo enrolló las mangas de su camisa, haciendo gala de su hombría_ ¿En dónde está Mikey por cierto…?
_ No dejaba de meter sus dedos en la masa y de jugar con la harina, así que lo mandé afuera de la casa… seguro está en el jardín, regando las plantas.
El más alto se asomó por la ventana de la cocina y divisó a su precioso niño entre las plantas, con una capelina para protegerse del sol y una regadera de jardín en sus manos. Mikey también lo vió y lo saludó con una mano en alto y una sonrisa…
Leonardo no dudó mucho en salir a paso rápido de la cocina, para reunirse con él. Mientras tanto, Donatello terminaba de forrar el molde de tarta con la masa… llenándose las manos y los codos de harina.
_ Ahí está mi dulce princesa… _lo saludó Raphael, desperezándose mientras ingresaba en la cocina.
Donatello le sonrió coquetamente, y Raphael se colocó detrás de él para darle un ruidoso beso en la nuca… parecía que todavía no se había despertado del todo y había pasado por alto el desastre de la cocina;
_ ¿Por qué siempre te levantas tan temprano…? _se quejó, pellizcando los vuelitos del delantal de cocina de su novio_ La cama está calentita… ¿por qué no vienes un rato?
_ Sabes que no me gusta dormir hasta tarde, Raphie… _se excusó el ojirrojo_ Prefiero las siestas después de comer. Además, hago un pastel…
_ ¿De arándanos? _se ilusionó el ojiverde_ ¡Es mi favorito!
_ No, no de arándanos. _le aclaró el pequeño lolita_ Es un pastel de calabaza…
_ ¿El favorito de Leo…? _refunfuñó Raphael, sintiendo cómo sus ánimos se esfumaban_ Se convertirá en tu eterno esclavo…
_ Eso no suena mal… _se burló el ojirrojo, provocándolo_ No me vendría mal un esclavo que cumpla todos mis caprichos…
Raphael respondió a su provocación rodeándole la cintura con sus fuertes manos;
_ Ni se te ocurra. _murmuró en su oído_ Yo ya soy tu eterno esclavo… no necesitas otro.
_ Tú no eres muy servicial… _repuso Donnie, tratando de apartarse juguetonamente de él.
_ Hago lo mejor que puedo… _le aseguró el más alto, pegando por fin sus cuerpos y comenzando a besar por todos lados la nuca y el cuello del pequeño Lolita.
_ Raphie… No… _Donatello se retorció un poco, riendo_ ¿No ves que estoy trabajando? ¡Me distraes…!
Donnie tenía los dedos llenos de harina, y sabía que si trataba de sacudirse de encima las manos de Raph terminaría ensuciando su hermoso vestido… así que estaba indefenso ante las acciones de su novio, quien no tardó en notar su predicamento y aprovecharse de la situación.
_ Me gusta mucho el vestido que traes hoy, Donnie… _susurró en su cuello_ Me gusta la falda… tan fácil de levantar.
Las manos fuertes de su novio comenzaron a revolver el tul de la falda, juguetonamente:
_ Veamos cuánto tiempo tardo en encontrar tus pantys… ¿Traes pantys, cierto…?
_ ¡Raphie…! _Donatello se sonrojó al ver que su novio ya había localizado los broches que sostenían sus medias de seda. Lo siguiente que escuchó fue el chasquido que hicieron al ser desabrochados.
Las mediecitas de seda cayeron por sus piernas largas… y Raphael celebró su triunfo pegándose más contra él:
_ Me estoy acercando… _canturreó, poniendo una rodilla entre las piernas de su pequeño amante, separándolas_ Y no puedes hacer nada para detenerme, mi pequeño Donnie…
_ Ahhh… Raphie… _lo ásperos y varoniles dedos del ojiverde no se tardaron en encontrar sus pantys color rosa, y comenzaron a tirar juguetonamente del elástico y a pellizcar el encaje que las decoraba_ N-no… ¡Leonardo nos verá…! _gimió Donnie, con intensos rubores trepando por sus mejillas_ Ya viene… con mi calabaza.
