Palabra del segundo puto día que también se me pasó: Ribbon.
Disclaimer: D! Powerpuff Girl Z no me pertenece.
Me miré al espejo y ladeé la cabeza, frunciendo el ceño; analicé el estilo que traía. Algo estaba mal, algo no combinaba conmigo. Me puse de perfil, provocando que mi coleta se moviera ligeramente, y luego al otro lado. Asentí con decisión y miré acusadoramente al detalle que llevaba sobre su cabeza.
El lazo.
Aquel compañero de vida parecía haber cumplido por completo su objetivo, por lo que llevé ambas manos hacia él y lo desprendí. Mi cabello cayó sobre mi espalda todo enmarañado y, por un segundo, consideré haber tomado una mala decisión, pero continué firme. Dejé aquel accesorio sobre la repisa y pasé un peine por mi cabello, pensando en positivo.
El monstruo rojizo no me dejó en paz hasta que, por fin, logré domarlo. Le sonreí al espejo y, tomando una gran bocanada de aire, dejé la casa.
A lo largo del día, no dejaron de halagarme y decirme que ese estilo me hacía lucir mejor y menos infantil, lo cual hería un poco mi orgullo. Me pregunté qué me había impedido cambiar mi peinado en todos estos años, pero no pude llegar a una conclusión, por lo que simplemente lo dejé pasar.
—Te ves mejor así.
Cada vez que lo oía, agradecía, aunque ya no supiera quién me hablaba.
Cuando puse un pie en mi habitación, unos ojos rojos me observaron al instante desde mi cama; mi corazón se aceleró. Cerré la puerta y noté cómo las cortinas se movían con gracia debido a la suave brisa que entraba por mi ventana. ¿Que no la había dejado cerrada?
Acusé al pelirrojo con la mirada, mientras que este se levantó del mueble y me examinó con detalle, provocando que me sonrojara. Brick ladeó la cabeza, frunciendo el ceño. Movió la cabeza hacia todos los lados posibles y se detuvo en el estante; sostuvo en sus manos el bulto rojo allí abandonado y volvió hacia mí.
Me tensé y, de manera casi imperceptible, retrocedí. Tenerlo tan cerca era algo inquietante, más aún cuando pasó ambos brazos alrededor de mi cabeza y comenzó a formar una coleta con mi cabello. Mordí mi labio inferior, no dejando escapar ningún sonido que pudiera delatar mi sorpresa. Cuando se alejó, suavemente solté todo el aire que llevaba conteniendo desde que dio el primer paso hacia donde yo estaba.
Aún algo nerviosa, observé cómo el culpable de mi sonrojo volvía a sentarse en la cama. Brick me reprochó con la mirada y frunció un poco los labios.
—No te lo vuelvas a quitar, me gusta así.
Pude jurar que los colores subieron a mi cabeza. Viéndolo encender la computadora como si nada hubiese sucedido, toqué el lazo que mantenía ordenado mi cabello y sonreí. Bueno, podía llevarlo puesto un tiempo más, ¿por qué no?
Ya, ya está. Parece que estuviera persiguiendo algo, demonios.
¡A por la palabra del tercer día!
Ah, cierto. A mis queridos lectores fantasmas: ¿Por qué me hacen esto? Duele (va a llorar porque no le dejan reviews)
C'est moi, Chat Noir.
