Otra discusión, pelea, argumento, como prefiera llamarlo. Esa pasión que llegaba, esa tensión que la hacía querer discutir su punto aunque más, esa conexión que odiaba, esa mujer a la que deseaba ganar en tantas formas...

Tema a discusión: Henry. La alcaldesa le impidió verlo, otra vez. Al principio del castigo se comunicaban por los walkie-talkie, hasta ese día. Su única forma de contacto desapareció "misteriosamente", pero ella tenía sus sospechas de quién era el...la culpable de tal hecho.

Salía de la estación del Sheriff, iba a subirse a su bicho amarillo y volver a casa, aún con mal humor, cuando notó la presencia de un papel enganchado en el limpia parabrisas. Su instinto le dijo que tal vez era la alcaldesa molestando con una multa que no tenía derecho a hacer, después de todo, Emma era en realidad la Sheriff, no ella. Pero, al parecer, su instinto estaba equivocado. Era una nota de Henry.

Tenemos que vernos. Roni's bar. 7hs. Es urgente.

¡¿Un bar?! ¿Por qué diablos Henry la citaría en un bar? Hasta para ella, eso era altamente inapropiado. Debía cancelar. Un bar no era lugar para un niño de 10 años. Además, ¿cómo iba a hacer para poder entrar? Seguramente, al final, no llegaría por ello. Pero luego recordó que ese pequeño demonio se las arregló para ir hasta Boston solo y encontrar a su madre biológica cuando se suponía que no había forma de que lo haga, solo.

Urgente. Eso es lo que la nota decía. ¿Sería importante o la molestaría con la Operación Cobra? Porque si era así lo mataría. Probablemente Regina pediría una orden de alejamiento si descubriera que dejó entrar a su hijo a un bar. Ya tuvo suficiente con esa mujer como para sumar otro problema.

Se encogió de hombros, recordando que Regina no tendría excusa para culparla por eso. Era una locura pero tenía que intentarlo. Vivía un infierno extrañando al pequeño, y sabía que Henry también, o lo esperaba. ¿Tanto quería Regina a Emma alejada que heriría a su hijo para lograrlo? Esa mujer estaba completamente loca.

Arrugó la nota en su puño y la tiró al asiento trasero del coche. Miró su reloj. Faltaban 15 minutos para las 7 de la tarde. Arrancó el auto y buscó ese 'Roni's' que mencionaba Henry. No sabía de su existencia y eso era raro. Como Sheriff, era la encargada de controlar a los borrachos escandalosos —Leroy, por ejemplo— y nunca recibió una llamada de allí. Tal vez era un lugar nuevo, o allí no causaban muchos problemas, lo cual era difícil de creer, a pesar de que Storybrooke sea un pequeño pueblito tranquilo.

Después de varias vueltas por el pueblo, encontró el lugar. Paredes de ladrillo y el letrero en neón que decía "Roni's" llamaron su atención. Entró y enseguida fue atraída por el estilo del bar. Rock de fondo; no mucha gente, pero tampoco estaba vacío; el lugar era más amplio de lo que parecía y rústico de cierta forma. Pero lo que más llamó su atención, fue la morena de espaldas en el mostrador. Su cabello era corto y ondulado, esos jeans negros y camiseta sin mangas marcaban sus bellas curvas, y parecía estar lidiando con el franco de propinas que no quería dejar salir el dinero. Después de una larga inspección a su cuerpo, que la hizo sentirse sucia, salió de su trance y decidió dirigirse al mostrador y sentarse en un taburete, a esperar al niño.

Antes de llegar, la intrigante mujer pareció rendirse y dejar el frasco donde estaba antes. Colocó sus manos en los bolsillos traseros del jean ajustado, sexy, y se dió la vuelta de la forma más lenta y cautivadora posible. Fue entonces cuando todos su pensamientos oscuros desaparecieron, dejando su mente completamente en blanco. Debía parecer una idiota, con la mandíbula caída y pérdida de voz, ante la belleza latina y su rostro.

La morena le sonrió y apoyó los codos sobre el mostrador. «Hey, ¿qué te sirvo?».