Raphael echó brevemente un vistazo por la ventana, sin dejar lo que estaba haciendo:
_ No lo creo… están fornicando justo encima de ella ahora mismo. _le informó a Donatello, que paró de retorcerse al escuchar eso.
_ ¿¡Qué?! _exclamó, volviéndose para mirar por la ventana el también_ ¿Hablas en serio?
El de ojos verdes no tuvo que responder, porque Donatello ya estaba viendo con sus propios ojos el "espectáculo" que su hermano menor y Leonardo estaban dando. Ésos dos estaban haciéndolo en el medio del jardín… ¡y sobre su calabaza favorita!
_ ¡No tienen remedio! _se exasperó el pequeño lolita, frunciendo el ceño_ Ufff… Bien… Creo que tendré que hacerlo de arándanos después de todo…
Raphael sonrió ampliamente al verlo inclinarse y sacar una enorme lata de conserva de arándanos de debajo de la mesada. Parece que se saldría con la suya después de todo…
_ ¿Me pasas el abrelatas…?
_ Seguro… _Raphael se apoderó del instrumento, antes de que Donatello se bajase del banquito_ Pero antes… tendrás que pagar el precio por él.
Donatello elevó los ojos al cielo, riendo. Creía que la ilusión de Raphael por comer su pastel favorito sería suficiente para mantener apartado a su ansioso novio de la escena, para poder trabajar en paz en la cocina… pero se equivocó:
_ ¿Y cuál es el precio, si se puede saber…? _preguntó, cruzando los brazos.
_ Puedes optar entre dos opciones: la primera, es darme tus pantys a cambio… _explicó el de ojos verdes, complacido al lograr que su novio se sonrojase otra vez_ O… Puedes pagarme con un rico beso de buenos días… que por cierto ya me debes.
Donatello rió, descruzando los brazos:
_ Creo… que iré por la segunda opción esta vez. _eligió, pestañeando coquetamente_ No puedo permitir que robes mis pantys tan temprano…
_ Buena elección… _lo felicitó el mayor, acercándose a él.
Compartieron un dulce beso, que duró varios segundos. Donatello acarició varias veces el rostro de su apuesto novio, mientras éste se inclinaba sobre él y lo apresaba entre sus fuertes brazos… para tenerlo lo más cerca posible mientras ahondaba el beso. Amaba explorar ésa boca cálida y llena de delicias… era el paraíso.
Con su cara ahora llena de harina por culpa de los dedos de Donnie, Raphael se incorporó y dejó obedientemente el abrelatas sobre la mesa. Luego hizo una reverencia.
_ Un placer hacer negocios contigo, Donnie…
_ Cuando quieras, Raphie… _Donatello devolvió el gesto con otra reverencia.
_ De todas maneras robaré tus pantys… mi dulce princesa. _declaró Raphael, sonriendo con malicia.
_ ¿Qué? ¡N-no Raphie…! _Donatello no tuvo tiempo de reaccionar, porque su novio ya estaba sobre él otra vez y metía ambas manos debajo de su falda con todo el descaro del mundo_ ¡Espera! ¡No, no…! ¡Devuélvemelas!
_ ¡Tendrás que alcanzarme primero! _rió Raphael, esquivando un puñado de harina que su joven amante le arrojó.
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Mientras tanto, fuera de la casa…
_ Ahhh… Ah… Leooo… _Mikey se llevó una mano a la boca y mordisqueó el guante_ Ya no aguanto más… ¡Voy a correrme!
Leonardo mantenía las caderas de su pequeño bien aferradas, mientras lo embestía rítmicamente. Tenía la frente empapada de sudor y los pantalones abajo.
Tal vez en otras circunstancias se hubiera avergonzado del espectáculo que estaba dando, pero los gemidos que daba Mikey cada vez que las caderas de ambos chocaban lo distraían demasiado como para pensar con lógica.
La calabaza tenía el tamaño ideal: su niño quedaba a la altura perfecta… y el mayor podía deleitarse no sólo con el dulce placer de la penetración, sino también con la vista.
