Capítulo 1:
La estudiante de secundaria no sabía qué hacer ahora. Llovía fuertemente y ella, refugiada debajo de la entrada de su escuela, no alcanzaba a mojarse. Pero sabía que solamente necesitaba poner un pie afuera del techo que la protegía para quedar completamente mojada en cuestión de segundos. Se mordió su labio inferior suavemente, indecisa de cómo salir de ese dilema. Las risas femeninas la sacaron de sus afligidos pensamientos, apenas dirigiendo la mirada a las muchachas que habrían sus paraguas bajo la lluvia y se iban juntas, charlando amenamente, escuchando fragmentos de la conversación.
"…Y lo invité a mi fiesta de cumpleaños, debiste verlo. Se veía muy guapo en esa ropa deportiva…."
"…¡Eres una coqueta! ¡Teniendo novio y mirando para la otra vereda!..."
Ambas chicas se alejaron, riendo entre ellas, dejando que el sonido de la lluvia opacara audiblemente su algarabía adolescente. Un novio. Una cosa que la hacía diferente de las demás.
Pronto cumpliría 16 años de su vida, lo que significaba que dentro de dos días, la nerviosa y tímida no-puedo-dejar-de-tartamudear Hinata Hyuuga sería la única chica que nunca ha tenido una cita. Y qué decir de un novio. Eso lo hacía todavía peor frente a las demás, aunque no le importaba enteramente. Es decir, nada le importaba, después de todo era conocida como la simplona Hinata, apodo que desde hace 4 años le precedía en el instituto como una marca maldita. Era tan diferente de sus demás compañeras. Ellas lo tenían todo...
Belleza…
Popularidad…
Y una fila de chicos detrás de sus faldas…
La gran mayoría de las chicas de su clase tenían al menos una de esas grandes cualidades, lo que les permitía estar en algún club deportivo o extraprogramático. Hinata no pertenecía a ninguno, no era porrista, ni deportista, menos artista. Solamente era una chica del montón que se la pasaba leyendo libros en su tiempo libre. Aunque ni así era la primera de la case, sus notas eran normales, quizás sobresalía en Lengua e Historia, sus clases favoritas. Y sus notas eran deficientes en Matemáticas y gimnasia… sus materias ya no predilectas, entiéndase odiadas o con cierta adversión.
Podía considerarse una chica normal, del montón, que no llamaba la atención, ni en la escuela y menos en su hogar…
Un repentino trueno la saca de sus no gratos pensamientos. No parecía que dejase de llover por el momento… y la muy despistada se había olvidado del paraguas. Sus opalinos ojos se fijaron en el suelo mojado de la escuela, pendiente de los recientes formados charcos de agua.
Si solo tuviese más confianza en sí misma, si tuviese carácter… no se sentiría tan sola en ese inmenso instituto. Sus dos mejores amigos, Shino y Kiba no pertenecían a la masa estudiantil de su escuela, ellos eran amigos desde la primaria, cuando iba todos los días caminando a esa pequeña escuela que había a unas cuadras de su casa. De vez en cuando quedaba con ellos para hablar sobre los viejos tiempos, pero para ella era diferente, porque solo podía verlos los fines de semana, mientras que dentro de los deberes estudiantes, pasaba almorzando en un rincón oculto o en la azotea, donde nadie la molestaba. Era de cierta forma… invisible, autista, una chica que no podía aspirar siquiera a entablar amistades con los populares. Y pobre que tratases de entablar relación con los intocables, te quedan mirando como bicho de laboratorio o simplemente te ignoran… logrando bajarte más la moral.
Un lastimero suspiro brotó de sus labios. N-no puedo quedarme hasta tarde…pensó, cabizbaja. Apretó con fuerza su maleta de color negro y la coloco delante de ella, llevándola con sus dos manos, mientras agachaba su cabeza, permitiendo que la cortina negra-azulada de cabellos tapara sus blanquecinos ojos. Con solo avanzar hacia el aguacero, su cuerpo se vio azotado implacablemente por las gotas de lluvias que, como agujas, se clavaban en su persona.