«¿R-Regina?» logró pronunciar. No podía creer lo que veía. No sabía si reír y gritar. Por un momento consideró la idea de haber perdido la cabeza. Eso tenía más sentido que Regina Mills siendo la sexy bartendera de un bar misterioso, alejado del centro de Storybrooke.

«¿Perdón, cariño?» dijo, al parecer no llegó a escucharla. La mujer actuaba como si no la conociera. Quiero decir: ¿cariño? O yo estoy borracha sin haber tocado un vaso, o es ella la que no me reconoce en su estado. «¡Ey!» exclamó, cuando la rubia se perdió en sus pensamientos. «¿Todo bien?».

«Eh, sí» balbuceo mientras tomaba asiento.

«¿Qué te sirvo?» preguntó la morena, caminando hacia detrás del mostrador.

Los ojos ampliados de Emma no se separaban de la imagen de la mujer frente a ella, se sentía torpe y perdida. Con Regina frente a ella, la razón por la que buscó el bar por todo el pueblo se perdió en su memoria.

«¿Regina?».

«No hay Reginas aquí... ¿Quieres algo o no?»

A tí. Borró ese pensamiento tan rápido como llegó. Genial, se estaba volviendo loca, tanto como Regina. ¿Qué diablos le pasaba?

«Whiskey» la mujer se dió la vuelta, tomó una botella y dos vasos. Sirvió el líquido y le entregó uno de los vasos a Emma, mientras el otro era para ella. «Vamos, Regina. No puedes engañarme. ¿Qué es todo eso?» dijo señalando el bar.

«¿Un bar?» dijo irónica, encogiéndose de hombros. «Y deja de llamarme Regina».

Emma arqueó una ceja. «No voy a llamarte Srta. Mills» y se cruzó de brazos. Se estaba recuperando del shock inicial.

«¿Por qué harías eso? Soy Roni» y tomó de su bebida.

«¿Roni?» dijo con una sonrisa burlesca. Estaba a punto de reírse en su cara. Eso no podía ser cierto.

«Ajá. Sino, puse el letrero equivocado al frente» dijo Roni con una sonrisa divertida.

Ella en realidad cree que se llama Roni, y si... No, debe ser una broma mala de Regina. Debe ser eso. Pensó, aunque sabía que la alcaldesa no disfrutaba de las bromas. De alardear, sí; sarcasmo, siempre; ¿Bromas? De la simple mención te ahorcaría con sus propias manos.

«Ok... Roni. Así que, ¿este lugar es tuyo?».

«Mi bebé» dijo bromista, aunque notó un trasfondo de sentimentalismo en su voz.

«Oookay...» la miró incrédula. ¿Quién eres y qué hiciste con Regina? «¿Qué te sucede?».

«¿De qué estás hablando?» preguntó tragando su bebida.

«Los jeans, el rock, el bar... ¿"Cariño"? ¿En serio, Regina? Sea cual sea esta broma, detente» dijo irritada.

La morena arqueó una ceja y vió una sonrisa divertida escaparse por las comisuras de sus labios. Estaba por responder cuando desvío su mirada con una gran sonrisa a la puerta.

«Hey, tú» de repente dijo la bartendera con una sonrisa plena que se borró en medio segundo, cuando echó un vistazo sobre el hombro de Emma. Parecía estar esperando a la persona detrás.

«¿Dónde está? Sé que está en este pozo infernal» demandó una voz demasiado familiar, similar a la que acababa de escuchar, pero más autoritaria y fría.

Oh no. Reconoció la voz casi al instante. ¿Cómo no reconocer la voz de sus pesadillas y sueños más vergonzosos? Sólo pensó en una cosa: Henry se escapó para venir y llegó a echarle la culpa. Entonces recordó la dueña de esa voz estaba delante de ella, no era posible... Todo ese tiempo, de verdad que no era Regina y no era un juego suyo.

«Relax, sis» dijo la bartender.

¿Sis? Sí son hermanas, obviamente.

«No, nada de "relax, sis"» dijo sin paciencia y Emma largó aire que no sabía que estaba conteniendo. No venía por ella. Venía por Roni... ¿Por qué? Se preguntó. «Desde que abriste tu preciado bar, mi hijo se escapa de casa para venir aquí, con su cool tía Ron. ¡A un bar! ¿Notas cuán inapropiado esto es?».