_ Ohhh… Mikey… _suspiró el ojiazul_ Eres tan lindo…
Michellangelo permanecía recostado con las piernas levantadas, pegadas al pecho. Con su mano libre mantenía la falda de su vestido bien arriba. Su redondo traserito bien a la vista…
Leo ni siquiera le había dado tiempo de quitarse sus braguitas… éstas habían quedado a mitad de camino, atoradas en sus rodillas con hoyuelos. El pequeño Lolita se retorció un poco, y comenzó a suplicar por más intensidad…
Sus mejillas regordetas estaban tan sonrojadas… Y sus ojitos azules llorosos, suplicantes…
El más alto siguió meciéndose sobre él algunos segundos más, y luego colapsó, estremeciéndose y desbordando toda su semilla dentro de Mikey… que acabó casi al mismo tiempo, con un largo suspiro de satisfacción.
Leonardo se inclinó hacia adelante, aún sin salir de él, y dejó que sus frentes se tocaran:
_ Nunca me canso de ti, mi precioso Lolita… _suspiró, con una sonrisa.
Mikey sonrió, y sujetó la cara de su apuesto Leo con sus manitas enguantadas. Trató de acercarlo más a él para que pudieran besarse… pero cuando el más alto trató de apoyarse sobre la calabaza ésta colapsó, partiéndose en varios pedazos.
Los dos amantes cayeron al suelo uno encima del otro, en medio de los pedazos de corteza. Mikey fue el primero en incorporarse… esperando ver su hermoso vestido arruinado y lleno de semillas pegajosas de calabaza, pero…
_ ¿Hueca…? _el pequeño lolita recogió un trozo de cáscara_ ¡Leo, la calabaza de Donnie está hueca por dentro!
Leonardo ya se estaba preparando para lamentarse por haber arruinado el fruto del trabajo duro de Donatello… pero al parecer alguien o algo ya se les había adelantado hace mucho.
Mikey estaba en lo cierto, aquella hortaliza estaba completamente hueca. Lucía saludable por fuera, con ése color naranja tan bonito y apetitoso… pero por dentro estaba vacía y seca como un hueso.
_ ¿Cómo es esto posible…? _Leonardo ayudó a su joven amante a levantarse.
_ ¡Debo ir a decírselo a Donnie! _Michellangelo acomodó sus pantys otra vez en su sitio y se sacudió el polvo de su vestido_ ¡Esto es muy extraño!
_ De acuerdo… ¡Pero no le digas cómo la rompimos! _suplicó el ojiazul.
_ Muy bien. Quédate aquí y recoge los pedazos en la carretilla… _le indicó el de ojos claros_ Ahora vuelvo…
Mikey salió corriendo hacia la casa, para buscar a Donatello. Mientras tanto Leonardo se subió los pantalones y fue a buscar la carretilla que el mayor de los hermanitos usaba para mover tierra…
_ Jamás he visto que una calabaza haga esto… _murmuró, levantando un pedazo de cáscara y observándolo con cuidado. Sin embargo, algo lo distrajo de su tarea…
Leonardo miró por encima del hombro. Había escuchado… ¿pisadas?
Pero no había nadie más en el jardín aparte de él... Seguramente lo había imaginado.
Trató de continuar con su trabajo, y ya había logrado recoger casi todos los fragmentos de calabaza que había en el suelo cuando lo escuchó otra vez… pisadas.
La tortuga se puso en guardia. Ésta vez había sido más obvio.
Alguien lo estaba observando…
Prestó más atención… y fingió que seguía trabajando, recogiendo pedazos de cáscara:
_ ¡AARRGHHH! _Usagi abandonó su escondite en los pastizales que rodeaban la huerta de Donatello, y trató de atacarlo_ ¡DEVUÉLVEME MI OREJA, INFELIZ!
Leonardo esquivó el puñetazo del conejo justo a tiempo:
_ ¿¡Usagi…?! _se sorprendió el ojiazul_ ¡Al fin has vuelto…! ¡Estás…!
_ ¡CÁLLATE! _Usagi no estaba tan feliz de verlo_ ¡VOY A VENGARME DE TI, POR LO QUE ME HICISTE!
Antes de que su ex amigo reaccionara, Usagi quiso apoderarse de una pala de jardín que Raphael había estado usando y que había dejado fuera del cobertizo. El ojiverde la había dejado clavada firmemente en la tierra, para continuar cavando más tarde… y a Usagi le costó trabajo sacarla de allí.