El sonido de sus pies pisar en el lodoso campo de la escuela le manchaba sus impecables medias blancas, que le llegaban hasta sus rodillas, donde comenzaba la falda escolar. Otro problema para ella. Era tan introvertida que su conjunto escolar la hacía parecer una monja ajena a la moda juvenil. No dejaba nada a la vista, ninguna porción de piel, algo que agradecía interiormente. Mientras que las otras chicas mostraban sus torneadas figuras y demás excesos, ella hacía lo posible por cubrirse, sin importar la estación. En verano llegaba a usar hasta chaleco para no mostrar sus atributos. Incluso en gimnasia, donde se podía usar el típico short azul ajustado, ella prefería usar unos pantalones azules y largos, no se preocupaba por el top superior, era dos tallas más grande así que, no se ajustaba a sus curvas naturales. Antiestético, cabe decir. Pero era ella, nadie se fijaba en ello.
"¿Hinata-chan?"
"¿Eh?" La muchacha levanta su empapado rostro para mirar a un extrañado muchacho rubio, de piel morena y brillante y atractivos ojos azules, junto a su paraguas naranja. "N-Naruto-kun…" Susurra, casi inaudible. Ahí estaba su tormento personal: ÉL.
"¿Acaso no has traído tu paraguas-ttebayo?" Preguntó, con el ceño fruncido, levemente preocupado.
"Y-yo… b-bueno…" Los colores le subían por su rostro, dándole un tono rojo a su suave piel. Vamos… háblale… él es…
"¡Naruto!" Exclama una voz a lo lejos.
"¡Ah! ¡Sakura-chan!" Responde el aludido, desviando su atención de Hinata y sonriendo a la recién llegada con un adorable sonrojo en sus morenas mejillas.
"¡Moh! ¡No me dejes atrás! ¡Prometiste que nos iríamos juntos!" Regaña la hermosa muchacha de cabellos rosas, e interesantes ojos verdes.
"¡Jejeje! ¡Perdón, se me había olvidado!" Rascando su nuca, en un ademán despreocupado. La muchacha de bonitos ojos verdes solamente suspiro, resignada.
H-Haruno-san…Pensaba la joven de cabellos negros, con una enorme pena reflejada en sus ojos.
Haruno Sakura, una de las porristas más guapas del curso. Había salido en el periódico escolar más de una vez por sus supuestos amoríos con los integrantes de fútbol y baloncesto. Aunque nunca fue algo serio, al menos eso daba a entender, puesto que a la otra semana tenía novio nuevo.
Y Uzumaki Naruto, el capitán del equipo, no era una excepción. Ella lo sabía muy bien… todo el colegio lo sabía muy bien. ¿Alguien haría algo? Ja, están de broma, ¿verdad? Nadie se molestaba en consolar a los pobres desafortunados, es más, cada vez que Haruno-san salía con un nuevo pretendiente, se le agregaba en una lista, para que así, a final de mes, ella se ponía a presumir lo hermosa y solicitada que era, sacar celos a sus rivales era lo que más le gustaba a la muchacha de cabellos rosas. Cada vez que hacía eso, la capitana del equipo de porristas, Yamanaka Ino se ponía echa una furia y barría con cualquiera que estuviese en su camino. Hinata lo sabía muy bien, más de una vez tuvo la desdicha de cruzarse en su camino.
"¡Adiós, Hinata-chan!"
"¿Eh?"
La aludida sale de sus reflexiones para percatarse de que su adorado Naruto-kun se va con su "novia", dejándola sola… y bajo la lluvia. ¿Qué esperaba? Naruto-kun no se fijaría en alguien como yo… una completa desconocida.Y era verdad… su primer amor solo tenía ojos para la hermosa flor de los cerezos, que en primavera se hacía relucir con fuerzas. Comparada con ella, Hinata solo era una semilla, enterrada en la tierra, donde nadie sabía que estaba plantada.
Encaminó sus pasos fuera del recinto escolar, era la última estudiante que quedaba. Mientras dirigía sus pasos por las húmedas y solitarias calles de Konoha, su mente la llevó a recordar su pasado con aquel alegre rubio. ¿Cuándo fue que su corazón latía fuertemente por Uzumaki? Ah, fue cuando entró a esta escuela. Una leve sonrisa brotó de sus finos labios. Recordaba perfectamente ese glorioso y único día…
Debía tener unos 12 años en ese tiempo y estaba siendo presentada ante todos sus compañeros, que murmuraban entre ellos sobre la nueva compañera. Su cabello estaba reducido considerablemente, dejando una leve chasquilla sobre su frente y unos mechones de cabellos azulados que enmarcaban levemente su rostro. Ya en ese tiempo brillaba su timidez, especialmente al estar frente a muchos rostros nuevos.