«Sí, lo sé. Pero tampoco le estoy dando cerveza. Déjalo ser».

«¿"Déjalo ser"? ¿Ese es tu mejor consejo?» iba a demandar que le traiga a Henry nuevamente cuando notó una cabellera rubia en un taburete. «Hablando de inapropiado... Srta. Swan».

Incómoda, la joven giró la cabeza hasta ver a la morena. «Regina».

«¿Por qué no me sorprende?» murmuró para sí. «¿Dónde está Henry?».

«No tengo idea» dijo sinceramente.

«¿En serio esperas que crea eso?».

«Gina, está diciendo la verdad. ¿Por qué ella sabría dónde está?».

«Primero, no me llames Gina, ambas sabemos que no debes. Segundo, ella es la mujer que lo dió en adopción» dijo con desdén eso último.

Impactada, Roni amplió los ojos hacia Emma. «¿Eres la madre biológica de Henry?» dijo. Su tono de voz le recordó a cuando conoció a Regina. La rubia asintió, sintiendo que perdía la capacidad de hablar. «Tú eres Emma» reconoció.

«¿Cómo...?» no terminó la frase al ver a Roni desviar la mirada a la otra morena.

Regina suspiró. «¿Acaso soy la única que sabe reconocer un lugar apropiado para un niño?» se dijo en voz alta.

«Ajá, como digas, sis. Yo sé dónde está».

«Así que sí está aquí» dijo acusadora.

«Sip... Iré a buscarlo» y rodeó el mostrador. Sus ojos brillaban y llevaba una sonrisa predadora. Llegó hasta Regina y susurró a su oído: «¿Sabés, sis? Deberías aprovechar este momento y... hablar» dijo severa. «Siempre te gustaron las rubias» agregó divertida y la vió subir las escaleras.

Regina tragó en seco. ¿Cómo lo hacía? Roni siempre decía que era el sentido de gemelas, pero ella sabía que era ridículo. Pero era increíble que su hermana siempre supiera de estas cosas. Incluso fue ella la que gritó en medio de la calle "Regina Mills las prefiere rubias" cuando eran dos adolescentes. Casi la ahorcó después de eso, esa mujer tenía la costumbre de avergonzarla en maneras que si siquiera sabía que eran posibles. Y ahora, esto. No iba a hacer lo que Roni dijo, nunca. Era una locura.

«Maldita sea» murmuró.

«¿Dijiste algo?» escuchó a la rubia.

«Nop» se le escapó. ¿Acababa de decir 'nop'? Dios, tenía que salir de ese lugar antes de que la vibra Roni se apodere de ella.

«¿Nop?» dijo riendo.

La mujer rodó los ojos. «Vieja costumbre. Afortunadamente a mí se me borró con los años, excepto cuando estoy con Roni. Se escapó antes de poder eliminar esa costumbre despreciable».

«¿Escapó?».

Diablos. ¿Por qué le estaba costando tanto retenerse? Maldita Roni. La culpaba por toda esta situación. Con sus charlas del amor e intentos para emparejarla desde siempre. Pero ella sabía lo mejor. El amor es una debilidad. Un lección de su madre que su hermana despreció muy estúpidamente.

«Cosa de adolescentes» se limitó a decir encogiéndose de hombros.

«No comprendo».

«Y no debe hacerlo» replicó cortante. «Eso es asunto entre mi hermana y yo».

«¿No sería solo de tu hermana?».

«¿Qué?» preguntó confundida.

«Dijiste de tu hermana y tuyo. ¿Qué tiene que ver contigo?».

Regina bajó la mirada y luego la dirigió a la bebida de su hermana. Suspiró y tomó el resto de un sorbo.

«Eso es...».

«No creo que le importe. Y si lo hace, no me importa a mí».

«¿Vas a evitas mis preguntas?».

«No tengo por qué responderlas».

«Tal vez porque así te llevarías bien con alguien en este pueblo» respondió con descaro.

«Es justo como mi hermana» dijo con desdén.

«¿Y eso es malo?».

«Lo peor».

«Pero, ¿acaso no te agrada tu hermana?».