Tanto… que los brazos se le desprendieron.
Leonardo vió con ojos muy abiertos cómo los brazos de Usagi se desprendían y quedaban colgando, ya que los dedos de amigo aún seguían agarrados al mango de la pala.
Usagi sin embargo, no tuvo tiempo de comprender lo que había pasado… porque se tambaleó hacia atrás y al tropezar con una piedra, cayó al suelo.
Y con el golpe, el resto de su cuerpo se rompió en varios pedazos.
Igual que la calabaza de Donatello…
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Una hora después…
_ Es increíble que esto haya pasado… _admitió Raphael, afligido.
_ Lo sé… Yo tampoco entiendo lo que pasó… _Donatello retiró la tetera del fuego, y sirvió una taza de té_ Usagi no debía volver como un zombie… se suponía que fuese humano otra vez.
_ Yo hablaba del pastel… _aclaró el ojiverde_ Atender a Usagi te llevará toda la tarde y no tendrás tiempo de hornearlo… Es una pena.
Donatello y Leonardo lo miraron de la misma forma en que se mira a un idiota:
_ ¿Por qué me ven así? ¡Tengo hambre! _se defendió este.
_ Pues hornéalo tú mismo, perezoso… _le respondió Donatello, pasando junto a él para llevarle la taza de té a Usagi_ Bebe esto, Usagi. Te ayudará a sentirte mejor…
Usagi miró la humeante taza de té de Mandrágora sin mucho entusiasmo;
_ No sé si sea buena idea beberlo ahora… _dijo, con cara de pocos amigos_ Considerando que mi cabeza no está unida al resto de mi cuerpo…
En efecto, la cabeza de Usagi descansaba en un extremo de la mesa de la cocina… mientras que su torso y el resto de las partes de su cuerpo estaban todavía en un rincón, apilados en la carretilla de jardín.
_ Tienes razón… _admitió Donatello, sacando un costurero_ De todas maneras es mejor si lo dejas enfriarse un poco. Mientras tanto trataré de ponerte todo de nuevo en su lugar… o algo así.
_ Te ayudaré… _se ofreció Leonardo, tomando el torso de Usagi de entre la pila de piezas de la carretilla.
_ ¡NO ME TOQUES! _le gritó el conejo desde la mesa.
_ Sólo intento ayudarte, Usagi.
_ ¡Preferiría que me ayude alguien que no sea responsable de mi muerte en primer lugar…! _respondió Usagi.
_ Leo, siéntate. _intervino Raphael, sin muchos deseos de involucrarse en ése drama_ Yo ayudaré a armar de nuevo a Usagi…
El ojiverde se acercó a la carretilla, y arrugó la nariz;
_ Ewww… Creo que primero me pondré un broche en la nariz o algo. Esto es asqueroso... _dijo, mirando los fragmentos medio podridos del cuerpo de Usagi_ Empiezo a creer que confundimos el acuífero del lugar donde te enterramos con las alcantarillas de la ciudad…
_ ¡Raphie…! _Donatello lo reprendió_ ¡No le hables así a tu amigo! ¡Está pasando por un momento muy difícil…!
EL ojirrojo terminó de enhebrar una gruesa aguja de metal, y la hundió en la carne del conejo;
_ ¿Esto te duele…? _Donatello lo pinchó un par de veces más.
_ N-no… _se sorprendió Usagi, viendo la aguja entrando y saliendo de su carne_ Pero recuerdo cómo se sentía… es extraño.
_ Mmmm… _el ojirrojo frunció el ceño, pensativo_ Sigo sin entender qué salió mal… el agua del acuífero nunca antes me había fallado.
_ Necesito saberlo… ¿Seré un Zombie por siempre…? _quiso saber el conejo.
_ No lo sé. _admitió Donatello, bajando la mirada_ Hasta que no averigüemos lo que sucedió, será mejor no aventurar conclusiones… _sugirió_ Por el momento lo mejor que podemos hacer es cocer tus partes, y darte de beber té de Mandrágora. Ayudará a mantener tu cuerpo unido y te dará un aspecto "más humano"… también te ayudará con el olor.