"Ella es Hyuuga Hinata, y acaba de ser transferida de otro colegio, espero que se lleven muy bien con ella.- La atractiva profesora le sonríe, tratando de infundirle confianza para que hablase frente a los alumnos."Vamos, di algo Hyuuga-chan..."
"Y-Yo… e-encantada de c-conocerlos…" Seguida de una exagerada inclinación de su cabeza, provocando una suave risa entre sus nuevos compañeros. No era tan común saludar de esa manera… tan exageradamente, pero los nervios de Hinata lograban que solamente ella se viese graciosa y diferente.
"Veamos… puedes sentarte detrás del joven Uzumaki… Uzumaki, ¿puedes levantarte para que ella te conozca?" Pidió amablemente la guapa profesora. No tuvo respuesta. "¿Uzumaki? ¿Me escucha?"
Hinata levantó la vista cuando la profesora se acerca al mencionado, que duerme perfectamente en su mesa, sobre su cuaderno y libros. La educadora estaba molesta y no dudó en golpear el mueble con la suficiente fuerza como para partirlo en dos, gracias a dios que no sucedió eso.
"¡NARUTO!"
"¡AAHH!" Saltó de su asiento, con sus enormes ojos azules abiertos, llevando automáticamente su mano a su frente, como un saludo militar. "¡LO SIENTO! ¡NO LE DIRE A NADIE QUE ERES UNA VIEJA SOLTERONA DE 50 AÑOS! ¡SE LO JURO!"
"…"
Un silencio sepulcral inundó la sala… hasta que las carcajadas brotaran cual lava de un volcán, llenando el aula de clases en un circo lleno de desencajadas risas. El rubio se percató de su error, y solamente llevó ambas manos a su cabeza, en una pose despreocupada, tratando de aminorar el impacto de lo dicho, sin resultado, obviamente. Hinata estaba entre sorprendida y avergonzada por lo dicho, debía tener mucha confianza con esa profesora. E increíblemente se percató que su nerviosismo había desaparecido, dando paso a una enorme calma interior. Su tímida sonrisa afloró.
"¿Así que vieja solterona de 50 años, eh, Naruto?"
"Eeehh… Tsunade-sensei… no es lo que piensa…"
"¿Ah no? Espero que pueda decir lo mismo frente al director, de seguro que estará más que contento de verte otra vez."
"¡Pero…!"
"Hyuuga-chan, este bobo es Uzumaki Naruto, puedes sentarte en el asiento que está a sus espaldas"
"Sí, maestra…" Ella se dirigió a su pupitre dejando su morral en la mesa y sentándose educadamente. "Etto… ¿Uzumaki-kun?"
"¿Eh?" El niño la observa, amurrado por el reto.
"Gracias…"
"¿Ah? ¿Por qué?"
"Por hacerme sonreír…"
"Mmm, no sé que hice realmente… ¡pero de nada! ¡Y no me digas Uzumaki, dime por mi nombre!"
"¿Naruto…kun…?"
"¡Sí, así suena mejor-ttebayo! ¡Y yo te llamaré por tu nombre! Emmm… ¿cuál es tu nombre?"
"H-Hinata… Hyuuga Hinata"
"¡Encantado de conocerte, Hina-chan!"
"¡Naruto! ¡Atiende a la clase!"
"…Sííííííííííííí…" Con pocas ganas de mirar el blanco pizarrón, solamente apoyó su cabeza en su mano, aburrido.
Desde ese momento, ella no dejó de pensar que el primer día fue el mejor… los siguientes… no tanto.
Solo las primeras semanas de su ingreso a clases fueron agradables, ilusorias… donde su príncipe azul era un muchacho de alborotados cabellos rubios y una enorme sonrisa. ¡Estaba segura de que era amor! Nunca había sentido algo así en toda su vida. Su único deseo era poder decirle lo que pensaba, sin importar lo demás.
Hasta que llegó ella… Haruno Sakura. Al principio su personalidad no era muy llamativa, tímida y algo callada. Pero a diferencia de, Haruno Sakura sí cambió su forma de ser, rompió su cascarón inicial para convertirse, poco a poco, en una bonita mariposa. Mostró ser muy inteligente, alegre, competitiva… y agraciada. Algo que caló hondo dentro de los pensamientos de Hyuuga, y no solamente en ella… sino que en su primer amor, Naruto-kun. El niño se enamoró perdidamente y no hubo día en que le pidiese ser su novia… aunque los rechazos venían con cada declaración… y con un enorme golpe.
¡Cómo deseaba ser la mitad de lo que era Sakura!