La morena largó una risa seca, deseaba que su vaso se rellene mágicamente. «Me agrada. Ese es exactamente el problema».

«¿Y qué se supone que eso significa?».

«Nada que comprenda» suspiró.

«Intentalo».

«No somos amigas» le recordó con una mirada fría.

«Ni siquiera se me ocurriría» dijo cómica. Regina rodó los ojos, pero pudo ver una pequeña sonrisa traidora en sus labios. «Podemos decir que solo somos dos mujeres en un bar».

«Eso es ridículo».

«Pero funcional...» replicó con una sonrisa tonta.

«Srta. Swan, puede seguir intentando, pero nunca va a suceder» su frío tono de voz se volvió helado.

«¿En serio? Porque en estos... 5 minutos, descubrí que tienes una gemela, que escapaste con ella y que te gustan las rubias» terminó con una sonrisa divertida.

«Primero, no me escapé con ella. Segundo, ¡¿qué?!».

«Escuché una parte de lo que Roni te dijo antes de irse».

«Esa perra» siseo.

«Woah, 'nop' y 'perra'. Dos en un mismo día. ¿No se estará corrompiendo Señora Alcaldesa?» bromeó.

«Mmm, es un poco tarde para eso» dijo dando la vuelta al mostrador para servirse algo.

«¿Puedes hacer eso?».

La mujer se encogió de hombros, impropiamente de ella. La vió moverse con habilidad detrás de la barra, tomar una botella del estante de arriba y servirse. Haciendo eso de parecía tanto a Roni, pero sin dejar de ser ella.

«Entonces... ¿te gustan las rubias? No pensé que siquiera te gustaran las mujeres».

Regina puso los ojos en blanco. «Por supuesto que no, es cosa de Roni».

«Oh, entonces no te gustan las mujeres».

«Me ofende» dijo sentándose al lado de Emma nuevamente.

«¿Te ofende que haya creído que podías ser lesbiana?» dijo indignada.

«¿Qué? No. Me ofende que haya creído que no me atraen. Creí que estaba bastante explícito».

«Pero... dijiste que-».

«Dije que la locura de que prefiero las rubias es algo de Roni» aclaró un poco molesta. «No es algo en lo que me fijo, simplemente sucedió que tenía muchas amigas rubias» pero ella estaba hablando de otro tipo de "amigas".

«Oh...» lo había arruinado.

«Sí, srta. Swan. Oh...» hizo una pausa, frunciendo el ceño. «¿Dónde diablos está Roni con mi hijo?» iba a dirigirse hasta arriba pero la mano de Emma agarrando su brazo la detuvo.

«No creo que sea buena idea».

«¡Es mi hijo! No puede seguir huyendo y Roni definitivamente no puede apoyar ese comportamiento».

«Lo sé. Pero creo que esto no es un simple escape».

«¿De qué habla?».

«Tengo la sensación de que Roni y Henry se aliaron».

«¿Qué?» dijo con su famosa expresión de "eres una idiota".

«En el poco tiempo que estuve con Henry, descubrí que él siempre tiene un plan».

«¿Y qué crees que quiere?» preguntó con un tono de voz más suave.

La rubia la miró profundamente a los ojos, sin estar segura de si debía decir la respuesta, si Regina sería capaz de soportarla. Su respuesta a esa duda era un rápido 'no'. No estaba lista para oír esas palabras. Pero qué tal si... Se acercó a su rostro y tomó sus labios en los suyos.

La morena, hace un segundo paralizada por la acción de Emma, estaba entre golpearla y responder. Su sentido común le decía a gritos que se aleje, que el amor es debilidad. Pero su corazón latía tan fuerte, tan seguro, tan... apasionado, que no podía ignorarlo, ya no más. Y respondió, justo como lo hacía su corazón.

Ninguna sabía si estaban alucinando, o si la bartendera puso algo en sus bebidas. ¿Cómo esos labios podían ser lo que tanto estaban buscando, lo que tanto querían y ni siquiera lo sabían? Eso no importaba ahora. Las manos de Emma estaban en sus mejillas y las de Regina en la cintura de la rubia. Sólo un pensamiento pasaba por su mente.

Maldita Roni.