A Usagi no lo satisfizo mucho ésa respuesta que digamos, y dirigió toda su ira y frustración hacia Leo:
_ ¡Tú tienes la culpa de todo, Leonardo! _le gritó.
_ Mira, Usagi… _Leonardo tomó una profunda inspiración_ No justifico lo que hice. Pero tienes que admitir que si tú no hubieses andado de entrometido atrás mío ésa noche yo no…
_ ¡¿Estás tratando de echarme la culpa?! _se indignó el conejo_ ¡Leo, tú me asesinaste y me cortaste en pedacitos!
_ ¡Lo sé! ¡De acuerdo! ¡No trato de echarte la culpa! _recalcó la tortuga_ ¿Crees que no me arrepiento de lo que pasó?
_ ¡No me pongas ése tonito de "niño bueno que no rompe un plato", Leonardo! _Usagi ya tenía otra vez su cuello unido a la cabeza, y lo giró para ya no tener que ver a Leo_ Creí que éramos amigos… Que yo te importaba…
_ Sí me importas, Usagi… _insistió el ojiazul_ ¡Sólo por eso traté de revivirte! ¡Lo que pasó fue un accidente…! ¡De verdad!
_ ¡No fue ningún accidente! _afirmó el conejo_ Sólo querías quitarme del medio para poder estar con ése… ése…
_ ¡BASTA! _Raphael golpeó la mesa con un puño, haciendo temblar todo lo que había encima, incluyendo la cabeza de Usagi_ ¡El Psicodrama lo dejan para después, cuando terminemos de cocer a Usagi!
_ ¡Pero…! _Leonardo intentó añadir algo más, pero justo entonces Mikey entró en la cocina.
_ ¡Conseguí algo de ropa de la talla de Usagi! _dijo el pequeño Lolita, dejando su valioso hallazgo sobre la mesa_ También un par de zapatos…
_ Excelente, Mikey… _lo felicitó Donatello_ ¡Buen trabajo!
Michellangelo sonrió, pero dejó de hacerlo al ver la forma en que Usagi lo miraba;
_ Uhhh… ¿Te sientes mejor, Usagi…? _preguntó suavemente.
Usagi lo ignoró. En cambio, miró a Donatello, quien estaba terminando de cocer su pierna;
_ Sabía que había algo extraño en ustedes dos, cuando los vi esa noche… _dijo, haciendo memoria.
_ Usagi… _Raphael quiso hacerle una advertencia, para que cuidara sus modales con los hermanitos.
_ ¿Qué son ustedes, exactamente…? _siguió insistiendo el conejo.
_ Está bien, Raphie… _Donatello tranquilizó a su novio con una sonrisa_ Aún no le hemos explicado quiénes somos… y todo esto ya es bastante confuso para él.
_ ¡Gracias! _Usagi elevó los ojos al cielo_ ¡Al fin alguien que no cree que soy un "Rey del Drama", sólo porque me asesinaron…!
_ Ejem… _Donnie carraspeó, antes de hablar_ Mi nombre es Donatello, y él es mi hermano menor, Michellangelo. Hace mucho tiempo nuestros padres nos abandonaron en el bosque y vendimos nuestras almas para poder salir de allí y volver a cobrar venganza. _resumió_ Ahora somos íncubos… y vivimos felizmente aquí en las afueras de la ciudad, en lo que solía ser nuestra antigua casa.
Usagi se hubiera puesto pálido, de haber tenido un sistema circulatorio en funcionamiento. Creyó que oír explicaciones lo tranquilizaría, pero resultó todo lo contrario:
_ ¿U-ustedes son los niños de la historia…? _preguntó, con un hilo de voz_ ¡Es imposible! De seguir con vida deberían tener más de 50 años de edad…
_ De hecho tengo 62 años… y Mikey tiene 60… _Donatello terminó de cocer su otra pierna y ajustó bien las costuras_ Nuestros cuerpos no envejecen. Quedaron congelados en la edad que teníamos al momento de convertirnos en demonios…
_ No puedo creerlo… _el conejo miró otra vez a Mikey, y luego a Leonardo, que lo había tomado de la mano_ ¿Y ustedes viviendo aquí con ellos como si nada…? ¡¿Se volvieron locos?!