¡Si fuera así, podría tener el valor necesario como para confesar sus sentimientos! Más no lo tenía… carecía de coraje suficiente.
Era patética, débil…
Aquellas palabras que describían su persona nunca las pudo sacar de su mente, la perseguían como sombras...
No podía hacer mucho tampoco…
Se detuvo en un semáforo en rojo, esperando pacientemente bajo la lluvia. No había muchos transeúntes, y qué decir de vehículos por esa calle, más ella espero… y esperó. Ya podía sentir el frío en sus huesos, lastimándola.
Desearía estar debajo del paraguas de Naruto-kun, y él la llevaría a su casa, evitando que se mojara más, y la miraría con su enorme sonrisa. Como todo gallardo caballero en su dorada armadura. Un triste suspiro brota de sus labios. Como un cuentos de hadas…pero las fantasías son solo eso… hermosas ilusiones llenas de-
"Oye, niña…" Le hablaron, de mal humor. "¿Te vas a quedar allí parada toda la tarde?"
"¿E-eh?" Hinata se percata de la persona que le habla, era mucho más baja que ella ya que el paraguas azul que veía estaba a su misma altura. "L-lo siento…"
"Hmp…"
El semáforo cambia a verde y ella avanza, sin dirigirle la mirada, después de todos eran desconocidos. Al llegar a la otra esquina, esa malhumorada voz le habla otra vez.
"¿En qué dirección vas?"
"B-bueno… yo… voy hacia a-allá." Susurra, indicando el camino de la derecha. ¿Qué hacía respondiéndole? No debía…
"… agáchate."
"¿Q-qué?"
"¿Acaso eres sorda? ¡Te dije que te agacharas…!"
"¡L-lo siento!" Hinata se agachó, nerviosa y con los ojos cerrados. Era tan patética, por eso Naruto-kun no la miraba. Dejó de sentir el agua mojarla más de lo que estaba, ¿había parado de llover? No, aún escuchaba el ruido de la lluvia. "¿Eh?"
"Eres rara… tampoco es para que te encojas." Dice nuevamente la voz, que con su paraguas, impedía que el agua la mojara.
"Y-yo…- Hinata abre sus ojos y lo observa, se lleva una breve impresión al encontrar a un niño, de aparente 10-11 años, de cabellos azabaches y algo alborotados en la parte posterior de su cabeza, levantados levemente en puntas. Tenía una piel pálida, dándole más viveza a sus oscuros ojos. Tenía una mueca de fastidio en su rostro. Tan pequeño y ya demostraba ser algo huraño "P-perdón…"
"…vamos." Fue todo lo que dijo el niño, apenas mirándola.
Hinata se incorporó lo suficiente como para sobrepasar en altura al niño pelinegro y ambos avanzaron por la solitaria calle. De vez en cuando, la muchacha fijaba su vista en el menor, que no comentaba nada, estaba muy silencioso.
"E-etto…" Murmura, incómoda.
"…"
"M-mi casa está en la p-próxima c-cuadra… no es n-necesario q-que me a-acompañes."
"Ya estamos cerca, no me hagas devolverme."
"D-demo…"
El niño no le contestó nada más durante el corto trayecto a la casa de la chica. Hinata se detuvo al llegar a la puerta de su casa, sonrojada.
"¿Esta es tu casa?"
"…" Hinata asiente, avergonzada. Su casa era pequeña y de un bonito color damasco, no como la casa donde su padre y su hermana vivían... sacudió su cabeza, quitándose esos pensamientos tristes.Ya no… debería preocuparme de ello. El pasado…debe quedarse ahí.
"Es pequeña…" Arruga el entrecejo. "En fin, adiós." Y dicho esto, se retira, tranquilamente.
"¡E-espera!" Pide la chica, confundida.
"…" el niño la mira por sobre su hombro.
"Yo…" Se inclina levemente."G-gracias… pequeño."
"Tengo 10 años… no soy un niño."
"¿E-eh?" Para ella esa edad indicaba que todavía lo era.
"Me llamo Uchiha Sasuke, ¡no lo olvides… niña extraña!- Y dicho esto, se va corriendo bajo la lluvia."
¿Niña extraña?La muchacha queda anonadada, más un brillo de gratitud aflora de sus tristes ojos. Tú también… e-eres extraño, Uchiha-kun.
Al menos, había llegado a su solitaria casa, en donde podría refugiarse del agua y de sus sentimientos no correspondidos.
.
.
.
.
CONTINUARÁ…