Leonardo abrió la boca para responder, pero Raphael se le adelantó:
_ Nosotros también somos demonios ahora, Usagi… _aclaró, antes de que el conejo dijera algo que lo hiciera enojar más aún_ Y por extraño que te parezca, decidimos convertirnos en íncubos por elección propia. Somos muy felices viviendo aquí con ellos...
_ ¿Estás de broma, verdad Raphael…? _Usagi no terminaba de creer lo que estaba escuchando.
_ No es ninguna broma. _el ojiverde le ofreció otra vez la taza de té que Donatello había servido hacía diez minutos_ Ahora, por favor bébete esto para que dejes de apestar la casa y puedas ir afuera a discutir con Leonardo o lo que sea.
_ ¡No voy a beber nada! _Usagi se levantó de la silla y golpeó la mano de Raphael que sostenía la taza, arrojándola al suelo_ ¡Me largo! ¡USTEDES ESTÁN ENFERMOS!
De camino a la puerta, Usagi tomó un largo abrigo de la pila de ropa que Mikey le había conseguido, y se lo puso:
_ ¡Usagi, espera…! _Leonardo fue tras él_ ¡No puedes ir a ningún lado así! ¡Es mejor que te quedes con nosotros!
_ ¿Y ser una familia feliz a lo Frankenstein? _respondió el conejo, abriendo la puerta_ ¡No gracias!
Leonardo no se dio por vencido y lo siguió, cerrando la puerta tras él. De todas formas eso no hizo la diferencia, porque la discusión entre ambos aún se oía dentro de la casa… sobre todo frases como: "¡esto es tu culpa, Leonardo!" , "devuélveme mi oreja para que pueda largarme" y "¡Ya no podré ver a mi familia nunca más…!".
Donatello suspiró, y guardó los hilos y agujas otra vez en el costurero. Raphael refunfuñó y fue a cerrar las ventanas, para ya no escuchar más de esa discusión:
_ Por esto no me gustan los melodramas… _gruñó.
Mikey se puso a juntar la taza rota del piso, con una expresión tristona en su rostro con pecas:
_ Creo que no le agradamos mucho a Usagi… _murmuró, tristemente.
_ No dejes que ése cretino te haga sentir mal, Mikey. _le advirtió el ojiverde_ Su problema es con Leonardo… Cuanto menos nos involucremos con él, mejor. _Raphael vio que su novio llenaba una botella con el resto del té de Mandrágora_ ¿Y tú qué crees que haces, Donatello…?
_ Estoy de acuerdo en que debemos dejarlos resolver sus problemas solos… pero no podemos quedarnos de brazos cruzados ante su condición de Zombie, Raphie... _explicó el ojirrojo, con calma_ Me encargaré de darle esto antes de que se vaya.
_ Se me ocurrió algo mientras buscaba ropa para él… _dijo Mikey, levantándose para tirar los pedazos de taza en el cesto de basura_ ¿No fue después de que enterramos a Usagi que inauguraron la planta nuclear de la ciudad…?
_ ¿Y eso qué…? _Raphael se cruzó de brazos.
Donatello, en cambio, vió la conexión de inmediato:
_ Oh, no… ¡La planta envenenó el agua de mi acuífero! _se lamentó_ ¡Por eso no funcionó! ¡Y ya nunca más volverá a funcionar…!
_ Donnie, tranquilo… Aún puedes cultivar calabazas con agua del grifo… _quiso tranquilizarlo Raphael.
_ No, Raphie… eso no es lo que me preocupa. _el mayor de los lolitas sacó el libro de recetas que había usado para preparar el té_ Aquí dice que en vez de té se puede preparar un concentrado de mandrágora… Lleva un par de meses hacerlo, pero puede "revivir" el cuerpo de Usagi lo suficiente como para matarlo otra vez e intentar de nuevo con el agua del acuífero… _Donatello cerró el libro_ Pero ahora…
Ninguno de los tres volvió a decir nada por un rato. Usagi y Leonardo seguían peleando afuera…
Mikey tragó saliva al oír que el conejo decía algo poco halagador sobre él y llamaba "pervertido" y "enfermo" a Leonardo:
_ Entonces… ¿No hay nada que podamos hacer para volver a Usagi humano otra vez? _preguntó por última vez el de ojos claros.
_ Creo que no… _suspiró el de ojos rojos, mirando el líquido en la botella que sostenía_ Prepararé el concentrado de Mandrágora… pero Usagi tendrá que decidir si quiere seguir con su vida como un "no-muerto" o morir definitivamente.
Raphael se frotó el entrecejo, agotado;
_ ¿Puedo sugerir algo…? _comenzó a decir_ Lo único que deberías preparar ahora mismo es mi pastel de arándanos… porque no creo que ninguno de nosotros pueda poner un pie afuera hasta dentro de un buen rato.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: END FLASH BACK :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
_ ¿Entonces volverás a casa ahora que ya no pareces tanto un zombie…? _se esperanzó Nico, devolviéndole a su hermano la botella.
Usagi suspiró tristemente…
_ No, Nico. No puedo volver… no así. _respondió, clavando la mirada en el suelo_ De eso es de lo que quería hablarte. Ésta es la última vez que nos vemos.
_ ¿Qué…? ¿Por qué? _se alarmó el menor de los dos.
_ Tengo que pensar en lo que haré… _declaró el mayor, solemnemente_ Y nada bueno puede pasarte si estás en contacto conmigo permanentemente…
_ ¡NO…!
_ Por eso debemos dejar de vernos. _concluyó Usagi, levantándose_ Adiós, Nico…
_ ¡No dejaré que te vayas! _Nico se colgó de su abrigo con uñas y dientes, comenzando a gimotear_ ¡Eres mi hermano mayor! ¡No puedes dejarme así nada más!
Usagi estaba tan conmovido como su pequeño hermano, pero no podía volverse atrás. Había tomado una decisión;
_ ¡Nico, no hagas esto más difícil! _Usagi trató de despegárselo_ Ya no puedo seguir siendo tu hermano. Trata de entender…
Nico estalló en llanto, abrazando la pierna de Usagi:
_ Pero… Pero… ¡Te necesito! ¡Quiero que vuelvas! _sollozó_ Toru es un pésimo hermano mayor…
_ Nico…
_ ¡Encontraremos la forma…! _suplicó el menor de los dos_ Por favor no me dejes… No te vayas, Usagi…
_ Mira lo que me pasó a mí por ser amigo de Leonardo. _sentenció Usagi, con voz grave_ Lo mejor que puedo hacer por ti es no dejarte convivir con cosas extrañas y sobrenaturales… como un hermano zombie.
_ Pero…
_ Tengo que hacerte ése favor. Aunque signifique no volvernos a ver… _concluyó el conejo, dándole unas palmaditas en la cabeza_ ¿Sí entiendes eso, verdad…?
Nico se tomó su tiempo en responder, ahogado entre sollozos e hipos… pero al final asintió con la cabeza. Sin embargo, si tenía que dejar ir a su hermano mayor para siempre… él también iba a poner sus condiciones:
_ Hoy llegó una feria a la ciudad… _dijo, mientras se limpiaba las lágrimas con el antebrazo_ ¿Podemos ir juntos…?
_ Nicoooo… _Usagi elevó la miraba al cielo.
_ ¡Por favor! _insistió el menor_ Hagamos una última cosa como hermanos… y luego nos despediremos si aún quieres eso.
Usagi frunció el ceño, considerando lo que su hermano menor le proponía. Se había prometido a sí mismo ser firme y no dejarse confundir por lo que Nico dijera…
Adoraba a su hermano menor, como al resto de sus hermanos. Debía alejarse de él por su bien... ¿Pero cómo negarle algo tan inocente como un último paseo juntos?
_ Está bien… Vayamos. _decidió_ ¿Pero no te castigarán mamá y papá por llegar tarde…?
_ En teoría, ya estoy castigado… _le explicó Nico, juntando todas sus cosas con una sonrisa_ Debía llegar a casa hace como dos horas…
